XCIV

4.4K 151 12
                                    

[Punto de Vista Liam]
Tragué saliva. Verla de nuevo, de una manera tan inesperada, suponía demasiado para mí.
- Sophia, no quiero verte -conseguí decir, cerrando poco a poco la puerta dándole así sentido a mis palabras.
Realmente no quería que estuviera ahí. No quería que me hiciera dudar de nuevo.
- Sólo quiero hablar contigo -dijo con dulzura. Resoplé y desvié mi mirada de ella-. Quiero pedirte perdón y quiero decirte cómo me siento.
- ¿Perdón? ¿Quieres pedirme perdón? -Pregunté con incredulidad.
- Sí. No me porté bien contigo, te dije cosas que no merecías escuchar. Te dije cosas de las que me avergüenzo, Liam... -Se mordió los labios y supe que estaba conteniendo las lágrimas-. Escúchame, por favor.
Me eché hacia un lado y la dejé pasar. Entró con timidez en casa, mirando a un lado y a otro. Se quitó el abrigo con delicadeza, caminó hasta el salón y lo dejó sobre la primera silla que encontró a su paso. Después se giró lentamente y quedamos frente a frente, con nuestras miradas chocando. No tenía buena cara.
- Lo hemos intentado muchas veces y nunca ha funcionado -comenzó, con sus manos unidas, moviéndolas continuamente en señal de nerviosismo-. Pero eso no significa que  no te quisiera. Te quería mucho -hizo una pausa y supe lo que iba a decir a continuación-. Te quiero muchísimo -asentí con la cabeza y decidí dejar de mirarla para no sentir el caudal de emociones que siempre había sido capaz de hacerme sentir-. Sé que en esta última ocasión no estabas a gusto conmigo, sé que no te hacía sentir todo lo bien que tú te mereces, y sé que siempre había negado mi parte de culpa. Pero ya no la voy a negar más. He estado pensando muchísimo en todo esto y me detesto a mí misma. Nunca he sabido comportarme a la altura del novio que tenía, y te pido perdón. No estoy a tu altura, no te merezco.
La miré con la boca abierta y avancé unos cuantos pasos hacia ella.
- Nunca me habías dicho algo así... -Susurré.
- Porque nunca he visto las cosas tan claras como las veo ahora. Hemos pasado demasiado tiempo separados, nunca habíamos estado tanto tiempo sin vernos-sonrió pero una lágrima resbaló por su mejilla-. Y me he dado verdadera cuenta de todo lo que te quiero, y de que fue culpa mía.
Un torbellino de sensaciones se apoderó de mí. Jamás había reconocido su parte de culpa. Jamás había reconocido haber estado equivocada. Jamás me había dicho algo así.
Inevitablemente, y casi sin percatarme de ello, caminé hacia ella. Por su rostro seguían descendiendo lágrimas y había sido demasiado importante para mí como para verla de esa manera.
- Nos hemos hecho daño mutuamente... -Dije, acariciando sus mejillas-. No todo es tu culpa.
- El noventa por cierto de las cosas sí. Te lo diré las veces que haga falta, no he estado a la altura de esta relación. No he estado a la altura de nada de lo que te rodea. He sido estúpida y egoísta, y...
- Sophia, no te tortures...
- ¡Sí me torturo! -Elevó su tono de voz y sollozó-. Claro que me torturo. Te he perdido, ¿cómo no voy a torturarme?
Se cubrió el rostro con las manos y acaricié su cabeza, sabiendo que eso no sería suficiente y que no tardaría demasiado en estrecharla entre mis brazos, porque era realmente lo que deseaba hacer. Abrazarla, abrazarla de nuevo.
- Sé que no sirve de nada pensar en esto -me dejó ver de nuevo su rostro, empapado en lágrimas-, pero no podía seguir viviendo sin que supieras lo mucho que me arrepiento de haber sido como fui. Ojala pudiera volver atrás y cambiar muchas cosas de mí.
Sus ojos se clavaron en los míos y vi sinceridad en ellos. Una sinceridad que nunca hasta entonces había visto. Suspiré. Y no pude aguantar más.
La abracé con fuerza y apoyó sus manos en mi espalda y su cabeza en mi pecho.
- Perdóname, Liam. Perdóname por haberte perdido, perdóname por ser como fui, perdóname por muchas cosas...
La cogí la cara y la miré fijamente.
- Yo tampoco fui perfecto.
- Sí lo suficiente como para merecer que cuidara de ti más que de mí misma. Y no lo hice -se mordió los labios de nuevo y sus lágrimas comenzaron a descender con rapidez-. Espero que puedas perdonarme, incluso aunque yo nunca pueda hacerlo -sus inundados ojos marrones analizaron cada rincón de mi rostro y me acarició la cara sonriendo levemente-. Todos los días me levanto temiendo que hayas encontrado a otra persona, pero te mereces a alguien que te haga feliz.
Ana aterrizó en mi cabeza al instante.
- No puedo hacer eso, Sophia. No puedo encontrar a otra persona, no tan pronto.
Ana no era esa persona. No podía serlo de momento. Nadie podía serlo.
Sólo Sophia podía ser esa persona.
- Ojala no tardes. De verdad te lo mereces -no podía creer que estuviera diciéndome todo aquello. ¿De verdad había cambiado de forma tan radical en apenas unos días?-. Y sino... -Suspiró y pasó su dedo índice por debajo de sus ojos-. Yo siempre voy a estar aquí -me dijo con la voz rota.
La cogí la cara y la besé con fuerza sin pensar en lo que estaba haciendo. Rodeó mi cuello con sus manos y me atrajo hacia ella.
La besé hasta que perdí la noción del tiempo.

[Punto de Vista Judith]
- ¿Te has divertido? -Me preguntó Louis, posando sus labios sobre mi oreja y dándome un suave beso.
- Sabes que sí -giré ligeramente la cabeza para mirarle y sonreímos-. ¡Ha sido un partidazo! -Exclamé mientras reía-. He visto a Özil y Gerrard en mes y medio, de verdad soy muy feliz.
Cogió mi mano y nos encaminamos a la salida del estadio. Se detuvo poco antes de llegar a la puerta y me abrazó con efusividad cuando apenas quedaba nadie a nuestro alrededor.
- ¿Damos un paseo y te invito a cenar en algún restaurante que encontremos?
- Damos un paseo si quieres pero no me vas a invitar a cenar. En todo caso te invito yo...
- ¿Quién manda aquí? -Me preguntó enarcando una ceja.
- Mmm... ¿Yo?
Hizo una mueca y frunció los labios.
- Sí, para qué engañarnos -reí a carcajadas y me calló con un beso sosteniéndome la cara-. Te quiero... -Susurró con sus labios aún pegados a los míos. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y se separó de mí-. Incluso aunque tú nunca me digas que me quieres.
- Igual es que no te quiero... -Dije, divertida. Puso su habitual puchero y le acaricié la cara con una sonrisa-. ¿Vamos?
Asintió sin quitar la cara de pena.
- Vale, pero que sepas que estoy muy triste.
Salimos del estadio cogidos de la mano y le acaricié los nudillos.
- Sabes que lo hago, tonto.
- ¿El qué? -Preguntó acercándose más a mí, mientras seguíamos caminando.
Le respondí con la mirada.
Cenamos en un perfecto restaurante entre risas y charlas interminables El camarero pareció reconocerle al instante y todos estuvieron muy pendientes de nosotros desde el minuto uno. Sabía que mañana mi cara estaría por todas partes.
¿Lo mejor? No me importaba. Ya no. Mi familia ya estaba perfectamente informada de todo lo que había entre nosotros, al igual que mis verdaderos amigos de España.
El resto de la gente me daba igual. Excepto sus fans.
Sólo podía pensar en que quería que me quisieran.
Cuando llegamos al hotel era realmente tarde y yo no podía estar más cansada. Había andado en un día más que en toda mi vida.
- Vaya cara tienes... -Comentó mientras esperábamos el ascensor.
- Me has hecho andar trescientos kilómetros, ¿qué cara quieres que tenga?
- ¡Ah! ¿Qué estás cansada? Vaya, pues no lo decía por eso. Me refería a... Vaya cara más preciosa tienes.
Le miré durante unos instantes y rompí a reír.
- Qué pelota eres.
- Es que quiero que me des amor... -Pasó su brazo por mi cintura y me atrajo hacia él.
- No necesitas pelotearme para eso...
Una sonrisa juguetona se extendió por su rostro al tiempo que llegaba el ascensor. Me dejó entrar delante de él y, sin esperármelo para nada, me empotró, literalmente, contra el espejo que se encontraba al fondo, besándome con pasión. Sus manos recorrieron decididas el contorno de mi cuerpo y tomé aire cuando sus labios comenzaron a desviarse hacia mi cuello. Apoyé mis temblorosas manos en su espalda, pegándole más a mí, cerrándolas en un puño con su camiseta dentro. Quería arrancársela y contemplarle desnudo.
Sus dedos se desplazaron por el interior de mis muslos y me acarició en el centro de mi deseo por encima de la tela de los vaqueros. Me mordí los labios evitando gritar y el ascensor nos indicó que habíamos llegado a nuestro destino.
- ¿Crees que podrás aguantar hasta la habitación o tendremos que hacerlo en medio del pasillo? -Dijo, con la respiración entrecortada.
Gemí a modo de respuesta.
Cogió mi mano y salimos con rapidez del ascensor, que ardía en llamas. Recorrimos los pocos pasos que nos separaban de nuestra habitación mientras tratábamos de recuperar la respiración normal, aunque lo veía un acto inútil. No tardaríamos demasiado en volver a perderla.
Abrió la puerta con un notable nerviosismo y entré tras él todo lo rápido que fui capaz. Tardé dos segundos en quitarle la camiseta, tal y como deseaba haber hecho en el ascensor. Su torso desnudo siempre provocaba lo mismo en mí. Lo deseaba como nunca había deseado a nadie. Devoré sus labios de nuevo mientras él comenzaba a andar hacia atrás, en dirección a una pequeña mesa que se encontraba en medio del cuarto, para mi sorpresa. Se apoyó en ésta y abrió las piernas de tal manera que me coloqué entre ellas. Sus manos descendieron por mi espalda, agarrándome firmemente al final de ésta, estrujándome contra él. Dejándome ver lo excitado que estaba; algo que, por supuesto, encendió más deseo en mí. Seguimos besándonos con la urgencia que nos caracterizaba mientras, poco a poco, íbamos desnudándonos.
Acarició lentamente, delicadamente, cada centímetro de mi piel; en esta ocasión sin vaqueros ni ninguna otra prenda de por medio. Yo hice lo mismo, admirando cada rincón de su perfecto y esculpido cuerpo. Me cogió en volandas mientras me miraba fijamente y giró sobre sí mismo para sentarme sobre la mesa. Colocó el dedo índice sobre mis labios, sin retirar su mirada de mí, y después me besó con fuerza, mordiéndome el labio inferior y tirando ligeramente de él. Me estremecí. Se echó hacia atrás de nuevo y repitió la operación: su dedo volvía a estar sobre mi boca, con sus ojos azules atravesándome; con ese simple gesto la excitación crecía y crecía en mí. Comenzó a descender poco a poco, pasando entre mis pechos, jugueteando en torno a mi ombligo, y, finalmente, acariciándome donde más deseaba. Arqueé la espalda y sus labios se posaron sobre mi cuello, mordiéndolo.
- Louis... -Gemí.
Sus dedos se movieron con más rapidez y repetí su nombre una y otra vez hasta que frenó. Me rodeó con sus brazos, acercándome al borde de la mesa, mientras seguía suspirando por el placer que me había producido.
- No te canses, pequeña. Todavía no hemos empezado...
Se introdujo en mí con fuerza y me aferré a sus brazos consciente de que no iba a tardar demasiado en perderme del todo. Comenzó a moverse con lentitud, con su boca pegada a mi oído izquierdo, arañando mi espalda de arriba a abajo. Sus movimientos se volvieron más veloces con el paso de los minutos, mientras nuestras frentes, sudorosas, chocaban.
Sentirle gemir sobre mí era la mejor sensación que había experimentado.

Louis siempre me despertaba de la misma manera; haciéndome sonreír con sus besos. Me moví inquieta por el colchón, con la sensación de haber dormido muy poco.
- Buenos días, pequeña... -Susurró sobre mi oído, dándome un tímido beso y rodeándome con uno de sus brazos.
- ¿Qué hora es?
- Las nueve y cuarto.
- ¿¡Qué!? -Pregunté sin comprender nada-. ¿Pero no íbamos a irnos después de comer? ¿Por qué me despiertas tan pronto?
Me lamenté profundamente de mi existencia y me di la vuelta, colocándome boca abajo, sin querer saber nada del mundo. Me encantaba su compañía, claro, pero también necesitaba dormir aunque fuera seis horas.
Sentí su risa sobre mí y cómo me apartaba el pelo de la oreja para poder acceder a ésta.
- Te odio... -Seguí lamentándome.
- Espero que no lo hagas...
- Lo hago. Mucho. Ojala no te hubiera conocido nunca -dije, aún adormilada.
Rio a carcajadas.
- Qué mal se te da mentir.
Apoyó su cabeza junto a mí en la almohada y giré la mía, abriendo un ojo, para mirarle. Estaba más que despierto.
- ¿Qué pasa, que no podías dormir y has decidido estropear mi felicidad?
- Sí, me dabas tanta envidia que no he querido que siguieras disfrutando.
- Qué egoísta eres.
- Todo lo que puedo y más -sonreí. Pero sólo quería dormir-. En realidad... Me ha llamado Liam. Tenemos una comida importante, por eso te he despertado. Tenemos que irnos.
Me despejé, esta vez sí, del todo.
- ¿Comida importante?
- Sí, temas de... Promociones, y cosas así. No te preocupes.
- ¿Pero va todo bien?
- Sí, pero tengo que ir si no quiero que me echen del grupo.
- Vale, sí... Lo entiendo.
- Lo siento...
- No te preocupes, tonto -besé sus perfectos labios y me incorporé-. ¿A quién se le ocurre reunirse un domingo?
Recogimos nuestras cosas y en poco más de media hora salimos de allí. Noté a Louis preocupamente poco hablador y eso me hacía plantearme si lo que estaba pasando era serio o no. Le observé mientras se colocaba el cinturón y me sonrió antes de arrancar.
- Rumbo a Londres.
- ¿Estás bien?
- Sí, claro.
- ¿Seguro? -Insistí.
Rio.
- Sí, no te preocupes. Estoy cansado, como tú. Pero lo de anoche mereció la pena.
Me guiñó un ojo y me sonrojé pensando en... Todo lo que habíamos hecho. Cada vez teníamos más confianza y cada vez nos costaba menos desinhibirnos delante del otro. Me detuve unos instantes pensando en él de esa manera, ¿sería consciente de lo sexy que resultaba, todo él, a ojos de los demás? Sacudí la cabeza sabiendo que el calor comenzaba a recorrer todo mi cuerpo y decidí concentrarme en la carretera.
¿Cuánto tiempo llevaba pensando en aquello? Ya habíamos salido de la ciudad.
Justo en ese momento vi cómo la salida que teníamos que tomar pasaba a nuestro lado sin que Louis se desviara.
- ¿Qué haces? -Le pregunté.
- ¿Qué hago de qué?
- Era por ahí -señalé hacia el lugar que nos habíamos pasado y vi de reojo cómo sonreía.
- ¿Y cómo sabes tú eso?
- Porque soy la más lista del mundo.
- Pues no lo serás tanto, porque yo me conozco atajos que tú no te conoces -me sacó la lengua y me di por satisfecha. Al fin y al cabo, era él quien era inglés y se conocía su tierra, no yo-. Mmm... ¿Vamos a desayunar algo? Empiezan a sonarme las tripas. Hay un sitio aquí al lado donde podemos parar.
- Vale, como quieras -me encogí de hombros.
Tomó la siguiente salida y la cosa empezó a coger un matiz extraño. De pronto, estábamos de nuevo en medio de la ciudad. Le miré extrañada pero él seguía concentrado en la conducción, sin hablar absolutamente nada. Recorrió un par de anchas y largas calles hasta llegar a un aparcamiento, donde finalmente detuvo el coche.
Me miró con seriedad.
- Hay un buen sitio aquí al lado donde poder comer algo.
- ¿Seguro que va todo bien? -Pregunté, de nuevo, ignorando su comentario.
Asintió con la cabeza y se bajó del coche. Esperó a que llegara donde él estaba, cogió mi mano y comenzó a andar. Me limité a seguir sus pasos sin entender nada de lo que estaba pasando. Estábamos de nuevo en Cardiff, o eso pensaba, en lo que parecía ser el centro de la ciudad, abarrotado de gente. Y estaba muy callado. Sus dedos seguían entrelazados con los míos pero le notaba a millas de donde estábamos.
Doblamos una esquina y apareció ante nosotros un gran edificio que, en un principio no supe reconocer. Se detuvo en seco y sentí que me estaba mirando. Abrí los ojos exageradamente cuando caí en la cuenta de qué se trataba y el corazón comenzó a latirme deprisa. Había visto ese edificio, en fotos, mil y una vez.
- Louis...
Se colocó detrás de mí y me abrazó con cariño.
- Por un momento te habías asustado, ¿eh?
- ¡¡Louis!!
Me giré y le abracé con emoción, prácticamente a punto de llorar de felicidad.
Me había llevado al museo de Doctor who, esa serie que había marcado un antes y un después en mi vida y que suponía muchas cosas para mí. Rió a carcajadas.
- Estás preciosa cuando te pones así.
Me separé de él y le miré sin poder creerme todo eso.
- Pero...
- ¿Qué? -Preguntó sonriente. Volví a abrazarle sin palabras suficientes para expresar cómo me sentía-. Te llevaría a la luna con tal de verte sonreír de esa manera.
- Eres el mejor. El mejor, Lou. No sé qué decirte -acaricié sus labios y dibujó una sonrisa.
- Luego me dices lo que quieras, de momento... -Se separó de mí y me tendió una mano-. Vamos a verlo, ¿no?
Asentí entusiasmada.
Cogí su mano y nos adentramos en un universo en el que siempre había querido estar.
Y con la persona que más feliz me hacía.

[Punto de Vista Liam]
Las cosas con Sophia no pasaron a mayores términos. Probablemente estuvimos una hora, incluso algo más, besándonos en el sofá, pero ni ella ni yo quisimos hacer más grande ese momento. Simplemente, hablamos. Hablamos de cómo nos iba, de cómo nos estábamos sintiendo; y hablamos de muchas cosas de las que teníamos que haber hablado con anterioridad.
Decir que la notaba cambiada era quedarse corto.
Se marchó de casa despidiéndose de mí con un suave beso en los labios y me dejó con una sensación demasiada extraña en el cuerpo.
Sensación que, a la mañana siguiente, seguía estando presente.
También pensaba continuamente en Ana. Quería haber pasado la tarde anterior con ella, y sin embargo... Las cosas se torcieron de una manera que nunca me hubiera imaginado.
Sabía que tenía que contarla todo lo que había pasado con Sophia. Puede que no tuviéramos nada serio, pero merecía saberlo. Merecía saberlo, sobre todo, porque quería que tomara una decisión. Si ella había empezado a sentir algo más por mí, quería que conociera todo lo que estaba pasando por mi cabeza... Porque quizá quería acabar con esto si sabía todos los detalles. No entraba en mis planes volver con Sophia, pero era más que evidente que no la había olvidado.
Y si Ana sentía algo más hacia mí, lo inteligente sería que acabara con esto. Porque probablemente nunca pudiera darla lo que ella quería.
No mientras Sophia siguiera existiendo.
- ¿Ana? -Pregunté cuando descolgó.
- "¡Hola, feo!"
Su animado tono de voz contrastó con la angustia que estaba presente en mí, pero traté de disimularlo.
- ¿Qué haces? ¿Te apetece que nos veamos?
- "¡¡Sí!! Claro".
- Estoy solo en casa, si quieres...
- "Vale, genial" -contestó sin darme tiempo a terminar-. "Estoy aburridísima porque Alba y Rosa todavía no se han levantado... Así que me cambio y voy para allá, ¿vale?"
- Perfecto, aquí te espero entonces.
- "Me encanta como suena eso... ¡Ahora nos vemos".
Resoplé cuando colgué.
Eso iba a ser difícil.
Muy difícil.

______

¡Espero vuestros comentarios! :D

@LookAfterYou28

All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One DirectionWhere stories live. Discover now