Capítulo 21

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Kanan

—Hola, buenas tardes.— le dije a una mujer, era joven, pero mayor que yo.

—Muy buenas tardes.— correspondió a mi saludo de una manera muy educada. —¿En qué puedo servirle?

—Bueno, verá...— comencé a explicarle lo que quería hacer.

Justo ahora me encuentro en una de esas tiendas minoristas, las cuales se encargan del mejoramiento del hogar, bricolaje y materiales de construcción.

La señorita que me atendió se mostró muy atenta y paciente conmigo, inclusive la hice reír en más de una ocasión con las locas ideas que traía en mente a realizar. Ya habiendo terminado de comentarle lo que deseaba hacer, ella muy amablemente, junto con otro encargado, me acompañaron durante un muy buen tiempo, mostrándome los materiales que requería y que necesitaría. La idea era hacerlo yo misma, ¿por qué? Bueno, eso será una sorpresa.

Compré todas las herramientas y materiales que me harían falta.

Tuve que pedirle la camioneta prestada a mi madre ya que no había manera posible de que todo lo que ocuparía cupiera en mi porsche. La verdad siempre había preferido un auto que me permitiera experimentar adrenalina y velocidad, pero eso era antes, ahora debía pensar también en que ya no sólo se trataba de mí, ahora también estaba Mari, y debía tomar eso en cuenta. Hasta ahora no hemos ido de compras juntas, pero me gustaría que lo hiciéramos. Surtir los alimentos y ese tipo de cosas, y una camioneta, sin duda, era más indicada para eso.

Conduje hasta cierta tienda de jardinería, donde compré algunas cosas que me habían recomendado las personas que me atendieron con anterioridad.

Tierra para macetas, compostaje y bulbos.

Así es, lo que planeaba hacer era comenzar a plantar en el jardín esas hermosas flores que a Mari le gustaban, tulipanes y jazmines, y por qué no, otras cuantas flores más.

Aunque había comprado los bulbos, también compré unos ya cultivados que se encontraban en macetas, así cuando llegara Mari de la universidad se llevaría una grata sorpresa.

Este día yo no tengo clases, debido a que podía hacer mi propio horario y ajustarlo de la manera que mejor me pareciera, decidí que sólo iría cuatro días, no necesitaba ni quería vivir en la universidad como muchos otros. Yo sólo me centraba en lo esencial, tomar optativas u otras clases que no tenían ni en lo más mínimo que ver con la carrera que estoy estudiando, no es de mi agrado. En lugar de eso podría invertir el tiempo haciendo otro tipo de cosas; si me lo preguntan, jamás imaginé estar haciendo todo esto que hago ahora mismo, en mi día libre.

Suspiré, todo sea por ella.

Ya teniendo todo listo, me fui a la residencia donde vivimos, me puse una ropa más cómoda que no me importara llenar y ensuciar de tierra. Con todos los ánimos y la energía que puede tener una persona, comencé a cavar en el jardín. En una parte planté los bulbos con sumo cuidado de hacer todo bien. Y en otra parte, coloqué los tulipanes, jazmines y otras flores, que había comprado en maceta.

Me llevó bastante tiempo, más del que creí. Esto de la jardinería es más complicado de lo que puede parecer, aunque a la vez es muy entretenido.

Alrededor de las paredes del jardín y de los dos árboles que había ahí, monté una serie de luces, que al anochecer haría que todo se viera aún más hermoso.

Tomé una tela enorme donde se podía dibujar e hice garabatos en ella, también escribí unas palabras. Seleccioné la música que quería que sonara, debía ser la adecuada. Eso significó invertir otro porcentaje de tiempo.

ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora