Capítulo 15

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Kanan.

No sabía a dónde ir, inclusive en el momento cuando le dije que tuviéramos una cita no tenía nada planeado. Pero tenía algo claro, quería alejarla de la Universidad aunque fuera por unos momentos. ¡¿Cómo pueden ser esos tipos tan cínicos?! Mirarla de esa forma tan lujuriosa, casi parecía que la estaban desnudando con la mirada. Sentía hervir mi sangre, di gracias a que tenía un buen auto control, sino hubiera salido irrazonable e imprudentemente disparada a ellos y los hubiera golpeado, en especial a tres de ellos que de no haber estado en el campus les hubiera dado la paliza de sus vidas.

Mari, ¿Por qué eres tan condenadamente hermosa?

Con mi cabeza hecha todo un lío, seguí conduciendo sin rumbo fijo, necesitaba tranquilizarme, enfriar mis pensamientos. Apreté el volante de manera notable, tanto que hasta ella logró percatarse de que me estaba sucediendo algo.

—¿Estás bien? —su voz no tardó en escucharse, se le oía consternada y preocupada, lo mejor sería mentirle, después de todo, ¿Por qué estaba llevando todo a los extremos? Es mi prometida, es una mujer, por eso se merece el debido respeto, ella no estaba haciendo nada para provocar a esos idiotas y aun así ellos... Pero, sincerándome conmigo misma, era más que eso, lo sabía, no era simplemente porque le faltaran al respeto, vaya el cielo a saber cuántos no han tenido esa clase de pensamientos, unos más discretos que otros. Lo que me tenía tan alterada era la impotencia de no poder impedir que alguien más la vea de ese modo, y para qué negar lo innegable, estaba celosa.

—Sí, no es nada. —mi voz no pudo sonar más cansada y devastada.

—Kanan...

—No te preocupes, en serio que no es nada. —le sonreí para convencerla, al parecer logré mi cometido, o al menos eso creo.

—¿Por qué tan de pronto quisiste ir a una cita? —jugaba con los dedos de sus manos, ¿Cómo podía darme cuenta si se supone mi vista debe ir en la carretera? Por favor, con una hermosura así a mi lado, me permitía uno que otro leve y discreto vistazo de cuando en cuando.

—No lo sé, ¿Está mal querer salir contigo?

—En absoluto. —negó con su cabeza.

Estacioné el auto y bajamos.

—¿El centro comercial? —pregunto de modo hilarante, resopló. —¿Qué vamos a hacer en un centro comercial con menos de dos horas de tiempo?

—Estar juntas, el lugar es lo de menos.

Se sonrojó, creo que el color rojo puede convertirse en mi favorito gracias a ella.

Caminamos hasta la entrada, nos separaba, como mucho, unos treinta centímetros de distancia. Nuestros brazos se rozaban ocasionalmente, hasta que tomé la mejor decisión del día, tomar su mano.

Se sorprendió.

—Tus manos son tan suaves.

—Las tuyas también lo son, recuerdo a la perfección la grata sensación de cuando me hiciste un masaje en los pies. ¿Podría repetirse?

—¿Justo ahora? —bromeé.

—Ahora estoy bien con sólo tomar tu mano.

—Algo está absolutamente mal con esto. —dije, frunciendo un poco el entrecejo. Moví mis dedos y los entrelacé con los de ella. —Mucho mejor.

Otra vez estaba ahí, en sus mejillas, es rojizo tan lindo.

Paseamos por los locales dentro del centro comercial, no había resultado tan mala idea venir, vimos artículos y adornos que nos gustaría tener en casa. No había sido ese mi objetivo, la traje aquí por inercia. Pasamos enfrente de una joyería, era un capricho mío, pero quería entrar. La verdad es que había algo que seguía estando mal con nosotras, estábamos comprometidas, pero, no había anillo en nuestras manos. El anillo es algo simbólico ¿no? De lo contrario las personas no se molestarían en comprarlo.

ContratoWhere stories live. Discover now