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—🌥—




             —Entonces, ¿es cerca de la Torre Wayne?—preguntó Paul mirándole por el espejo retrovisor.



La radio estaba en una estación aleatoria y las nubes grises adornaban el cielo mientras Beth aplicaba gloss en sus labios desde el asiento trasero con ayuda de su celular, su madre viajaba como copiloto.



Es en la Torre Wayne—bajó su teléfono para guardarlo en el pequeño bolso que llevaba.



—¿Qué?—Faith giró la cabeza para verla, incrédula.



—¿De qué?



—¿Comeremos con Bruce Wayne?—habló su padre por ambos.



—Ajá. Pensé que ya lo habían descifrado. Digo, no hay muchos Bruce en esta ciudad que vivan en la Torre—cerró su bolso para colgarlo sobre su hombro—mira, puedes estacionarte por allá.




No hubo mucha conversación entre los tres al aparcar el auto y caminar a la puerta siendo atendidos por Alfred a través del comunicador. El silencio en el ascensor sólo hizo a la ansiedad de Beth empeorar. Al abrirse más puertas esperaba ver a Bruce recibiéndole pero en vez de eso, Alfred y su sonrisa amable lo hicieron.



—Señor y señora Walker—saludó con sus manos en la espalda—es un placer conocerlos. Me llamo Alfred Pennyworth, trabajo para el señor Wayne. Mismo que quisiera verla antes a solas...



Miró a Beth para después mover la cabeza en dirección a las escaleras que llevaban a su habitación. Asintió yendo, el sonido de sus botas con tacón era el único que le acompañaba; al llegar la puerta estaba entreabierta y pudo notar a Bruce de espaldas observando algo por la gran ventana. Usaba un suéter negro encima de una camisa gris, jeans azul oscuro y el cabello castaño cayendo por su frente. Se dio media vuelta encontrándose con ella e inmediatamente sonreír.



—Luces muy bien.



Beth había elegido un atuendo un poco fuera de su zona de confort pero creía que valía la pena por la ocasión: botas negras de tacón que resaltaban al usar su única falda —de color negro con tres botones plateados al costado— que hacía juego con el corto cárdigan blanco. Había arreglado su cabello con una simple diadema.



—Lo mismo digo—respondió cruzándose de brazos para caminar lentamente hacia él—pero antes de continuar con los halagos, dime, ¿qué pasa?



Desvío la mirada al tenerla enfrente suyo. Con ese gesto Beth notó aquella tenue mancha púrpura coloreando parte de su rostro bajo su cabello. Específicamente el área de su pómulo y parte de su mejilla izquierda.



—Lo he arruinado ¿no es cierto?—murmuró.



—No, claro que no—ante esas palabras devolvió sus ojos a los de ella—podemos solucionarlo.



Bruce juntó las cejas observando los movimientos de Beth al estar buscando algo en su pequeño bolso negro. Finalmente sacó lo que parecía maquillaje, un polvo y una base. Él, entendiendo lo que haría, se sentó a los pies de su cama para facilitarle la tarea.



—Obviamente no somos del mismo tono de piel—movió con cuidado su cabello a un costado—pero veré que puedo hacer.



Pese a no ser una experta —ni siquiera había usado antes los productos— debía reconocer que hizo un buen trabajo. Lo morado ya no se veía a simple vista y la luz que tenía el lugar ayudaría mucho. Le ofreció el pequeño espejo del polvo compacto a Bruce para que se mirara.



—Wow...¿hay algo en lo que no seas buena?



—En cálculo—él sonrió divertido devolviéndole el objeto—te lo juro. ¿A quién diablos se le ocurre juntar números con letras? Como si no fueran suficientes estando separados...



Retrocedió un paso al notar que iba a ponerse de pie. Encorvándose un poco, besó su mejilla como forma de agradecimiento. Beth sonrió olvidando por completo su queja al sistema numérico.



Bruce sabía que no era una persona normal y se le complicaba entablar conversaciones con los demás, Beth había sido la primera con quien lograba tener un vínculo sin necesidad de fingir. Pero aquella pareja que se encontraba ya sentada en el comedor de cuatro sillas le ponía más nervioso de lo habitual. ¿Qué haría cuando le preguntaran cosas sobre su vida? Ser Batman tomaba todo su tiempo cuando no estaba con su novia y única amiga.



—Bruce...Paul, mi papá y Faith, mi mamá—dijo Beth comenzando la introducción, los mencionados se levantaron de la silla—y bueno, él es Bruce.



—Su novio—añadió tomándoles de la mano, saludando—un gusto.



El matrimonio miró a su hija esperando a que dijera algo. Estaba perdida viendo a Bruce ante sus palabras, sonaba tan bien cuando recalcaba lo que eran. Sin perder mucho tiempo volvieron a sus asientos, teniendo a la joven pareja enfrente suyo. Él acomodando su silla a lo que ella le agradecería con una sonrisa.



—¿Y cómo se conocieron?—la atención se centró en Paul quien no pudo aguantar las ganas de preguntar.



—Un día llegué por casualidad a la cafetería donde trabaja Beth—inició Bruce antes de Que Beth pudiera inventarse algo—me volví cliente frecuente en poco tiempo hasta que me di cuenta que no era el café lo que me hacía volver.



Giró su cabeza a Beth con una pequeña sonrisa por un momento.



—Su hija es muy importante para mí—continuó—y por eso sé cuán especial es para ella la escritura. Me gustaría darle la oportunidad de que continuara con su sueño inscribiéndole en el curso que imparte el instituto de artes de Gótica.



—Señor Wayne-



—Llámeme Bruce.



—Bruce—repitió Faith—agradecemos mucho este gesto pero no podemos pagarlo. Tenemos otro hijo al cual...



Beth desvío la mirada sabiendo lo que continuaba. Ni siquiera en esta ocasión podía ser la estrella.



—Si, Evan. Beth me lo ha mencionado—le detuvo, notando el cambio de postura que tuvo—pero creo que no me expresé bien. El curso ya está pagado, todo está listo para que se incorpore este lunes. Ustedes no deben hacer nada más que apoyarla.




Eso estará difícil—murmuró ella llevando la mano a su cabello para disimularlo, de igual manera, Bruce fue el único que lo escuchó.




—Beth—le llamó su madre—¿estás de acuerdo con esto? ¿es lo que quieres?




Para cuando el sol comenzaba a ocultarse, ya estaba decidido: Beth comenzaría clases en un par de días. Su padre no estaba no muy convencido aún pero ¿qué le iba a hacer? Ni siquiera estaba en casa la mayoría del tiempo. Tampoco lo estaba respecto a Bruce y se notaba en su rostro durante la estadía en la Torre, en el ascensor y camino a casa.




—Parece ser un buen hombre. Me agrada—Beth apartó la mirada de la ventana para poner atención en lo que decía su madre sobre el ruido de la radio—y no está nada mal...




—No, nada mal—le siguió, riendo.



—Pero es mucho mayor que tú ¿no?—las dos le miraron, sus sonrisas desaparecieron ante el comentario.




—Él tiene 26, yo 21. Cinco años no es mucho—juntó las cejas sabiendo su intención.




Trataba de meterle ideas para afectar la percepción que tenía de Bruce. Siempre terminaba haciéndole sentir culpable por no seguir sus reglas, pero parecía no funcionar más. ¿Porqué no podría estar feliz por ella? Extrañamente, no se sentía triste. Ni molesta. Prefirió no darle importancia.




Admirando el cielo que se tornaba más oscuro con los minutos, pudo distinguir entre las nubes esa mítica señal. Recargó la cabeza en el cristal deseándole suerte y claro, esperando que volviera completo a casa.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora