CIX

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[Punto de Vista Louis]
Me bebí la copa de un trago. Después, fui a por otra y repetí el proceso. Varias veces. Si no podía irme de esa maldita fiesta, al menos esperaba no enterarme de nada de ahí en adelante. O que mi cabeza dejara de funcionar tal y como lo estaba haciendo; sí, eso sería lo mejor.
Estaba enfadado. Primero, con Nathalie, por hacerme pensar en ese tipo de cosas. Segundo, conmigo mismo, por permitirme pensar ese tipo de cosas en ese momento y en ese lugar.
Tercero, con la persona que avanzaba hacia mí con gesto serio.
- Lou...
Judith acarició mi rostro mientras dejaba entrever media sonrisa. Estaba enfadado con ella por permitir que esto estuviera pasando; por provocar que hubiéramos llegado a estos extremos. Enfadado porque nunca había confiado en esto y, ahora que parecía hacerlo, era yo quien no podía hacerlo. Por su culpa.
Enfadado porque la quería y en ese preciso instante no me apetecía demostrárselo.
Giré la cabeza. Realmente estaba enfadado.
Oí cómo suspiraba y me decidí a volver a mirarla.
- ¿Estás bien? -Preguntó, con un hilo de voz.
- Sí -respondí, secamente.
En esta ocasión, no dejó escapar un suspiro. En esta ocasión resopló con fuerza. Puede que mi actitud estuviera haciendo que ella también se enfadara. Observé mi copa medio vacía y me pregunté si ella no era, realmente, la culpable de todas las cosas que estaban pasando por mi cabeza.
- Qué bien te llevas con Nathalie para no conocerla de nada, ¿no?
Había cierto reproche en su voz.
- Sólo estaba hablando con ella -dije, con tranquilidad.
- Genial -en esta ocasión, fue ella quien miró hacia otro lado.
- ¿Te molesta?
- Mucha gracia no me hace pero tampoco voy a decirte nada.
- Exacto.
- ¿Por qué me hablas así? -Preguntó, con el ceño fruncido.
Tenía razón, había sido demasiado brusco, pero no me salía contestar de otra manera.
- Así cómo.
- Louis... -Se acercó más a mí y colocó sus manos en mi pecho-. ¿Qué te pasa?
- Nada -cerré los ojos.
- Louis, por favor, dime qué te pasa.
Respiré hondo tratando de ahorrarme un comentario demasiado rudo.
- No me pasa nada.
Aferró mi mano y tiró de ella.
- Vámonos de aquí.
- No.
La frené y me miró con los ojos centelleantes; acto seguido, desvió su mirada al suelo.
Yo empezaba a marearme ligeramente.
- En realidad, creo que sí me voy a ir... -Conseguí decir.
- ¿Solo? -Balbuceó.
No, no podía irme sin ella... No podía estar sin ella. Incluso en ese estado.
- ¿Quieres venir?
- ¿Quieres que vaya?
Le temblaba la voz.
- Como tú quieras.
Se mordió el labio inferior y volvió a huir de mi mirada.
- ¿Pero qué te pasa? -Fue un sollozo-. ¿Te he hecho algo?
Quise decirle tantas cosas que opté por no decirle ninguna. Al fin y al cabo, puede que simplemente yo estuviera borracho y estuviera exagerando todo. Por eso, mejor callar.
- Vámonos, anda -cogí su mano y sentí cómo relajaba su cuerpo.
Su roce también me relajó a mí; al menos, en cierto modo.

[Punto de Vista Ana]
Ver a pocos pasos de mí a Louis prácticamente tambaleándose fue un consuelo. Básicamente porque yo también empezaba a hacerlo. Harry me había dicho en más de una ocasión que dejara de beber; después me había regañado por no hacerlo. Pero no podía parar. No podía parar porque necesitaba volverme insensible a cualquier cosa que proviniera de Liam.
Eso, o decidirme de una vez a acercarme a él.
Para mi sorpresa, no hizo falta.
- Ana -su voz grave me sacó de mis pensamientos y lo miré fascinada. Estaba guapísimo-. ¿Estás bien?
- Regular -pronuncié cada sílaba con dificultad, como si mi lengua pesara una tonelada.
- Deberías irte a casa... -Pasó su mano por mi espalda y me sostuvo contra él.
Sabía que su única intención era sentirme segura en sus brazos, ante el pésimo estado en el que me encontraba, pero su contacto me activó por completo.
- Deberías venir conmigo.
Me asombró la firmeza y la seguridad de mis palabras.
- Ana...
- Liam -me coloqué frente a él y noté cómo fruncía el ceño-. Si vienes conmigo, dejaré de beber y me iré a casa sin oponer resistencia.
- Deberías hacerlo incluso aunque no me fuera contigo.
- No quiero hacer nada que no sea irme contigo.
- ¿A dormir?
- A tenerte cerca. ¿Por qué no ha venido Sophia a la fiesta?
Las palabras salían de mi boca sin ningún tipo de control. En realidad, ¿era consciente de lo que estaba diciendo?
- Em... -Pareció desconcertado-. Es demasiado pronto. ¿Quieres que me vaya contigo, entonces?
- Siempre -contesté, de inmediato.
- A dormir -recalcó la última palabra y después, igual que había hecho instantes antes, se colocó a mi lado pasando uno de sus brazos por mi espalda, y me instó a comenzar a andar hacia alante-. Nos cogemos un taxi hasta tu casa, ¿vale?
- ¿A tu casa no?
Tropecé conmigo misma y estableció el equilibrio en mí al segundo.
- No -murmuró.
- Ah, claro. Que tienes novia, no pueden ver a otra entrando en tu casa.
Escuché cómo gruñía a mi alrededor palabras que, a su velocidad de habla, me resultaban inteligibles. Y, la verdad, tampoco me molesté en tratar de darlas sentido. Iba entre sus brazos, no pedía nada más.
Me quedé dormida en el taxi al minuto de montar en él, más o menos. Liam me despertó acariciándome la cabeza una vez que habíamos llegado y me acunó entre sus brazos hasta llegar a la cama de Judith, donde dormiríamos hoy. Me encontraba bastante mejor de lo que estaba al salir de la fiesta, y agradecí haber recobrado algo de lucidez.
- Lo siento, Liam... -Susurré, sentándome en la cama.
- No te preocupes -se sentó a mi lado y nos miramos-. Tienes muy mala cara, deberías dormir.
- ¿Te quedarás conmigo?
No fue una pregunta, fue una súplica.
- Sí -se inclinó hacia mí y me besó en la frente-. Toda la noche, te lo prometo.
Pasó una mano por mi pelo, colocando el alboroto que tenía en él, sin apartar sus ojos de mí.
- Mañana, cuando esté en condiciones, ¿podremos hablar? -Dudé.
- Sí -sonrió-. Ahora, a dormir.
Se incorporó, cogió mi mano, y me levantó también. Se paró frente a mí y, rodeándome con sus brazos, me ofreció uno de esos abrazos de los que no quieres liberarte nunca.
Me apoyé en su pecho y cerré los ojos.
No quería estar sin él. Nunca.

[Punto de Vista Rosa]
- A veces, me da miedo lo que hace Ana -di un sorbo a mi bebida y observé cómo Niall me miraba divertido-. No me hace gracia, ¿has visto cómo iba?
- No es la única, ¿has visto andar a Louis? -Rió y yo lo hice con él-. Todos tenemos malas noches.
- ¿Qué le pasa? -Se encogió de hombros. No hizo faltar dar nombres, sabía que me refería a Louis.
- Ni idea -dijo, finalmente.
- Eso sí da miedo Ver a Louis con esa cara tan seria da miedo, parece que se acerca el fin del mundo.
- Qué razón llevas, ojazos.
Me fijé en cómo, poco a poco, la gente se había ido marchando hasta que al final habíamos quedado la mitad de los que estábamos en un principio. Después dirigí mi mirada hacia el chico rubio que tenía al lado y sonreí.
- ¿Qué te pasa? -Acarició mi pómulo con su mano izquierda y mi sonrisa se volvió más amplia.
- Estás muy guapo hoy.
- Y tú muy miedica -me guiñó un ojo y se juntó más a mí-. ¿Qué más cosas te dan miedo? Tengo curiosidad.
- Mmm... -Lo pensé durante unos instantes-. Bastantes.
- ¿Cómo cuál?
- Volar -admití.
Abrió la boca con teatralidad.
- ¿Y qué pasará cuando tengamos que ir a Irlanda?
- Que tendrás que soportar cómo tiemblo de miedo en el avión -ambos reímos y pasó un brazo por mi cuello, acercándome a él y besándome en la frente-. ¿Tú a qué tienes miedo?
- Mmm... Lo que más miedo me da en el mundo es quedarme sin comida, a partir de ahí, hay variantes. Por ejemplo, me da miedo que me obliguen a dejar de comer. Me da miedo que me secuestren y no me dejen comer. Me da miedo que se acabe la comida en el mundo -me mostró una mueca y reí a carcajadas-. Me da miedo que desaparezca Nando's. Me da mie...
- Vale, campana y se acabó. Vaya miedos más tontos -puse los ojos en blanco.
- Me da miedo que me dejes -afirmó con un movimiento de cabeza mientras fruncía los labios y le revolví el pelo.
- Eso sí que es un miedo tonto.
Apenas me dio tiempo a terminar la frase antes de que dejara un intenso beso sobre mis labios.
- Tonto sería yo si me permitiera perderte.
Sonreí ampliamente. Parecía que, por fin, los malos días habían acabado entre nosotros.
Desde la última conversación que tuvimos con seriedad, todo eran sonrisas y besos y miedo a perdernos.
Y eso era el paraíso.

[Punto de Vista Judith]
Cruzamos su casa en silencio absoluto. Abrió la puerta de la habitación y la cerró con el mismo mutismo que me estaba torturando. Sabía que no quería que le preguntara más por ello, pero él tenía que entender que no iba a quedarme de brazos cruzados cuando era evidente que algo le estaba pasando conmigo. Me quité el abrigo, lo dejé sobre la cama, y observé cómo miraba su móvil. En silencio, claro.
- Louis -levantó la cabeza y sus ojos azules, ligeramente cerrados por el alcohol, se clavaron en mí-. ¿Qué te pasa? Cuéntamelo, por favor.
- Deja ya la preguntita -respondió de mal humor.
- Pero dime qué te pasa -se recostó contra la mesa y me acerqué a él-. ¿Por qué no hablamos y solucionamos lo que haya que solucionar?
Pasé los brazos por su cuello y acaricié sus labios con mi nariz. Giró la cabeza y el corazón me dio un vuelco. Realmente tenía que estar enfadado para rechazarme de esa manera tan brusca.
- ¿No me lo vas a contar?
Ahora yo también iba a ser dura. Me separé de él.
- No hay nada que contar.
- Louis, mírame -hizo lo que le pedí-. ¿No me lo vas a contar?
- Ya te he contestado a eso.
La aspereza en sus palabras era apreciable a cien mil kilómetros de distancia. Y me cansé.
- Estupendo. Cuélgate una medalla por ser el más borde de todo Londres. Y el más crío, también. Yo me voy.
Di media vuelta, cogí el abrigo de la cama y salí de la habitación dando un portazo.
Odiaba ser tan llorona; odiaba llorar por todo.
En esa ocasión, rabia.
Incluso humillación. ¿Por qué me trataba así cuando llevaba suplicándole toda la noche que me contara lo que le pasaba?
También tristeza. No soportaba verle así conmigo.
Crucé el salón como una exhalación y sólo cuando llegaba al otro extremo sentí unos pasos detrás de mí.
- Espera, Judith -su tono de voz sonaba más tranquilo y había recuperado, medianamente, su dulzura habitual-. Espera, por favor -cogió mi brazo y me hizo detenerme-. Quédate.
- ¿Para qué? -Gimoteé-. ¿Para estar así?
- No, no, yo... Lo siento, tengo un mal día.
Me retiró el pelo de la cara y pude leer preocupación en su rostro. Algo que, en los últimos días, no era nuevo.
- Tienes un mal día conmigo, no con los demás -sentí un profundo dolor al pronunciar la única verdad que existía en esos momentos y me decidí a formular la pregunta que llevaba resonando varios días en mi cabeza-. ¿Tú estás bien conmigo?
Sabía que mi voz estaba cargada de temor. Inhaló aire y se acercó más a mí.
- Ven aquí -estiró su brazo tratando de atraparme pero me aparté con rapidez.
- No has contestado a mi pregunta -sollocé.
- Te quiero.
Sabía que era sincero. Pero seguía sin contestar.
Un inmenso nudo se formó en mi garganta.
Sabía por qué no contestaba. Sabía cuál era la respuesta.
Algo estaba pasando.
- Eso tampoco contesta... -Tartamudeé, tratando de aguantar una nueva avalancha de lágrimas.
- Judith... -Pronunció mi nombre despacio y se acercó a mí sin que pudiera, ni quisiera, impedírselo-. Estoy bien contigo -de igual manera que antes, alargó cada sílaba pronunciando las palabras con lentitud-. No puedo estar sin ti.
Alargó una de sus extremidades hasta que la posó en mi rostro y la aferré, pegándola más a mi cara y cerrando los ojos. Me envolvió en sus brazos y apoyó su cabeza en la mía; no demasiado tiempo, pues sus labios buscaron, en seguida, con apremio los míos. Le devolví el beso mientras trataba de ocultar más sollozos. Me levantó del suelo y enredé las piernas en sus caderas, cogiéndome por los muslos con seguridad, con fuerza. Sin dejar de besarme. Caminó hasta su habitación, de nuevo, y me depositó en la cama.
Y los sollozos se transformaron en jadeos provocados por sus besos.

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Tres capítulos más y esto habrá acabado... A espera de segunda temporada :)

Gracias <3

@LookAfterYou28

All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora