XCVI

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[Punto de Vista Liam]
Amanecer junto a Sophia era algo que días atrás no hubiera imaginado. Rodeaba mi torso desnudo con sus brazos y su cabeza descansaba junto a la mía. La di un suave beso en la frente. Esa era la Sophia que siempre había querido.
Intentaba convencerme a mí mismo de que no podía volver a caer en sus "trampas", que era lo que Tommo decía que hacía, pero... ¿Realmente esto era una "trampa"? Nunca la había visto así. Casi ni en nuestros mejores momentos. Estaba relajada, tranquila, cariñosa, divertida... Y sincera. Parecía dispuesta a cambiar muchas cosas por mí. Por esto. Por lo nuestro.
¿Seguía habiendo un "lo nuestro"?
Me incorporé con mucho cuidado para no despertarla y permanecí unos segundos sentado en la cama. Sophia estaba ahí, sí.
Pero Ana estaba en muchas partes también. ¿Por qué me resultaba tan difícil la idea de dejar de verla?
- Liam... -Volví la cabeza para comprobar cómo Sophia se desperezaba y sonreí.
- Buenos días.
Sophia estaba allí. Conmigo. Punto.
Ahora daba igual lo demás.

[Punto de Vista Louis]
Si hubiera tenido que estar mucho más tiempo sin ver a Judith, posiblemente me hubiera vuelto loco. A media mañana me aseguró que nada más terminar de comer vendría a casa y decir que fueron las cuatro horas más largas de mi vida se quedó corto. Necesitaba que fuéramos nosotros de nuevo, los mismos, los de siempre.
- ¡Hola! -Su sonrisa al otro de la puerta me tranquilizó.
Cogí su mano y tiré de ella hacia mí para besarla con fuerza. Rio bajo mis labios y me detuvo para girarse a cerrar la puerta. Después sostuvo mi cara.
- Tenía ganas de verte -confesé.
- Y yo de verte a ti, Lou.
Se aferró a mi cuello y rodeé su cintura con mis brazos, alzándola del suelo, sintiéndola más cerca de mí. Dejé que sus pies tocaran tierra firme a los pocos segundos y nos besamos. Una y otra vez.
- También podemos movernos de aquí... -Comenté sonriendo, dándome cuenta de que llevábamos varios minutos en el mismo lugar y en la misma postura, sin hacer otra cosa que juntar nuestros labios. Escuché su risa mientras apoyaba su cabeza en mi hombro y la besé el pelo-. Vamos al salón, anda.
- ¿Y Hazza?
- Con su hermana.
- Como la mayoría de las veces -reí y nos sentamos el uno junto al otro. De pronto su cara se tensó y desvió la mirada hacia la pequeña mesa que estaba a nuestro lado.
- Cuéntamelo -me miró al instante con los ojos muy abiertos, como si la sorprendiera lo que acababa de decirle-. ¿Qué te preocupa?
- Pues...
- ¿Lo del otro día?
- Sí, claro. ¿A ti no te preocupa?
Asentí con los labios fruncidos.
- Probablemente más que a ti.
- ¡Louis! No empieces. ¿Por qué tienes que sentirlo tú todo más?
- Eh, eh, eh -apoyé mis manos en sus mejillas y acerqué mi rostro al suyo-. No me interpretes mal. Sólo era una forma de hablar.
- Igual que mi comentario del otro día -enarcó una ceja y retiró sus ojos de mí. No quise decir nada porque sabía que ella lo iba a hacer-. En realidad, no sé por qué tenemos que hablar de si me voy o me quedo tan pronto. Estamos en marzo.
- A finales.
- Vale, a finales, pero yo no tengo que irme hasta junio. A finales -recalcó-. Quedan dos meses, ¿por qué tenemos que hablarlo ahora?
- Porque...
- No, para, mejor no lo digas -la miré confundida y resopló-. Vas a decirme "porque quiero saber si esto va a alguna parte" -imitó mi voz y sonreí ligeramente-. Dudas muchísimo de mí.
Reí a carcajadas sin poder creerme lo que había dicho.
- ¡¡Y tú de mí!!
- ¡No es lo mismo! Yo dudo... De esto, en general. Dudo de todo, pero porque soy así. Siempre he sido de esta manera y, aun así, no dudo de lo que sientes o de lo que quieres. De eso no. Y tú sí. Y no tienes excusa porque cuando te conocí tu seguridad aplastaba a todo el mundo. Y ahora... Dudas de mis intenciones, de lo que siento, de lo que voy a hacer con otros chicos... ¡No te crees nada de lo que siento por ti!
Dijo todo de una manera rápida, sin temblarla la voz. Agaché la cabeza y me tragué un profundo suspiro. Llevaba razón.
- Lou -me cogió la cara sin previo aviso, haciendo que la levantara y volviera a mirarla-. De verdad no quiero que hablemos de esto ahora porque no veo manera alguna de acabar bien. Tú necesitas que te asegure que voy a quedarme, y no puedo. Y eso no significa que no quiera -añadió y asentí-. Es demasiado pronto para saber lo que va a pasar dentro de unos meses. Y si finalmente me quedo aquí... Será sólo por ti.
Me aproximé más a ella, tragué saliva y la miré fijamente.
- ¿Y quieres quedarte?
- No quiero separarme de ti -contestó al instante-. Quiero que esto dure. Mucho. Siempre.
Fue más que suficiente.

[Punto de Vista Rosa]
No hay nada como terminar de cenar y tumbarte en el sofá junto con tres amigas a ver pasar las horas vagueando, cotilleando y riendo por cualquier estupidez. Adoraba esos momentos.
Pero ese día era diferente. La última vez que había mirado el reloj eran las once y seis minutos, así que quedaban exactamente cincuenta y cuatro minutos para que esas tres amigas con las que estaba vagueando, cotilleando y riendo... Se tiraran sobre mí.
En apenas cincuenta y cuatro minutos iba a cumplir veintiun años. Se dice pronto, pero a mí me sonaba a mucho. Sobre todo teniendo en cuenta cómo había cambiado mi vida en tan poco tiempo. Sabía que ese, mi siguiente cumpleaños, iba a ser bastante distinto a los anteriores.
Advertí sus miradas cómplices y decidí coger el móvil para evitar la vergüenza que siempre suponía para mí ese tipo de cosas. Casi podía ver cómo empezaba a sonrojarme.
La primera en caer sobre mí fue Judith, no necesité levantar la vista para saber que era ella.
- ¡¡¡¡Felicidades, Roro!!!
- ¡¡¡FELICIDADES!!!
Alba y Ana, sorprendentemente igual de gritonas, no tardaron ni dos segundos en aplastarme por completo mientras me engullía el sofá. Me colmaron de besos y abrazos durante un par de minutos.
- Qué vieja estás, tía.
- Tu novio tiene veintidos años, no deberías hablar muy alto... -Contesté a Judi, mientras me achuchaba de nuevo.
- ¡¡Regalitos, regalitos!! -Fue toda la respuesta que obtuve por su parte.
Se levantó corriendo y Ana fue tras ella.
- Felicidades, corazón -me repitió Alba abrazándome de nuevo, esta vez con más tranquilidad.
Mis dos escandalosas amigas aparecieron al instante.
- Este es el primero de muchos -sonrió Ana-. Y he de decir, que igual es más un regalo para Niall que para ti...
Las miré con confusión y Judith me extendió, sonriente, un paquete. Me miraba con malicia y sentí cómo Alba reía a mi lado. Lo comprendí todo cuando lo desenvolví.
- Sois...
- Perversas... -Rió Ana-. ¡Pruébatelo!
- Sí, claro, delante de vosotras -puse los ojos en blanco y me paré a analizar detalladamente mi nuevo conjunto de ropa interior de Victoria Secrets. En realidad, me encantaba.
- ¿Te gusta, a qué sí? Te lo noto en la mirada... -Judi tampoco pudo evitar reírse y yo lo hice con ella.
- Si esto iba con mala intención, os ha salido mal la jugada porque... ¡Me encanta! Muchas gracias, chicas.
- ¿Cómo va a ir con mala intención? Sólo queríamos que tú y Niall lo pasaráis bien...
Estampé uno de los cojines en la cara de Judith mientras reía y entonces noté la vibración de mi móvil. ¿Sería él?
- Es mi madre -las dije, segundos antes de enfrascarme en una larga conversación con toda mi familia.
Cómo los echaba de menos.
Abrí el WhatsApp nada más colgar sabiendo cuál de todos los muchos mensajes que tenía quería leer primero. Tragué saliva cuando me percaté de que no estaba.
Niall no me había escrito. 00:35 y no me había escrito. ¿Una tontería? Puede. Pero siempre hace ilusión que a esa persona le haga ilusión ser la primera en felicitarte.
No lo había hecho.
- ¿No te ha escrito? -Preguntó Alba.
Negué con la cabeza.
- Es igual, lo hará luego, seguro que está dormido.
- O comiendo -Ana dio por zanjado el asunto con esa fácil respuesta.
Pero la realidad es que a las 01:00 seguía sin escribirme.
Tampoco a las 01:30.
Ni a las 02:10, cuando decidí meterme en la cama.
Volví a mirar el móvil a las 02: 34.
Y a las 02:48.
Nada.
Ni un mensaje.
Ni una llamada.
03:27.
Nada.
Suspiré y me di la vuelta en el colchón. Bastante triste, para qué negarlo.
¿Se le habría olvidado? Al fin y al cabo, no llevábamos tanto tiempo juntos.
¿Y si se le había olvidado?
03:42 y nada.
Suspiré de nuevo.
Iba siendo hora de dormir...

[Punto de Vista Niall]
Saqué el móvil del bolsillo cuando me detuve ante su puerta y llamé por teléfono a Judith, que era, sin duda, en la que más confiaba a la hora de tener que despertar a alguien. Bostecé justo antes de que contestara.
- Ahora te abro -susurró.
Actó seguido oí pitidos de nuevo así que supuse que había colgado.
Me abrió la puerta con cara de sueño.
- Qué cargado vienes -dijo también en un susurro.
- Pesa y todo -sonreí.
- La va a encantar, Niall -se abrazó a sí misma y bostezó de nuevo-. Voy a preparar nuestro desayuno -recalcó las dos últimas palabras y me acerqué a ella para darla un beso en la mejilla.
- Gracias, rubia.
- Para lo que quieras, rubio. Date prisa, que no creo que tarde demasiado en sonarla el despertador.
La guiñé un ojo y caminé hasta la habitación de Rosa.
Estaba nervioso.
Abrí la puerta con cuidado y supe, gracias a su respiración pausada, que dormía plácidamente. Dejé lo que llevaba en las manos sobre la mesa y desbloqueé su móvil para apagar la alarma que iba a sonar inminentemente.
Esa mañana, sólo yo podía despertarla.

[Punto de Vista Rosa]
Un suave cosquilleo empezó a invadir mi cuerpo y apreté los ojos con más fuerza, sin querer despertarme. En absoluto quería despertarme.
Pero era lo que estaba haciendo... Puf.
Inhalé aire exageradamente y me detuve cuando caí en la cuenta de que no estaba sola.
Sonreí cuando comprendí con quien estaba.
Sonreí cuando comprendí qué era exactamente ese cosquilleo.
- Buenos días, princesa...
Los labios de Niall se deslizaban por mi cuello y no tardó en desplazarlos hasta mi boca, donde finalmente se detuvo. Acaricié con lentitud su nuca, acercándole más a mí y despejándome por completo.
Se separó de mí y sentí cómo se inclinaba para subir la persiana. Sus ojos azules se posaron en los míos segundos después y exhibió una de esas sonrisas que me cortaban la respiración.
- Feliz cumpleaños, Rosa.
Le abracé, haciendo que cayera sobre mí, con su preciosa risa provocando un escalofrío por todo mi cuerpo.
- Ni... -Fue todo lo que pude decir.
- ¿Pensabas que me había olvidado? -Volvió a incorporarse y enarcó una ceja-. Tengo mala memoria, pero no tanta.
Me avergoncé al instante por haber pensado así de él. Muy en el fondo, siempre se tiene la esperanza de que esa persona haga algo así, pero en mis ya veintiun años de vida nunca me había pasado.
Pero claro, nunca hasta entonces había tenido a mi lado a Niall Horan.
Se levantó y decidí sentarme en la cama, apoyándome en la pared, y sin apartar mi vista de él. Hasta entonces no había reparado en lo que había sobre mi mesa y que, en ese preciso instante, Niall cogió entre sus manos.
- ¿Qué es eso? -Pregunté riendo.
- He pensado que tal vez tendrías hambre. Cumplir años da hambre, eso lo sabe todo el mundo.
- Gran teoría, sí señor.
- Soy un pensador.
Reí mientras dejaba sobre mis piernas... Una enorme cesta de mimbre. Sí, una cesta de mimbre. Una cesta de mimbre increíblemente bonita, de un marrón suave y rodeada toda ella por un lazo azul celeste.
Una cesta llena de todo tipo de bollería.
- Sé que el ochenta por cierto de estos alimentos van a ir a parar a tu estómago y que yo soy sólo una mera excusa para darte un festín de comida.
Se sentó a mi lado, pasó un brazo por mi cuello, estiró las piernas sobre la cama y me dio un beso en el pelo.
- Evidentemente, a ver si te crees que me importa que la chica más importante para mí cumpla años, en absoluto. No pienses por un segundo que voy a retenerte aquí toda la mañana y que tenía pensado prohibirte que fueras a clase, porque no es así. Y, obviamente, dentro de esa gigante cesta no hay ningún regalo para ti.
Enmudecí por completo. Se formó un nudo en mi garganta que nunca hubiera sido capaz de definir. La intensidad de las emociones estaba superándome por completo.
- Te quiero, Rosa.
Le abracé con fuerza prácticamente sin darle tiempo a terminar de pronunciar aquello y apoyó su cabeza en la mía.
- Y yo te quiero a ti, Niall. No sé qué decir. No sé qué decirte -nos separé con los ojos a punto de desbordarse por las lágrimas-. Eres lo mejor que me ha pasado.
Me mostró una de esas sonrisas cargadas de sinceridad que sólo él sabía mostrar y cogió mi rostro para besarme con dulzura.
- Te mereces todo lo que pueda darte y mucho más. Y ahora... ¡A comer!
Cogió el primer donuts y me lo restregó por la cara.
- ¡¡Niall!!
- Es broma, es broma. Te dejó elegir.
Concentré toda mi atención en ese inesperado desayuno que me había preparado y pude ver con claridad dos paquetes de tamaño mediano y lo que parecía ser un sobre manchado de chocolate asomándose entre un donuts y un bollo relleno de nata que, probablemente, sería mi próximo objetivo.
Me decanté por el paquete más grande.
- ¡¡Eh!! Que eso no se come.
- ¿No me dejas abrirlo? -Le puse cara de tristeza e hizo una mueca.
- Venga, sí. Pero por ser tú.
Me deshice del papel de regalo que lo cubría para encontrarme con... ¡¡Un precioso peluche de Paul Frank!! Mis púpilas se transformaron inmediatamente en corazones.
- ¡¡¡Nial!!! -Exclamé.
- ¿Te gusta?
- ¡¡¡Me encanta!!!
Rió.
- Qué tonta eres. No seas tan escandalosa, si es una tontería...
- Será una tontería pero me encanta. ¡¡Me encanta!! De verdad, eres el mejor.
Le di tantos besos como pude hasta que me apartó teatralmente de él.
- No seas pesada -me sacó la lengua-. Que estoy comiendo. Abre el siguiente, venga.
No podía ocultar mi emoción. Sobre todo, la emoción de saber que me conocía así de bien.
Cogí el otro paquete, oculto entre unos cuantos bombones de chocolate, y apoyó sus manos en las mías antes de abrirlo.
- Que sepas, que para conseguir este regalo he tenido que remover cielo y tierra. Y que sepas, que por ti lo haría mil veces más -sonreí absolutamente embobada-. Y que sepas también, que siempre dices que tengo mala memoria, pero te estoy regalando esto porque me acuerdo de una conversación que tuvimos allá por los primeros días. Cuando lo veas, comprenderás que tiene mucho mérito.
Lo palpé y al segundo estuve segura de que se trataba de un libro.
Efectivamente.
'Mientras la Tierra gira'.
José Luis Sampedro.
Le miré estupefacta.
¿Cómo podía acordarse de ello?
- ¿No te gusta?
- No sé cómo puedes seguir acordándote de esa conversación...
Probablemente se dio el segundo día, hablando de nuestros gustos. Le mencioné mi libro favorito, 'La sonrisa etrusca', y le mencioné a su autor, José Luis Sampedro.
- Porque presto mucha atención a todo lo que me dices, ojazos -acarició mi rostro-. Espero que lo disfrutes, es el que mejor pinta me pareció que tenía. Si no te gusta te dejo que me insultes.
- Qué tonto eres, cóno me va a gustar... Me has dejado sin palabras. Muchas gracias, Ni. De verdad, no sé qué decirte...
- No hace falta que digas nada, con verte sonreír de esa manera es más que de sobra. Y... Te falta otro...
Dirigí mi mirada hacia el sobre y lo sostuve entre mis manos.
- Está lleno de chocolate.
- Su contenido no, o eso espero, y es lo importante.
Como había hecho unos minutos antes, pasó su brazos por mi cuello, atrayéndome hacia su posición, y me besó en el pelo. Abrí el sobre delicadamente y extraje de él dos entradas. Dos entradas para un concierto.
The wanted.
Y lo que era más importante para mí desde hacía tiempo... The Vamps.
Abrí los ojos como platos.
- Hay dos -dijo, a mi lado-. Puedo ir contigo si quieres, sino puedes decirle a una de las chicas que te acompañe. Es mañana, aquí, en Londres.
- Oh, Ni... -Me olvidé por completo de las entradas y apoyé mis manos en su pecho mientras me acurrucaba en su hombro-. No puedo explicarte cómo me siento. Todo esto es... -Me mordí el labio y deslicé mis manos hasta su cuello, aferrándolo con fuerza-. Me conoces tan bien... Aciertas de lleno. Siempre. En todo.
- Desde el primer momento me esforcé en conocerte, Rosa. Porque me pareces la persona más asombrosa que ha pasado nunca por delante de mí.
Cerré los ojos queriendo disfrutar de ese momento. Realmente había encontrado a la persona adecuada.
- Quiero que vengas conmigo... -Susurré.
- ¿Al concierto?
- Sí. Si tú quieres.
- Yo voy donde me pidas.
Sonreí con amplitud.
Iba a ver a mis niños. Iba a ver a Brad. Iba a disfrutar de su música.
Y lo iba a hacer con Niall a mi lado. Como me había imaginado una y otra vez en mis mejores sueños.
- Hay más regalos. Pero tendrán que esperar.
- ¿Por qué?
- Porque aquí mando yo -dijo riendo.
Inevitablemente yo también lo hice.
- No tengo palabras para ti, Ni.
Me abrazó con una mezcla entre fuerza y dulzura que hizo que me estremeciera.
¿De verdad era posible que una persona así de increíble pudiera quererme?
- Entonces qué, ¿seguimos desayunando y después te secuestro para que no vayas a clase?
Sonreí y levanté la cabeza para mirarle.
- Es la mejor idea que he oído en mi vida.
Besé sus labios y me entretuve en su mirada.
Lo quería como nunca había querido a nadie.

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Como siempre, gracias por los votos y, sobre todo, por los comentarios, no sabéis cuánto se agradecen, así que siempre que podáis... <3

Gracias a Nerea909, también como siempre, porque ya no soy nada sin tus comentarios de la historia JAJAJAJA Gracias en serio! :D

Y muchas gracias a Odalius :')))) <3

Queda poco para terminar y... Me planteo hacer una segunda parte. Hasta entonces, empezaré a escribir una nueva (en pocos días) llamada ALIVE :)

@LookAfterYou28

All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora