Capítulo 14

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Y como era idiota y aun después de un año, seguía sin poder manejar la ansiedad, empecé a hacer las cosas

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Y como era idiota y aun después de un año, seguía sin poder manejar la ansiedad, empecé a hacer las cosas... mal.

Miré a mi amigo cuando volvimos a casa tras cuidar a mi hermano, mientras mordía una pielcita de mi dedo.

—Salgamos, necesito tomar algo. Ya. – dije, sacudiendo mi melena, con algo carcomiéndome por dentro. No podía con tanta intensidad, y si había alguien que entendía esa sensación exacta de que a veces los sentimientos eran... eran simplemente demasiado, ese era Mila.

Me miró después de consultar la pantalla de su celular por décima vez como si hubiera estado esperando que le llegara algún mensaje, y con un suspiro resignado, asintió.

—Yo también necesito un trago. – acotó, echándose todo el cabello hacia atrás.

Emborracharme.

Fumar.

Pasar de largo todas las noches y vivir a duras penas las mañanas por la resaca. Todo era más fácil que tener que lidiar con mis pensamientos.

Y es que estos se habían vuelto terroríficos.

Todos curiosamente tenían la voz de mi suegra, y no paraban de decirme que con Thiago nunca seríamos compatibles, y si estábamos juntos era porque él había aprendido a aceptarme. Había cedido y dócilmente me había dado el control de la relación, en la que se hacían las cosas cómo yo las quería. Seamos realistas. ¿Cuánto podía durar una pareja así antes de que el otro se cansara de ese papel? Antes de que él empezara a resentirme y odiarme por todas las cosas que iba a robarle.

Justamente después de salir con Mila una de las últimas veces, en las que los dos habíamos estado... muy mal, es que me había acordado de aquella vez en la que mi chico tenía un partido importante y por culpa mía casi se lo había pedido.

Mierda, podía ser una metáfora de lo que sería su vida a mi lado.

Yo era un desastre y todo lo que tocaba, lo arruinaba.

No conocía nada que no hubiera roto, tenía una puta mala suerte y no ayudaba para nada que tuviera menos instinto de supervivencia que un kamikaze.

Esto solo venía a confirmar lo que en el fondo siempre había sospechado; Thiago era muy bueno para mí, demasiado. Y Nacha tenía mucha razón en preocuparse sabiendo que su hijo estaba con alguien como yo.

Esto era una constante en mí.

Siempre que las cosas empezaban a ir bien, tenía que darme cuenta de que era imposible... Que seguramente algo terrible se avecinaba. Si todo era muy bonito para ser verdad, obvio que había algo pudriéndose debajo, y en este caso era mi cabeza.

Siempre que creía que estaba bien encaminada, que había madurado, que había crecido, una pequeñez podía mandarlo todo a volar.

Y con Thiago lejos, quien siempre se encargaba de ser el que me animaba, el que me obligaba a verlo todo positivo... bueno, estaba yéndome a la mierda.

3 - Perdón por las mariposas, tenías razónWhere stories live. Discover now