Capítulo 39

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Kanan.

Esas cuatro palabras, a pesar de la forma tan simple en la que habían sido pronunciadas, hicieron de mí corazón una bomba a punto de estallar, mi mente quedó en blanco, estaba tan inmensamente feliz que no sabía como reaccionar, sólo continué mirándola sin decir nada.

La brisa del viento sopló con sutileza, acariciando a Mari y a mí.

Está bromeando, ese pensamiento quedó anulado desde el principio, pues en sus ojos no había nada más que pura sinceridad.

—No es algo que nació de un día a otro, la verdad es que poco a poco fuiste entrando en mi corazón, y creo que a mí corazón le agrada mucho tenerte ahí, haces que revolotee muy seguido.

—Yo... —besó sus dedos índice y medio para luego colocarlos sobre mis labios.

Me levanté de su regazo, tomé su mano, la atraje hacia a mí y la abracé duramente.

—Me siento de la misma manera, pero eso ya lo sabes, así que de ahora en adelante ¿Quieres que seamos una pareja real? —le pedí mirándola directamente a los ojos.

Ella nos unió de nuevo en un cálido abrazo, su cabeza bajo mi hombro, sintió como con un ligero movimiento asintió.

Se apartó ligeramente de mí, su cara estaba ruborizada, era un rubor perfectamente hermoso y ese brillo que destellaba de sus ojos.

—Siento que ya lo somos desde hace tiempo, incluso tu mamá creyó que ya estábamos saliendo. —comentó con una sonrisa. —La razón por la que estaba tan nerviosa, fue porque le confesé mis sentimientos por ti, lo tomó de una muy buena manera, no sé qué habría hecho de no ser así.

—Le gusta tenerte como nuera, de eso no tengo la menor duda. —rechazo.

En esos momentos sentí que volvía a tener 15 años, mi corazón no paraba de latir, y mi alegría se desbordaba por doquier.

—Vamos a la cama.

—¡Vaya que eres rápida! —exclamé, bromeando, ella me golpeó, sí era obvio que lo haría.

—¡No me refiero a eso! —alzó la voz, su cara estaba para competir con los tomates, en serio que estaba ruborizada. —Kanan, eres una tonta. —volvió a golpearme. Pero la verdad es que cuando ella me dice "tonta" siento que me está diciendo "te quiero" y que sus golpes son muestras de afecto. —Dormiremos por separado.

—¿¡Q-Qué!? —no podía estar hablando en serio, nuestra primera noche de pareja y me manda a dormir sola. Creo que quiero llorar.

Bueno, no estaba bromeando, me dejó en el jardín, viéndola irse, antes me dedicó un mohín. Fui tras ella, pero me cerró la puerta en la cara sacándome la lengua. Una gota de sudor frío apareció en mi frente, ¿Cuántos años cree que tenemos? Aunque he de admitir que se ve adorable.

Completamente resignada, arrastré mi cuerpo hasta mi habitación, me di una ducha rápida y me puse mi pijama. "Ni siquiera me dio las buenas noches", pensé.

Se sintió tan vacío y solitario dormir sin tenerla a mi lado, tomé la almohada que ella suele usar cuando duerme en mi cama, la abracé, tenía su aroma, me levanté, abandonando mi cómodo y suave colchón y salí en dirección a su habitación, no podría dormir sin ella, lo cual es irónico ya que antes no podía dormir teniéndola cerca. ¡Oh, las vueltas que da la vida!

Toqué con delicadeza la puerta para luego abrirla de a poco, las luces estaban apagadas, la luz de la luna iluminaba la habitación, agradecí que estuviera esa ventana enorme. Mari esta acostada en el lado izquierdo de la cama, me escabulli con sigilo a sus aposentos y la abrace, rodeando su cuerpo entre mis brazos, tenia una inmensa necesidad de sentirla.

—Creí haberte dicho que... —apreté más el agarre y me aferré a ella.

—Dijiste que no durmieramos juntas, pero yo no puedo dormir sin ti, además, quiero despertar con la imagen más hemosa sobre la faz de la tierra... Tú.

—Eres tan cursi. —dijo en un susurro.

—¿Quién crees que es la responsable de mí cursilería?

Comenzó a moverse para quedar frente a mí.

La luz de la luna iluminaba perfectamente su rostro. La distancia que había entre nosotras era casi nula.

Estar tan cerca sin hacer nada más que mirarnos... Yo, tuve unas inmensas ganas de besarla.





















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