Capítulo 6

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Mari.

—Siento llegar tarde, ¿tienes mucho esperando? —me acerqué corriendo a una persona que ahora era, a vista de todos, mi prometida.

Apenas ayer se había celebrado la fiesta de nuestro compromiso y hoy ya estábamos por ir a ver el que sería nuestro "hogar", al menos por una buena temporada. La velada anterior fue muy hermosa y única, había tenido el placer de presenciar ese tipo de celebraciones con anterioridad, pero jamás pensé que así sería la mía. Había terminado exhausta, anduve de un lado a otro con esos zapatos incómodos que el diseñador que habían contratado me hizo usar a pesar de que le especifiqué que prefería unos más sencillos. Sin embargo, aunque la velada había sido, aparentemente perfecta, un dejo de melancolía seguía invadiendo mi pecho, es algo normal, todo está pasando tan rápido, mi mundo dio un giro de ciento ochenta grados. Pero, no todo es malo, de todas las personas con las que pude haberme comprometido, aunque fuera de esta manera tan singular, me alegro de que haya sido con Kanan. Ella es muy atenta, a pesar de que todavía no llegamos a conocernos, cuando estoy con ella me invade un sentimiento de confortabilidad inigualable, tanto que me es imposible explicar.

—No, recién llegué yo también. —me contestó quitándose los audífonos que traía puestos. Abandonó la comodidad de su asiento y me entregó un ramo de flores. —Es para ti.

—¡Oh! Gracias. —exclamé con alegría. A este tipo de cosas me refiero cuando digo que es atenta, quiero decir, no tiene por qué regalarme flores, después de todo nuestro compromiso no es real, lo es, pero no por lo que piensan los demás. —Pero ¿Qué debo hacer? —dije con cierta inquietud. —Yo no te he traído nada. —por las prisas ni siquiera pude pensar en tener un detalle con ella, debe creer que soy una desconsiderada.

—En ese entonces... —comenzó a hablar e hizo una pausa dramática mientras me miraba con aparente reproche. —Regrésamelas. —se refería a las flores. Supe de inmediato al ver su rostro que estaba bromeando, esta era otra cosa que me gustaba de ella, que podía convertir un momento tenso en algo agradable.

—No quiero, son lindas. —inquirí. La verdad es que lo eran, pero también lo dije para seguirle el juego. —Además las compraste para mí, ¿no es cierto?

—En realidad me las encontré olvidadas en el lugar en el que estaba sentada. —dijo muy elocuente, por favor, como si le fuera a creer.

—¿Me obsequias algo que te encontraste? Eso es peor que no darme nada. —fingí cierta indignación.

—Eso lo dices porque tú no me has traído nada. —repuso. —A decir verdad yo no tenía planeado darte flores. —agregó.

—¿No? —le pregunté con curiosidad.

—No. —reafirmó. —Yo no quería hacerte esperar así que llegué mucho antes de la hora acordada, pero entonces no sabía qué hacer así que me puse a deambular por los alrededores y encontré una pequeña florería cerca de aquí. Fue entonces cuando decidí comprar un ramo de flores. —me contó. Yo estaba incrédula de la sinceridad que tenía conmigo, normalmente no cualquiera dice eso y prefiere solo quedar bien, pero debo recordar y tener muy presente una cosa, Kanan no es cualquier persona. —¡Oh! Además, como no sabía cuál es tu flor favorita, le dije a la señorita que me atendió que hiciera un ramo con las que me parecieron más bonitas. —me sorprendí al escuchar eso, la verdad no le había prestado mucha atención a las flores, eran unos hermosos lirios blancos y tulipanes rojos, sonreí, había hecho una muy buena elección.

—Muchas gracias, en serio, no debiste molestarte. —dije apenada. —¿Conoces el lenguaje de las flores?

—¿Tienen un lenguaje? —preguntó con inocencia, el gesto en su rostro me decía que no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

—Así es, cada flor tiene su significado. —le respondí mientras olía las flores.

—¡Oh! Espera... El ramo que te di, ¿no dice nada malo, cierto?

—No, todo lo contrario. —le aclaré. —Los lirios tienen el significado de "Alegras mis días" y los blancos más específicamente, "Corazón tierno". —hizo una cara de asombro, un tanto graciosa para mi vista. —En cuanto a los tulipanes... —dudé por un instante si decirlo o no, era algo vergonzoso después de todo, pero ya había comenzado a hablar y no podía dejarla a medias. —"Te prometo amor sincero", los rojos en especial... —dirigí mi mirada a su rostro, el cual estaba ligeramente ruborizado, sonreí, me pregunto cuál será su reacción cuando termine de hablar. —Los rojos simbolizan amor eterno. —agrandé mi sonrisa, al ver como el rubor de sus mejillas aumentaba.

Llevó su mano derecha hacia la parte trasera de su cabeza y se acarició, desviando inmediatamente su mirada de mí, adorable, no había otra palabra que la describiera más perfectamente en ese momento.

—V-Vaya, y eso que las escogí al azar. —tartamudeó, sonreí, estaba contenta de conocer este lado de Kanan.

Pero era en verdad curioso, de entre tantas flores que pudo haber elegido...

—Por cierto, los tulipanes son mis favoritos. —le comenté.

—No me sorprende, es una hermosa flor. —dijo ya más tranquila. —Y tú eres hermosa, una perfecta combinación. —me ruboricé, no puedo creer como en un momento estoy siendo yo la que disfruté de verla de ese modo y de buenas a primeras ella cambia de lugar conmigo.

Caminamos hasta la heladería que se encontraba cerca y compramos un cono de nieve, ella pidió de chocolate y nuez, mientras que yo de vainilla y avellana. Nos sentamos en una banca del parque que estaba cerca de donde se supone, viviremos juntas, o bueno, eso al menos me había dicho ella.

—Dime algo. —comenzó a decir. —¿Usas pupilentes? —preguntó mientras observaba mis ojos.

—No, ¿por qué?

—Tienes lindos ojos, muy hermosos. —y aquí va de nuevo, Kanan, puedes llegar a ser demasiado...

—Los tuyos también son muy lindos, me encanta su color y tu mirada. —le dije esperando causar lo mismo que ella en mí.

—¿En serio te gusta la mirada que tengo ahora?

—Sí.

—Me alegra escucharte decir eso, ya que es la mirada de una persona enamorada. —perpleja y expuesta, es como quedé al escucharla decir eso, por todos los cielos, cómo podía decir eso tan a la ligera.

Seguramente hice la reacción que ella esperaba obtener de mí, pues se echó a reír como si no hubiera mañana.

—Lo siento, eso fue demasiado ¿cierto? —se disculpaba, pero seguía riéndose así que era obvio que para nada lo sentía. —En serio, sólo bromeaba.

Lo sé, lo sabía perfectamente, pero aun así seguía sin poder digerirlo.

—Kanan, eres muy cruel. —exclamé haciendo un puchero.

—Lo siento. —repetía. —Pero sabes, estoy feliz.

Es muy directa, muy, muy, muy directa, debo acostumbrarme pronto a ello o estaré en problemas.

—Mari. —me llamó, me giré para verla. —Eres muy hermosa. —dijo y sonrió.

Definitivamente debo acostumbrarme a ella lo antes posible.












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