Capítulo 5

264 48 4
                                    

Bianca

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Bianca

Odiaba esto. Estábamos tan callados, no parecíamos nosotros.

Estábamos casi incómodos en la presencia del otro y eso era algo que nunca nos había ocurrido. Ni cuando nos habíamos conocido, todo lo contrario.

Nuestra historia no había sido normal, y si algo me encantaba de ella era que con Thiago siempre estaba a gusto. Sentía que podía hacer, decir y ser como yo era sin necesidad de esconderme; que tal vez no me comprendía del todo y éramos totalmente diferentes, pero que le gustaba así.

Así es que nos habíamos enamorado también.

De esas diferencias, de esas cosas que nos hacían tan opuestos.

Pero esto que nos pasaba ahora, era raro.

Había salido de ducharme y me había vestido a toda velocidad, plenamente consciente de cómo me miraba mientras lo hacía. Solo me miraba, y seguramente sus ojos me recorrían con deseo, porque hacía ya tiempo que no nos acostábamos; pero yo no podía evitar pensar que estaba buscando algo en mi cuerpo.

Algún cambio.

Estaría viendo si mi barriga estaba más hinchada, si mis pechos estaban más grandes. Cualquier cosa que fuera indicante de lo que yo estaba sospechando con este maldito atraso.

Mierda.

Por más que ya lo habíamos hablado por teléfono, ahora al vernos, el tema flotaba en el aire sobre nosotros sin que ninguno quisiera mencionarlo, era desquiciante. Y cuando Thiago lo había hecho de pasada, yo casi había perdido los papeles.

Me había preguntado si ya me había bajado cuando rechacé su invitación a que nos bañáramos juntos, y solo con esa simple e inocente frase, me había casi provocado un ataque de ansiedad.

Tuve que correr a encerrarme en el baño, porque mi casa quedaba lejos, y sentía que era el único lugar en el que podía refugiarme. Las manos me temblaban y me hacía tanto frío, que creo que la piel me quedó de un rojo furioso porque me la había hervido con la temperatura de esa ducha.

—Tenemos que hablar de lo que está pasando, bebé. – dijo, acercándose a mí, sin tocarme. Debía ver en mis ojos que estaba llegando al límite que podía soportar y que ahora mismo si no se andaba con cuidado, podía explotar.

—¿Te puedo pedir que hasta no saber con seguridad si es una falsa alarma o no, me digas de otra forma? – pedí, cerrando los ojos.

—No me di cuenta, perdón. – respondió despeinándose de manera adorable. Tal vez él también estuviera cerca de llegar a su límite.

—Está bien, no te disculpes. – dije, sintiéndome una mierda. —Es que estoy muy paranoica, y es en lo único que puedo pensar. – sacudí mi cabello mojado con la toalla. —Salgo a la calle y lo único que veo son puros cochecitos, chupetes, panzas de embarazadas, mocosos caminando por ahí. – me estremecí con un escalofrío.

3 - Perdón por las mariposas, tenías razónWhere stories live. Discover now