Capítulo 19

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Mari.

Miraba distraídamente por la ventana de su auto, viendo los edificios pasar, el sol apenas estaba mostrándose, algo que me gusta de esta ciudad son los árboles que hay en los alrededores, son tan acogedores, y esa canción sonando de fondo. ¿Por qué había significado tanto esa canción para mí? No era una canción espléndida, la melodía era buena al igual que la letra, pero no tenía nada fuera de lo común, era sólo otra canción de amor, lo era ¿no?

Amor... ¿Podría ser acaso...?

A parte de la música que sonaba, y de los ruidos que se podían alcanzar a oír de afuera, lo que había entre nosotras era un silencio, pero no era un incómodo silencio, más bien era de esos en los que contemplas y aprecias la presencia de la otra persona, sólo eso y nada más. A pesar de que la canción llegó a su fin, el silencio seguía predominando, y ella no parecía estar dispuesta a terminar con él, y en cierto modo yo tampoco quería hacerlo, pero quería escuchar su voz antes de separarnos. Apenas cruzamos unas cuantas líneas entre nosotras antes de reunirnos con Dia, ella estaba platicando con una chica, ahora que lo recuerdo, no me ha contado nada más de la persona de la que está enamorada, me pregunto qué tipo de persona será.

Paramos un poco antes de irnos a clases, más que nada ella quería molestar a Kanan por lo acontecido esta mañana, y yo ya ayudé un poco a lograr su cometido.

Entonces llegó la inevitable hora de irnos a clase, me despedí de Kanan, pero antes de irme ella dijo mi nombre haciendo que me volviera. Se acercó a mí, y lo demás sucedió como si estuviera en cámara lenta, su mano acariciando con delicadeza mi mejilla, sentir su tacto era tan cautivador y placentero, después acercó su rostro aún más al mío y besó mi frente, sentí mi cuerpo estremecerse, estoy segura que mis mejillas deben estar rojas, lo sé porque las siento cálidas.

De no haber sido por la voz de Dia me hubiese quedado ahí, inmóvil, incapaz de hacer o decir cualquier cosa.

Incluso mientras me alejaba, seguía mirando hacia atrás, y ella seguía de pie, como esperando a que diera la vuelta en un punto en el que ya no pudiera verme, sonreí.

—¿Crees que tengo sensuales piernas?— le pregunté a Dia, una vez que habíamos llegado al aula.

—Sí, y no sólo eso, en sí toda tú eres sensual.

—Tú también eres sensual, posees un gran atractivo.— le contesté. —Además de tu actitud, que también es encantadora.

—¿Quieres que me enamore de ti, bella dama? Porque de ser ese tu objetivo, te hago saber que lo vas a conseguir si sigues así.

—Sería un verdadero placer para mí el que me entregases tu amor.— le seguí el juego, porque eso era.

Bufó. —Nunca puedo ganarte.— se recargó en la silla y echó su cabeza hacia atrás. —¿Eres así también con Kanan?

—No.— respondí inmediatamente. —Con ella no podría decir eso tan fácilmente.

—¿Qué quieres decir exactamente con eso?— preguntó con un tono de voz divertido.

—Sinceramente, ni yo lo sé con exactitud.— la clase estaba a punto de iniciar, el profesor ya había acabado de poner la proyección, y de entregar unas hojas que quería que contestáramos según las dispositivas.

Parte de mí mente estaba concentrada en la clase, al menos lo suficiente como para seguir la explicación del profesor y llenar con palabras las hojas que nos había entregado, pero otra parte de mi mente seguía dándole vueltas a lo que le había dicho a Dia.

¿Por qué no podía ser con Kanan como lo soy con Dia? Creo que principalmente se debe a que cuando Dia me dice cumplidos o hace ese tipo de comentarios como el que hizo, de que me encuentra sensual, no mueve nada en mí, quiero decir, no me hace sentir nada en especial. Pero si fuera Kanan quien me lo dijera, no sé, mi corazón se aceleraría, muy probablemente, a una velocidad tan rápida que no podría ser capaz de calcularla. Y si Kanan me dijera que sólo lo dice de broma, no sé por qué, pero eso me decepcionaría.

ContratoWhere stories live. Discover now