Capítulo 50

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Mari.

—¡Está delicioso! —exclamó Dia cuando le di uno de los cupcakes y una bolsa de galletas que había preparado el día anterior. —¿Son caseras? ¿En serio las hizo ella? —le preguntaba incrédula a Kanan, ella asintió con una sonrisa. —¿No me estás timando? —se dirigió a mí.

—¡Yo jamás haría eso! —replique haciendo un mohín, pretendiendo sentirme ofendida por su comentario.

—Es que se ven y saben como si los compraran en una pastelería. —dijo de manera agradable, y siguió comiendo el cupcake. —Tienes que enseñarme a hacerlos, o mejor aún, cocina para mí, te pagaré.

Me reí por lo que acababa de decir, no podía negar que los cupcakes habían quedado bastante bien pero siento que estaba exagerando.

—Puedes venir a la casa cuando quieras y te mostraré cómo se hacen, en realidad es muy simple y fácil. —le dije.

—¿No me puedes dar otro mientras tanto?

Negué con la cabeza.—Todavía faltan Riko, Yoshiko, Ruby y Hanamaru. —al escucharme hizo una expresión de desasosiego, fingida, claro está.

—¿Otra bolsa de galletas, entonces? —hizo una cara tierna.

—Son para el equipo de porristas, como agradecimiento por haberme ayudado con lo del baile. —me expliqué.

Suspiró pesadamente. —Ya qué. —dijo resignada.

Teníamos que ir a clase, así que dejamos ahí la conversación, desafortunadamente el aula de Kanan estaba del lado contrario a la que yo iba, por lo que tuve que despedirme de ella.

—Te veo en tu hora libre. —me dijo, colocó su mano en mi mejilla y depositó un cálido beso en mi frente.

—¿No hay beso para mí? —repuso Dia, son una sonrisa burlona.

Kanan la tomó de la cabeza con ambas manos y le dio un beso un tanto brusco y rápido en la mejilla.

—. . . agresiva—murmuró entre dientes.

—Tengan un lindo día. —nos dijo y se alejó agitando su mano de un lado a otro.

—Así que... ¿Uno de esos cupcakes está destinado a Hanamaru? —mencionó mientras caminábamos.

—¿Quieres acompañarme cuando se lo entregue?

Lo pensó un poco, miró distraídamente hacia todos los lados, indecisa.

—No creo que sea bueno que la presione. —dijo finalmente.

Todavía no acababa de entender su relación, había muchas cosas que quería preguntar, pero no me atrevía a hacerlo por temor a parecer muy entrometida, tampoco es como si me correspondiera saber esas cosas, pese a la notable cercanía que utiliza Dia, yo seguía teniendo una ligera línea de distancia. ¡Y qué decir de Hanamaru! Sólo hemos intercambiado unas cuantas palabras, y ninguna conversación resultó demasiado larga.

—Tienes razón, de todas formas le preguntaré qué ha pensado sobre la propuesta que le hice de tener una cita doble.

Dia se detuvo, la volteé a ver y tenía una afable sonrisa en su cara.

—¿Qué sucede? —le pregunte, algo desconcertada.

—Eres una persona muy amable, Mari. —me dijo con sinceridad. —Gracias por lo que haces, en serio.

—No tienes nada que agradecer, en serio. —le respondí tratando de imitar la manera en la que ella lo había dicho.

Reímos y continuamos caminando hasta que llegamos a un punto en el que debíamos separarnos.

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