Capítulo 36

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Mari.

Escuché muy atentamente las palabras que Kanan, mi vista no se apartó ni un solo segundo de ella. El significado de aquella ecuación que antes me había decepcionado me llegó a lo más profundo de mi corazón y del alma. Una templada sensación de cariño se sintió en el pecho, seguramente no era lo que esperaba, lo que yo esperaba era algo hermoso, pero recibí algo mucho mejor. Tomé la decisión correcta al pedirle a Kanan que se encargara del grabado de las argollas. En mi vida recordaba haber escuchado sobre esa ecuación, quizás y sí la conocía pero lo ignoraba. Ciertamente, tenía razón, tratar de encontrar palabras que pudieran expresar lo que tenemos es algo imposible, ¿Cómo describe lo que tienes con alguien? No puedes, porque siempre que te lo preguntan te quedas sin palabras, no puedes expresarte correctamente, tienes ganas de decir mil cosas pero no puedes decir ninguna. Existe una fórmula así, realmente es algo mágico, por irónico que esto suene. Con esos símbolos, Kanan me estaba diciendo cuales eran los sentimientos que tenía y cómo veían nuestra relación.

Deslizó el anillo en mi dedo y yo hice lo mismo con ella, envolví mis brazos alrededor de ella, hundí mi cabeza en su hombro, y me deje llevar por esa calidez que Kanan emanaba.

Sosteniendo mi mano, caminamos y nos sentamos en el columpio de madera que se encontró junto al "Mini túnel del amor" así es como lo habíamos bautizado. Eso es otra cosa que me seguía impresionando, que haya tenido la idea de construir un pequeño túnel en el jardín. Son contadas las personas que hacen este tipo de cosas, Kanan es una persona detallista y minuciosa en demasía.

—Realmente te esmeraste con todo esto. —le dije, el columpio se mecía, tenía mi cabeza reposando en su hombro, nuestras manos estaban entrelazadas. Tiempo, ¿Qué es eso? No tenía ni idea, segundos o minutos, no tenían diferencia para mí.

—Aunque me quedé con ganas de ir a Ucrania. —repuso. —Hay que ir un día, hay una leyenda que dice que si uno pasea con la persona que ama por ese túnel y pide un deseo, éste se hará realidad.

—¿Me estás confesando indirectamente tu amor? —murmuró quedamente.

—Posiblemente...

Un sí era mucho pedir, no había necesidad de acelerar las cosas, dije en mi cabeza, aún nos estamos conociendo, los sentimientos continuarán fluyendo, y eventualmente se darán las cosas.

Levante mi cabeza y solté su mano.

—¿A dónde vas? —me preguntó, como si no quisiera dejarme ir.

—Por mi bolso —respondí levantándome, me giré hacia ella. — ¿Dónde está tu celular?
Hizo su cabeza hacia atrás, esperé un poco antes de obtener su respuesta.

—Creo que lo dejé en la sala. — respondió, segura.

Asentí y entré a la casa, fui a verificar si su celular estaba ahí o no, para mi buena suerte, lo encontré.

Agarré mi bolso, rebusqué en el, cuando fui a la joyería hice una pequeña parada en una tienda donde venden cámaras, compré una de fotografías instantáneas, también llegué a otra tienda a comprar un diario de viajes, en el comenzaría a escribir y pegar fotos de Kanan y yo, un poco cursi, lo sé, pero era algo que me habían dado ganas de hacer, no planeaba decírselo, lo iría llenando de poco a poco, con las cosas que nos sucedían día tras día, y al final, cuando esté completo, lo veremos juntas, y recordaremos, reiremos, lloraremos, reír suavemente, ya estoy pensando en un futuro cuando en lo que me tengo que centrar es en el ahora, hoy más que nunca quería plasmar este tipo de momentos, aunque los mejores quedaran grabados en mi memoria.

Me quedé parada en el umbral de la puerta que daba hacia el jardín, observé a Kanan, se mecía en el columpio, tenía los ojos cerrados.

—Si no vienes pronto iré por ti. —alzó su voz.

ContratoWhere stories live. Discover now