PARTE 1

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Prólogo


Mila

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Mila

No estaba pensando claro, rara vez lo hacía.

Mi instinto siempre me ganaba, y terminaba haciendo locuras. Sobre todo cuando me sentía furioso. Se sabe que en el pasado, me había dejado llevar por esos sentimientos de ira y por poco había... hecho algo terrible a alguien que me había querido robar una maldita billetera, pero hasta con Bianca, cuando recién nos habíamos conocido.

Nunca le había puesto una mano encima a una mujer, ni lo haría, pero tenía que ser muy hipócrita si no admitía que había estado muy cerca.

Tal vez era mi inseguridad, o lo cansado que estaba de ser el más raro donde sea que fuera, pero me había cansado de que se metieran conmigo y no lo permitiría.

Me dio gracia pensar que yo mismo me odiaba y podía pensar lo peor de mí, pero cuando otro lo hacía, quería golpearlo.

Y yo quería golpear a Grego.

La manera en que me hacía echado de su casa aquella tarde, todavía me jodía. Me había lastimado en lo más profundo de mi ego, y estaba tan humillado, que quería venganza. Mi sangre hervía y me exigía cualquier tipo de retribución para quedarme tranquilo. Tenía que cobrármelas, lo siento.

Tomé aire y caminé por el campo de fútbol con desgana, camino a los vestuarios. Ese día, como cualquier otro, entrenaríamos y supongo que nos torturarían un rato para que corriéramos sin sentido detrás de una pelota al rayo del sol. El hecho de que Educación física siguiera siendo una materia obligatoria para aprobar el secundario, era un misterio para mí.

El estómago se me contrajo de manera involuntaria cuando me crucé con algunos de mis compañeros y estos me dedicaron una mirada airada. Nunca nos llevaríamos bien, eso estaba claro... Ya era obvio cuando escogían con quién armar equipo, y yo aunque era uno de los más altos, quedaba al último, solo. No me importaba, si eso me daba una excusa para pasar desapercibido y no hacer los ejercicios. No me bancaba a ninguno de estos idiotas, aunque había aprendido ya a verlos a diario y tolerarlos. La reacción era normal, la de todos los días. Supongo que puro rechazo.

Ahora, había otras reacciones para las que no estaba preparado...

El corazón me dio un vuelco cuando me crucé con él.

Estaba con una de sus piernas encima del banco que tenía delante, y se ataba los cordones de sus botines con gesto concentrado. Los músculos de su pierna se tensaron un poco y no pude evitarlo, porque soy humano... Mis ojos se quedaron ahí un rato más de lo que hubiera querido. El short no era corto, pero por cómo estaba ubicado, podía ver hasta dentro de su pernera, ahí donde su muslo terminaba, y su ropa interior pegada al cuerpo contrastaba de color oscura.

3 - Perdón por las mariposas, tenías razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora