Capítulo 33

137 34 17
                                    

—¿Qué pasa? Estás pálido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué pasa? Estás pálido. – preguntó asustada, acercándose a mí, pero yo me puse de pie y negué con la cabeza para que se detuviera.

—Te llegaron unos mensajes. – me miró confundida y yo hice lo posible por respirar con calma. Nunca me había estado tan al borde de explotar... —De Mila.

—¿Y? – se encogió de hombros sin entender. Tomó su celular y yo apreté los dientes. No podía volver a escucharlo, ni de broma.

—¿Me engañaste con Mila, Bianca? – pregunté y clavé mi mirada atento a ver cada uno de sus gestos. —Y por favor pensá bien lo que me vas a contestar. – rogué sabiendo que de su contestación, dependía el futuro de lo nuestro.

Vi cómo su cabeza empezaba a trabajar a toda máquina y sus ojos se abrían un poco más, comprendiendo. Mierda. El corazón se me partió en mil pedazos.

—D-dejame que te explique, no es lo que te imaginás... – no estoy orgulloso de mi reacción. Si hubiera podido verme desde fuera, no me hubiera reconocido. Yo no era el chico que perdía así los papeles y le daba una patada a la puerta de un guardarropas. No era el que le había dejado un agujero del tamaño de mi pie y había asustado a mi novia que había dado un grito un paso hacia atrás, cubriéndose.

Mierda.

No.

Por supuesto que nunca me hubiera atrevido a ponerle un dedo encima, por más enojado que estuviera, y en ese momento, dejen que les diga... estaba furioso.

—Todas tus escenas de celos, tus fantasmas con Pilar y mientras vos estabas acá, acostándote con otro. – la miré con odio. Sus ojos verdes llenos de lágrimas, por primera vez no me daban ternura, todo lo contrario.

—No, Thiago. – negó frenéticamente con la cabeza. —No nos acostamos. Estuvimos por hacerlo, pero frenamos...

—¿Qué hicieron? – quise saber y ella se cubrió la boca.

—No me hagas decírtelo. – pidió y yo resoplé. Mi imaginación de todas formas ya había pintado un par de escenarios de lo más explícitos. No hacía ni falta que me lo contara.

—Estábamos borrachos, nos habíamos vuelto locos, yo estaba enojada con vos y... – se justificó, pero yo la corté porque no podía ni escucharla.

—Ni intentes echarme la culpa. – dije, alzando el dedo índice. La mano me temblaba tanto que la apreté en un puño y gruñí con furia, girándome para no verla. En estos momentos la odiaba de verdad. Nunca hubiera creído que fuera posible, pero la odiaba.

—No te echo la culpa, sé que me mandé una cagada y quería decírtelo. – dijo y un sollozo la hizo tomar aire con violencia. Ni aunque quisiera podía sentir compasión por ella en estos momentos. —No quería arruinar lo nuestro justo antes de irnos a Córdoba.

—¿Irnos a Córdoba? – solté un sonido que se quedó en medio de una risa sarcástica y un ronquido mientras me giraba para enfrentarla. —¿Te pensás que después de lo que me hiciste voy a querer irme a vivir con vos?

3 - Perdón por las mariposas, tenías razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora