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—🌥—




Había pasado la última media hora cambiando la ropa que preparaba para el día siguiente. ¿Una de sus camisas a cuadros? No, muy informal. ¿Sudadera? No, tenía estampado que podría ser muy infantil. Quería dar una buena impresión, en especial al ser alumna extemporánea y no pertenecer al mismo círculo social que los demás.




Sacó del closet uno de sus tantos suéteres el cual tras ser observado por unos segundos, decidió que era el indicado. Combinaría con los jeans azul claro que tenía en la silla de su escritorio. Se dio media vuelta para poder dejarle junto a ellos.




—¡Han, Luke y Leia!...—exclamó con la mano en el pecho tras dar un brinco. Tenía los ojos cerrados recuperándose del susto—debería ponerte una campana o algo así.




—Lo siento—dijo parado junto a la cama. Aún usaba su ropa casual—sólo quería venir a desearte suerte, mañana es tu gran día. ¿Cómo te sientes?




Ella caminó continuando lo que hacía antes de verle, ahora con una sonrisa en su rostro. Traía puesta la pijama y su cabello suelto cayendo por los hombros.




—Tan nerviosa que en cualquier momento mis piernas dejarían de funcionar, caería al piso y sería mi final—suspiró girándose para verle, sonreía divertido. Decidió acercarse a él—comienzo a pensar que no es buena idea.




—¿Cumplir uno de tus sueños?—preguntó teniéndole enfrente—Beth, todo estará bien. Verás que mañana los nervios se irán cuando estés allí...¿qué te parece si después de clases vienes a la Torre? Así me cuentas qué tal te fue y comemos juntos.




Asintió intentando sonreírle. Él besó su mejilla despidiéndose, acto seguido, se dirigió a la ventana una vez más. Beth quería pedirle que se quedara un rato más, por lo menos hasta que se quedase dormida, pero no lo hizo. Bruce le miró una última vez antes de salir con agilidad. Suspiró mirando su cama frunciendo el ceño; una libreta de pasta dura color negro descansaba encima de ella. Tenía pequeñas estrellas y una luna blanca talladas, simulando el cielo nocturno...pero entonces lo notó. Un pequeño murciélago perdiéndose entre los astros.




A la mañana siguiente sus manos temblaban bajo las largas mangas del suéter gris mientras caminaba por los anchos pasillos del edificio vecino a la galería de arte y museo de Gótica hasta llegar a ese salón con puerta blanca. Los nervios le comían por dentro cuando decidió abrirla.




—Usted debe ser la señorita Walker—habló la profesora, una mujer en sus 50 más baja que ella pero con sonrisa contagiosa—pase, la estábamos esperando.




Miró al resto de la clase: eran exactamente 15 personas repartidas en los pequeños y caros escritorios. Se notaba el empeño que ponían en sus outfits, lo que le hizo sentirse un poco fuera de lugar. Mientras caminaba hacia el segundo de la primera fila cerca de la ventana, podía escuchar los murmullos, por supuesto que hablarían de ella.



—Pues claro, es la noviecita de Bruce Wayne—dijo un rubio desde el otro lado del salón con una sonrisa burlona.




Beth se limitó a sentarse y acomodar su mochila en el gancho de la mesa de donde sacaría su libreta y lapicera llena de plumas de colores. La maestra hojeaba lo que parecía ser su expediente.




—Justo por eso debes respetarla, estúpido—exclamó ahora una chica, provocando que disminuyera el ruido—oye.




La castaña giró un poco para atender el llamado, su defensa estaba sentada detrás suyo. Tenía el cabello teñido de un rojo oscuro, rizado y esponjado. Su piel era un poco más morena que la suya y vestía un top blanco junto a jeans café oscuro.




afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora