XXIV

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Paris, Francia 1706, reinado de Luis XIV de Francia 

Terminé haciéndome de varios nombres y por ende de varios negocios que ahora me daban dinero, lo suficiente como para considerarme de la alta sociedad y mismo que me permitió venir hasta estas tierras.

Era un bicho raro en estos lugares, pero siendo de alta sociedad tenia mis beneficios, aunque prefería mi soledad. Desde que me convertí en esto la soledad es la única que me acompaña en mis viajes, he tenido momentos en los que he podido hacer amigos, he conocido personas muy agradables, pero una de las reglas que adopte y no pienso romper en toda mi eterna y desgraciada existencia es nunca hacer amistar con un humano, yo ya no soy parte de ese mundo y los humanos son débiles, somos débiles y mortales, no quiero encariñarme tanto con alguien y ver como envejecen y mueren sin que yo pueda hacer algo. Así que no.

Lo que más me gustaba de esta vida era que podía moverme por todos lados con más seguridad que antes, con mi fuerza, velocidad y agilidad, no había humanos que pudieran contra mí, además simplemente con demostrar que no era uno de ellos, era suficiente para que se asustaran y corrieran.

París era una ciudad totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado en el palacio, las perdonas y la moda, las costumbres, todo era realmente diferente y hasta cierto punto sofocante, por eso hoy, decidí salir un momento de casa para pasear solo, necesitaba solo escuchar la naturaleza, los pagaros, el viento golpeando contra las ramas de los árboles, necesitaba sentir los rayos del sol en mi piel y solo ser mi soledad y yo.

Los bosques de Paris eran poco diferentes a los de Hanseong, aun no me sentía cómodo, no me sentía en casa, pero tampoco era detestable.

Caminé un rato, me senté a la sobra de un árbol un rato más y justo cuando el sol estaba ocultándose decidí regresar a casa, pero me tomé tanto mi tiempo que terminé encontrándome en el bosque en la noche, en total oscuridad. Los beneficios de ser un monstruo como este, es que tienes buena visión en la oscuridad, así que no hace falta de alguna luz y eso fue lo que me hizo llegar a una pequeña casa de madera escondida en medio del bosque.

Era una casa demasiado pequeña, ni cuando vivía en Hanseong mi casa era tan pequeña como esta, jamás. Así que era para mi inconcebible que alguien viviera en una miniatura como esa, pero al parecer no había nadie porque dentro no había luces y a los alrededores no había ningún movimiento. Mi curiosidad era más, así que me acerque con intenciones de ver dentro un poco, quería saber si esa casa llevaba mucho abandonada o no.

Me acerqué hasta la puerta de la cabaña y claramente no llamé a la puerta, simplemente la abrí, pero cual fue mi sorpresa cuando vi a una mujer de pie frente a mí.

—L-Lo lamento... señorita

La mujer solo me miraba de pie, llevaba una falda que parecía de tela blanca pero ahora estaba llena de tierra con las orillas amarillentas, con un delantal cade en medio circulo y en la parte de arriba era un estilo corset de color rojo, con agujeros, desgastado y sucio. Su cabello estaba peinado perfectamente bien y su piel era pálida y hermosa.

Ella no decía nada, solo me miraba fijamente y al ser una mujer, mi falta de miedo o preocupación era evidente, así que la ignoré y miré el interior de la casa. Había claros elementos de que esta era su casa, un lugar poco humano para que una persona viva, pero al parecer lo intentaba.

—¿Tiene algún nombre? Señorita -pregunté volviendo mis ojos a los suyos

—¿Por qué quiere saber mi nombre? -estaba a la defensiva, estaba tranquila, pero claramente se lanzaría sobre mí en cualquier momento que viera un poco de amenaza de mi parte

—Es un poco extraño una casa perdida en medio del bosque

—A mi me gusta

Miré un poco más los alrededores de la casa.

—Si no necesita nada, por favor retírese -pidió

No quería seguir poniéndola nerviosa, así que simplemente acepté sus peticiones, le di una sonrisa, aunque dudaba mucho que pudiera verla en la oscuridad que nos rodeaba, así que simplemente salí de la casa, pero antes de irme, algo llamó mi atención.

Justo a un lado, había un pequeño techo de ramas sostenido por troncos delgados, debajo del techo había una cuerda sostenida de tronco a tronco y de ella colgaban varias liebres, de cabeza, con heridas en el cuello que, al estar colgadas de cabeza, permitían que la sangre de sus cuerpos escurriera hasta el suelo donde caían en platos grandes y algo hondos que ahora mismo estaban llenos de sangre.

Sentí su presencia detrás de mi, así que pregunté.

—¿Por qué sacas la sangre de esos animales? -pregunté

—Porque es mi comida

Me di la vuelta justo en el momento en que ella había levantado un enorme palo de madera por sobre mi cabeza con intenciones de matarme, pero alcancé a detenerla con mi mano.

—Eres igual que yo

La sorpresa en mi mirada era más que evidente. La fuerza que ella había implementado en el golpe no era humana y solo alguien como nosotros podría detenerla, como ahora, así que la sorpresa en su rostro tampoco se hizo esperar e incluso soltó el palo.

—Tu... ¿Eres uno de esos? -preguntó

—S-Sí

—¿Desde cuándo? -no estaba seguro qué era, pero al parecer el saber que yo era igual que ella le había dado en una fibra sensible porque comenzó a llorar un poco

—Desde 1578... hace 128 años

Ahogo un grito.

—¿Usted? -pregunté

—Desde 1645

—Hace 61 años

Dejé caer el palo de madera que hizo un ruido sordo sobre la tierra.

—¿Cómo fue que te convertiste en esto? -pregunté

Al principio no dijo nada, simplemente me miraba en silencio, pero supongo que el hecho de saber que éramos igual, que probablemente ella tampoco a conocido a alguien más igual, nos hizo amigos desde el primer momento, porque al final acepto a hablar.

—Fue un día que visite la ciudad para comprar las medicinas de mi padre

Eris (ChaEunWoo)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt