Capítulo 5: El huésped

Começar do início
                                    

—¿Has dormido bien?

Oh, no... Esa era, sin duda alguna, la cara de un capullo que ha conseguido lo que quería.

Sintiéndome una idiota, al menos me quedaba el consuelo de que él no supiera que por un momento había creído que se había tratado de un sueño. No podía proteger la buena imagen de mi fuerza de voluntad, pero sí de mi inteligencia.

—¿Vas a fingir que no ha pasado o solo te diviertes viendo si me avergüenzas? Porque la primera me da igual y la segunda... En realidad, también.

El reconocimiento bailó en sus ojos, pero no me impresionó. No podía importarme menos su opinión de mí.

Con indolencia, me dirigí a la cafetera y me serví una taza, sintiendo un pequeño consuelo en que él debía haberla preparado hacía poco y todavía estaba caliente.

—Puedo ser tu genio de los deseos, nena. Si frotas la lámpara, me tendrás en tu habitación y me habré esfumado antes de que despiertes. Sin momentos incómodos.

Alcé las cejas. No por su oferta, sino por descubrir lo poco que le importaba dejarme ver que la "maldición" le permitía hablar de forma tan metafórica. Aunque, por lo general, a los expósitos ese tema les obsesionaba menos que a los aquelarres. Y la noche anterior ya lo había dejado patente con sus metáforas de castillos y todas esas chorradas.

—¿Sabes cocinar?

—Claro.

—¿Limpiar?

—Sí —respondió con el ceño fruncido.

—Genial. Y basándome en la evidencia, también usar la cafetera. —Di un trago antes de añadir—: Con eficiente resultado.

Por su expresión, parecía completamente fuera de juego.

—¿Sí?

—Pues ya está. Déjate de numeritos de "amante fantasma" y sé normal. No tienes que pagarme tu estancia aquí con sexo. Haz alguna tarea de la casa de vez en cuando y asegúrate de que esa cafetera nunca se vacíe y todo estará bien.

Se me quedó mirando cómo si le hubiera pedido que pagara el alquiler cometiendo algún crimen a cambio.

—Vaya... Viendo las novelas que te gustan, creía que preferirías algo más... pasional.

Cambié el peso de un pie a otro, incómoda. No tenía por qué ocultar que me gustaba leer novelas románticas, incluso las que eran subidas de tono. Era un género como cualquier otro. Solo que yo sabía muy bien que la gente no lo veía así.

Los hombres prefieren leer ciencia ficción, pero esto también lo es. La existencia de hombres perfectos es ciencia ficción.

—La gente que lee ciencia ficción no espera que un alienígena les secuestre. El género romántico solo es otro tipo de literatura fantástica: personas perfectas con romances perfectos y finales perfectos. No espero que la vida sea así.

Y tampoco pasaba nada por ello. Esos libros no sustituían ninguna necesidad en mi vida, solo eran mi placer culpable.

—Y yo que creía que había descubierto que debajo de esa fachada de dura había una chica cursi.

—Pues no. Dejo el romanticismo para los libros, en la vida real no tengo tiempo para tonterías.

Hablando de tiempo, ¿qué hora era? El reloj de la cocina me contestó metiéndome urgencia. Sería mejor pasar del desayuno y conformarme con el café para no perder más valiosos minutos. Ya había remoloneado lo suficiente.

Palabra de Bruja IndomableOnde histórias criam vida. Descubra agora