Capítulo 36

162 37 20
                                    

Bianca

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Bianca

No estaba bien.

Me sentía que caía en picada hacia un pozo oscuro cada vez más profundo por cada día que no tenía noticias de Thiago. Y habían pasado muchos días.

La distancia que antes sentía entre nosotros por unos cuantos estúpidos kilómetros ahora se me hacía ridícula. ¿De qué me quejaba?

¿Por qué me torturaba y tenía pataletas cuando era libre de escribirle cuando quisiera? De levantar el teléfono y saber que aunque estaba ocupado, me contestaría.

Que del otro lado, él tenía tantas ganas como yo de comunicarse conmigo.

¿Con qué me quedaba ahora?

Con el recuerdo de las últimas palabras que me había dicho, Seguro, nacidas desde la bronca del momento, pero no podía ignorarlas.

Yo forcejeaba colgada de su cuello para que no se marchara de mi casa y él negaba con la cabeza, diciendo entre dientes que me odiaba y nunca me lo perdonaría. ¿Cómo podía olvidarme de algo así?

Por más enojado que Thiago había estado, nunca me había dicho algo así.

Me había cerrado, estaba negada. Era como si llevara puestas una anteojeras de esas que ponen a los caballos en las caballerizas para que no vean a los costados... Solo que yo lo que no quería ver era la realidad.

Semanas de seguir intentando como loca marcar su número y escribirle a su contacto que claramente no tenía ni foto, porque me había bloqueado. Escribiendo su nombre en las redes sociales sin dar con él, porque ya no me aparecía en las búsquedas.

No tenía descanso, me había obsesionado.

Más me ignoraba y yo más me las rebuscaba para tener algo, lo que fuera, todo servía para alimentar a ese monstruo despechado y triste en el que me había convertido. Porque ese día que me di cuenta de que podía escribirle todavía correos electrónicos, no había tenido paz. No voy a admitir el número de mails que le había enviado, me daba vergüenza.

No había obtenido una respuesta.

Ni siquiera cuando cansada de su indiferencia, había empezado a insultarlo directamente. Entiéndanme, estaba desesperada por una respuesta, la que fuera. Me valía otra mandada a la mierda, de verdad. Eso hubiera sido mejor que nada.

Por eso es que una noche, me mandé una cagada.

Nos habíamos juntado en casa de Felipe. Mila se había mudado con él y sus amigos, y había insistido en hacer una especie de fiesta para darle la bienvenida. Sabido era que no estaba yo para fiestas, pero me habían insistido tanto, que terminé cediendo.

Jaz y Felipe habían estado con nosotros mientras comíamos unas pizzas, y después habían desaparecido a la habitación del chico. No podía culparlos... Si hubiera podido haber hecho lo mismo con mi chico, no lo hubiera dudado.

3 - Perdón por las mariposas, tenías razónWhere stories live. Discover now