All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One Direction

VI

[Punto de Vista Judith]

El resto del día transcurrió tranquilo, al menos hasta que llegó la noche. Había quedado con Max y tenía completamente decidido que le contaría lo de Louis. No podía seguir ocultándoselo porque eso sólo justificaría sus celos, como ya había reflexionado anteriormente.

- Max, hay algo de lo que quiero hablar -comencé, cuando estábamos los dos en el sofá tranquilamente.

Hacía rato que habíamos cenado y no había mucho más por hacer, incluso él parecía estar quedándose dormido.

- Dime... -bostezó.

- El otro día, cuando discutimos...

- ¿Cuándo? –Me cortó.

- Hace cinco días. Cuando discutimos, y me fui a casa... -Silencié mis palabras. Iba a enfadarse por no habérselo contado antes y no quería otra escenita-. Yo estaba mal, ¿vale? Estaba llorando, mucho, y estaba muy nerviosa. Y sólo quería llegar a casa, así que atravesé el parque...

- ¿Qué hiciste qué? –Volvió a cortarme-. Sabes que no me gusta. No vuelvas a hacerlo.

- Ya tengo un padre en España, no hace falta que le reemplaces, gracias -me burlé, sacándole la lengua-. En fin. Retomemos. Iba muy nerviosa y me quedé un rato parada para tranquilizarme, y entonces alguien se acercó a mí y comenzamos a hablar y la verdad es que me hizo sentir mejor. No sé por qué, tampoco es que habláramos mucho, fue una conversación corta...

Empezaba a hacerme un lío, tenía que ir al grano.

- ¿A dónde quieres llegar? -Preguntó muy serio.

Cogí aire.

- La persona que me habló fue Louis Tomlinson.

Me miró sin entender nada, frunciendo el ceño.

- ¿Y ese quién es?

Puse los ojos en blanco.

- Pues uno de los miembros de One Direction. ¿De verdad no los conoces? ¿Y tú eres de aquí?

Permaneció callado. Mi intento de bromear se quedó en un intento.

- ¿Y qué quería? -Dijo, de nuevo con seriedad.

- Nada, sólo me vio mal y... bueno, intento ayudarme. Fue muy simpático, la verdad, se portó muy bien.

“Y quiso matarte”.

- Continua -se había borrado todo atisbo de sonrisa en su cara.

- Mmm... al día siguiente vino a verme para ver cómo estaba.

- ¿Le dijiste dónde vivías?

- Me acompañó hasta casa.

- ¿Así que a él si le dejas acompañarte? -Preguntó, con rintintín.

- No empieces. ¿Quieres que siga contándotelo?

- Por favor -se recostó contra el respaldo y miró al frente.

Ahora yo también quería matarlo. No era posible que una persona fuera tan recelosa las veinticuatro horas del día.

- Vino a preguntarme cómo estaba, y volvió a ser muy simpático. No todo el mundo hubiera hecho eso, la verdad. Me cayó muy bien, así que le di mi teléfono.

Omití el dato de que mi teléfono, en realidad, se lo di al día siguiente, cuando volvió a verme. También “me olvidé” de decir que se me había insinuado en otras tantas ocasiones. Aunque, en realidad, eso importaba poco si yo no tenía ninguna intención con él. Y no la tenía.