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—🌥—

"Sus ojos eran tan claros y puros como el agua del océano en las películas. El tan solo recordarlos me hacen sentir que naufragaría y bueno, moriría. Pero incluso así, sería una muerte digna"



Llevó la pluma a su boca apoyándola sobre sus labios. Negó suspirando al releer lo que había escrito, no debería escribir cosas de ese tipo acerca de alguien que acababa de conocer. Siempre terminaba mal.



—¿Sigues con eso?—levantó la mirada para encontrarse con su madre entrando a la sala y tomando el control de la televisión—quizá si salieras más al mundo real, tuvieras algo de lo qué escribir.



Otra vez lo mismo de siempre, el tema que le ponían los nervios de punta a Beth quien sentada en el suelo —con la mesita enfrente y sofá atrás— se limitó a soltar la pluma.



—¿A hacer qué exactamente? ¿A que me asalte la pandilla esa de los skull? ¿O a seguir como perro callejero a mis amigas que me ignoran por hablar de su importante carrera como cirujanas?—respiró profundo, pensando bien sus próximas palabras sin despegar la mirada del papel—no te había contado pero, conocí a alguien mientras trabajaba. Es amable y creo que ya somos amigos. Se llama Bruce.



Con una sonrisa tonta giró la cabeza para ver a su progenitora cambiando de canal sentada detrás suyo.



—¿Dijiste algo?—dijo mirándole y frunciendo el ceño.



—No, nada—sin sorprenderse de aquello, cerró su libreta—no dije nada.



Se levantó con un impulso de sus piernas para dirigirse escaleras arriba directo a su habitación, pasando forzosamente por la puerta abierta del cuarto sin uso de su hermano menor. Todas las cosas seguían allí pero él no, él estaba en Central City estudiando algo relacionado a electrónica desde hace un año. Era el orgullo de la familia y tema de conversación de sus padres en cualquier oportunidad que tenían, todo lo contrario a ella quien le mencionaban sólo por obligación y usando el mismo adjetivo de siempre: rara



La rara que quería ser escritora y abandonó la carrera de medicina tras un semestre. Un semestre en el que lloraba cada noche de desesperación de tan sólo pensar que el resto de su vida sería miserable si continuaba con eso.



Ahora tampoco era totalmente feliz, pero estaba cómoda con su día a día: trabajar, escribir y dormir. El orden podría variar pero esa era su rutina irrompible, misma que continuaba a la noche siguiente en el mismo café bajo la misma luna de Gótica.



—Oye, niña—dejó en su lugar la cafetera y se dio media vuelta al escuchar a Ágatha, su compañera, una mujer algo mayor de cabello rubio teñido—un amigo tuyo vino a buscarte ayer.



—¿Amigo? Yo no tengo amigos.



—Eso le dije—puso la mano en su cintura mirando a Beth algo curiosa—sobretodo porque era muy extraño, no parece el tipo de persona con el que se relacionaría una joven decente como tú.



La chica bajó la mirada entrecerrando los ojos un poco. Debía ser Bruce si o si, ¿quién más era extraño y le buscaba en ese lugar? Su corazón latió con más fuerza de tan sólo pensar en que volvió, volvió por ella en específico. Ese fue su pensamiento constante durante su turno acompañado de una especie de tic que consistía en mirar cada dos minutos a la puerta.



Pero nada pasó. O eso pensaba cuando salió del local usando sus jeans y sudadera negra lista para tomar el primer autobús de la mañana, ese que llegaba antes que el sol al horizonte de Gótica. Su cabello suelto y flequillo se movían a ratos gracias a las ventiscas de aire típicas a esa hora.



Cruzaba el callejón que daba directo a la calle con los brazos cruzados para protegerse del frío cuando llegando a la acera, el sonido de una moto acercándose llamó su atención. Su primer instinto fue tener miedo pero sus músculos se relajaron al reconocer al conductor.



Le miró atenta apagar el motor enfrente suyo y bajar un pie para sostenerse, acto seguido quitó el casco negro de su cabeza dejando ver por primera vez su cabello castaño desordenado. Beth sólo le había visto con gorra puesta por lo que fue una grata sorpresa.



—Hola—dijo mirándola.



—Hola—respondió sin moverse. Ambos bajo la tenue luz del farol.



—Vine a buscarte anoche, tu compañera me dijo que no estabas.



—Era mi día libre—acomodó su cabello detrás del hombro luego de que el aire se encargara de moverlo—pero aquí me tienes, ¿necesitabas algo?



—Sólo quería saber si estabas bien—Beth separó ligeramente los labios de la sorpresa—es que bueno, hay personas muy raras a estas horas de la noche.



—¿Cómo tú?—bromeó sonriéndole.



—Eso creo—respondió con una sonrisa de lado, fue una buena respuesta—ahora debo irme.



—¿Porqué?—ladeó la cabeza confundida. Le iba a buscar pero al momento sólo compartían un par de palabras y huía, no solía juzgar a las personas pero estaba segura que eso era sospechoso—¿acaso eres como la Cenicienta y debes volver antes del amanecer? No, espera. Ella llegaba a la media noche...sería más un hombre lobo inverso.



—Inverso—repitió curioso.



—Si, huyes antes de que el sol aparezca porque probablemente te conviertas en otra persona. O animal, no importa.



Bruce negó desviando la mirada a la calle desierta enfrente suyo. Beth siempre tenía una ocurrencia que ni en un millón de años le pasaría por la cabeza ¿era por eso que seguía volviendo a ella?



—No, no soy ningún hombre lobo a la inversa y el amanecer no tiene efecto sobre mí—sonreía, era una buena vista para Beth—de hecho...



Juntó las cejas mientras elegía las palabras necesarias para continuar pues aún se debatía si debía o no hacerlo. Era arriesgado pero la necedad de saber porqué se sentía atado a la castaña podía más.



—Conozco un lugar con la mejor vista para el amanecer—le extendió su casco para que lo tomara.



Los pensamientos en la cabeza de Beth simplemente no cargaban, era cual computadora sin señal estable de internet. Le costaba saber exactamente lo que Bruce buscaba hacer. Entonces recordó las palabras de su madre al salir más al mundo real...



—Si crees que voy a subir a tu motocicleta de dudosa procedencia apenas conociéndote un par de veces—hizo una pausa mirándole por unos segundos—pues estás en lo correcto.



Tomó el casco y tras acomodar su cabello y pequeña mochila, fue capaz de ponérselo. Bruce encendió de nuevo el motor preparándose para avanzar acomodando la tela que cubría su nariz y boca junto al gorro de su chaqueta.



Las manos de Beth temblaban cuando rodeó al hombre por la cintura para sostenerse, su pecho hormigueaba de la ansiedad al haber tomado una decisión a la brava. Eso y que apenas se percataba de lo peligroso que podría ser el segundo pasajero en una motocicleta, mínimo traía el casco puesto pero no podía evitar pensar en todo escenario negativo posible.



—¿Lista?—preguntó viéndole por el espejo retrovisor.



—Ajá—fue la única palabra que pudo articular en el momento.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora