XXV

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Helen

Paris, Francia 1645, reinado de Luis XIV de Francia

La tos de papá cada día estaba, pero, incluso se le dificultaba comer, así que solo podía beber, pero bebiendo no podría mantenerse fuerte.

—Iré a la ciudad a visitar al medico -dije

—No puedes... no... no vayas -apenas y podía hablar por la tos

—Será rápido, le diré que después le pago la medicina, ahora lo que importa es que estes mejor

Me levanté del banquito, pero su mano fuertemente aferrada en mi muñeca me hizo volver a sentarme.

—Por favor... solo déjame... dormir un poco

—Papá -chillé -ni siquiera puedes comer apropiadamente, las yerbas que nos dio la ultima vez te sirvieron muy bien

—Pero... son muy... caras

—Lo sé, pero de eso no te preocupes -sonreí -del dinero yo me encargo, tu solo encárgate por mejorar ¿De acuerdo? -me levanté para cubrirlo con la manta -duerme un poco, volveré rápido

No dijo nada, simplemente aceptó que lo cubriera con la manta y cerró los ojos para dormir un poco.

No estaba segura si el medico aceptaría darme las yerbas sin que le diera un peso esta vez, aún no terminaba de pagarle las yerbas de la ultima vez, pero no tengo opción, tengo que suplicarle que me las de para que papá este mejor.

Tomé mis cosas y salí de casa para ir a la ciudad.

A mis padres y a mí preferíamos la idea de vivir en el bosque por el simple hecho de que era un lugar mucho más tranquilo y silencioso que la ciudad y siempre que venía aquí, reafirmaba mi gusto por vivir en el bosque. Todo el tiempo las personas iban y venían de un lado al otro, los vendedores gritaban sus ofertas y frases para atraer clientes, los carruajes se movían salvajemente por las calles y debías tener mucho cuidado para que uno de ellos no te golpeara. Para estar en la ciudad debías tener tus cinco sentidos bien afinados, para no morir atropellada, para no chocar con nadie, para que ningún carterista te robara tu dinero, era toda una travesía venir a la ciudad y por eso siempre evitaba venir en lo más posible.

Caminé entre las calles que ya me sabía de memoria, dando vuelta en las esquinas correctas, esquivando personas e ignorando a los vendedores que me llamaban.

En casa del médico, lo único que hice fue llamar a la puerta y esperar que no estuviera su mujer, ella siempre le lavaba el cerebro para que no me vendiera nada si no se lo pagaba, en cambio, si solo estaba él, podía llorar un poco y así lo convencería para que me diera la medicina.

La puerta de madera se abrió de golpe frente a mí, y apareció su esposa. Una mujer regordeta, un poco calva, con su ropa manchada con comida que probablemente había estado cocinando antes de abrirme, con su mala cara de siempre.

—¿Tras el dinero que nos debes? –fue lo primero que preguntó

—N-No –susurré con nervios

—¿Entonces a qué vienes? No pienses que te daremos más medicina cuando ni siquiera has pagado la pasada

—Pagué la mitad ya, si me dan un poco más, prometo traer el dinero la próxima semana

—Ja –su panza reboto un poco –entonces nosotros comeremos hasta la próxima semana ¿Ah?

—No solo yo soy clienta, pueden alimentarse con lo que les dan los demás, solo pido tiempo

Eris (ChaEunWoo)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang