HOPE ━ j. hoseok

By Pandepipas2

20.4K 1.4K 642

«Un error puede cambiarlo todo en menos de segundo. Un error puede deshacerse de todo aquello que jamás pensa... More

hopeless
prólogo
playlist hope I
1 · error
2 · mimoso
3 · buen humor
4 · control
5 · alegría
6 · hogar
7 · pasión
8 · salvación I
9 · salvación II
10 · ¿amigos o hermanos?
11 · el drama de Jimin
12 · destino: desconexión I
13 · destino: desconexión II
14 · trabajo
15 · distracción
16 · ¿fallo de memoria?
17 · cotilleo
18 · bicho
19 · realidad
20 · la verdad no contada
21 · ¿vida perfecta?
22 · pertenencia
23 · descubrimiento
24 · examen
25 · lleno
26 · familia
27 · confianza
28 · repetir
29 · humillación
30 · bandera blanca
31 · cambio
32 · juntos
33 · desaparición
34 · desmorone
35 · igual
36 · miedo
37 · busan
38 · confesión
39 · nada y todo
40 · dolor
41 · apoyo
42 · pasado y verdad
43 · ¿perdón?
44 · perdón
45 · esperanza
46 · bienvenida
¡nota importante!
hope
playlist hope II
interlude
47 · vacío y completo
48 · novedad
49 · distancia
50 · dificultad
51 · incomodidad y miedo
52 · nostalgia
53 · pasado
54 · hacia delante
55 · aceptar y olvidar
56 · fin
57 · hermano
58 · mi lugar
59 · romperse y arreglarse
60 · hawai
61 · tranquilidad
62 · cicatrices
63 · normalidad
64 · color
65 · vida
66 · felicidad
epílogo
agradecimientos
curiosidades
notita

extra 1

133 6 5
By Pandepipas2

Pasado: crianza de Hope y ruptura

ENTRE LA PRIMERA Y LA SEGUNDA PARTE

I'll love you for a thousand years

Soojin

En ese momento que respiré totalmente y me di por vencida, no sabía hasta que punto había merecido todo eso la pena. Estaba sudando, llevaba doce horas con dolores horrorosos, con presión,... Apenas veía bien en ese momento y, aunque se suponía que debía de estar orgullosa de mí misma, de sonreírle a Hoseok porque estaba mirándome de la manera más adorable del mundo a pesar de que lo que había pasado en ese momento estaba completamente fuera de la normalidad para la edad que teníamos, no tenía fuerzas. Solo sentía que el mundo se había parado en ese instante donde parecía que la tormeta que había hacía unos instantes cargada de dolor y de sufrimiento por dar todo de mí para que naciera un bebé, había por fin llegado a la calma.

Las enfermeras recorrían la habitación con rapidez, con nuestro bebé en manos mientras Hoseok secaba mi cara con una pequeña toalla porque aún estaba sudando y respiraba con dificultad.

—No te imaginas lo increíble que eres, lo orgulloso que estoy de ti. —Quise sonreír ante sus palabras pero no solo no tuve fuerzas, sino tiempo.

—Aquí está la pequeña, perfectamente sana y limpita. Enhorabuena chicos, han tenido a una niña preciosa. —Cuando la enfermera la dejó entre mis brazos, no solo sentí una conexión especial con ella, sino que el corazón se me aceleró y la vista se me nubló.

Era preciosa. Sus ojitos aún permanecían cerrados y su piel estaba rosita. Parecía un ángel caído del cielo, transmitiendo la calma que necesitábamos, pareciendo un regalo del destino aunque al principio pareciera un castigo. No pude evitar reír al ver sus pequeños hoyuelitos y fijarme en su pelo pegadito aún. Solo con verla, ya la quería incluso más que cuando no la había visto. Y aunque fuera difícil, aunque me hubiera costado  meses procesarlo, supe que la querría cien veces más, con toda mi alma, que a pesar de todo, estaba completamente feliz de que fuera mi hija y yo su madre, de que ese bebé hubiera sido nuestra perfecta creación, de que estuviera compartiendo ese momento con la persona que más quería en el mundo que era Hoseok. Supe que Hope sería lo que necesitaba para seguir viviendo, para ser libre, por muy contradictorio que sonara. Y aunque estaba ahí, llorando de felicidad y a la par de mucho miedo, no podía dejar de pensar que Hope era de todo menos un error.

Que ella iba a ser nuestra salvación.

Y cuando miré a Hoseok, no pude evitar sentirme más feliz aún.

Me pasé unos días en el hospital bastante pachucha. El parto había sido algo complicado para mí y me había costado recuperarme teniendo en cuenta que aún era demasiado joven como para poder llevarlo como si nada. Sin embargo, Hoseok, había estado a mi lado en todo momento haciéndome compañía y sonriendo como un idiota cada vez que veía a nuestra pequeña bebé. Y, aunque aún era una imagen difícil de procesar, mentiría si no admitía que me daba un vuelco el corazón cada vez que le veía besar la cabecita de Hope y abrazarla con cariño.

No solo él, sino sus padres y Jiwoo, estuvieron cuidando de mí, trayéndome comida y ropa para poder estar cómoda, además de unas flores que eligió el padre de Hoseok para la celebración del parto y de lo muy orgulloso que estaba de mí por haber conseguido todo eso, por haber sido una mujer fuerte que pudo con la situación.

Y por supuesto, mi madre. Aún no sabía qué iba a hacer con todas mis emociones respecto a ella pero, verla y ver sus lágrimas cuando cogió a Hope en brazos, hicieron que todo tipo de rabia que tuviera hacia ella, se esfumara en un solo segundo, como si nunca hubiera existido. Es más, ella había sido la que había comprado ropita para Hope y para mí a juego para salir del hospital.

"—Llámame para lo que necesites, por favor. Estoy aquí para lo que sea". Fue lo que me dijo después de despedirse de mí y, realmente, no dudaba que fuera así.

—¿Sabes? Si por algún casual volvemos a pasar por la sala de partos, búscate a otro para que sea tu compañero —bromeó Hoseok una vez estábamos ya en casa, ambos en su habitación mientras Hope dormía. Yo solté una carcajada sentándome en la cama.

—¿Fui tan mala contigo?

—Suerte que no lo recuerdas —bromeó de nuevo, sentándose a mi lado. Apoyé mi cabeza en su hombro, abrazándole mientras reía de nuevo.

La verdad es que no lo recordaba. Lo único que tenía en mi mente eran los horribles recuerdos de haber sufrido el peor momento de mi vida que fueron contrarrestados con el más bonito recuerdo de haber sufrido el mejor momento de mi vida, que fue ver a Hope. Ni siquiera recordaba qué había dicho ni hecho.

Y en ese momento me sentí un poco mal y avergonzada de haber quizás, hecho sentir a Hoseok mal o haberle dicho cosas feas.

—Lo siento cielo, no sabía ni qué decía, fue tan horrible... No veía la hora de que Hope saliera de mí... —Hoseok acarició mi mejilla negando con la cabeza antes de besar suavemente mis labios.

—Solo era una broma tonta, me lo tomé con humor en realidad. —Sonrió. Acarició mi pelo con suavidad y disfruté de su tacto en silencio por unos instantes después de la locura que habían sido esos días, lo echaba en falta—. Quizás es una locura pero... ¿Es raro que después de esto te quiera incluso más? Joder, verte ahí, tan fuerte, ver lo que has pasado y cómo lo has pasado,... Eres increíble Soojin, no me cansaré de repetírtelo.

Sonreí antes de negar con la cabeza.

—En realidad, creo que he podido hacerlo gracias a tu apoyo y al de tu familia... Yo sola no hubiera podido con todo esto.

—No te quites el mérito Soojin, yo no sé si hubiera sido capaz de pegarme nueve meses creando a un bebé y luego pasando esos dolores del parto, reconócelo, eres más fuerte de lo que crees...

Me quedé mirándole antes de abrazarle con fuerza.

—Gracias, Hoseok, te quiero tantísimo,... Gracias por estar a mi lado.

—No las des Soojin, yo también te quiero muchísimo y jamás me iría de tu lado pasara lo que pasase. Igualmente, siempre estaremos juntos gracias a Hope. —Sonreí antes de mirarle y fundirnos en un suave beso. Pensé en que realmente había echado mucho de menos sus labios después de esos días en el hospital y de ese último mes lleno de preparativos y jaleo—. Y ahora deberías descansar un rato, ¿vale? Llevas días en el hospital y te lo mereces, yo te traeré algo de cenar y me encargaré de Hope por ti.

—Eres un sol.

Sonrió besando mi cabeza y acercándose para dedicarle una perfecta sonrisa a nuestra pequeña Hope, de esas amplias que apenas había visto en él pero, que brillaban intensamente.

Y lo supe. Supe que nos costaría días, meses, incluso años acostumbrarnos a ella pero, no tuve dudas de que lo conseguiríamos, de que seríamos los mejores padres que Hope podría tener.

/.../

El final de curso y la graduación, fue realmente distinta a lo que esperaba. Durante esos últimos meses, habían muchas veces que apenas podíamos ir a clase y, realmente, debíamos de agradecerle enormemente al señor Kim por haber sido tan comprensivo y haberse esforzado por hacerle entender a nuestros profesores que debían de apoyarnos con la situación y dejarnos pasar cosas.

Sin él, quizás no hubiéramos podido graduarnos.

Aún tenía sobre mi piel el peso de no dormir por las noches porque Hope se despertaba reclamando comida —aunque en cierto modo, no podíamos quejarnos porque era realmente tranquila y apenas lloraba—, el poco tiempo para estudiar, los exámenes, las tareas, los trabajos,... A veces incluso era imposible concentrarse pensando en que, mientras estábamos allí, Hope estaba con sus abuelos cuando se suponía que debíamos ser nosotros los que teníamos que cuidar de ella.

Pero finalmente, gracias no solo a los padres de Hoseok, mi madre, a nuestros amigos que nos ayudaban con las tareas, los trabajos y los apuntes, al señor Kim,... Estábamos ese día en nuestra graduación, recogiendo nuestras notas de fin de curso, sacándonos una foto que conmemoraba el final de una etapa con un final diferente al que había esperado, con Hope entre nuestros brazos, pero, no pude evitar sonreír porque a pesar de todo estaba feliz y tremendamente orgullosa de estar ahí, de haber ambos luchado con todo por cumplir nuestras metas.

Y jamás olvidaría lo bonito que fue darme cuenta de que no solo tenía a las personas más importantes a mi lado sino que, era más fuerte de lo que creía.

Soojin, aunque esto solo acaba de empezar, jamás te rindas y siempre piensa que muchas veces, aunque parezca duro, somos incapaces de ver lo fuertes que somos hasta que conseguimos lo que parecía imposible.

/.../

Hoseok

—Hope cielo, deja de llorar por favor —pidió Soojin con ella en brazos llorando después de haberle dado el pecho y haberla bañado. Yo había llegado del trabajo y estaba saliendo de la ducha en ese preciso momento que la vi sufrir con ella en brazos.

Se mecía con suavidad a ver si eso la tranquilizaba pero, parecía que los llantos no cesaban y entendía perfectamente que Soojin hubiera rozado su límite esos días. Hope llevaba una semana enferma con fiebre y malestar, dándonos unas noches horribles en las que apenas podíamos dormir.

—Ven, déjamela a mí, tú ve a bañarte —le dije, poniéndome rápidamente la camiseta para tapar mi torso desnudo. Soojin me observó con unas enormes ojeras oscuras y el pelo recogido en un moño desaliñado.

—Pero...

—Llevas toda la tarde sola con ella, de verdad, no te preocupes, no estoy cansado. —Y mentía, porque lo cierto es que estaba terriblemente cansado después de acabar por fin el curso y graduarnos cuando apenas dormíamos por Hope, y trabajando de nuevo con ese factor en mente de que estaba agotado física y psicológicamente—. Te mereces una buena ducha y descansar.

Sonrió de lado antes de asentir, agarrándome el brazo para besar mi mejilla después de darme a Hope. Se fue sin decir nada, dejándome con una pequeña Hope que aún lloraba entre mis brazos.

Me senté en la cama poniéndole su chupita rosa en la boca mientras la mecía con suavidad. Utilicé una de mis técnicas infalibles para hacer que dejara de llorar que utilizaba mucho en la madrugada: ponerle una mantita que tapara el lado que se encontraba alejado de mi pecho y pegarla lo suficientemente a mí para que escuchara los latidos de mi corazón, luego acariciaba su pelo con suavidad e intentaba mantenerme tranquilo, sin agobiarme ante su llanto. En poco tiempo, empezó a tranquilizarse, cerrando los ojos en el proceso, como si estuviera a punto de dormirse.

Respiré hondo al verla tranquila, moviendo la boca al son de su chupa con sus ojos cerrados como si se hubiera dormido. Sonreí pensando en que en momentos como ese, era extremadamente adorable y bonita, haciendo que se me olvidara ese horrible llanto que ya se me había quedado grabado en la cabeza y que escuchaba incluso en el trabajo.

Soojin apareció en escena después de un rato con el pelo enrollado en una toalla y sonrió divertida.

—¿Sabes? Odio que seas mejor padre que yo —murmuró y no dudé en soltar una carcajada suave, acariciando la mejilla de Hope. Pero negué con la cabeza.

—Tú también eres muy buena madre Soojin, es solo que, estás tan cansada que ella lo nota, necesitabas desconectar un rato. Además, hay que entenderla, lleva días con fiebre la pobre. —Ella asintió, apenada. Lo cierto es que Hope era bastante tranquila, normalmente no se comportaba así—. Voy a esperar un poco más y la dejo en su cuna.

Soojin asintió antes de quitarse la toalla y dejarse suelto su pelo mojado. La observé sonriendo de lado, pensando en que a pesar de que tenía el peor aspecto del mundo se veía increíblemente preciosa.

Después de dejar a Hope en su cunita, abracé con fuerza a Soojin, dándole todas mis buenas energías de haber salido a despejarme un rato en el trabajo y ella rió bajito acariciándome la espalda. Planté un corto beso sobre sus labios, acariciando sus mejillas con suavidad.

—¿Aprovechamos para ver una película antes de que se despierte?

—Me parece un plan increíble. —Planté otro beso sobre sus labios y nos sonreímos mutuamente.

Porque a pesar de que, incluso después de seis meses con esa vida, siendo totalmente distintos a los demás, sonreíamos e intentábamos ser felices.

/.../

Hoseok

—¿Qué podemos hacer? Hace como mil años que no tenemos una tarde solos tú y yo —indicó Soojin después de quitarse las zapatillas de estar por casa para sentarse en la cama con uno de sus pies subido en ella y el otro colgando. Las ojeras que normalmente vestía, habían desaparecido gracias al poco maquillaje que se había puesto para salir ese día.

Aunque en realidad, debía admitirlo, estuviera como estuviera, siempre me parecía preciosa. Aún con esa sudadera que me había robado del armario.

Me encogí de hombros ante su pregunta, quitándome el abrigo que llevaba encima de una sudadera sencilla para dejarlo sobre una silla que teníamos en nuestra habitación compartida. Era un poco extraño estar sin Hope, así que no sabía qué hacer. Pero debía de admitir que las repentinas ganas que tenían mis padres de dejarnos algo de espacio para nosotros y pasear mientras a Hope por el parque, fue un alivio enorme para el cansancio que traía encima desde que nuestra pequeña apareció en nuestras vidas.

Soojin me observó con cuidado al realizar esas acciones de dejar mi abrigo antes de apoyar su mano sobre la cama para aguantar el peso de su espalda y sonreír de lado.

—¿Qué pasa? —Pregunté con curiosidad y a la par, con nerviosismo. Esa era la típica mirada que ella solía dedicarme cuando estaba pensando en algo más allá que en solo mirarme y, aunque hacía bastante tiempo que no la esbozaba, aún la recordaba a la perfección.

Soojin se encogió de hombros antes de negar con la cabeza.

—Nada, solo estaba fijándome en ti y en lo guapo que estás hoy, apenas tengo tiempo de hacerlo ahora. —Mantuvo su sonrisa y, cuando nos miramos a los ojos, la entendí.

Dedicábamos cada segundo de nuestras vidas en cuidar de Hope y sin querer, con el tiempo, momentos tan pequeños como ese de quedarnos mirándonos por unos segundos, apenas podían darse. Tanto ella como yo, estábamos centrados en dar lo mejor de nosotros por la pequeña, por criarla, por conseguir el dinero necesario para ella,... Que ya no teníamos tiempo para nosotros ni como pareja, ni como personas individuales.

—¿Entonces qué propones? ¿Mirarnos toda la tarde como idiotas? —Bromeé, consiguiendo que ella riera antes de acercarme y rodear su cuerpo, quedando ambos acostados sobre la cama, Soojin debajo de mí.

Apoyó sus manos en mis mejillas y me observó con delicadeza, sus ojos aún medio cerrados porque sonreía con intensidad, con ese brillo tan característico de ella. Se me aceleró el corazón al pensar en que por fin podía hacer eso de nuevo, mirarla por unos segundos, recordar que en mi ajetreada vida de adulto maduro con prisas cuando aún era un adolescente inmaduro, todavía existía mi genuino amor por ella, lo enamorado que seguía a pesar de todo.

Y debía de reconocer que justo en ese instante, recordé lo afortunado que por poder seguir teniéndola a mi lado, por tener también a Hope cerca de mí.

Por ser tan feliz junto a ellas a pesar de no ser el momento indicado para tener a otro ser del que tener que encargarnos.

—Podría ser una buena idea —añadió antes de acariciar mi pelo. Aproveché ese momento para besar sus labios, por fin sin pensar en que teníamos de alguien que ocuparnos, en que podría vernos u oírnos.

Simplemente la besé como antes, como cuando el tiempo no corría, como cuando solo éramos ella y yo.

Soojin pasó sus brazos por mi cuello, siguiendo mi beso y me sentí completo después de mucho tiempo. En ese instante donde la calma y la calidez recorría mi cuerpo, sentí que el tiempo se paraba, volviendo al pasado. No pude evitar sonreír escondiendo mi rostro en su cuello mientras la abrazaba y Soojin soltaba una ligera carcajada que me llenó aún más. Acarició mi espalda con suavidad y plantó un pequeño beso en mi cabeza.

Realmente me sentí bendecido en ese momento.

—Echaba de menos estar así, tan relajado contigo —admití, después de estar por unos minutos abrazados en silencio. Soojin me miró cuando levanté la cabeza—. Últimamente no hacemos más que vivir con prisas, nos adelantamos al tiempo,...

—Tenemos que hacerlo por Hope. —Asentí y respiré hondo.

—Pero a veces necesitamos parar. —Ella fue entonces la que asintió, acariciando de nuevo mi pelo—. ¿Te acuerdas cuando antes nos pegábamos tardes enteras así? Era como si el tiempo fuera infinito... —Soojin sonrió de lado.

—El tiempo no corría cuando estábamos juntos Hoseok, siempre daba la impresión de que se detenía por nosotros. —Sonreí—. A veces me gustaría volver a vivir solo un segundo de esos momentos tan preciados a los que no les poníamos tanta importancia... Ahora solo son un bonito recuerdo.

Y tenía razón. Me dolía ver lo mucho que nuestra vida había cambiado por ese enorme suceso con el que nos había tocado lidiar.

—Pero no me entristece porque ahora tenemos otros recuerdos bonitos también, Hoseok. Es solo que ya no podemos ser esos niños que no le temían al tiempo. —Asentí antes de que uniera cortamente sus labios con los míos y me abrazara de nuevo.

Me gustaba tener esas pequeñas conversaciones con ella, donde ambos expresábamos cómo nos sentíamos sin hacerlo directamente porque, me sentía comprendido, porque era lo que necesitaba para seguir adelante. A veces, escuchar sus palabras me ayudaba a darme cuenta de que todo estaba bien y que solo estábamos intentando vivir de la mejor manera posible.

Intentar vivir la vida sin desperdiciarla.

Después de unos segundos de estar abrazado a ella, levanté mi cuerpo para volver a besarnos con la misma suavidad que antes. Soojin acarició mi espalda siguiéndome. En ese momento me dejé llevar por mi propio instinto que me indicaba que pasara mi pierna por encima de ella, quedando con ambas a los lados de su cuerpo. Apoyé mis manos a los lados de su cabeza y juntamos nuestras frentes cuando dejamos de besarnos. Nos miramos por unos instantes que me parecieron inmensos, hasta que Soojin volvió a unir nuestros labios, pasando seguidamente, sus brazos por mi cuello.

Me sentí algo impaciente, puesto que, a medida que avanzaban los besos y las caricias, sentía que era el momento de dejarnos llevar por fin sin pensar en las consecuencias, en dejarnos hacer mutuamente, en no reprimirnos, en vivir sin límites y sin miedo. Sentía que debía dejar a mi cuerpo moverse como antes lo hacía, dejarse guiar por los sentimientos, por los arrebatos,... Dejar de pensar tanto en todo.

—Quiero hacerlo, Soojin —le dije, después de dejar de besarnos. La miré a los ojos—. Quiero sentirte cerca otra vez.

Noté un atisbo de miedo y preocupación en su mirada que me hizo dudar ante el hecho de que accedería pero la entendía. ¿Y si todo volvía a salir mal? ¿Y si por un error volvía a quedarse embarazada y repetíamos la historia desde el principio? En el fondo yo también estaba preocupado y aterrado.

Pero lo necesitaba, sentía que era lo que me faltaba para no derrumbarme. Necesitaba sentir nuestro amor más puro para levantarme por fin del tropiezo que me había dado después de la enorme piedra que había puesto la vida frente a nosotros.

—Yo también quiero, Hoseok pero, no puedo mentirte y decirte que no estoy aterrada... —Supe que no mentía solo por su mirar.

—¿Sabes? Yo también lo estoy pero, quiero dar el paso, quiero que zanjemos ya este trauma porque siento que si no lo hacemos no podremos avanzar nunca. Siento que si no tengo esto, jamás podré levantarme. Y sé perfectamente que es algo que compartimos.

Cerró sus ojos antes de que apoyara de nuevo mi frente en la suya.

—No quiero obligarte yo...

—Sé que no quieres obligarme, nunca lo has hecho y no pienso que eso vaya a cambiar ahora, cielo —dijo con tranquilidad a pesar de que empezaba a notar cómo le temblaba el cuerpo—. Solo es que no quiero decirte que sí cuando no sé si estaré dispuesta a terminar...

—Si eso sucediera, jamás te juzgaría, yo tampoco sé si estoy dispuesto a terminar pero, ¿cómo saberlo si ni siquiera lo intentamos? Soojin, te necesito más de lo que nunca podría imaginar, es como si me faltara el aire para respirar y no morir.

Tragó con dificultad antes de abrazarme.

—Sé cómo te sientes, yo también necesito ese aire. Te necesito muchísimo también, Hoseok —zanjó, nerviosa. Cuando nuestras miradas se encontraron sonrió de lado—. Sé que te tengo a mi lado, que te quiero igual que siempre lo he hecho, que sigo enamorada de ti pero, en cierto modo, sé que me falta algo para poder estar tranquila y sé que es esto.

Respiré hondo antes de volver a hablar.

—Entonces, ¿lo hacemos? —Soojin meditó la respuesta por unos segundos hasta terminar asintiendo, cosa que me hizo sentir un alivio enorme. Aunque no sabía por dónde empezar debido a la pérdida de práctica.

Volvimos a besarnos pero esa vez, con menos delicadeza que las anteriores. Empezaba a sentir ese familiar ardor por todo el cuerpo, esas ansias de llegar al final, esa respiración entrecortada, esos latidos intensos,... Pero sobre todo, no pude evitar volverme prácticamente loco al escuchar a Soojin soltar un pequeño quejido cargado de placer cuando nuestros cuerpos friccionaron con suavidad por encima de la ropa. Sentí que estaba a punto de desfallecer en ese momento que nuestras miradas se encontraron y fui partícipe de su oscura mirada que pedía más.

Y sin querer, me sentí aliviado.

Pronto la ropa entre nosotros empezó a desaparecer y, aunque sí que era cierto que no había dejado de verla desnuda, nada se comparó a verla en ese instante donde apenas podía pensar con la cabeza. Me detuve en ese momento a observarla, a acariciar cada parte de ese cuerpo que ya no se parecía en nada al que habitaba en mi recuerdo porque había cambiado muchísimo en un año, dejando de ser una niña a convertirse en una mujer. Sonreí de lado cuando cruzamos miradas y ella me observaba con timidez, como si de pronto le avergonzara que la estuviera mirando aunque lo había hecho cientos de veces y, por un momento, me vinieron recuerdos de esa primera vez que lo habíamos hecho juntos.

Y de nuevo, volví a sentirme aliviado, como si a cada paso que daba, mi corazón se liberara de las riendas que lo ataban.

—¿Estás bien? —Le pregunté, asegurándome por si acaso. Soojin sonrió antes de asentir.

—Es solo que ya casi no me acordaba de lo muy nerviosa que me pone siempre que me miras con tanto detenimiento, como si fuera una obra de arte del museo —bromeó, haciéndome reír.

—No estás en el museo pero sí que eres una obra de arte. —Soojin rió sin parar mientras empezaba a besar su cuello, acercándome a ella. Negó con la cabeza.

—¿De dónde te has sacado esa idiotez? —Me encogí de hombros.

—No lo sé, de pronto me siento muy feliz. —Ella sonrió con cariño antes de asentir.

—Y yo.

A pesar de que avanzábamos y poco a poco se desprendían los miedos, bien era cierto que nos costó un sufrimiento enorme el dar el paso final. Me aseguré mil veces antes de hacerlo de que me había colocado bien la protección, incluso, Soojin, también había ojeado con intensidad ese momento en el que lo hacía y, por no hablar de las veces que cuando estaba apunto de unirme a ella, me alejaba incapaz de hacerlo.

Y en cierto modo, me sorprendió que fuera ella la que finalmente me animara a hacerlo.

—Todo va a salir bien —añadió cuando me apoyé sobre su frente, sintiendo ganas de llorar debido a la frustración. La miré y sonreía con tranquilidad, cosa que me sorprendió viniendo de ella.

Pero para qué engañarme, ella no era la misma Park Soojin de hacía un año.

Ni yo era el mismo Jung Hoseok de hacía un año.

Ambos habíamos cambiado, ambos habíamos madurado.

Y tenía razón, todo iba a salir bien.

—Pase lo que pase, sé qué podremos. —Sonreí antes de sentir, besando su nariz. Soojin sonrió.

—Gracias por tranquilizarme.

—No siempre vas a ser tú quien me salve a mi, Hoseok. —Asentí. Besó mi cabeza.

Ambos respiramos hondo, nos miramos y, ante su asentimiento, decidí que era el momento de dar por fin el paso. Mentiría si no decía que me había costado horrores, que a los dos no nos había dolido ese pequeño primer contacto después del tiempo y que estuve apunto de abortar la misión en varias ocasiones por esos hechos. Pero después de conectar por fin en mucho tiempo, eliminé cualquier pensamiento de mi cabeza. Cuando nuestras miradas se conectaron y vi sus ojos brillantes lo supe.

Volví a sentir alivio después de mucho tiempo, y cuando me abrazó no pude evitar dejarme llevar por ella, llorar juntos mientras volvíamos a ser uno, uniéndonos de nuestra manera más íntima, sintiéndonos más cerca, sintiéndonos completos por fin...

Siendo esos Jung Hoseok y Park Soojin de dieciocho años que nos merecíamos ser.

/.../

Soojin

Después de la salida con las chicas, llegué a nuestro piso. Dejé las llaves sobre el mueble del recibidor mientras anunciaba mi llegada y me deshacía de mis dolorosos botines de tacón que me había regalado la madre de Hoseok en mi último cumpleaños y que apenas podía utilizar ni acostumbrarme a ellos porque no salía mucho de casa. Colgué el abrigo y el bolso extrañándome de no recibir ninguna respuesta cuando sabía de sobra que ambos estaban en casa.

Tomando un vaso de agua en la cocina, me encaminé después a nuestra habitación para coger mi pijama y darme una merecida ducha después del cansancio debido a la poca costumbre de caminar y, lo cierto es que había sido un montón lo que habíamos recorrido las calles sin rumbo con Yeonji y Minji. Pero estaba feliz porque apenas tenía tiempo para verlas y era reparador poder hacerlo de vez en cuando.

—Chicos, ¿están aquí... —Pero paré de hablar al encontrarme con mi pequeña bebé llevándose una de sus manos a su boca, indicándome que me callara. Me llevé mi mano a la mía.

Tuve que aguantar las ganas de reírme. Parecía que Hoseok había hecho el enorme esfuerzo de conseguir que Hope se durmiera —enorme porque bueno, ya tenía casi tres años y estaba en esa edad en la que era un poquito más difícil que se durmiera tan fácilmente— y parecía que el que había acabado dormido era él. Hope me miró con diversión, burlándose de su padre que dormía con intensidad bajo ella, rodeándola con sus brazos.

—Pero loquilla, ¿cómo has conseguido que se duerma? —Se encogió de hombros haciéndome reír. Me acerqué con cuidado de hacer ruido y ella me miró con sus grandes ojos brillantes y su pelo suelto.

—Ya dormía cuando le miré. —Reí sin dudarlo, sentándome al borde de la cama. Acaricié su pelo, besando su cabeza con suavidad y ella sonrió con cariño.

Miré entonces a Hoseok, quien parecía terriblemente cansado después de una semana ajetreada en el trabajo donde había tenido que doblar turnos por culpa de que uno de sus compañeros había cogido una grave enfermedad. Tenía ganas de abrazarle y acariciarle el pelo con cuidado pero ante el miedo de despertarle, simplemente, le observé desde lejos.

Sonreí pensando en lo mucho que había madurado con el paso del tiempo y en lo guapo que se veía.

—¿Lo pasaste bien? —Preguntó en un murmuro Hope y yo asentí, mirándola a ella entonces.

—¿Y tú con papi?

—También, jugamos a las muñecas —dijo con su tierna voz de bebé que recién aprende a hablar. Sonreí con ternura, volviendo a acariciar su cabeza.

—Jo, ¡qué guay! Tengo envidia. —Esbocé un puchero y Hope sonrió. Miré el reloj, viendo que muy tarde para que ella estuviera despierta—. Venga, cielo, ya te estás pasando la hora de dormir, ¿eh? No querrás que mami se enfade... —Negó con la cabeza. Y aunque le había medio amenazado, ambas reímos.

Con cuidado de despertar a Hoseok, tomé a Hope por las axilas, llevándola a su camita en brazos, dejando a Pepita a su lado y dándole su besito de buenas noches. Le dejé su lucecita de color rosa encendida y salí de la habitación volviendo a la que compartía con Hoseok. Le arropé con una manta gris, besando su cabeza con delicadeza y sonreí, observándole dormir como un bebé.

Pensando en que no podía verse más adorable de esa manera.

/.../

Hoseok

—¿Y si empiezas la universidad, Soojin? —Le pregunté, después de meditarlo por unos segundos. Ella abrió los ojos y se secó las lágrimas que recorrían sus mejillas.

Me partía el corazón verla así, tan triste, tan decaída, como si no tuviera ninguna razón de vivir. Y bueno, ella misma me lo había hecho saber esa tarde que había llegado del trabajo.

—¿Qué?

—Ahora estoy ganando más dinero, además, no hemos utilizado el dinero que tu madre te dio antes de que naciera Hope, quizás es momento de que lo utilices. Aún están abiertas las inscripciones para el examen de ingreso... —Me quedé en silencio al verla llorar de nuevo.

—Pero, Hoseok, ¿no es injusto? Me duele pensar en que tú no podrás hacerlo también.

Me acerqué a ella y acuné sus mejillas. Sonreí de lado, pensando en que no podía ser más adorable y buena persona.

—Soojin, yo estoy trabajando para que podamos vivir bien, tú solo te encargas de Hope todo el día sin hacer nada más, te mereces despejarte, seguir tu vida. Podemos organizarnos y cuando estés más hecha a las clases, trabajar ambos para yo también poder estudiar. Tengo toda la vida para hacerlo pero me rompe por dentro verte tan desanimada, no quiero que solo quieras seguir viviendo porque debes cuidar de Hope o de mí.

Ella sonrió antes de abrazarme.

—Eres el mejor del mundo.

Sonreí sin poder evitarlo sintiéndome increíblemente lleno de pensar que por fin iba a ayudarla a cumplir su sueño.





—Hoy hemos ido a ver un museo de la zona y ha sido increíble ver las técnicas de tantas personas tan importantes para el arte... Realmente, estuve a punto de llorar —comentó Soojin emocionada, con su pijama puesto después de haber vuelto tarde por estar estudiando fuera. Yo sonreí de lado mientras terminaba de fregar los platos.

Estaba agotado, había estado trabajando toda la tarde anterior y la mañana hasta que me llamaron de la guardería porque Hope estaba enferma del estómago. Me había pasado parte de la mañana esperando a que el pediatra nos atendiera y nos dijera que tenía gastroenteritis. Me había pasado toda la tarde intentando conseguir que Hope dejara de vomitar, dándole un suero que le ayudaría a que eso sucediera pero sin conseguirlo porque siempre terminaba vomitándolo de nuevo. Eso me había llevado de nuevo al hospital de urgencias para niños acabando hasta el punto de tener que pincharle un suero en vena para que dejara de vomitar y, por fin, descansaba tranquila en la habitación.

Soojin era ignorante de todo eso porque sabía que si se lo decía la desconcentraría, hubiera dejado todo por venir a casa a ayudarme y le había prometido que me haría cargo de Hope solo mientras ella estudiaba. Así que por eso estaba tan tranquila, mientras yo hacía lo posible por mantenerme al margen, escuchándola.

—¿Y tú? ¿Qué tal el día? —Preguntó con curiosidad. Cerré el grifo en cuanto terminé y al girarme no pude evitar ponerme nervioso al verla tan sonriente.

No podía decírselo.

Y además, sentía envidia en cierta manera. ¿Cómo no podía evitar sentirla? Ella estaba viviendo su mejor momento, disfrutando de su juventud, mientras yo me encargaba de nuestra hija y hacía lo posible por convencer al jefe de que no me diera días libres para cuidar de Hope porque confiaba en que no tuviera que suceder eso, que pudiera estar mejor para no perder el dinero.

Pero no podía quejarme, ella había estado en mi posición desde el principio, había dejado su vida por Hope y por mí y no podía sentir envidia.

No podía ser tan jodidamente egoísta.

—Bien, Hope ha estado tranquila —mentí pero, a pesar de que fue bastante obvio, parecía que ella no se había dado cuenta. En seguida se levantó y me besó con intensidad, abrazándome después.

—Jo, estoy muy feliz, Hoseok, de verdad.

Y aunque yo no me sentía de la misma manera, sonreí de lado y asentí, acariciando su pelo mientras pensaba.

Mientras pensaba que era el esfuerzo que debía de hacer por ella, por hacerla feliz por fin.





Sentí unos brazos rodearme la cintura mientras organizaba mi maleta para el siguiente día de trabajo. Acarició con suavidad mi abdomen mientras plantaba pequeños besos en mi espalda. Sonreí de lado a pesar de lo agotado que me sentía y cuando me giré, encontrarme con su sonrisa me llenó por completo.

—Ya estoy aquí —canturreó, aunque ya lo sabía perfectamente al escuchar el sonido de la puerta. No tardó en rodearme el cuello con sus brazos para besarme.

Nos besamos con intensidad, ella tirando de mí para llevarme hasta la cama que compartíamos. Me sorprendió su energía para lo cansado que me encontraba en ese momento pero, lo cierto es que, después de semanas que no lo hacíamos, no me quejaba si podía tenerla entre mis brazos después de tanto tiempo. Se quitó la ropa en tiempo récord y me despojó de la mía antes de que pudiera pensarlo demasiado. Lo hicimos prácticamente en silencio a pesar de que Hope ni siquiera estaba ese día con nosotros porque mi madre había querido llevarla al parque.

Agotado, apoyé la cabeza en la almohada. Soojin dejó la suya sobre mi pecho desnudo rodeándome con sus brazos. La vi sonreír en cuanto nuestras miradas se cruzaron y no tardó en acurrucarse más cuando le devolví el mismo gesto. ¿Para qué mentir? En realidad la había echado mucho de menos ese día.

—¿Qué tal el día de hoy, cielo? —Preguntó, acariciando mi costado mientras me miraba con curiosidad. Parecía feliz ese día.

Aunque realmente, parecía muy feliz últimamente, nada que ver con su tristeza anterior hasta que empezó las clases. Y sabía que no había sido mala idea decirle que empezara la universidad por fin.

—Pues la verdad es que estoy agotado. Me he pasado todo el día repleto de estrés porque tuvimos dos cumpleaños seguidos en la bolera —le expliqué y ella sonrió de lado.

—Uh, parece que te he ayudado con eso —bromeó y ambos reímos. Asentí con timidez—. Se te ve carita de cansado...

—Lo estoy pero, si no hubiera querido hacerlo, te lo hubiera dicho. —Sonrió con timidez y asintió—. ¿Y tú?

—Bien, he aprobado todos los exámenes así que por eso quería celebrarlo a lo grande contigo. —Abrí los ojos impresionado y ella se levantó un poco, quedándose recostada casi sobre mí.

—¿En serio?

—En serio. —Asintió emocionada y no dudé en abrazarla mientras reía porque estaba muy orgulloso de ella. Nos miramos a los ojos y sentí alivio.

Alivio de verla tan feliz.

Pero a la vez sentí, un atisbo de envidia que tuve que intentar controlar porque, verla tan feliz me hizo ansiar lo mismo.

—Ya entiendo entonces porqué esa determinación —bromeé y ella rió—. ¿Entonces?

—Pues ahora tengo unas semanitas de vacaciones antes del siguiente semestre, ¿no es maravilloso? Quizás podríamos organizarnos para salir juntos y hacer cosas los tres. —Sonreí antes de asentir y ella se apoyó de nuevo sobre mi pecho. Ella también sonreía.

Nos quedamos en silencio por unos instantes, hasta que volví a hablar.

—Oye Soojin, entonces, si te va tan bien.... —Su mirada me hizo ponerme de los nervios por lo que estaba a punto de decir.

—¿Qué pasa?

Aparté la mirada antes de negar con la cabeza.

—Da igual —le resté importancia. No tenía sentido sacar eso en ese momento.

No podía dejarme llevar por mis pensamientos egoístas cuando estaba tan feliz por haber aprobado todo, no podía darle eso a Soojin.

—No, cielo, se ve que es algo que te preocupa, no da igual... —Comentó pero no la miré. Ella acunó mi rostro con sus manos, obligándome a mirarla—... Cuéntamelo, Hoseok.

Respiré hondo antes de armarme de valor para decírselo.

En realidad, sí, vale, no era justo que viniera con eso en ese instante pero, era cómo me sentía y creía que debía de hacérselo saber.

—Que quizás podríamos ir buscando la manera para yo poder empezar la universidad pronto también.

Se hizo un silencio sepulcral que me asustó. La observé con detenimiento y ella a mí también. No supe qué había en la mirada de Soojin, si enfado, comprensión,... Pero el corazón me iba a mil y sentía que en el fondo no debía de haber sacado esa conversación.

—Hoseok yo...

—Lo sé, no es justo, acabas de terminar el primer cuatrimestre y ya estoy agobiándote con esto. Es solo que, te veo tan feliz que no puedo evitar querer lo mismo. —Soojin juntó los labios y sentí una pequeña preocupación en su expresión. Besó los míos antes de apoyar su cabeza en el hueco de mi cuello.

—No sé si ahora mismo es el momento cariño pero, haremos lo posible para que los dos podamos ser felices y cumplir nuestros sueños. —Sonreí y asentí, acariciando su espalda.

Sintiéndome un poco más tranquilo de habérselo dicho.

—¡Estás a punto de acabar el primer año de Universidad y aún no me has dicho qué cojones vamos a hacer! En nada empiezan las inscripciones para el examen de ingreso y necesito saberlo si quiero entrar el próximo año.

Soojin me observó con detenimiento después de cerrar la nevera con una botella de agua en mano. Su pasividad me tenía de los nervios y juraría que ya me sería imposible controlarme. Sí, quizás no había sido buena idea sacar el tema ese día teniendo en cuenta que apenas había dormido por el estrés del trabajo, sumado a que esa semana Hope estaba aprendiendo algunas frases en inglés y era incapaz de ayudarla.

—Hoseok, ¡no lo sé! ¡No sé qué decirte! —Exclamó, pareciendo bastante agobiada. Había estado completamente centrada en sus entregas y tampoco parecía el mejor día para ella.

Para ninguno de los dos.

Se suponía que no debíamos de estar empezando una discusión con lo mal que estábamos psicológicamente esa semana pero tampoco parecía que ninguno de los dos quería parar. No íbamos a entendernos, ni tampoco lo haríamos a partir de ahí.

—¿Cómo no sabes, joder? Yo dejé todo para que tú pudieras ser feliz, dios llevo meses de mierda sin poder hacer nada más que cuidar de Hope y trabajar.

—Yo he estado todo este tiempo estudiando Hoseok, no yéndome de fiesta.

—Lo sé.

—No parece que sea lo que insinuas —añadió, cruzándose de brazos—. No es tan fácil, no sé si podré llevar el trabajo con mis estudios, si podremos coordinarnos para cuidar a Hope... Tendrías que dejar uno de los dos trabajos, ¿y si no llegamos a fin de mes?

—Lo haremos si trabajamos los dos...

—No lo sé, me cuesta ver que todo salga bien. ¿Y si tenemos que dejar después la universidad ambos? ¿Vamos a tirar todo el dinero de la matrícula?

—¿No es más fácil decirme que no quieres que estudie, Soojin?

—¡Claro que quiero que lo hagas! —Exclamó, agobiada—. Es solo que no quiero que compliquemos más la situación. Apenas podemos respirar aliviados con lo que ganas tú, ¿qué te hace pensar que podremos hacerlo si no solo trabajamos, sino estudiamos y cuidamos de Hope? Es demasiado para nosotros solos.

—Hope se pasa la mayoría del tiempo en la guardería...

—La guardería no va a educar a nuestra hija. Tenemos que estar centrados en esto, no somos dos chicos normales de diecinueve años.

—Te equivocas.

—¿Qué? —Preguntó confundida.

—Que te equivocas.

—¿Por qué?

—Porque tú sí que eres una chica normal de diecinueve años. —Me miró con detenimiento—. Vas a la universidad, a veces sales con tus amigas, solo te encargas de Hope por las tardes, pronto cumplirás tus sueños,... Yo me paso todo el día trabajando de camarero en una bolera, a veces, en el bar de al lado viendo como todos se lo pasan increíble sin tener preocupaciones, y cuido de Hope por las tardes y cuando tienes que estudiar.

Ella se quedó en silencio, mirándome.

—¿Para qué me das algo que quieres arrebatarme? ¿Sabes que antes era yo la que cuidaba a Hope todo el día mientras tú trabajabas? No salía de aquí, me aburría cada momento que ella estaba durmiendo, sentía que mi vida estaba paralizada, joder Hoseok incluso la psicóloga me dijo que estaba al borde de tener depresión y tú me ayudaste a salir de ella diciéndome que quizás debería empezar en la Universidad. ¿Por qué ahora quieres quitarme lo que me da la vida?

—No te lo estoy quitando Soojin, no me hagas sentir mal. Yo quiero lo mismo que tú, también quiero salir de aquí, ser un chico normal,... Me agobia ver que eso es imposible, que cada día que pasa tengo más envidia de ti.

Ambos nos miramos en silencio.

—No vas a hacerlo, ¿verdad?

—Hoseok ahora mismo es imposible, ¿por qué no lo entiendes?

—No seas tan egoísta, Soojin, ¡no nos va a faltar de nada ni a mí, ni a ti, ni a Hope si trabajamos los dos! ¿Es que no quieres verme feliz?

—¡No seas tú el egoísta! ¿Cómo puedes decirme algo así? ¡Claro que quiero verte feliz! Pero esto es imposible.

Y en realidad, no sé cómo no pude darme cuenta de que tenía razón.





Soojin

—Sabía que te iba a quedar súper bien —indicó Taehyung, después de dejar sobre mi cabeza una de esas boinas que a él tanto le gustaban y que siempre le compraba a los demás como regalo. Sonreí de lado antes de responder.

—Muchas gracias, Tae, la usaré mucho. —Él mostró una de esas enormes sonrisas cuadradas.

—Tengo que irme, espero que otro día podamos quedar los tres y hablar mejor. —Asentí antes de que me envolviera con sus brazos, haciéndome parecer increíblemente pequeña entre ellos. Cerré los ojos por esos pequeños segundos hasta que nuestras miradas se encontraron.

Le dio un corto beso a Jimin sobre sus labios y poco después se marchó, dejándonos solos. Jimin me dedicó una enorme sonrisa antes de obligarme a meter mi brazo por el hueco del suyo. Sonreí sin poder evitarlo, sintiéndome reconfortada ante el calor de su cuerpo que contrarresta al enorme frío que hacía en ese mes de diciembre.

—Conozco un sitio cerca del parque donde venden bollitos y chocolate caliente, ¿te apetece?

—No puede haber mejor plan con este frío. —Ensanchó su sonrisa antes de tirar de mí por esa avenida repleta de gente que paseaba por las calles del centro de Gwangju.

Jimin no tardó en hablar como siempre hacía, primero empezando por sus clases, por sus profesores amargados, por algunas anécdotas que había compartido con Taehyung ahora que por fin vivían juntos, entre otras cosas. Yo le escuchaba sin aportar demasiado. No es que no quisiera interrumpirle o hablar con él, simplemente sentía que, aunque tenía muchas ganas de pasar el rato juntos, no estaba demasiado animada ese día y prefería escucharle para pensar en cualquier otra cosa que hablarle de mí.

—Una bolsa de churros y dos chocolates calientes —pidió Jimin en aquel hogareño puestito que se encontraba en el parque sobre esas fechas. Ya estaba decorado con motivos navideños y, también, tenía repostería de la época como las famosas galletas de jengibre.

—Una bolsita de galletas de jengibre también. —Jimin me miró con curiosidad y yo me encogí de hombros—. A Hope le encantan. —Sonrió después de eso, asintiendo.

Esperamos unos minutos por el pedido y cuando menos nos dimos cuenta, estábamos en un banquito cerca de un río, ambos compartiendo un rato después de unas semanas que no nos veíamos por motivos de clase. Jimin parecía bastante emocionado mandándole fotos a Taehyung de nosotros y lo que habíamos comprado. Yo simplemente me limité a sonreír viéndole, sintiendo algo de envidia al comprobar que no tenía ni un solo mensaje de Hoseok y sintiendo que no sabía si debía de compartirle lo que estaba haciendo de la misma manera que Jimin lo hizo con Taehyung. Abrí la tapa del chocolate y lo probé.

—¿Qué tal está?

—Buenísimo —indiqué sinceramente. Porque no era mentira, para ser de un puestito de la calle donde tenían menos espacio y menos productos, estaba realmente bueno—. ¿Cómo lo descubriste?

—Vine el otro día con Tae después de clase y probamos a ver qué tal —respondió con sinceridad, sacándome una sonrisa—. ¿Y tú qué tal con tus clases? No me has contado nada, ¿eh?

—Siempre te das cuenta de todo. —Rió y yo sonreí, mirando al frente. Era imposible que él no se diera cuenta de que apenas no había hablado cuando era tan observador—. Aún me estoy acostumbrando a todo, ya sabes, son prácticamente dos años sin tocar un libro, y a eso hay que añadirle lo difícil que es concentrarse teniendo a una pequeña que requiere de toda tu atención pero... Estoy bastante feliz, hacía tiempo que no me sentía tan llena —admití. Nuestras miradas se encontraron, mostrándome los brillantes ojos de Jimin, quien parecía feliz por mí.

—Seguro que en nada te acostumbras, tú eres una persona bastante responsable e inteligente y con todo lo que has pasado, una carrera universitaria es pan comido —bromeó, haciéndome soltar una carcajada—. ¿Y Hoseok? Hace unos días que no hablamos mucho, pensé que estaría ocupado con el trabajo y eso.

Me quedé estática y aparté la mirada en cuanto Jimin notó que me sucedía algo. Jugueteé con mis dedos en el vaso, poniéndome algo nerviosa ante su pregunta.

—¿Pasa algo con él? —Preguntó después de unos minutos en silencio. Bebí chocolate para darme tiempo en meditar la respuesta pero...

No sabía qué decir.

Hacía meses que no estábamos muy bien. Las peleas habían incrementado y la imposibilidad de entendernos, también. ¿Cómo habíamos llegado a acabar de esa manera? Aún no lo entendía pero no había manera de que acabara y no sabía qué más hacer para que esa pesadilla tan horrible terminara de una vez.

—Soojin, puedes confiar en mí.

—Lo sé es solo que es... Difícil, Jimin, muy difícil, no sé si lo entenderías.

—Da igual si no lo entiendo, Soojin, es tu vida, no puedo juzgarte pero si puedo ayudarte, quiero hacerlo, quizás necesitas a alguien que te escuche. —Y en eso no mentía. Es cierto que las chicas estaban al tanto de todo pero, hacía días que no podíamos coincidir y yo no dejaba de sentirme horrible a medida que pasaba el tiempo y las peleas incrementaban.

Jimin dejó nuestros chocolates sobre el banco, a un lado y se acercó a mí para tomarme de la mano.

—Desahógate conmigo —pidió. Miré nuestras manos entrelazadas y respiré hondo.

No podía dejarle ahora sin saberlo.

—Hoseok quiere empezar la universidad —empecé a explicar— y yo no me lo tomé demasiado bien.

—¿Por qué? ¿Es por el dinero?

—No es solo eso, es Hope, los horarios de las clases, el trabajo,... Son muchas cosas, no podemos estar los dos a la vez, al menos no ahora.

—¿Y no lo hablaste con él?

—Claro que lo hablamos. Antes de que yo decidiera empezar quedamos en que primero lo haría yo y que cuando me acostumbrara a los horarios, me buscaría un trabajo para poder tener los dos un sueldo y que él pudiera empezar lo antes posible con la universidad también.

—¿Y entonces? No lo entiendo. —Me encogí de hombros.

—Yo tampoco —admití.

Jimin se irguió, soltando apenas el agarre, como si estuviera intentando procesar todo lo que le contaba.

—Como no lo entendía, empezamos a discutir. Es raro porque nosotros nunca discutimos, y si lo hacemos, solemos solucionarlo súper rápido, no dura más de un día pero, esta vez, llevamos meses haciéndolo. Ya ni siquiera sé qué hacer y estoy verdaderamente preocupada con la situación...

—Normal, si lo hablaste con él, no tiene sentido que de repente todo haya cambiado. Entiendo perfectamente que te hayas molestado.

—No es solo por eso, obviamente quiero que él haga la carrera, sé lo mucho que quiere ser biólogo, yo más que nadie lo sé —expliqué, sintiendo un gran nudo en la garganta—. Pero me hace sentir mal ver que es incapaz de darse cuenta de que yo, desde que tuvimos a Hope, llevo encerrada en casa, dedicando cada segundo, minuto, hora, día, mes, año de mi vida en ella. Y sé que es mi responsabilidad y no me quejo, nunca la culparía porque es mi deber y obligación como madre cuidarla. La quiero, la quiero más que a mi vida pero, ¿sabes lo agotador que es verte encerrada viendo lo joven que eres y que tu vida se resuma a eso? ¿A cuidar de mi hija? Sé que fue mi error pero...

—Soojin, tienes toda la razón del mundo para sentirte así, obviamente Hoseok se sentirá igual pero él por lo menos ha estado trabajando todo este tiempo y aunque también está cansado, tenía algo de tiempo para despejarse un poco de la situación.

Me quedé unos segundos callada hasta que él volvió a hablar.

—¿Y no hay manera de hacérselo ver? —Negué con la cabeza.

—Dice que ambos tenemos derecho a estudiar. Y sí, eso es así, está claro, yo no se lo estoy prohibiendo, solo le estoy pidiendo que espere un poco por mí... Me hace sentir una persona horrible que está pidiendo una locura, Jimin. Y está sacando lo peor de mí, me está haciendo llegar al punto de que no puedo evitar responderle fatal, tratarle de la peor manera posible... Es como si de pronto me hubiera convertido en esa gente del instituto que tan mal le caía y que tan mal él trataba.

—Claro, tiene que llegar un momento que luchar tanto canse, hasta el punto de que ya ni siquiera puedes controlar lo que dices. —Asentí. Jimin acarició mi mano—. Ustedes dos siempre se entienden, estoy seguro de que todo se solucionará, Soojin...

—Jimin, llevamos así desde mayo y es diciembre, yo no estoy tan segura de eso.

Permanecimos de nuevo callados hasta que se me vino un pensamiento en la cabeza que provocó que mi vista se nublara.

—Y el otro día... —Pero no pude seguir hablando. Ni siquiera sabía por qué iba a contarle a Jimin expresamente eso.

Pero necesitaba sacarlo de mí.

Agaché la cabeza, sintiendo las lágrimas recorrerme las mejillas y Jimin posó su mano sobre mi espalda, acariciándola con suavidad.

—Soojin no pasa nada, no tienes por qué seguir hablando, no quiero que llores... —Tragué con dificultad mientras aguantaba los sollozos porque me sentía una idiota llorando en mitad de aquel parque tan transitado.

Pero es que simplemente, no podía evitar hacerlo.

Lloré como esa semana en la que me había acostado con Hoseok después de un tiempo sin hacerlo y no como motivo de solucionar nuestros problemas a través del sexo, sino por primera vez en mucho tiempo, porque parecíamos tener un buen día. Y hasta ahí bien, sentí esperanza en ese instante, pensé que quizás todo se acabaría pronto y que después de la pataleta nos entenderíamos. Pero no fue así, a cambio, recibí uno de los mayores palos de mi vida.

Recibí la sensación de no sentir nada, de que a pesar de lo unidos que estábamos, estábamos más separados que nunca. Entre sus brazos, conectando nuestros cuerpos, lloré en silencio pensando en que jamás me había sentido tan rota, pensando en que jamás tendría la sensación de no sentir nada mientras lo hacíamos, en ese momento donde nuestro amor más puro siempre me hacía sentir tan enamorada pero en realidad me hizo sentir tan vacía en ese instante.

Y me asusté de pensar en que por culpa de todo, estaba empezando a dejar de sentir cosas por Hoseok.

—Soojin... —Esbozó Jimin preocupado, acariciándome el pelo. Sorbí la nariz, limpiándome las mejillas antes de hablar.

Le miré y sentí aún más ganas de llorar al verlo tan confundido.

—A veces siento que como si por culpa de todo esto, estuviera dejando de sentir cosas por él.

Nos observamos por unos segundos antes de que él me abrazara con fuerza. Me salieron algunas lágrimas más entre sus brazos, mientras me sentía horriblemente mal.

—No sé qué hacer, no sé qué está pasando, nos estamos perdiendo y tengo miedo, muchísimo miedo,... —Jimin acarició mi espalda y plantó un beso en mi cabeza, aportándome tranquilidad. Debía de admitir que su presencia estaba consiguiendo exactamente eso.

Tranquilidad entre tanta tormenta.

Después de abrazarme por unos minutos, me miró, sonriendo con calidez antes de limpiar mi rostro con sus pulgares. Consiguió hacerme sonreír apenas, aunque ni siquiera tenía fuerza para hacerlo.

Pero en cierto modo, esa era su magia, conseguir que los sentimientos horribles se desvanecieran con su tranquilidad y calidez.

—Soojin, sé que probablemente no quieras escuchar esto pero, quizás lo mejor es que ambos se den un tiempo. —Abrí los ojos sorprendida y él frunció los labios—. Toda esta situación era muy grande para los dos y realmente estoy orgulloso de ver que han pasado cuatro años desde que nació Hope y que esté tan feliz, tan sana, que ustedes hayan sabido complementarse, poder con todo,... Pero era más que obvio que ambos necesitaban mucha resistencia para poder mantenerse y siento que ninguno de los dos están bien, que aguantar tanto les ha roto. Tú no puedes tirar de Hoseok más, ni él de ti y estar por estar no creo que sea lo adecuado teniendo a Hope en medio y tú, lo sabes más que nadie, cariño.

—Ya... Por quién más estoy preocupada es por ella, no quiero que pase las peleas que pasé pero Jimin, no es tan fácil, ¿quién soy yo sin Hoseok? Él es mi todo, solo de pensar que no le puedo tener me agobia, me causa un miedo increíble —aseguré, llevándome una mano al pecho al sentirme a punto de desfallecer. Jimin volvió a acariciarme la espalda.

—Es normal que tengas miedo, yo en tu lugar, pensando en dejar a Taehyung también me aterra. No perdería solo a mi novio, sino a mi mejor amigo, a la persona que más me comprende en el mundo, incluso, podría perder a los demás porque compartimos el mismo grupo de amigos. Es obvio que da miedo Soojin, lo da, eso no podemos negarlo. —Me obligó a mirarle, sonriendo con suavidad en busca de tranquilizarme. Acunó mis mejillas—. Pero mírate, no puedes seguir así por mucho miedo que te dé. Además siento que si paras ahora aún quedará la posibilidad de poder retomar una relación buena con Hoseok pero si siguen, todo lo bueno se esfumará y solo quedarán cenizas.

Y tenía razón, mucha razón.

—Sé que para ti Hoseok es todo, estuvo contigo cuando peor estabas, te hizo compañía, te apoyó, nunca te abandonó, te dio una familia, unos amigos,... Pero estás a tiempo de no perderle a él y créeme, lo demás no lo vas a perder, yo por mi parte nunca te dejaría y sé que los demás tampoco, y la familia de Hoseok te quiere como a una más. Las cosas cambiarán eso es obvio, pero estás a tiempo de que no se desmorone del todo.

Me limpié las lágrimas con cuidado en cuanto él me apretó los hombros. Me quedé callada procesando sus palabras, pensando en que tenía razón en que no podíamos seguir así, en que quizás alejarnos nos serviría para reflexionar y cambiar,...

Aunque fuera doloroso porque a pesar de que empezaba a sentir que mi amor por él estaba cambiando, seguía queriéndolo, seguía estando en deuda por todo lo que había hecho por mí. Y eso jamás cambiaría, yo nunca dejaría de quererle a pesar de todo.

Pero parecía que no le quería de la misma manera.

—No tienes que decidirlo ahora, ni por supuesto tienes que hacerlo porque yo te lo haya dicho, es tu decisión y quizás no sé, consigues hacerle entrar en razón. Pero no dudes buscar por tu propio bienestar Soojin, aunque quiero mucho a Hoseok. Es más, creo que ambos deben de pensar y asumir de una vez por todas que ustedes son distintos a los demás, que tienen otra vida completamente diferente, y eso no quiere decir que sea malo, ni tampoco bueno es simplemente diferente, ¿vale? —Asentí y él me besó la cabeza, abrazándome—. No quiero que sufras más Soojin, ni tú ni Hoseok, ya es suficiente, aunque tenga que obligarles a romper algo que yo mismo formé. —Solté una carcajada. Me envolví en sus brazos con fuerza.

Después de un rato, me limpié bien la cara y él me tendió el chocolate que aún se mantenía caliente a pesar de la charla.

—¿Mejor? —Asentí.

—Gracias.

—No las des, soy tu amigo y para eso estoy. —Sonrió abiertamente, brindándome un churro de los que habíamos comprado—. Yo también soy diferente a los demás, quiero a alguien que supuestamente no debería de querer según la sociedad, ustedes, empezaron quizás por el final de lo que haría cualquier pareja normal... Creo que nada es malo, simplemente, todos somos diferentes y vivimos la vida de una manera diferente. —Sonreí pensando en lo mucho que había madurado con el paso de los años—. Quiero verles felices aún si implica que dejen todo atrás.

Terminamos hablando de otras cosas triviales en las que participé más que al principio puesto que me sentía un poco mejor después de descargar mis emociones. Pasamos unas horas más juntos mirando un montón de tiendas de la zona hasta que Jimin me acompañó a nuestro piso.

—Gracias por la tarde, lo he pasado muy bien. —Jimin sonrió después de abrazarme.

—Igualmente, ojalá Tae pueda venir la próxima vez. —Esbozó un puchero que me hizo sonreír—. Si necesitas lo que sea, háblame. —Asentí, agradecida. Poco después se dio la vuelta despidiéndose con la mano y caminando hasta su piso que estaba solo a unas calles.

Abrí la puerta poniendo el código, suspirando antes de hacerlo al sentir esos nervios repentinos de afrontar la situación con Hoseok y no saber lo que me depararía ese día, ¿pelearíamos? ¿O simplemente haríamos como si nada?

—Ya estoy de vuelta —anuncié casi en un murmuro. Me quité el abrigo y los zapatos y poco después entré, encontrándome a Hoseok en la cocina, lavando los platos.

—¿Volviste? —Asentí al encontrarme con su mirada sorprendiéndome de que me dirigiera una palabra. No sabía si acercarme a saludarle o no, así que simplemente me quedé ahí, en el marco de la puerta, estática.

¿En qué momento se había vuelto nuestra relación tan fría? Estaba segura que en otras circunstancias me hubiera lanzado a abrazarle, acabando mojada por el agua de los platos mientras nos reíamos entre besos.

Y solo de pensarlo, sentí tanta nostalgia que tuve que agitar la cabeza.

—¿Y Hope?

—Se ha quedado dormida mientras jugábamos a las casitas —dijo, sonriendo de lado. Imité su gesto siempre se dormía en momentos como ese, metiéndose demasiado en el papel del juego—. Pero ya había cenado y se había duchado así que, no pasa nada. —Asentí ante sus palabras. Cerró el grifo y se secó las manos, mirándome.

Permanecimos estáticos de esa manera por unos minutos hasta que él apartó la mirada para colgar el paño que había utilizado para secarse las manos en el gancho.

—¿Tú qué tal con Jimin?

—Bien, está súper emocionado con el piso nuevo —comenté sin poder evitar sonreír—. Me pidió que te dijera que le llamaras para hablar y que pudiéramos ir pronto a verlo con Hope, que tienen ganas de verla también. —Sonrió antes de asentir.

—Lo haré, hace unos días que no tengo tiempo para nada, ya sabes. —Asentí, no entrando en detalles puesto que no quería montar ninguna discusión por una palabra mal dicha. Tenía que ir con pies de plomo para que eso no sucediera—. ¿Y esa boina la llevabas antes? —Preguntó con curiosidad. Yo la toqué, apartándola de mi cabeza para mirarla.

—Me la dio Tae —respondí.

—Llevaba su nombre escrito —bromeó y asentí. Salí un momento para colgarla en el sitio de los abrigos y volví—. ¿Quieres cenar? —Negué con la cabeza.

—Estoy repleta. —Y no mentía, Jimin y yo nos habíamos pasado con los churros—. ¿Tú ya cenaste? —Asintió. Lo supuse pero pensé que era buena idea preguntarle para tener una conversación.

Y me sorprendía todas las palabras que habíamos dicho sin discutir como idiotas.

Nos quedamos en silencio hasta que él volvió a hablar.

—Tengo que contarte algo —me informó—, ¿ahora tienes tiempo?

—Sí, claro, ¿es importante? —Asintió y me asusté. Se sentó en la silla de la cocina y yo le acompañé, ambos bastante cerca.

Pero a la vez tan lejos.

—La cuidadora de la guardería ha hablado conmigo sobre Hope. —El corazón se me aceleró con rapidez. Pensé que quizás iba a hablarme sobre nosotros pero que sacara a nuestra hija, me había asustado—. Me comentó que parece tener problemas para leer y escribir, supuestamente, desde el principio pero, le dejaron margen porque quizás tenía mayor dificultad que los demás. Cree que deberíamos de hacerle unas pruebas para descartar que sea algo mayor como un problema cognitivo, un trastorno, o algo por el estilo.

Abrí los ojos y mis manos empezaron a temblar. Sentí que la expresión de Hoseok cambió a una de preocupación y, en ese momento, entendí su charla tranquila. Me estaba preparando para darme una mala noticia.

—He hablado con mi madre y ha conseguido una cita para Hope esta misma semana con una psicóloga infantil, el viernes. Pero Soojin, no te preocupes antes de nada, esto es solo para curarnos en salud, puede ser que Hope solo tenga un poco de dificultad respecto a los demás... —Pero no pudo terminar de hablar porque me levanté, sintiendo las lágrimas recorrer mis mejillas.

¿Por qué nada podía ir bien? ¿Por qué ni siquiera podíamos estar tranquilos respecto a Hope?

—Soojin, ¿estás bien? —Preguntó, levantándose y siguiéndome hasta la encimera donde me había apoyado, dándole la espalda. Sentí su mano en ella, observándome de cerca.

Pero ni siquiera sentía su calidez, solo mi propia ansiedad aproximándose.

—Ya te dije que no tienes que preocuparte, quizás no tiene nada, es solo para asegurarnos...

—¿Cómo quieres que no me preocupe, Hoseok? Es mi hija, quiero que esté bien.

—También es la mía y me preocupo pero intento mantener la calma. No tienes necesidad de ponerte en lo peor cuando no sabemos qué puede ser, ¿vale? Eso es lo que quiero que veas. Yo tampoco quiero que le pase nada. —Lloré sin poder evitarlo y, por primera vez en mucho tiempo, me abrazó, dándome uno de esos abrazos que siempre conseguían reconfortarme cuando peor estaba.

Me aferré a él, sin poder evitar llorar, terriblemente asustada porque era aún una niña inmadura que no sabía procesar ciertas cosas, que tenía miedo a fracasar, a equivocarse y hacerle daño a su hija.

—Pase lo que pase, nunca te dejaría sola en esto Soojin, lo sabes. Da igual lo que pase entre nosotros, yo siempre estaré a tu lado. Y te entiendo, entiendo lo que sientes porque no pude evitar pensar que era injusto que Hope pudiera tener algo, no solo por ella sino por nosotros que nos hemos desvivido para que fuera feliz y estuviera sana. Pero, ¿sabes? A veces las cosas te tocan y por desgracia no podemos evitar que nos toquen, debemos ser fuertes por ella.

Y tenía razón, tanta, que solamente me dejé enredar por sus brazos y no hablé hasta que me limpió las lágrimas que aún surcaban mis mejillas.

—Podremos con esto, como hemos podido con todo. Y si tú no puedes, podrás, yo te ayudaré.

Besó mi cabeza y volvió a abrazarme en aquella cocina.

Ambos inocentes de lo que se nos venía encima.





Después de varias pruebas de diagnóstico, se llegó a la conclusión de que Hope tenía dislexia. Y aunque era consciente de lo que suponía esa dificultad, realmente, me di cuenta de que era bastante distinta a lo que tenía en mente. Aún así, aún sabiendo que era lo mejor que podía tener dentro de lo malo, se me vino el mundo encima desde que la psicóloga nos lo dijo, y tuvo que darme papel para poder limpiarme las lágrimas de idiota que siempre me salían ante situaciones difíciles porque en ese momento era incapaz de afrontar las cosas de otra manera que llorando.

Ese día de la noticia, fue bastante difícil poder estar bien. La madre de Hoseok se hizo cargo de Hope mientras nosotros procesábamos la situación. Estuvimos en silencio durante todo el trayecto y, cuando llegamos a nuestro piso, cada uno se fue por su lado, preparándonos para irnos a dormir. Ese día no quise probar bocado, ni tampoco fui capaz de meterme en la ducha, simplemente, me puse el pijama para meterme en la cama y zanjar ese duro día que habíamos pasado. Él simplemente, se comió algo de fruta e imitó mis pasos.

Quizás la situación desde fuera podía verse exagerada pero para nosotros, fue un antes y un después. Yo quería felicidad para Hope, que creciera como las demás niñas, sana, sin problemas e imaginé que ya con cuatro años, eso no cambiaría por lo que la noticia me había tomado desprevenida. Y porque al final era mi hija, porque sabía cómo trataba la gente a las personas disléxicas, lo que sufrían, lo difícil que era adaptarse en ciertas situaciones,... Me dolía mucho pensar que podrían hacerle daño.

Hoseok suspiró antes de tirarse a la cama, dejando su brazo sobre sus ojos.

—Pff... —Soltó sin más, provocando que pusiera toda mi atención en él. Me recogí el pelo antes de que me mirara—. ¿Quieres ver algo para despejarnos? Yo siento que me va a explotar la cabeza —admitió y yo negué con la cabeza, tomando asiento en la cama.

—Solo me apetece dormir —zanjé. Él me miró con detenimiento entrar en la cama y siguió mis pasos.

Momentos después de apagar la luz, sentí que no paraba de moverse, como si no pudiera conciliar el sueño. Era un hábito muy típico de él cuando estaba inquieto. Intenté relajarme a pesar de todo, no pensar en nada, conseguir dormirme para callar mi cerebro pero,... No podía.

—Soojin, ¿estás despierta? —Murmuró, detrás de mí. Suspiré antes de girarme, quedando ambos cara a cara.

—¿Qué pasa, cielo? —Me sorprendí a mí misma soltando ese apelativo cariñoso que hacía tiempo que no usaba con él. Incluso en la penumbra, él también parecía sorprendido.

Pero me había salido solo, ya casi por costumbre.

—No puedo dormir, ¿y tú?

—Tampoco.

Parecía que había sido la palabra clave para que él encendiera la pequeña lucecita a su lado y yo le imité, ambos mirándonos de cerca.

—¿Por qué no puedes dormir? —Pregunté con suavidad y él se encogió de hombros.

—No dejo de pensar en Hope, en cómo se tomará todo esto, en cómo nos afectará a nosotros, en el futuro,... Sé que te pedí que no te preocuparas pero, yo verdaderamente lo estoy aunque quiera convencerme de que no, de que lo conseguiremos. Somos unos niños.

Y sí que lo éramos.

—¿Y tú?

—Por lo mismo —admití, mirándonos a los ojos—. Porque todo esto es demasiado que procesar, demasiado que asumir. Sí, es dislexia, sí, quizás es una bobería para otros padres que afrontan cosas peores pero... Solo quería que ella fuera feliz, que nosotros también pudiéramos serlo.

Me escuchó, observándome con detenimiento después de mucho tiempo que no parecía hacerlo.

—Y estoy cansada de todo, de las trabas de la vida, de intentar levantarme y ver que es imposible, de que ni siquiera puedo estar tranquila con Hope, ¿tan mal nos hemos portado que merecemos este castigo? —Él me observó con tristeza en su mirada—. No dejo de pensar incluso en que ojalá ella pudiera tener otros padres mejores que cuidaran de ella y le dieran lo que necesita porque me veo incapaz de dárselo siendo tan joven, sintiéndome tan insegura,...

Negó con la cabeza.

—Soojin, no seas tan dura, no hay un manual sobre cómo ser los padres perfectos, cualquiera en esta situación se preocuparía, es normal.

—Yo solo quiero estar bien, Hoseok, yo solo pido un poco de calma, que acabe esta tormenta que nunca parece terminar, es lo único que quiero —dije, con un nudo en la garganta—. Quería hacerla feliz.

—Yo también lo quería y lo será.

—Pero, ¿y lo que dirá la gente? ¿Lo que sufrirá? ¿El daño que tendrá? ¿Y si se frustra porque es incapaz de llevar el ritmo de las clases? No creo que podamos evitar todo eso...

—No lo sé, no sé qué podremos hacer para evitarlo pero sí que sé que aún podemos hacerla feliz, lo hemos hecho hasta ahora. Y te entiendo porque me preocupa, porque yo me pregunto lo mismo, porque no quiero dañarla, porque quiero hacerla feliz,... Pero no te autocastigues más, por favor.

Sentí ganas de llorar al sentir sus brazos abrazándome bajo las sábanas.

—¿Cómo consigues siempre mantener la calma?

—Porque quería ser fuerte por ti y por Hope, aún cuando también estoy aterrado, porque confío en que después de todo lo que hemos pasado, lo superaremos aunque ahora lo vea imposible. —Me miró con ternura, revolviéndome por dentro después de un tiempo y volvió a abrazarme. Sonreí un poco.

Y sentí esperanza otra vez, como si en vez de separarnos, esa situación nos uniría.

Permanecimos así por unos instantes hasta que volví a hablar.

—Te quiero Hoseok —dije sin pensarlo, sintiendo ganas de decírselo después de un tiempo que no lo hacía— y te querré siempre, pase lo que pase, siempre tendrás un hueco en mí.

Sonrió cuando nos miramos y asintió.

—Yo también te quiero Soojin, y te querré siempre, pase lo que pase, siempre tendrás un hueco en mí.

Y por una vez en meses, compartimos un beso sincero, de esos dulces que dejaban con ganas de más, de los que te hacían recordar el amor que sentías a pesar del tiempo y las palabras mal dichas. Hoseok me abrazó después de eso y nos quedamos dormidos juntos, a pesar del temor y del dolor.

Aunque eso significara que aunque vimos esperanza, solo iba a ser una ilusión.





Hoseok

Quería tirarme de los pelos en ese instante mientras recorría la habitación que compartíamos con ansias. Estábamos discutiendo, algo que se había convertido en nuestra rutina habitual desde hacía meses. Soojin estaba sentada en la cama, mirándome con rabia e incomprensión después de haber sido la última en hablar y por suerte, Hope se encontraba en una de sus sesiones en el centro, recibiendo su intervención correspondiente para la dislexia a la que llevaba meses acudiendo.

Lo cierto es que, aunque daba pasos pequeños, debíamos de estar orgullosa de ella. Hope había entendido perfectamente que tenía una dificultad y, parecía estar dispuesta a solucionarla desde que descubrió que le encantaba leer, así que en poco tiempo, había mejorado bastante. Pero aún así, no era cien por cien aliviante.

A cada momento teníamos reuniones con la guardería, refuerzo con Hope por las tardes, sesiones de intervención, valoraciones de psicólogos, gastos por todos lados porque queríamos ayudarla lo máximo posible, dificultad en la guarde para ir al ritmo de los demás y... Al final del día, era agotador.8

Y yo me sentía vacío, completamente vacío.

No me llenaba nada trabajar en aquella bolera donde todo el mundo parecía tener una vida productiva o bastante social, tampoco me llenaba poner copas los sábados cuando me tocaba encargarme del bar del mismo dueño porque a veces me pedían refuerzo. Apenas tenía relación con mis amigos por todo y menos hablar de la familia. Pero sobre todo, con la peor que lo llevaba era con Soojin, parecía que con la dislexia de Hope, más que encontrarnos de nuevo, nos habíamos terminado de perder.

Me sentía perdido, roto y sin ganas de nada. Como cuando caminas por la vida sin ánimos, sin metas, sin ningún tipo de motivación más que la de ayudar a crecer a Hope. Porque sí, había llegado al punto de solo tener ganas de vivir para no abandonarla y ya, empezaba a preocuparme.

Necesitaba un aliciente, lo necesitaba con tantas ganas que no podía dejar de seguir insistiendo a Soojin sobre que quería empezar a estudiar por fin, aún sabiendo perfectamente que si antes se negaba, se negaría aún más. Pero es que sentía que era lo único que me haría levantar de rozar la depresión que estaba a punto de adquirir.

—Hoseok, sé que te dije que cuando empezara a trabajar podrías estudiar pero es que ahora con todo lo de Hope, todavía es más imposible si empiezas a estudiar, tendremos menos dinero y menos tiempo...

—Siempre hay alguna excusa para que yo no pueda estudiar. Por qué tú sí puedes, ¿eh? Porque en ese caso, tú también deberías dejarlo y deberíamos de centrarnos en darle a Hope lo que necesita —dije, bastante molesto. Soojin se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

—¿Pero tú eres el mismo Hoseok que me animó a estudiar? ¿Que me dijo que haría lo posible por permitirme por fin cumplir mis sueños? ¿En serio me estás pidiendo que deje la carrera a medias?

—Claro que soy el mismo joder, no quiero que lo dejes.

—¿Entonces por qué sigues insistiendo? ¿Por qué me das esa opción? Todo esto empeora aún más la situación que ya de por sí tenemos, ya está superando el límite.

—Porque no es justo, ¡¿es que no lo ves?! —Grité ya, bastante molesto—. Eres una egoísta de mierda que no me deja a mí cumplir mi puto sueño, joder. —Esbocé una mala mirada. Una de esas que ya no me preocupaba en esconder—. Estos jodidos meses he estado aguantando un palo detrás de otro. Desde que supimos lo de Hope no solo me he tenido que encargar de ella, sino de ti.

—Yo también me he encargado de ella y de ti, los dos lo hemos pasado fatal Hoseok. Se supone que somos una pareja, que nos queremos y eso es lo que hacen las parejas, cuidarse, ser el apoyo del otro —añadió, molesta—. Y no soy la única egoísta de mierda aquí, ¿te recuerdo la de veces que te pusiste a patalear como un niño pequeño porque querías estudiar y tenías envidia de mí? Ni Hope se ha puesto tan tonta como tú nunca.

—No la nombres, no uses a nuestra hija en esto.

—No la uso, estoy exponiendo un hecho. Es así, eres un inmaduro Hoseok, pensé que eras diferente. —Respiré hondo, intentando controlarme pero, no pude.

—¿Y tú sí? No eres más que otra de esas niñatas caprichosas que estudiaban con nosotros en el instituto.

Se hizo el silencio.

—Ha tenido que pasar todo esto para darme cuenta de que en realidad siempre has pensado que soy así, una niñata caprichosa, una carga para ti... —Murmuró, apartando la mirada. En ese momento me arrepentí de decir esas palabras que realmente no sentía pero fui incapaz de disculparme debido a mi jodido orgullo.

Orgullo que estaba seguro que terminaría por romper nuestra relación.

—Hoseok, la universidad es lo único que tengo para no derrumbarme, ¿no lo entiendes? Si lo dejo, volveré de nuevo a esa rutina en la que me sentía completamente vacía, donde solo cuidaba de Hope todo el día. —Lo dijo con los ojos brillantes y supe que estaba a punto de llorar. Aparté la mirada llevándome una de mis manos a la cara.

—Soojin, es lo mismo que quiero yo. No quiero quitarte la universidad, simplemente quiero lo mismo para mí, yo también estoy a punto de derrumbarme y siento que es lo único que me queda —zanjé, después de mirarla. Ella limpió sus mejillas antes de apartar la mirada.

Nos quedamos en silencio por unos instantes que parecieron años. Y no fue cómodo, fue todo lo contrario. Incluso fue doloroso ver que todo lo bonito que habíamos cultivado se estaba esfumando y no parecía haber una solución para nosotros, que parecía que por mucho que lo intentáramos, éramos incapaces de comprendernos.

—Lo sé pero, ¿qué podemos hacer? Ojalá pudiera dártelo Hoseok, pero no podemos permitirnos esto... No podemos —zanjó ella. Suspiré rascándome la cabeza.

—Todo este tiempo he hecho lo posible por hacerte feliz a ti y a Hope. Trabajé mientras estábamos en el instituto, trabajé mientras tú cuidabas de ella, trabajé cuando empezaste en la universidad mientras cuidaba de Hope a ratos cuando tú no podías encargarte de ella por tus tareas, y ahora trabajo doble muchas veces porque no quiero que nuestros padres nos ayuden, porque tenemos que llegar a final de mes. Siento que mi vida se resume a trabajar y trabajar solo para hacer feliz a los demás, ¿qué hay de mí, Soojin? Al final estoy aquí como siempre, dejándome como última opción y estoy cansado de esta mierda, de todo.

Nos miramos con mayor suavidad que antes, como si de pronto se hubiera atenuado el enfado y ambos pudiéramos escucharnos. Me senté a su lado, dejando algo de espacio entre nosotros y volví a revolverme el pelo con nerviosismo esperando a que ella respondiera.

—No me duele nada más en el mundo que sea así, que estemos sufriendo todo esto. Sé cómo te sientes, sé todo el esfuerzo que has hecho por nosotras y sé que necesitas estudiar tanto como lo necesité yo en ese momento porque te sientes perdido entre todo esto. Pero, me duele pensar que a pesar de todo creas que eres el único que ha dado todo de sí por salir adelante, yo también he hecho lo posible por hacerte feliz, a ti y a Hope, he estado estudiando mientras cuido de ella, estoy haciendo eso sumado al trabajo en la tienda de maquillaje, los dos hemos sufrido, los dos hemos hecho lo posible por sobrevivir. Y me duele muchísimo que no seas feliz ni siquiera cuando he intentado lo posible porque lo seas.

Vi sus manos temblar, yo apoyé las mías en el borde de la cama.

—Creo que ha llegado un punto en el que somos incapaces de entendernos, por mucho que lo intentemos.

Soojin me miró y noté algo de pena en su expresión. Respiré hondo apartando la mirada.

—Toda esta situación me ha superado más de lo que creía. Pensé que seríamos capaces de todo, que podríamos tirar el uno del otro a pesar de las dificultades pero empiezo a pensar que no es así. Ya no queremos lo mismo, Soojin, lo único que queremos hacer juntos, es ayudar a Hope. —Decir esas palabras, me dolió más de lo que creía y fue peor cuando al mirarla supe que estaba a punto de llorar. Y para qué mentir, yo también tenía la vista borrosa.

Estaba a punto de romper con el amor de mi vida, no iba a ser fácil.

—Me he dado cuenta de que estoy llegando a mi límite de lo que puedo soportar y siento que si no paramos ahora... Seré incapaz de separar lo bueno de lo malo.

—Hoseok... —Le hice un gesto para que se callara. Ella me obedeció, cerrando su boca.

—Te quiero Soojin, con toda mi alma, eres la mujer más importante de mi vida sin contar a Hope y a mi madre. —Nos miramos. Mi corazón se aceleró en ese momento mientras por un instante la vi, vi a esa pequeña Soojin de la que me enamoré.

Y vi lo tan distinta que era a la de ahora.

Los sentimientos se me mezclaron. Tenía en mi interior ese amor tan nuestro, los besos, las caricias, los abrazos, las palabras bonitas, la sensación de calidez y comodidad, el mirarnos y entendernos, el estar ahí siempre el uno para el otro,... Pero a la vez estaban las palabras mal dichas, las miradas cargadas de reproches, los días que éramos incapaces de escucharnos, las peleas, los gritos,... Y me sentí fatal de no saber ni siquiera qué era lo que sentía ya si amor o cariño por todo lo vivido juntos y, realmente, me costaba creer que hubiera una posibilidad de dejar de estar enamorado de ella.

—Pero ya no sé si te quiero igual que antes. —Sus ojos se abrieron de par en par y yo aparté la mirada porque era incapaz de decirlo viendo esa expresión de tristeza. Porque si la miraba, sería imposible para mí alejarme de ella.

—¿Y ese día que dijiste lo de que siempre me querrías es mentira? —Negué con la cabeza.

—Es verdad, Soojin, te lo acabo de decir, te quiero, te quiero muy profundo —dije con la voz entrecortada—. Pero te quiero por todo lo que fuimos juntos y lo que seremos siempre, por todos los recuerdos, por los días cargados de amor,... Y eso jamás cambiará. Solo es que, ya no sé si quiero seguir caminando lo que me queda de vida a tu lado, ya no sé si te quiero como a una novia o solo, como alguien al que querré siempre por ser tan importante para mí.

Ambos apartamos la mirada.

Soojin se quedó callada, mirando al frente.

—¿Tú de verdad sigues enamorada de mí? ¿Después de todo este año de mierda que hemos pasado?

—Claro que sí sigo enamorada de ti, Hoseok, ¿cómo puedes preguntarme algo así? —Preguntó dolida. Cuando nuestras miradas se encontraron, supe que quizás me había pasado—. Pero sí que es cierto que a veces, no sé qué siento porque no pareces la misma persona que hace un año. Eso no cambia que te siga queriendo, que siga enamorada de ti, porque el amor no se cura tan rápido y menos el que siento por ti.

En realidad sentí el impulso de abrazarla porque me sentía mal, porque sabía que ella estaba pasándolo mal. Pero me contuve.

—¿Tú ya no te sientes así? ¿No sigues enamorado de mí?

—No lo sé —dije, con total sinceridad. Me rompí al observar su triste mirada.

Soojin lloró en silencio, yo me contuve porque no sabía cómo reaccionar.

Pero supe que era momento de no seguir sufriendo, de dar un paso adelante.

—Quizás es momento de que tomemos una decisión.

—¿A qué te refieres?

—A que deberíamos de romper, Soojin.

No pudo seguir mirándome, ni yo a ella. Sentí mi corazón romperse en pedazos. Porque a pesar de ese año de mierda, no podía evitar pensar en que estaba completamente dolido de haber roto algo tan bonito como lo que tenía con ella sin realmente quererlo. Romperlo ambos incapaces de tomar las cosas con madurez, perdiéndonos, dejando de ser nosotros, haciéndonos daño,... Y aunque dolía, aunque jamás imaginé separarme de ella, sentía que era lo que debíamos hacer por Hope, por nosotros.

Aunque supiera que nunca me recuperaría de esa ruptura y sabiendo que jamás amaría a alguien tanto como lo había hecho con ella.

Pero en ese momento, no supe ver que yo era el culpable de toda esa situación. Que, ambos, éramos unos niños que no sabían jugar a ser adultos.

—O no sé, darnos un tiempo... —Añadí, incómodo ante su silencio, sus sollozos tranquilos sin mirarme. Quería abrazarla, quería recomponer todo lo que yo mismo había roto—. No podemos seguir así, Soojin. No puedo permitir que sigamos haciéndonos tanto daño. Te quiero, te quiero muchísimo, más que a mi vida. Y te quiero a ti y a Hope, las quiero muchísimo a las dos. Adoro la pequeña familia que tenemos, los tres. Pero esto no puede seguir así. No podemos —dije, sintiéndome fatal—. Creo que, lo mejor, aunque no quiera hacerlo, es separarnos. Soojin, tenemos que cortar esta relación antes de que nos destruyamos por completo.

—¿Estás dejándome? —Preguntó con la voz entrecortada.

—Sí, Soojin, te estoy dejando.

La observé antes de apartar la mirada. Ambos nos quedamos en silencio.

—Voy a buscar a Hope a la guardería, ¿vale?

Aún lloraba en silencio, sin responderme.

Aquí lo tienes Hoseok, lo que parece que has buscado durante un año.

Había dolor en su mirada y estaba seguro que en la mía también.

Porque aunque nos hubiéramos pasado, aunque hubieran peleas,... Es verdad que ambos nos seguíamos queriendo, seguíamos enamorados.

Salí dejándola allí, sola, sin rozarla aunque quería abrazarla con fuerza, limpiar las lágrimas que yo mismo había causado y me senté en las escaleras del rellano, permitiendo que las mías recorrieran mis mejillas mientras me sentía como la puta mierda, mientras empezaba ya a arrepentirme de todas mis acciones, de mi horrible comportamiento con la persona que me lo había dado absolutamente todo. Aunque, en realidad, me merecía ese dolor.

Me merecía ser el que sufriera.

/.../

Soojin

Los días se volvieron monótonos con el paso del tiempo. Me levantaba, iba a clase y trabajaba. Lo único que me llenaba los días de un poco de alegría, era la existencia de Hope, el volcar mi vida en ella, en compartir nuestra vida juntas. Pero, semanas como esas donde ella no estaba, el mundo se me venía encima.

Apenas hacía un año desde ese día en el que Hoseok rompió conmigo, ese día que había marcado un antes y un después en nuestras vidas. Por fin había encontrado un piso bastante cerca de la universidad y, aunque no me convencía mucho el dueño del mismo, no podía quejarme. Mi madre había insistido en quedarme con ella por más tiempo pero, sinceramente, su expresión de tristeza al verme desganada, me rompía más que pasar tardes y tardes sola con mi mera compañía donde podía llorar si me apetecía o no moverme de la cama hasta el día siguiente porque apenas tenía fuerza.

No sabía mucho de la vida de Hoseok más de lo que a veces sus padres se les escapaba decirme o lo que Yeonji me comentaba por encima sin darse cuenta. En realidad, prefería que fuera de esa manera puesto que era ya bastante doloroso verle cada vez que me traía a Hope a casa o cuando coincidíamos en la universidad y ninguno de los dos sabía qué decir. Simplemente, prefería vivir en la ignorancia porque ya tenía suficiente con mi dolor, con la culpabilidad, con sentirme una persona horrible, por haber perdido al amor de mi vida por una estupidez que podría haberse solucionado si hubiéramos sido lo suficientemente maduros para hacerlo.

Pero, ¿cómo si éramos unos niños con tantas responsabilidades?

Sin cenar ni ducharme, no me moví de la cama desde que me había recostado allí después de un largo día de clases. Ese día libraba del trabajo, puesto que, desde que había llegado al piso, me había puesto el pijama y me había metido en la cama, sin ganas de hacer nada más aún sabiendo que se acercaba la época de exámenes y aún tenía mucha tarea por hacer.

Simplemente, no podía más ese día y generalmente, eran pocos los que tenía fuerzas para hacer algo más que estar con el pijama en la cama, deseando poder recuperar las horas de sueño porque era incapaz de dormir por las noches. Más bien, ese era mi día a día cuando no tenía Hope, estar allí, intentando relajarme mientras le daba vueltas a todo y me sentía vacía sin la presencia de Hoseok, como si me hubiera arrancado el corazón y se lo hubiera llevado con él, dejándome como un zombie que deambula por la vida incapaz de amar.

Y realmente, siendo sincera, Hope era la única que conseguía hacerme levantar, hacerme despertar de ese día a día triste del que no podía escapar.

Acaricié el que era su lado de la cama en nuestro piso compartido. A pesar de que hacía meses que dormía sola, seguía teniendo la costumbre de dejarlo libre, como si estuviera esperando de pronto a despertarme y encontrarle ahí, haciéndome compañía. Lo imaginé y realmente, fue lo peor que pude hacer porque la vista se me nubló y no pude evitar llorar sin parar, con el corazón doliéndome en el pecho, con la sensación de que si él no me abrazaba de nuevo, no iba a acabarse ese sufrimiento.

Y en momentos como ese me preguntaba, si algún día llegaría a ser feliz, si algún día el mundo dejaría de castigarme.

Me levanté como pude, arrastrando los pies hasta el armario. Cogí una sudadera gris y la olí. Me la puse y volví hasta mi cama sobre mis pasos, enredándome entre las mantas. Sollocé abrazándome a mí misma, intentando buscar su olor en esa sudadera que me había quedado por error y que a pesar del tiempo, aún seguía oliendo a él.

Solo de esa manera, conseguí respirar y dormir como si él hubiera sido quien me abrazara.

/.../

Hoseok

Era el quinto cumpleaños de Hope y se encontraba feliz, abriendo cada uno de sus regalos con emoción. Estábamos en casa de mis padres, todos reunidos, mis padres, mis amigos, la madre de Soojin, ella... Y a pesar de que no era la primera vez que lo celebrábamos de esa manera, ese día, sentía que era muy distinto a cualquier otro. Porque pronto, hacía un  año desde que lo habíamos dejado y yo aún me sentía perdido cuando tenía que mirarla, cuando tenía que afrontar alguna situación en la que estuviera ella.

Cuando veía que a pesar de que hacíamos todo por darle lo mejor a Hope, ningún cumpleaños había sido el mismo desde nuestra ruptura.

—¿Estás bien, cariño? —Preguntó mi madre, al seguramente verme en trance. La miré y asentí, tomando de mi bebida poco después.

Pero dada su expresión, supe que ella sabría que no estaba bien.

—¿Seguro? —Alzó la ceja. Yo aparté la mirada.

—Seguro.

La escuché respirar hondo, antes de hablar con ilusión con Hope y darle el regalo que ellos mismos le habían comprado. Observé a Soojin esbozar esa preciosa sonrisa que aún conseguía darle un vuelco a mi corazón, las ganas que tenía a ratos de tirarme a ella y abrazarla, besarla por todas partes y recuperar lo nuestro... Pero sentía que ya le había hecho sufrir demasiado, que no me merecía su amor.

Que no estábamos hechos el uno para el otro por más que yo quisiera.

Después de que Hope abriera sus regalos, se puso música y todos empezaron a relacionarse. Yo decidí despejarme llevando algunos platos sucios de tarta a la cocina y fregarlos, consiguiendo algo de tiempo para mí. Porque, aunque estaba emocionado por ver a Hope tan feliz, por pensar en lo muy bien que había crecido... Me agobiaba estar entre tanta gente.

Me paré en seco en cuanto me encontré justo con la única persona con la que no quería relacionarme ese día. Soojin abrió los ojos con intensidad mientras agarraba los platos que llevaba en mis manos porque estuve a punto de dejarlos caer. Mi corazón se aceleró con intensidad cuando nuestros dedos se rozaron y ella enseguida se separó, dejando una considerable distancia entre nosotros antes de apartar la mirada.

Me sentí roto, debía admitirlo. ¿En qué momento habíamos empezado a parecer unos extraños que eran incapaces de hablarse ni mirarse cuando habíamos compartido todo, cuando nos conocíamos tan bien? En ese instante descubrí que quizás era eso lo que me incomodaba, que eso era lo que me hacía seguir actuando como un idiota con ella, el hecho de frustrarme por ver cómo habíamos acabado.

—Lo siento —esbozó y yo negué con la cabeza, restándole importancia. Soojin se apartó, dejándome espacio para que entrara en la cocina y eso hice.

Dejé los platos en la encimera y miré hacia atrás esperándome encontrarla ahí, esperándome recibir una palabra de su parte.

Pero no encontré nada más que mi propio dolor mermando de nuevo en mi corazón que a veces, parecía palpitar solo porque era lo que me mantenía vivo aún cuando estaba sin vida.

/.../

—Ey, Hoseok... —Agitó Minhyuk, uno de mis compañeros de la universidad, la mano frente a mí. Pero yo no podía evitar ignorarle.

No podía evitar mirar a Soojin en ese instante.

No podía evitar sentirme como un idiota.

No podía evitar pensar en lo mucho que podía haberme esforzado más, ser lo que ella merecía después de tanto dolor desde que había existido.

No podía evitar querer llorar al ver que podía haberme esforzado más cuando era el único para ella.

—Tengo que ir al baño —anuncié. Me colgué la mochila aún cuando Seonghwa insistió en si estaba bien o no.

Simplemente caminé por los pasillos y me encerré en el baño, tirando la mochila al suelo. Me senté en la taza del váter, revolviéndome el pelo de la cabeza mientras las lágrimas habían empezado a recorrer mis mejillas antes de que pudiera evitarlas. Me dolía el pecho más que nunca, me sentía peor que cualquier otra vez, peor que esas noches en las que no podía dormir, peor que cuando las lágrimas no me dejaban respirar porque era incapaz de superarla.

No dejaba de pensar en que era verdad lo que había escuchado de otras bocas, en que era verdad que otro chico estaba tocando a la mujer que yo amé y amaba, un chico que estaba haciendo feliz a la mujer que yo debía de haber hecho feliz.

Me derrumbé en ese baño de la universidad, viéndome como un idiota y pensando que definitivamente lo era.

Tuve la oportunidad de amarla, de compartir mi vida con ella, de ser lo que ella merecía, de hacerla feliz, de ser felices juntos,... ¿Por qué fui un egoísta? ¿Por qué tuve que destrozarlo todo como siempre?

Realmente, ese día, deseé no haber existido jamás quizás así por lo menos, ella hubiera podido ser más feliz.

/.../

Soojin

—Pareces feliz ahora, Soojin —objetó mi madre con ilusión. Yo sonreí de lado antes de mirarla.

—Tengo un poco más de ilusión estos días —le expliqué y ella sonrió abiertamente.

—Te lo merecías, cariño, y me hace feliz ver que estás mejor. —Revolví el café antes de asentir. Respiré hondo.

No sabía si estaba mejor pero, al menos, parecía que mi vida empezaba a encauzarse.

Hacía unos meses que había conocido a Han Seungwoo, un chico de la universidad que tenía la misma edad que yo. Nos habíamos conocido en una fiesta de una manera extraña y divertida. Aunque creía que todo se acabaría en una noche, él se mantuvo insistiendo a pesar de todas las pegas que le ponía hasta el punto de conseguir que le diera una oportunidad. Y lo cierto es que, estaba ilusionada.

Durante esos casi dos años, había estado a punto de caer en una depresión ante la ausencia de la persona que más amaba en el mundo, casi incapaz de levantarme de la cama. Después de meses sin probar el amor por miedo y por no tener ganas, al fin había encontrado a alguien que tenía interés en mí y del que yo también tenía interés. Y, aunque no sabía si estaba preparada para ello, quería intentarlo.

Quería salir de ese bucle del que no podía escapar.

—¿Vas a ir a buscar a Hope ahora? —Asentí—. ¿Al piso de Hoseok?

—Sí.

—¿Te preocupa?

—¿El qué?

—Ir. No le ves desde que empezaste a salir con Seungwoo.

Y tenía razón. Hacía unas cuantas semanas que no coincidíamos por motivos del trabajo o de clase, así que aún no había enfrentado la situación con él. En realidad, no tenía ninguna excusa que darle, después de todo era mi vida y ya no suya, lo cual implicaba que mientras todo estuviera en orden con Hope, él no podía meterse. Pero, debía de reconocer que me aterraba mirarle a los ojos sabiendo que ya los míos no eran solo para él.

Que estaba poniendo de mi parte para rehacer mi vida y dejarle atrás.

—Estoy bien.

Mi madre sonrió de lado aunque no parecía convencida.

Y debía de admitir que yo tampoco lo estaba.

Verle tan desaliñado, me sorprendió. Su pelo estaba despeinado y tenía plantado bajo sus ojos unas enormes ojeras que no veía desde hacía años, cuando Hope era un bebé. Aún así, por alguna extraña razón, mi corazón se aceleró pensando en que a pesar de todo, seguía pareciéndome precioso.

—Hope está terminando de meter las cosas en su mochila —me indicó nada más verme. Yo asentí, sin saber qué decir.

No era extraño en nuestra hija que aún no estuviera preparada porque era bastante indecisa respecto a las cosas que quería llevarse de piso en piso.

—¿Quieres pasar? —Ofreció. Yo lo medité por unos segundos antes de negar con la cabeza.

—Seguro que acaba rápido.

—Ya.

Nos quedamos en silencio, mirándonos hasta que no pude sostener más esa mirada seria tan habitual que había adquirido hacia mí. Aproveché entonces ese momento a solas para decirle lo de Seungwoo.

—He empezado a salir con alguien.

—¿Y por qué me lo dices? —Preguntó con un retintín que no me hizo mucha gracia. Alcé la ceja.

—Quería que lo supieras.

—Vale, me alegro por ti —dijo, cruzándose de brazos. Quise cruzar los míos, enfadada.

¿Por qué a pesar de todo aún mantenía esa actitud hacia mí? Sabía que me merecía su desprecio, que yo no le había dado lo que quería, que podía haber sido más madura en buscar soluciones que nos beneficiaran,... ¿Pero no me había castigado lo suficiente?

—Está bien que te alegres.

—¿Qué quieres, Soojin? ¿Que te monte una fiesta de celebración porque has encontrado el amor?

Nos quedamos mirándonos antes de que yo hablara.

—No, no quiero eso. Han sido años juntos, ¿por qué tienes que decirme que te alegras de mí con tanta ironía como si no te importara una mierda? —Sí, habíamos empezado a discutir. Él apartó la mirada antes de respirar hondo.

—No lo decía con ironía, realmente me alegro por ti. —Sus palabras me sorprendieron y más su expresión de arrepentimiento—. Mientras te haga feliz y no afecte a Hope, me alegraré por ti siempre.

Tragué con dificultad durante esos instantes donde mi corazón se aceleró.

Una cabeza llena de pelo nos interrumpió.

—Ya estoy —esbozó, emocionada. Hoseok le dedicó una sonrisa inmensa, de esas que hacía años que no veía, de esas que llenaban mi corazón de amor.

Se abrazaron mientras yo me quedé ahí, estática.

Hope me sonrió, sus hoyuelos llenando su rostro.

—Hola, mami.

—Hola, mi amor. —Me agaché para abrazarla sin poder evitar sonreír. Hoseok y yo nos miramos.

Y por primera vez en mucho tiempo sentí que había sinceridad en su mirada.

Que a pesar de que su actitud no había cambiado, nosotros sí, en cierta manera. Que quizás, a partir de ese momento, todo iba a cambiar para bien.

Pero lo que yo no me imaginaba es que todo, cambiaría demasiado.

Que todo volvería a ser como al principio.


..........

¡Hola! ¿Qué tal están? Wow, 16166 palabras estoy impresionada porque me quedó ENORME pero bueno, espero que no les importe. AAAAAA no se imaginan cuánto echaba de menos estar por aquí, publicar y escribir sobre Hope, realmente empiezo a darme cuenta ahora mismo de que ya se acabó y de que amé muchísimo esta historia.

No quiero alargarme mucho con el comentario (ya leyeron un montón para seguir de pesadita jajajajajaja) pero sentía que debía de ser el primer extra que tenía que publicar. Siempre quise mostrarles este cachito que quedó entre el final de la primera parte y de la segunda, y, aunque me aterraba mucho no ser capaz de demostrar qué les llevo a separarse, estoy muy contenta con el resultado. Me quedaron ganas de incluir más sobre cómo mejoró su relación con su madre pero ya sentía que era demasiado, quería que se quedaran con el hecho de que ella la perdonó desde el primer instante porque sentía que era lo que debía de hacer.

No sé cuánto tardaré en subir el próximo (porque voy escribiendo varios a la vez), ni cuántos extras serán en total pero espero que los disfruten muchísimo y les guste este contenido que no pude incluir en la historia.

Espero que estén cuidándose muchísimo durante estos tiempos tan complicados, les deseo muchísima salud y, por si no nos vemos antes, ¡felices fiestas! ¡Hasta luego!

Continue Reading

You'll Also Like

56.5K 3.6K 25
__ Johnson era una chica bonita con un cuerpo estándar, pero su vida dio un giro inesperado cuando sus padres murieron en un accidente mientras viaja...
225K 15.4K 46
Jeon Jungkook es un joven Idol con un gran fanatismo por la cantante IU, tanto que cegado por la belleza de dicha mujer solía ignorar a las demas ido...
200K 17.7K 37
No fue un error, fue un crimen. (CONTENIDO ADULTO) No copias ni adaptaciones. Publicada [31.08.2018] Terminada [4.07.2019]
53.6K 3.7K 17
El verdadero amor nunca se olvida, así como el amor entre Taehyung y ___ que a pesar de estar separados aun se aman incondicionalmente.