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—🌥—




La televisión estaba encendida frente a ellos, no veían algún contenido en particular si no que terminaron dejando el canal local dónde pasaban la serie que Alfred nunca se perdía. Beth estaba convencida de que era una telenovela como las que disfrutaba su abuela pero el inglés le corregía diciendo que no, que era una serie. Bruce escuchaba divertido su pequeña discusión ante ambos tipos de programas.



Habían pasado alrededor de dos meses desde que decidieron ser más que amigos, tiempo en el que la vida de ambos parecía haber tomado un camino más estable. Le costaría aceptarlo pero Beth nunca había estado tan cómoda en la presencia de alguien más como con él. Ambos estaban sentados en el ancho sofá; ella de lado recargada en Bruce quien le rodeaba con su brazo por los hombros mientras que Alfred ocupaba el sillón individual a su izquierda.



La lluvia caía intensamente afuera, provocando un ruido algo estruendoso contra las ventanas. Era temporada de lluvia en Gótica lo que hacía peor al clima sobretodo por las tardes y noches.



—Alf, hay una gemela malvada en el programa. Eso lo hace una telenovela. Vengo de una familia latina, sé lo que te digo.



—¿Es latina?—preguntó girando la cabeza para verla—no lo sabía.



—Cada día se aprende algo nuevo. Como que tu serie favorita en realidad es una novela.



Bruce soltó una risita llevándose su mano libre a la cara. Alfred negó suspirando lo que hizo a Beth reír junto a su novio. Sin embargo, el momento fue interrumpido por un boletín informativo que llamó la atención de los tres: al parecer la tormenta estaba por empeorar y los bulevares de ciertas zonas de la ciudad se cerrarían para evitar accidentes. Incluyendo el camino a la casa de Beth.



—Alfred, ¿podrías decirle a Doris que Beth se quedará a cenar?—la mencionada se apartó un poco de él para mirarle.



—Mi mamá se volverá loca.



—Es un riesgo salir con esta lluvia. Además el bulevar de la quinta avenida está cerrado—se encogió de hombros—yo la llamo por ti, le caigo bien.



—Okay. Aprovecha tu encanto—respondió sacando su celular de la sudadera para dárselo.



Era una de esas pocas veces en las que Bruce estaba en casa para la cena, pero eso no significaba que lo estaría toda la noche. El reloj marcaba pasadas de las 9 cuando acompañó a Beth a su habitación por algo cómodo para dormir.



—Volveré lo antes posible—le dijo entregándole una de sus playeras.



—¿Saldrás con este clima?—él no dijo nada, pero no hacía falta. Suspiró—sólo ten cuidado ¿si?



Asintió encorvándose para darle un beso en la mejilla dejándole con una sonrisa en el rostro pese al amargo momento. Perdió la noción del tiempo estando bajo las cálidas sábanas de la cama de Bruce, mirando la gran ventana enfrente suyo.




En determinado momento escuchó la puerta abrirse y segundos después las sábanas en el espacio detrás suyo se movieron.



—¿Golpeaste muchos criminales?



—Si, eso creo...ha estado muy tranquilo desde que él se está en Arkham.



—¿El psicópata de cabello verde?—se dio media vuelta para verle. No usaba camisa y su cabello estaba húmedo gracias a la ducha de minutos antes—supongo que hasta los otros malos le tenían miedo.



—Probablemente...no sabía que seguías despierta.



—Quise esperarte.



Bruce le miraba atento. Ella acariciaba su rostro y poco a poco bajaba su toque a su cuello, deteniéndose al notar las tantas cicatrices y manchas moradas que resaltaban en su pálida piel. Puso su atención en una poco abajo de su hombro, parecía ser la más antigua.



—Un tipo que vendía explosivos compactos trató de usar sus productos en mí. Fue el primer caso en que trabajé.



Beth se mantenía en silencio, tratando de imaginar lo desastroso que pudo haber sido eso. Solía pensar que cada cicatriz contaba una historia, apreciaba tener la intimidad necesaria para que Bruce se las contase.



—¿Y esta?—pasó sus dedos encima de otra en su pecho apenas tocándola.



—Apenas probaba el material antibalas cuando un policía me disparó. Creo que no les caigo muy bien. Excepto a Gordon.



—Y a mi tío.



—Si, a él también. Me sorprendió mucho si te soy honesto. Es un buen hombre.



—El único que he conocido, siempre cuidó de mí...ahora tú también te sumas a esa corta lista.



—Creo que tienes expectativas muy altas sobre mí, Beth.



—No cualquiera pondría el bienestar de los demás sobre el suyo de la manera en que tú lo haces. Date algo de crédito, aunque no sea lo que buscas.



Levantó sus ojos para toparse con los suyos iluminados por la luz de la ventana a sus espaldas. Bruce llevó su mano a la cadera de Beth por encima de las sábanas.



—¿Sabes? Si pudiera darte la luna, te la daría sin pensarlo. Como en esa canción de Phoebe Bridgers—le sonrió sin romper el contacto visual—porque es lo que mereces. Eso y más, Bruce.



Las palabras no eran lo suyo, menos ante situaciones como estas donde ni siquiera sabía si era acreedor de cosas así. Entonces se levantó un poco para alcanzar a Beth y besarle, fue allí donde volviendo a su lugar —aunque ahora más cerca suyo— le miró directo a los ojos para decirlo de una vez por todas.



—Te amo—dijo en voz baja.



Beth se tomó unos segundos para procesar lo que había dicho. Era la primera vez en años que escuchaba esas dos palabras en específico, nunca supo cómo contestar a aquello. Ni siquiera sabía qué se sentía ese tan mencionado "amor". ¿Acaso era la manera en que pensaba en él al escuchar la canción más cursi de su playlist? ¿O cuando escribía poemas que siempre terminaban siendo sobre Bruce? Si, probablemente era todo eso añadiendo el nerviosismo en su estómago cada noche que veía la señal en el cielo.



—¿No es eso lo peor que has escuchado?—continuó con cierta pesadez en su voz.



—En realidad, no—le sonrió recorriendo su rostro con la mirada—y si crees que tu amor es una maldición, supongo que ya no tengo escapatoria. Qué pesar amarnos como lo hacemos, ¿no crees?



Acarició su mejilla tiernamente antes de darse media vuelta, él sonrió acercándose aún más, rodeándole con su brazo por la cintura. Besó su hombro semi descubierto por la playera negra que le quedaba grande y finalmente cerró los ojos descansando su cabeza lo más cerca posible de ella, convencido de que estaban hechos el uno para el otro.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora