Capítulo 2

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—¡Waaah! Estoy exhausta. —exclamó exageradamente a quien considero mi mejor amiga, Dia, una chica de cabello oscuro. Justo en este momento estábamos en una librería, mi madre me mencionó que a Mari le encantaba leer así que le pedí que me acompañara a buscar unos cuantos libros. —Tu fiesta de compromiso es mañana ¿cierto?

—Así es. —le respondí con mi vista en los libros de las estanterías, pues a mi querida madre se le paso por completo especificar que tipos de libros le gustaban más, así que para cubrir todas las posibilidades escogí dos de cada género.

—No han pasado ni dos días desde que firmaron el contrato. —comentó. —Por cierto... ¿No crees que llevas ya demasiados libros?

—¿Eh? —miré la cesta en donde iba depositando los libros que me parecían interesantes y Dia tenía razón, creo que había exagerado un poco. —Sólo iré a mirar a aquella y nos vamos.

Mientras observaba unos libros, de la nada, un libro cayó en mi cabeza, había venido desde la segunda planta, realmente hay gente descuidada.

—¡Deberías tener más precaución con los libros! — exclamé.

—Lo siento mucho. —escuché la voz de alguien decir.

Recogí el libro y me lo llevé junto con los otros, no tenía caso hacer un alboroto de eso, después de todo fue un accidente, eso le puede pasar a cualquiera.

—¿Estás bien? —me preguntó Dia cubriéndose la boca, ella era muy buena ocultando sus emociones, en serio, casi no se notaba que estaba atacándose de risa.

—Sí, lo estoy, andando. —pasé a caja a pagar por los libros, y definitivamente había exagerado, sólo espero que a ella le gusten.

Después de eso llegué a mi departamento con un fuerte dolor de cabeza, ahora que lo recuerdo, después del compromiso tendremos que vivir juntas. Me pregunto dónde viviremos. Me gustaría que fuese aquí, ya estoy acostumbrada a este lugar y no me gustaría mudarme ya que es cómodo y tiene una buena vista. Suspiré, pero eso sería muy egoísta de mi parte, y tal vez necesitemos un lugar más grande.

Encendí la música y me metí a la ducha, el agua corría por mi cuerpo, pensaba miles de cosas, pero la más importante... Mañana mi vida cambiará drásticamente.

Por estar pensando terminé durmiendo tarde, sin duda fue una gran equivocación el haberlo hecho, pero no lo podía evitar, estaba nerviosa.

—Kanan, es hora de despertarse. Hoy es el gran día. —esa es la voz de mi madre, sabía que vendría a levantarme. Abrí mis ojos lentamente para que se adaptaran a la luz. —He traído el traje que vas a usar.

—¿Traje? ¿En verdad debo usar eso? —me quejé.

—Sabes cual es la tradición. —repuso ella.

Tontas tradiciones, además ¿por qué tengo que llevar yo el traje? Aunque bueno, pensándolo bien, a ella le va mucho más un vestido que a mí.

—Todo saldrá perfecto, ya lo verás.

Suspiré.

Toda la mañana se fue en prepararme para la tan esperada velada, fue algo estresante, pero seguro que Mari la estaba pasando mucho peor. Por si fuera poco, mi madre y muchas personas pusieron mucha presión sobre mí. Me dijeron que habrá mucha gente importante, y también periodistas de las revistas más aclamadas, todo estaba bien hasta que caí en cuenta de una cosa; ellos en absoluto podían enterarse de que el compromiso lo hicimos por medio de un contrato, no es como si fuese un pecado o algo ilegal, pero ambas familias preferían mantener eso al margen de la sociedad.

La recepción comienza a las siete en punto, pero a Mari y a mí nos hicieron llegar antes para repasar lo que diríamos en dado caso de que hicieran preguntas sobre nuestra relación. Y es por eso que sigo pensando que fue algo apresurado el hacer la fiesta de compromiso unos días después, tan siquiera nos hubieran dado unos días para conocernos a ella y a mí, y así hacer más creíble todo.

—¡¿Dónde está Mari?! No tenemos mucho tiempo. —decía una mujer en total estado de nerviosismo mientras daba vueltas de un lado a otro. Ella no ayudaba nada a mi estado de ánimo, lo único que logró hacer fue aumentar mi nerviosismo.

—Tranquila, seguro está por llegar. —traté de calmarla, en serio traté, pero creo que se puso aún más histérica.

Me recargué en el pequeño sillón del salón y eché la cabeza hacia atrás. Inhalé y exhalé profundamente, volví a incorporarme adecuadamente sólo para volver a esa mujer al borde de la desesperación. No fue sino hasta que una muy hermosa rubia se alcanzó a divisar a lo lejos que suspiró y dejó de moverse, lo cual hizo que yo también me calmara.

Mientras Mari se acercaba cada vez más, yo más embelesada me quedaba, el vestido que traía puesto le iba como anillo al dedo, hacía resaltar el color de su piel, el de sus ojos y por su puesto su perfecta figura. Definitivamente era afortunada de tenerla como prometida. Se excusó algo avergonzada por el retraso, tomó asiento y escuchó todo lo que esa mujer dijo sin protestar.

—Luces hermosa. —le dije en un leve susurro.

—Gracias. —sonrió, había algo diferente en su sonrisa, tal vez el hecho de que ahora sí era honesta. —Tú también te ves muy bien.

Se veía más tranquila que el otro día, y eso era una buena señal. —Me bañé con mucho jabón, como nunca antes lo había hecho.

Mi ocurrente comentario hizo que empezara a reír, me alegré, pues tenía una risa muy dulce y tierna.

—No es tiempo de que cuchicheen entre ustedes, por favor presten atención.

Nos llamó la atención aquella mujer de carácter voluble y no nos quedó más remedio que seguir escuchándola.













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ContratoWhere stories live. Discover now