HOPE ━ j. hoseok

By Pandepipas2

20.4K 1.4K 642

«Un error puede cambiarlo todo en menos de segundo. Un error puede deshacerse de todo aquello que jamás pensa... More

hopeless
prólogo
playlist hope I
1 · error
2 · mimoso
3 · buen humor
4 · control
5 · alegría
6 · hogar
7 · pasión
8 · salvación I
9 · salvación II
10 · ¿amigos o hermanos?
11 · el drama de Jimin
12 · destino: desconexión I
13 · destino: desconexión II
14 · trabajo
15 · distracción
16 · ¿fallo de memoria?
17 · cotilleo
18 · bicho
19 · realidad
20 · la verdad no contada
21 · ¿vida perfecta?
22 · pertenencia
23 · descubrimiento
24 · examen
25 · lleno
26 · familia
27 · confianza
28 · repetir
29 · humillación
30 · bandera blanca
31 · cambio
32 · juntos
33 · desaparición
34 · desmorone
35 · igual
36 · miedo
37 · busan
38 · confesión
39 · nada y todo
40 · dolor
41 · apoyo
42 · pasado y verdad
43 · ¿perdón?
44 · perdón
45 · esperanza
46 · bienvenida
¡nota importante!
hope
playlist hope II
interlude
47 · vacío y completo
48 · novedad
49 · distancia
50 · dificultad
51 · incomodidad y miedo
52 · nostalgia
53 · pasado
54 · hacia delante
55 · aceptar y olvidar
56 · fin
57 · hermano
58 · mi lugar
59 · romperse y arreglarse
60 · hawai
61 · tranquilidad
62 · cicatrices
63 · normalidad
64 · color
65 · vida
epílogo
agradecimientos
curiosidades
extra 1
notita

66 · felicidad

162 11 7
By Pandepipas2

Hoseok

—Ya estamos al llegar —canturreó animada, mirándome rápidamente mientras conducía. No dudé en sonreír de lado llevando mi mano hasta la palanca de cambios donde tenía la suya y la apreté.

Soojin sonrió antes de continuar conduciendo.

—Menos mal, en realidad pensaba que ya estabas intentando raptarme. —Ella rió, negando con la cabeza y yo sonreí divertido.

—Eres idiota.

Hacía una hora que estábamos en la carretera y aún no sabía si llegaríamos al fin del mundo primero antes que al sitio porque, cada vez, nos alejábamos más del centro de la ciudad y, el bosque, nos acompañaba. Pero, estaba feliz, no podía negarlo.

Después de unos días intentando acostumbrarnos a vivir juntos, a los últimos días de clase y la proximidad de su entrada a las prácticas, Soojin no había tenido el momento de planear la cita que me había prometido como agradecimiento por la mía. No tenía que hacerlo, pero, le hacía ilusión y tampoco quería pararla cuando me moría de ganas por tenerla también.

—Realmente, espero que te guste —añadió a pesar de haberme insultado mientras giraba para desviarse de la carretera que avanzaba en pequeñas curvas, entrando por una calle que parecía no tener salida. Abrí los ojos sin dudarlo.

Aparcó a un lado y al apagar el motor del coche, nuestras miradas se encontraron.

—¿Qué dices? —Preguntó cuando nuestras miradas se encontraron. Miré al frente y luego a ella, sacándole una carcajada.

—¿Cómo conoces este lugar? —Se encogió de hombros.

—Un día necesitaba un respiro y conduje tanto sin rumbo que llegué hasta aquí —me explicó antes de llevar una mano hasta el manillar de la puerta—. Pero vamos, nada tiene que ver lo de fuera con lo que se ve aquí dentro.

Haciéndole caso salimos del coche. Éramos los únicos allí, por lo que, eso, le daba un gran punto de intimidad que sinceramente, me gustaba demasiado. No dudé en llevar mi mirada al frente, observando las luces destellantes de la ciudad que se veían muy al fondo, como si fueran un paisaje plasmado en un cuadro y no algo completamente real. Pero, fue cuando miré al cielo que realmente, me sorprendí.

—Wow —dije sin más. Soojin soltó una carcajada, agarrándose a mi brazo.

Debido a la poca contaminación de luz que había en esa zona, mirar al cielo era completamente una experiencia nueva. Al igual que las luces de la ciudad parecían pintadas, el cielo, se cernía como una explosión de estrellas en forma de puntos blancos, algunos más brillantes que otros pero sin embargo, preciosos, como si alguien se hubiera dedicado a pintarlos antes de que llegáramos.

Me quedé embobado con aquella preciosa imagen brindada por la naturaleza.

—¿Te gusta? —Preguntó con interés otra vez. La miré, aunque apenas podía apreciar su mirada debido a la oscuridad.

Pero aún así sabía que sus ojos brillaban al igual que su sonrisa.

—Me encanta. —Soojin me abrazó con fuerza y yo correspondí su abrazo, mientras ambos, mirábamos la escena de aquel lugar.

No tardó en entrelazar sus dedos con los míos para llevarme hasta el borde de aquel mirador, sentándonos en un pequeño muro, juntos. En seguida, resguardé su mano con la mía en el bolsillo de mi chaqueta, resguardándonos del frío que hacía a esa altura en la que nos encontrábamos.

—Sé que no es igual que tu lugar favorito pero, pensé que llegaría a gustarte. —Empezó a decir para después mirarme—. Y además, recuerdo que una vez me dijiste que uno de tus sueños era ver una lluvia de estrellas, ¿verdad?

Dejé de sonreír, sorprendido.

—¿Va a haber una lluvia de estrellas? —Asintió y no dudé en reír emocionado, abrazándola. Ella también rió—. Joder, Soojin, dices que yo soy el mejor novio del mundo pero, tú sí que eres la mejor novia del mundo. —Agarré sus mejillas para juntar nuestros labios en un casto beso que, finalmente, se convirtió en uno más largo.

Dulce y sencillo pero, completamente bonito por el lugar en el que nos encontrábamos.

—Y es la hora perfecta... —Eran casi las diez de la noche, así que se encontraba todo prácticamente oscuro.

Sip, por eso insistí en salir tarde, porque sabía que a esta hora se verían mejor, además, la luna sale tarde esta noche, así que podremos disfrutar de las estrellas por mucho tiempo. —Sonrió, apoyando su cabeza sobre mi hombro. Entrelazamos nuestras manos de nuevo

—Lo tenías todo perfectamente planeado... —Se encogió de hombros, sonriendo.

Me abrazó y yo pasé mi brazo por su hombro. Permanecimos en silencio, ambos llenándonos de la tranquilidad de ese lugar.

Y no me imaginaba una situación mejor en ese momento que estar ahí, con ella, de nuevo queriéndonos, siendo uno otra vez.

—Gracias —murmuré sin pensar. Soojin me buscó con la mirada.

—¿Por qué?

—Por darme una oportunidad aquel día que te besé por primera vez, por darme una segunda oportunidad otra vez, aquel día que decidí que no podía seguir viviendo sin ti. Pensándolo una y otra vez, no podría imaginarme una vida en la que no estés tú, que no esté Hope, porque después de todo, es fruto de nuestro amor. —Llevé una mano a su mejilla—. No me gusta pensar en "¿y si nunca hubiera tenido el valor de besar a Soojin ese día?" Porque después de todo es algo que jamás pasará. Pero no dejo de pensar en que nunca me arrepentiría de nada. En que ahora, aquí sentado, pienso en hace unos días, en lo feliz que estaba de verte de nuevo, con mi familia y con la tuya, en lo correcto que se me hizo ese instante. No dejo de pensar en que joder, aunque sufrimos tanto... Mereció la pena en cierto modo. Y te quiero muchísimo, con toda mi vida y alma. Gracias por luchar por nosotros Soojin, no sé qué hubiera dicho si el otro día, me hubieras dicho que no.

—No tienes que agradecer nada, mi amor. —Sonrió cogiendo mi mano libre—. Más bien gracias a ti, por haber dado el paso de besarme aquel día cuando éramos unos bebés y dar comienzo a este amor tan bonito que tenemos, si hubiera sido por mí, con lo poco lanzada que era... —Solté una pequeña carcajada y ella me acompañó, avergonzada—... Por a pesar de todos los problemas que tenía y te di, te quedaste a mi lado. Yo tampoco podría imaginar una vida sin tu sonrisa que ilumina el mundo, sin tus abrazos de oso, sin tu adormitado rostro nada más despertar, sin tus palabras bonitas, ni tu manera de proteger a los que amas con todo tu ser... Eres, simplemente, una persona increíble y un hombre fuerte. Te admiro y te quiero muchísimo. El dolor mereció la pena si el premio eras tú y, por supuesto, Hope, nuestra pequeña. —Sonreí—. Gracias a ti también, por luchar por nosotros, por perdonarme y espero que no te canses de mí nunca porque pretendo atarte si hace falta —bromeó sacándome una carcajada.

—Nunca me cansaría de ti, Soojin, yo ya me até solo hace tiempo. —Junté nuestras frentes, acariciando nuestras narices en un beso de esquimal—. ¿Y tú de mí? ¿Lo harías?

—Jamás de los jamases. —Reí apenas antes de besar sus labios algo fríos con suavidad, lentamente, como si ambos estuviéramos intentando detener el tiempo en ese preciso instante.

Cuando dejamos de besarnos, me quedé mirándola en la penumbra hasta que ella apartó la mirada.

—¡Mira, ya empiezan! —Exclamó emocionada. Giré mi cabeza hacia el frente, antes de observar su sonrisa y no dudé en hacerlo también.

Aquel espectáculo de la naturaleza, era algo que jamás me permitiría olvidar. Un recuerdo que atesoraría en mi alma y mi corazón para siempre.

Se abrazó a mí.

—Voy a pedir un deseo —anunció.

—¿Cuál?

—Si lo digo no se cumplirá. —Sin verla, supe que probablemente estaba esbozando un puchero.

—Yo también pediré uno.

Miré hacia el cielo, Soojin apoyándose en mi hombro.

"Toda una vida con Soojin y Hope, da igual qué mientras estemos juntos, mientras seamos una familia. Una vida feliz para los tres, sin complicaciones, sin dolor. Siempre juntos. Queriéndonos siempre."

Cerré los ojos, pensando en mi deseo.

Después de un rato, miré el cielo estrellado, acompañado de aquellas estrellas fugaces que las hacían incluso más preciosas y entonces, sentí mi corazón rejuvenecer, curarse del dolor, ponerse como nuevo, como si de pronto, aquello fuera el reseteo que necesitaba para seguir adelante.

—Has superado mis expectativas. Este lugar, la lluvia de estrellas, todo es increíble...

—¿De verdad? Me alegra mucho, este lugar es mágico. —Asentí y Soojin acarició los dedos de mis manos.

—Lo es, a partir de ahora, quiero venir siempre. —Ella soltó una carcajada.

—Eres tan impulsivo para todo... —Comentó, sonriendo—... Adoro eso de ti, que de pronto, si algo te gusta mucho, se haga especial. Me hace feliz que te guste el sitio, pensé que no iba a ser tan increíble como lo fue para mí la anterior cita.

—¿Cómo no iba a ser especial? Estoy muy feliz —aseguré y ella sonrió. La abracé con fuerza.

Minutos después, nos quedamos mirando el cielo estrellado del que ya no caían estrellas fugaces.

—Me estoy muriendo de frío.

—Yo igual —admití—. ¿Vamos al coche?

Ella asintió poco después. Nos levantamos de allí, caminando dados de la mano. Esta vez tomé el asiento de piloto y ella de copiloto. Soojin sacó de una bolsa, unos aperitivos que habíamos comprado y chocolate caliente que ella misma había preparado en el piso. Comimos en silencio, disfrutando de la escena que teníamos enfrente, ambos como si estuviéramos en paz, tranquilos. En cierto modo, hacía tiempo que deseaba tener cerca esos silencios tan cómodos que compartíamos.

Después de terminarme el chocolate caliente, subí la calefacción al máximo y froté mis manos en busca de entrar en más calor. Soojin me observó.

—¿Sigues teniendo frío? —Preguntó, guardando un envoltorio vacío de papitas en la bolsa de plástico para seguramente, tirarlo después. Asentí ante sus palabras—. ¿Sabes? Se me ocurre una idea mejor de entrar en calor.

—¿Cu... —Alcé la ceja y ella sonrió. Pasó una pierna por el mando de cambios sin permitirme terminar la pregunta.

La rodeé en cuanto se sentó sobre mí, rodeando mi cuello.

—Espera, tu idea me ha dado una idea mejor. —Pulsé un botón, moviendo el sillón un poco hacia detrás, de modo que quedaba un poco recostada sobre mí. Con una de sus piernas por encima de mi cuerpo.

Estábamos increíblemente juntos allí, tranquilos, cuerpo a cuerpo, sentimiento con sentimiento. Y calentitos, eso sí.

—¿Por qué me trajiste aquí? Ahora no me quiero ir. —Rió antes de besar mi mejilla.

—No tenemos que irnos, Hope se va a quedar a dormir con sus abuelos. No hay nada de lo que preocuparse.

—Tenemos que traerla algún día, ¿te parece?

—Me parece, seguro que le encantaría. —Asintió antes de besar mi mejilla de nuevo.

Los silencios se intercalaban continuamente.

—¿Sabes? No sé si llegué a contártelo alguna vez, pero Yeonji y yo teníamos nuestro lugar secreto. Un día, estaba que me volvía loca porque había sacado un nueve en un examen y mi padre fue muy severo con que debía de sacar matrícula de honor.

—Cosa que hoy en día no me sorprende. —Sonrió. Me gustaba más estar así, cómodos, pegados y donde pudiéramos vernos con mayor claridad.

—Y me llevó a un mirador cercano entre nuestras dos casas. Nos sentamos y me dijo "Soojin, contemos las estrellas, gana quien más cuente". En ese momento pensé, ¿qué le pasa? ¿No es muy infantil? Pero aún así lo hice, porque sabía que Yeonji no me había dicho eso porque sí. Yo conté 246 y ella, 268. "Perdiste" canturreó como una idiota y yo pensé, qué tontería, ¿no? Pero luego me dijo, "¿Sabes por qué has perdido? Porque hay que fijarse bien en las estrellas menos brillantes porque también son importantes. No solo las que brillan con intensidad, son las únicas que valen" y eso, me hizo sonreír.

Acaricié su espalda con cuidado.

—"¿Y sabes qué? Nunca deberías de limitarte a ser una estrella apagada cuando puedes ser la más brillante". Sin quererlo, me ayudó muchísimo.

—Tu padre era un increíble jugador nato para hacer que los demás se sintieran insignificantes. Me alegro de que Yeonji te ayudara.

—Mi padre era simplemente, un idiota. —Sonreí de lado—. Siempre me ayudaba, incluso sin quererlo. Le debo mucho. Le deberé siempre.

—Puedes pagarle siendo la madrina de nuestra boda —bromeé y ella rió levantándose para mirarme a los ojos.

—¿Me estás pidiendo matrimonio por adelantado? —Me hice el pensativo y ella me golpeó, riendo.

—No lo sé, en realidad no lo había pensado. ¿Quieres que lo haga? —Volvió a recostarse en mi pecho.

—No lo sé, yo tampoco lo había pensado. Pero, cuando Seungwoo me dijo que tenía que invitarle a nuestra boda, me pareció una imaginación completamente preciosa...

Y a mí solo de imaginarlo, el corazón me dio un vuelco.

Soojin, de blanco, apareciendo por la puerta... Wow.

—Pero aún es pronto para eso, es nuestra segunda cita —bromeó haciéndome reír.

Nos quedamos en silencio de nuevo.

—Yo creo que sin duda, eres la estrella más brillante. Seguiste perfectamente el consejo de Yeonji. No te dejaste apagar. Ni dejarás de hacerlo nunca.

—Entonces somos esas dos estrellitas juntitas de ahí. —Señaló sonriendo—. Brillando con intensidad.

—Y la que está justo debajo, ¿es Hope?

—Muy bien acertado, Jung Hoseok.

Sonreí sin dudarlo.

Permanecimos un rato más en silencio, mirando las estrellas, hasta que Soojin bloqueó mi mirar con su rostro. No tardó en besarme con suavidad. Acaricié su espalda siguiéndole el beso, ella sonriendo a mitad. Dejó sus manos sobre mis mejillas mirándome con cariño.

—¿Sabes? Creo que ya no te quiero —alcé la ceja, confundido—, te amo, muchísimo.

Sonreí sin poder dudarlo.

—Porque ya no es ese sentimiento que tenía cuando éramos pequeños y acabábamos de empezar a salir juntos. Lo que siento sobrepasa al corazón y no es un "te quiero" es un "te amo" de esos que valen por infinito. —Reí sin dudarlo, acariciando su pelo. Asentí.

—Yo también creo que te amo, Soojin, porque siento lo mismo que tú. —Sonrió antes de volver a besarme.

Y permanecimos ahí durante bastante tiempo, queriéndonos bajo la luz de las estrellas.

Soojin

Era como la cuarta vez que iba al baño desde que me había despertado y, realmente, estaba empezando a preocuparme. Me dolía el abdomen, tenía náuseas,... Hoseok entró en el baño, sonriendo de lado al verme y no dudé en dedicarle una mala mirada. En seguida se apoyó en el marco de la puerta cruzándose de brazos, mirándome con esa sonrisa traviesa que a veces me daban ganas de quitarle de cuajo.

Porque sabía que en el fondo parecía divertirle la situación.

—¿Por qué me miras así? Jopé, me siento fatal. —Rió antes de tomarme de las mejillas y plantar un beso corto sobre mis labios, importándole entre cero y nada lo poco sexy que parecía estando sentada ahí.

—Soojin, por Dios, no serás la primera ni la última en tener nervios el primer día de prácticas y si los sacas así, no tienes de qué preocuparte. Solo te miraba con diversión por lo avergonzada que pareces.

—Es que no sé cómo no te da asco estar ahí mirándome tan tranquilo.

—Porque es natural, todos cagamos Soojin. —Reí ante su sinceridad. Tenía razón, debía de dejar de ser tan idiota.

—¿Y si me dan ganas allí? Me moriría de la vergüenza. —Me cogió por las mejillas obligándome a mirarle.

—Por favor, deja de pensar demasiado, ¿quieres? Vas a hacerlo genial, estoy seguro de ello. Confía en ti, ¿vale? Y si te dan ganas, iré a buscarte lo más rápido posible para hacer el idiota y llevarme la atención. —Reí antes de besar sus labios.

—Eres el mejor.

—Lo sé. —Se encogió de hombros sonriendo con autosuficiencia. Poco después me levanté, lavándome las manos.

Me abracé a su cuerpo, él llevándome hasta la cocina, encontrándome con una Hope que parecía desayunar tranquila. No tardó en sonreír abrazándome con fuerza y tomé asiento a su lado.

—Te he hecho un pedazo de desayuno motivante.

—¡Lo hemos hecho! —Corrigió Hope, y Hoseok hizo una reverencia a modo de disculpa.

—Cierto, lo hicimos. —Negó con la cabeza burlándose y Hope le miró mal. Sonreí sin poder evitarlo.

¿Cómo podría privarme de nuevo de esa preciosa imagen cada mañana?

Ambos eran un caso.

—Gracias, realmente es lo que necesito para tener energía. Es tan adorable que ambos estén intentando animarme... —Acaricié la cabeza de Hope y Hoseok sonrió, dejando un poco de tregua entre él y nuestra hija.

Aunque ambos bromeaban, jamás podrían llevarse mal cuando eran uña y carne.

—Mami tú eres la mejor, ¡una heroína! Lo vas a hacer genial —aseguró, haciéndome sonreír. Besé su cabeza.

Me di cuenta en ese momento, que debía confiar en las palabras de ambos.

Poco después de eso, me encaminé a la habitación que compartía con Hoseok para vestirme mientras ellos también se preparaban para marcharse. Hope pronto cogería las vacaciones de Navidad y Hoseok también, sabía de primera mano las ganas que tenía de hacerlo pronto porque estaba hasta arriba de exámenes y necesitaba descanso. Yo por suerte, ya había acabado con todo lo académico y ese día me disponía a empezar mis prácticas.

Era por eso que estaba tan hiper nerviosa, apenas había dormido y no dejaba de tener un fuerte dolor instaurado en el estómago por lo mismo. Era por fin mi oportunidad de salir al mercado laboral siendo casi una graduada en Bellas Artes, de realizar aquello que siempre había querido,... Era normal que estuviera nerviosa. Pero aún así, sentía que era demasiado estar apunto de desmayarme del nerviosismo.

Tomando el conjunto más formal que pude encontrar en mi armario, leí los mensajes de apoyo de mi familia y amigos, sintiéndome realmente apoyada. Incluso Seungwoo, a pesar de la diferencia horaria, se había puesto una alarma para mandarme apoyo desde Estados Unidos. No podía estar más feliz por todo el cariño que estaba recibiendo.

—Wow, estás preciosa —aseguró Hoseok, mirándome de arriba abajo. Me tomó de la mano para hacerme girar y observar mejor mi conjunto—. ¿Debería preocuparme por si me roban la novia? —Solté una carcajada.

—Yo nunca permitiría dejarte sin novia. —Rió conmigo—. Pero gracias, ¿es demasiado?

—Es perfecto —aseguró, asintiendo. Después de eso, me abrazó—. Realmente, no me puedo creer que por fin este día haya llegado Soojin, estoy muy orgulloso y feliz por ti, porque nunca dejaras atrás tus sueños y siempre lucharas por lo que quisiste. Eres una mujer increíble.

—Jo, Hoseok no me hagas llorar ahora que tengo el maquillaje perfectamente hecho. —Rió sin dudarlo acariciando mis mejillas. Besó suavemente mis labios, quedándose con los suyos repletos de carmín.

Sonreí limpiándolos.

—Entonces vas a tener que aguantar un poco más para no destrozarlo. —Le miré con confusión mientras caminaba hasta su mesilla de noche. De allí sacó una cajita forrada por un papel marrón envuelto en un lazo rojo de cuerda que me tendió poco después—. Toma.

Observé aquella cajita sobre mi mano y después, volví a mirarle.

—¿Qué es esto? —Él sonrió con timidez antes de encogerse de hombros.

—Fue una cosa que vi en Hawai y que me hizo pensar automáticamente en ti. —Abrí los ojos sin poder dudarlo—. No te lo había dado hasta ahora porque, nunca encontraba el momento adecuado para hacerlo pero, ¿qué mejor día que hoy? —Sonreí, pensando que era la persona más bonita del mundo.

—No tenías por qué hacerlo... —Negó, restándole importancia.

—Tú ábrelo. —Soltó una carcajada, sabiendo lo pesada que me ponía con los regalos. Pero es que no me gustaba que la gente malgastara el dinero en mí...

Aún así, parecía tan ilusionado, que no dudé en abrir el sobre, sintiéndome fatal por deshacer aquel lazo perfectamente hecho. Hoseok cogió el papel para que pudiera abrir la cajita, no dudando en llevarme una mano a la boca ante la sorpresa. Le miré a él, sonreír con toda su alma y corazón, viéndose como el ser de luz más precioso del universo. Y no tuve ninguna duda de que había escogido el camino correcto.

Mi vista se nubló y tuve que parpadear para evitar llorar.

—Cuando lo lleves, no solo quiero que te acuerdes de mí, sino de lo orgulloso que siempre he estado de ti, Soojin. —No dudé en abrazarle por el cuello. Él me rodeó la cintura, sonriendo, acariciando mi espalda con cariño.

—Idiota, al final sí que voy a llorar —murmuré sobre su oído, consiguiendo que riera. Al mirarle a los ojos, no pude evitar sentir un vuelco en el corazón.

—Calla, tonta. —Cogió la cajita y sacó el pequeño collar—. Déjame ponértelo.

Me giré, apartándome el poco pelo que pudiera molestarle y él lo abrochó. Nos observé en el espejo. Él acariciando mis hombros mientras sonreía, y yo sonriendo al verle pensando que no podía ser más afortunada. Llevaba una camisa blanca de manga corta, algo holgada por esa zona y volviéndose algo más ajustada por la zona del pecho, donde se situaba un escote en forma de pico. Acompañada con unos pantalones de vestir negros, con la terminación de ellos despegada de la pierna. Pensaba ponerme encima una chaqueta blanca abrigada y larga. Junto a unos tacones negros que me hacían parecer bastante más alta de lo que era. Me había planchado el pelo, y me había hecho un maquillaje sencillo pero bonito.

Pero sobre todo, lo que más destacaba del conjunto, era ese precioso collar que acababa de regalarme, el cual era un pequeño pincel de madera natural pintada de color rojo el mango, como uno de los primeros pinceles que tuve y barnizado con una pintura brillante que hacía que brillara intensamente.

—Gracias, Hoseok, eres el mejor novio del mundo —dije, abrazándole de nuevo y él rió—. Gracias por siempre apoyarme en todo, por no juzgarme, por estar ahí, por darme fuerzas...

Acarició mi pelo antes de negar con la cabeza.

—Y lo haría mil veces si eso implicara que pudieras cumplir tu sueño. —Sonreí con ternura antes de plantar un casto beso sobre sus labios.

—Te amo.

—Yo también te amo —aseguró acariciando mis mejillas. Juntó nuestras frentes y sonreímos.

Permanecimos así por unos instantes hasta que nos separamos.

—Ojalá pudiera acompañarte... —Negué con la cabeza.

—Tienes que dejar a Hope en la guarde e irte a clase, no puedo entretenerte con esto.

—Es el mejor momento de tu vida, quiero estar ahí.

—Ya estás ahí sin ir, cariño, no te preocupes. Además, no puedes huir de tus responsabilidades...

—Suenas como mi madre. —Reí sin dudarlo antes de pellizcarle las mejillas y sonrió—. ¿Estarás bien? —Asentí.

—Confía en mí. Además mamá me dijo que me llamaría para ir hablando conmigo en el trayecto, estaré bien. —No pareció convencido pero, aún así, asintió.

Después de estar los tres preparados, bajamos hasta el garaje. Hoseok acarició mi cabeza abrazándome con fuerza frente a mi coche.

—Avísame desde que acabes, quiero saber qué tal te fue en tu primer día. —Asentí, confirmándolo.

Hope no tardó en venir corriendo a abrazarme.

—¡Mucha suerte, mami! —Sonreí ante su exclamación.

—Gracias, pequeña, ¡pásalo bien en la guarde! —Asintió, emocionada. Hoseok sonrió, mirándonos.

—Ve a cumplir tus sueños, pequeña Soojin. —Reí ante sus palabras y no dudé en sentirme emocionada.

—¡Allá voy! —Alcé el brazo como si estuviera indicando con él fuerza y ambos me sonrieron.

Hoseok esperó hasta que me metiera en el coche, y me moviera para salir detrás de mí. Sabía que en el fondo, aunque no quisiera admitirlo porque no quería ponerme más nerviosa, él también estaba preocupado y emocionado por mí. Hacía días que no dejaba de halagarme, de decirme lo muy orgulloso que estaba, de lo bien que lo haría, de lo feliz que estaba gracias a mis logros y eso, era realmente algo que me hacía sentirme todavía más orgullosa de mí misma de nunca haberme rendido. Y sobre todo, lo había confirmado con ese regalo que había acelerado mi corazón pensando que, incluso en Hawai, se había acordado de mí y de mi pasión por el arte.

Con confianza, agarré el volante después de coger la llamada de mi madre y empecé a conducir con el manos libres, escuchándola desde la radio.

¿Cómo está mi pequeña luchadora? —Sonreí al escucharla desde el otro lado de la línea.

—Increíblemente nerviosa, por poco rompo las tuberías del piso —bromeé, consiguiendo que mi madre soltara una carcajada.

Ay cariño, es una pena que hayas heredado el nerviosismo de tu madre, yo en mi primer día en la empresa también estuve así. No te preocupes, cielo, a mucha gente le pasa.

—Hoseok me dijo lo mismo pero, no sé si me siento aliviada o peor. —Mi madre volvió a reír. Parecía feliz.

¿Y cómo no? Había empezado a vivir con Junghyok y Jungkook hacía unas semanas atrás, parecían los tres muy felices de por fin tener un momento que compartir juntos y aunque les envidiaba porque yo también quería formar parte de ello, no podía sentirme más feliz de haber decidido tomar mi camino con mi familia. Lo bueno es que siempre acostumbraba a pasarme por allí para estar juntos y muchas de esas veces, me llevaba a Hoseok y a Hope.

Y tenía que admitir que, me gustaba mucho lo bien que se llevaban Hoseok y Jungkook, parecía como si realmente, ellos fueran los hermanos perdidos.

Bueno Soojin, sé que es difícil pero tú intenta mantener la calma, ¿vale? Ya sabes que las primeras veces en todo son completamente horribles, es imposible combatir con la incertidumbre de no saber cómo sucederán las cosas, si todo irá bien... Lo importante de este tipo de situaciones es tener la fuerza de afrontarlas, y tú de eso tienes de sobra. Si puedes sentirte enorgullecida sobre algo, es de saber que las mujeres de la familia Park siempre fueron fuertes y lucharon por lo que quisieron. Ya verás que hoy te sentirás mal, todo será horrible para ti pero, cuando superes esto, mañana irás con ganas y emoción de saber que estás tomando el camino que debes.

Sonreí sin dudarlo, sabiendo que había sido buena idea hablar con ella durante el trayecto.

Necesitaba su compañía en ese momento.

—Gracias mamá, necesitaba escuchar tus palabras. —Sonreí sin dudarlo.

No agradezcas, cielo. Uh, espera, me están preguntando algo. —Dejó un momento la llamada y la escuché hablar de fondo—. Lo siento, cariño.

—No pasa nada, en realidad no debería de quitarte mucho tiempo, debes de estar ocupada...

No digas tonterías, acaba de empezar mi turno, solo era mi querida secretaria preguntándome si quería el café con leche. —Reí sin dudarlo—. No molestas.

Sonreí, jugueteando con el volante en un semáforo.

¿Sabes? Siempre me preguntaba cómo narices iba a hacer para darte lo que querías cuando estaba tan encerrada —comenzó a decir—. Desde muy pequeñita, cogías los lápices y dibujabas tu realidad del mundo como si se te fuera en ello. —Sonreí, aún guardaba esos primeros cuadernos de dibujos que hoy en día eran un recuerdo bonito y divertido—. Sabía que jamás podría darte lo que querías, tu padre siempre fue muy claro ante la idea de que el arte nunca iba a darte lo que necesitabas, que tenías que ser una mujer de provecho.

Fruncí el ceño, pensando en lo básico que era ese pensamiento.

Yo nunca pensé así, cariño. Uno debe de hacer lo que le llena, lo que le brinda felicidad. ¿Qué importa el dinero y el poder cuando eso lo único que te hace es hundirte en la tristeza? Nunca te hubiera obligado a quedarte con la empresa familiar o te hubiera hecho estudiar medicina para "llegar a ser algo". Uno es "ese algo" cuando es lo que quiere ser. Y me alegra que a pesar de las circunstancias, tú nunca te rindieras. Ahora te veo y no tengo ninguna duda de que esto, es lo que va a hacerte feliz siempre.

Sonreí sin dudarlo.

Seguro que muchas personas pagarán mucho por tus obras.

—Y sino ya tenemos a Hoseok para recibir dinero cuando se haga un biólogo de prestigio, mamá, tranquila —bromeé, consiguiendo que ella esbozara una carcajada—. Gracias mamá, aunque a veces creía que nadie confiaba en mí, que me apoyaba, me tranquiliza saber que tú siempre estuviste feliz con que me gustara el arte.

¿Y cómo no hija? Si tampoco es que pudiera dejar de hacer que pintaras —bromeó y yo sonreí—. Mis hijos, ambos, prendados por el arte, así es imposible seguir el linaje Park.

—Suenas como lo haría mi padre.

Tal cual. —Rió, me gustaba el hecho de saber que podíamos hablar con normalidad sobre el tema, como si ambas lo hubiéramos superado totalmente—. Pero fuera bromas, yo soy feliz si ustedes lo son, solo me interpondré cuando sepa que las cosas que hacen, son una locura. Y aún así, tampoco podré convencerles, solo aconsejarles. Cariño, he vivido toda mi vida con una persona con la que jamás quise estar, yo nunca les obligaría a ninguno a ser ni a estar con quien no quieren o haciendo lo que no quieren. Verles felices es mi única meta ahora.

Sonreí, enternecida.

—Gracias mamá, es un alivio saber que es lo único que te preocupa. Yo tampoco quiero eso para Hope, la aceptaré sea como sea, le guste lo que le guste. Es mi hija y solo quiero verla feliz. Así que lo entiendo, y Jungkook y yo somos muy afortunados de tenerte como madre.

Y Jaehyuk, no te olvides de él que se enfada.

—Los futuros millonarios no entran en la conversación —bromeé y ella soltó una carcajada.

Él único heredero que no es de sangre. Me hubiera gustado ver a tu padre.

—Nah, mejor ni pensarlo.

Reímos.

¿Estás más tranquila?

—Sí, mamá, gracias, te debo una. —Y no mentía, el dolor de estómago había aminorado y, por lo menos, mi corazón ya latía a un ritmo más o menos normal. En realidad, ojalá hubiera dejado a Hoseok venir.

Pero tenía que afrontar esa situación sola, como me había propuesto a aprender a hacer.

Es lo menos que puedo hacer por mi pequeña. Es mejor que pensar lo mucho que me duele verte hacerte mayor. Hace nada estabas acabando el instituto y ya vas a acabar la carrera...

—Pensé que pensabas que ya era mayor teniendo un bebé —bromeé.

Bueno, cariño, es cierto, pero no me gusta que pienses que por esa razón eres diferente a los demás. Cada uno vive su vida a su modo, por eso quería hacerte verlo así. Aunque tuvieras un bebé, sigues siendo mi pequeña.

—Siempre seré más pequeña que tú, ¿no?

Exacto, amor. —Sonreí. Aparqué el coche, sintiendo unos nervios repentinos.

—Ya llegué.

Bueno, tú tranquila pequeña, no tienes que preocuparte por nada porque tú puedes con todo. Estoy orgullosa de la mujer en la que te has convertido a pesar de las dificultades y de los problemas, eres increíble. —Sonreí sin dudarlo, emocionada. Asentí.

Todos estaban orgullosos y confiaban en mí, así que yo también tenía que hacerlo.

—Gracias mamá, yo también estoy muy orgullosa de la mujer en la que te has convertido, superaste todo aún cuando era tan doloroso y marcó mucho en ti. Te amo, gracias por hablar conmigo, ahora tengo más confianza después de tus palabras, las de Hoseok y Hope.

No agradezcas, cielo. —Soltó una pequeña carcajada—. Ve ya o se te hará tarde, si quieres después podemos vernos, cuando salgas.

—Me parece muy buena idea, mamá.

Suerte cariño, aunque sé que no la vas a necesitar. Yo también te amo. —Su voz emocionada, le dio un vuelco a mi corazón.

—Ten un buen día también.

Colgué poco después, tomando el móvil y leyendo los mensajes de Yeonji.

Yeonji 08:30

¡Un embarazo es más doloroso, Soo, a por todas!

Reí ante sus locuras. Miré mi reflejo en el retrovisor.

—Tú puedes Park Soojin, como dice Yeonji un embarazo es más doloroso, más preocupante, si pudiste con eso puedes con todo. Vamos a hacerlo. —Sonreí, negando con la cabeza mientras pensaba que parecía una idiota haciendo eso. Sin embargo, cerré los ojos, respiré hondo y tomé mi bolso para salir del coche.

El lugar donde iba a hacer las prácticas de la universidad, se encontraba bastante próximo al centro, a unas calles de la empresa de mi madre. Era bastante grande, y portaba sobre él, cientos de exposiciones de artistas de prestigio no solo de Corea del Sur, sino de todo el mundo. Era un lugar lujoso, donde aparte de exposiciones se impartían clases de arte y fotografía, todo en uno. Y la verdad es que lo que me decantó para ir allí fue el saber que no solo era una empresa capaz de traer artistas de todo el mundo con renombre, sino, también, de darle la oportunidad a nuevos artistas, de mimar sus obras y hacerlos brillar.

Porque después de todo, las personas que empiezan, también merecen su lugar.

—Hola, bienvenida, ¿qué desea? —Me preguntó la chica de la recepción. Era algo bajita y apenas llegaba al mostrador si no era por la ayuda de un taburete, pero era bastante adorable con su coleta de caballo marrón.

—Soy Park Soojin, la alumna que empieza nueva de prácticas de la Universidad de Chosun.

—Oh cierto, perdóname, había olvidado que hoy empezabas. Aquí tienes tu pase, el señor Song la espera en su despacho. —Me dejó sobre la mesa un pequeño cartel con mi nombre, mi apellido y mi foto, el colgante era azul. Sin dudarlo mi corazón se aceleró.

No era la primera vez que llevaba uno de esos, puesto que en la tienda de maquillaje también los utilizábamos pero, esa vez, era diferente. Era el pase a lo que siempre había querido tener.

—Te acompaño, ¿vale? —Asentí. Ella se salió de la recepción, dejando a cargo a otra persona que también parecía un alumno en prácticas.

La seguí por los pasillos, fijándome en lo mucho que me gustaba su conjunto para apaciguar el nerviosismo.

—Mucha suerte, señorita Park. —Realicé una reverencia al decirme esas palabras y sonrió antes de marcharse, dejándome frente al despacho del señor Song.

El corazón me iba a mil y, aunque agradecía la amabilidad de esa mujer de acompañarme, no me había servido de mucha ayuda. Respiré hondo, volviendo a repetirme las palabras de los demás mentalmente y las mías propias hasta que decidí tocar.

—Pase —indicaron desde dentro. Pulse el manillar de la puerta, entrando en el despacho y encontrándome no solo con el señor Song, sino con una mujer de pelo bastante corto y rubio que me miraba con una sonrisa—. Oh, nuestra querida alumna en prácticas, bienvenida. Ella es la señora Oh Sunghee, va a ser tu supervisora.

Hice una reverencia.

—Buenos días, soy Park Soojin, encantada de conocerla. —La mujer sonrió antes de que hiciera una reverencia. Poco después se levantó para tenderme la mano y estrecharla.

La acepté, sintiéndome el triple de nerviosa al tenerla cerca.

—Tengo la sensación de que seremos un gran equipo. —No dudé en sonreír, halagada.

—Yo también la tengo —agregó el señor Song—. Muéstrale la zona y así la vas conociendo mucho mejor. —Inmediatamente me miró—. Bienvenida a nuestra empresa, Soojin, estoy seguro de que aprenderás mucho con nosotros. —Sonreí, emocionada y asentí antes de hacer una pequeña reverencia. Pero sin poder responder, la señora Oh tiró de mí.

Estaba tomándome del brazo con confianza, cosa que me sorprendió totalmente y me llevó a la puerta, saliendo ambas de allí. El señor Song me sonrió divertido, seguramente al verme tan confusa.

—Lo primero de todo señorita es que no me gusta ese rollo de formalidad que tienen en todas las empresas como si fueran seres superiores, ¿de acuerdo? Somos artistas, somos diferentes a los demás, y para mí tú y yo somos iguales. Llámame, Sunghee. ¿Estás cómoda con que te llame Soojin? —Asentí sin saber qué decir. En ese momento no sabía qué me parecía mejor o peor.

Ella soltó una carcajada al mirarme.

—Soojin, cariño, no te pongas tan tensa, por ahora no como personas. —Rió—. Aunque sí que tengo una dieta estricta, eso debes de saberlo, me enfadaré mucho si no me traes lo que quiero, eso debería de contar como punto número dos.

Asentí, siguiendo sus palabras.

—Adoro tu estilo de ropa, por lo que creo que vamos a ser muy buenas amigas, no dejes esta línea, me gusta —admitió, mirándome de arriba abajo. Llegamos a un pequeño despacho—. Esta va a ser tu zona, ¿de acuerdo? Tu horario empieza a las nueve, y a las diez, todos los lunes, tenemos una reunión para comentar cuáles serán nuestras actividades a lo largo de la semana.

Mi despacho era simple pero bonito. Blanco y luminoso, con un pequeño escritorio en el centro del mismo color, una silla que parecía increíblemente cómoda, dos estanterías repletas de libros y un pequeño dispensador de agua.

—¿Puedo hacerle una pregunta?

—Claro cariño pero, deja las formalidades de lado, ¿vale? Entiendo que es mucha información que procesar. Y deja esto por aquí. —Me tiró de la chaqueta, colgándola sobre la silla y dejó mi bolso sobre ella. Por un momento me sentí incómoda ante tanta confianza para lo poco que nos conocíamos.

Pero parecía que la señora Oh, había sido toda su vida de esa manera, así que debía de acostumbrarme a ella y a su forma de trabajar.

—¿Cuál es nuestro trabajo?

—Oh, cierto, no te he dicho eso, creo que debería de haber sido el punto uno —comentó, golpeándose la frente—. ¿Sabes? Hablo un montón y a veces no sé cuándo debo de parar, ese es uno de mis problemas, yo que tú iría haciendo una lista, adoro las listas y cuando la termines, me la pasas, ¿vale? Así te diré si te falta algo —dijo pensativa—. ¡Ah, cierto! Nuestro trabajo —añadió, recordándolo. Quise reír porque en el fondo, era bastante adorable y graciosa—. Nosotras llevamos el apartado de talentos, y con ello me refiero a que nuestro deber es ir en busca de personas a las que ofrecerles un espacio aquí. No solo famosos de todo el mundo, sino también, a aquellos que se encuentran por las calles y aún no han conseguido más que unos pocos seguidores en redes sociales. Vas a tener que estar al día, buscar información sobre ellos,... En las reuniones de los lunes, pondremos en bandeja a nuestros pretendientes —alzó las cejas, consiguiendo que riera— y luego, durante la semana, intentaremos contactar y convencer a los jefazos de lo que queremos.

—Osea que nuestro trabajo es básicamente, organizar las exposiciones que se van a hacer aquí, ¿no?

—Ahí le has dado, preciosa. Por cierto, lo eres, ¿eh? Ya debes de estar pillada seguro. Ven, cielo, cuéntame todo mientras te voy enseñando este precioso lugar del que te vas a enamorar. Pero no te preocupes, presiento que yo me voy a enamorar de ti así que, no te sientas mal, te quedarás conmigo para siempre —dijo tantas cosas que simplemente, no dudé en reírme. Volvió a rodearme el brazo y caminamos juntas.

Lo cierto es que, debía de admitir que para lo nerviosa que me encontraba, ya ni siquiera podía pensar en ello. Oh Sunghee era una persona realmente increíble que sabía cómo apaciguar los nervios y la incomodidad por su personalidad tan apasionada y directa.

—¿Tienes novio? —Volvió a insistir mientras hablaba de vez en cuando sobre el lugar. Lo cierto es que era más grande de lo que esperaba.

—Sí.

—Oh, jo, pues sí que estabas pillada. Arg, tendré que buscarme a otra para encasquetarle a mi hijo. —Reí y ella esbozó un puchero—. No hay manera de que ese chico levante cabeza... Pero dime, ¿es guapo? —Sonreí avergonzada, ¿quién me iba a decir a mí que estaría hablando de algo como eso el primer día con mi encargada?

Si lo contaba, nadie me creería.

—Mucho —respondí y ella sonrió emocionada.

—Se te ve muy enamorada, no hace falta que insista. ¿Lo conoces de hace mucho? —Preguntó interesada y no se me hizo incómodo aquel interrogatorio. Debía de admitir que, su cercanía, era realmente agradable.

Aunque un poco cortante e incómoda al principio pero después de unos minutos, era imposible acordarse de ese sentimiento.

—Desde los quince. —Abrió los ojos sorprendida.

—¿De verdad? —Asentí—. Ay cariño, tú eres de las mías, yo también llevaba con mi marido desde los quince, suerte que nos divorciamos este año. No pongas esa cara cielo, no le soportaba. Ahora soy una mujer libre, y eso me gusta mucho —agregó, sonriente. Imité su gesto—. Pero se te nota en la mirada que están hechos uno para el otro, no todas tenemos esa suerte. —Se encogió de hombros—. Espero que algún día me lo presentes, ¿eh? Yo tengo que ver a ese mozo. —Reí sin dudarlo mientras ella continuaba tirando de mí.

Caminamos por un rato más hasta que llegamos a la sala de reuniones.

—Lo siento si soy demasiado, no puedo evitarlo, el señor Song dice que es una de mis mayores cualidades pero si te soy sincera, seguro que debes de estar preguntándote por qué narices elegiste venir aquí. —Soltó una carcajada, tomando asiento. Yo me quedé de pie, mirándola—. Pero, realmente, lo único que quiero es que te sientas cómoda, Soojin. Eres un diamante en bruto, de esas personas que si te viera en la calle dibujando, no dudaría en ofrecerle una exposición. Sé que tienes potencial y te mereces estar aquí. Trabajaremos muchísimo para que así sea, ¿de acuerdo? —Asentí y ella sonrió—. Y aunque te parezca ahora mismo que tu deber en la empresa no se parece en nada a lo que has estudiado, pronto verás que realmente, lo es.

No tenía dudas de que así sería.

—Muchas gracias, señora... Sunghee —me corregí antes de hacer una reverencia. Se levantó después de eso, tomándome esta vez de la mano.

—Muy bien, sigamos.

Sonreí sin dudarlo, siguiendo su mano, ambas caminando por allí mientras Sunghee hablaba como una loca.

Y sinceramente, aunque era todo nuevo para mí, no dejaba de pensar que no podía estar en un lugar mejor.

—Al principio no dudé en pensar que parecía que estaba loca o que se había fumado un buen porro antes de entrar. —Solté junto a una carcajada y ella rió también—. Pero lo cierto es que, después de haber estado todo el día con ella, me he dado cuenta de que es alguien de quién podré aprender un montón y eso me hace muy feliz —aseguré mirándola a los ojos.

—Y a mí me hace muy feliz también, Soojin, verte por fin cumpliendo tus sueños, a pesar de que parecía no solo imposible por las ideas de tu padre, sino por la llegada de Hope, me alegra. —Alargó su mano para tomar la mía—. Estoy segura de que en unos días, te darás cuenta de lo muy afortunada que eres de estar en ese lugar.

La madre de Hoseok sonrió acariciando mis dedos.

En cuanto salí de mi turno reducido de trabajo al ser el primer día, me encontré con una llamada perdida de la madre de Hoseok y un mensaje suyo que me decía que la avisara cuando saliera para vernos y tomarnos ese café que nunca tuvimos. Sin dudarlo acepté, organizando poco después una comida con mis padres, Jungkook, Hoseok y Hope para celebrar que por fin estaba siguiendo mis sueños.

—Ya me doy cuenta, créeme. ¿Sabes que fui a la única que cogieron de mi clase? Al parecer varias alumnas aplicaron allí y sin embargo no las cogieron.

—¿Y te parece una locura? Siempre fuiste una muy buena estudiante y no sé las demás pero tienes un talento innato para el arte —me halagó, sonriente—. Aún recuerdo las tardes que te pegabas dibujando mientras Hope dormía su siesta. —Asentí, recordándolo también.

—Creo que fue cuando más pude dedicarme a dibujar...

—Pero eso ya es el pasado. —Le restó importancia—. Estoy increíblemente feliz por ti, cariño. A pesar de que tienes una encargada loca de atar —reí sin dudarlo ante su broma—, presiento que vas a tener una buena relación con ella y que lo que te queda de curso vas a pasarlo muy bien, vas aprender un montón y te vas a llevar una increíble experiencia y, realmente, eso es lo que cuenta, cielo. Es algo que le he dicho cientos de veces a Hoseok aunque no te quedes trabajando en la empresa de prácticas, esto te va ayudar a palpar lo que es trabajar realmente en lo que quieres y saber cómo moverte en el mundillo.

—Sí, eso seguro. Aunque me pegaré noches en vela buscando artistas a los que llamar...

—Soojin, esa es la magia, eso es lo que te hace saber que te gusta tu trabajo. —Sonreí antes de asentir recordando las cientos de veces que la vi preparando sus consultas con las personas a las que le hacía terapia. Ella imitó mi gesto.

De pronto mi pantalla del móvil se encendió mostrándome una notificación de un mensaje.

Hoseok 12:50

¿Ves que te lo dije? Me alegro un montón por ti y tengo unas ganas enormes de darte un abrazo

¿Dónde estás?

Yo 12:50

Ya, a partir de ahora te haré más caso

Yo también quiero que me des ese abrazo pero tienes exámenes y no puedes faltar a tus clases, aguanta hasta la hora de la comida. Además estoy con tu madre así que me puedo chivar...

Me mandó una foto haciendo un puchero y no pude evitar reír ante su mensaje "ya suenas como mi madre sin chivarte".

—Perdona, era Hoseok —me disculpé por cortar la conversación. Bloqueé el móvil y ella negó con la cabeza, restándole importancia.

—Seguro que estaba preocupado porque te fuera bien, no pasa nada si le respondes, no me voy a enfadar y menos cuando es mi querido niño. —Sonrió ladinamente mientras dejaba el envoltorio de una pequeña galletita que acompañaba al café sobre el platillo de la taza. Yo sonreí también—. ¿Todo bien con él?

—Sí, súper bien —agregué, dándole énfasis. Ella sonrió abiertamente.

—Eso me alegra mucho, estaba algo preocupada.

—¿De verdad? —Asintió.

—Desde que Hoseok habló conmigo para decirme que aún seguía teniendo sentimientos por ti y, cuando finalmente me confirmó que habían vuelto, no dudé en preocuparme. Les quiero a ambos mucho y sé lo que han sufrido estos dos años, no quiero que lo vuelvan a pasar mal, así que me preocupé pero, viendo todo tan bien... Estoy bastante tranquila —aseguró mirándome sin dejar de sonreír. Me hacía ilusión volver a estar cerca de ella sin incomodidad de por medio.

Porque sinceramente, había echado de menos esas largas charlas que solíamos tener cuando vivíamos juntas y a lo mejor nos quedábamos solas en casa. Chaeyoung había sido como una madre para mí cuando más necesitaba a la mía, así que era obvio que le tenía un cariño especial a esa mujer que tanto me había dado y me seguía dando.

Alargué mi mano hasta la suya consiguiendo que me mirara.

—No te preocupes, Chaeyoung. Entiendo lo que dices, a mí a veces también me llega esa preocupación repentina de no saber qué puede pasar ahora, ese miedo de "¿y si toda esta paz se acaba pronto?" pero al instante aparto ese pensamiento e intento disfrutar a tope del presente sin esperar a que eso suceda. Hoseok y yo lo hablamos con tranquilidad y los dos somos conscientes de que ambos tuvimos la culpa. Hope... A pesar de ser nuestra salvación, también fue nuestra perdición y con la edad que teníamos, era difícil saberlo. Pero ya eso no va a pasar, ambos hemos crecido y madurado, hemos cambiado y antes de desatar una pelea absurda, estoy segura de que podremos pensarlo dos veces o solucionarlo de una manera menos drástica.

—Me encanta escucharte, Soojin, ¿quién diría que mi pequeña niña maduraría tanto? —Revolvió mi pelo sonriendo. Sentí una preciosa sensación en mi pecho que hacía tiempo que no tenía, como si de verdad, todo estuviera en su sitio—. Tienes razón y realmente debo de empezar a pensar en que ambos, aunque son aún unos niños de veintitrés, han vivido mucho y han madurado muchísimo también, realmente nunca imaginé que podrían llegar a tener las ideas tan claras como las tienen y eso me tranquiliza.

Tomó ambas de mis manos.

—Ya solo está el recuerdo de esa Soojin que lloró conmigo en la casa de Busan por estar embarazada porque tú ya no eres ella. Ni tampoco Hoseok es ese chico que también lloró ese mismo día sabiendo que tenía un marrón encima.

Asentí ante sus palabras.

—Así que solo me queda apoyarles y estar feliz por los dos. Como ya le dije a Hoseok en su momento, las segundas oportunidades no siempre son un desastre, muchas veces, son una alegría, algo que esas personas necesitaban en el momento que realmente debía de suceder. —Sentí que me estaba poniendo algo emocional con sus palabras—. Aunque, no vayas a quedarte embarazada, ¿eh? —Bromeó quitándole hierro al asunto y yo reí.

—Tranquila, no es algo que esté en mis planes ahora y estoy usando doble precaución tomándome las pastillas, lo empecé a hacer desde que lo dejé con Hoseok, no quería verme de nuevo en la situación, ¿sabes? —Asintió, comprendiéndolo.

—Lo entiendo, cariño, sé que no todos los hombres del mundo serían tan comprensivos y consecuentes como mi hijo con sus acciones, en eso, estoy bastante orgullosa de él. Así que me alegro de que tomaras esa decisión de cuidarte más que nunca. —Asentí.

—Hay que aprender de los errores —bromeé soltando una carcajada y ella me acompañó—. Pero sí que quizás en un futuro... Me gustaría poder tener la oportunidad de disfrutar de un bebé con calma, a su momento y por supuesto que Hope tenga alguien que le acompañe, yo estuve sola hasta ahora y a veces es frustrante.

—Y yo te apoyaré muchísimo, después de todo, no hay nada más que me alegre en el mundo que ser abuela. —Sonreí enternecida y asentí.

—Y a mi madre —aseguré—. Pero ahora estoy acabando mi carrera, consiguiendo por fin mi sueño y Hoseok tiene que acabar la suya, seguir su sueño también. Así que supongo que esto es lo que nos toca ahora...

—Sea cuando sea el momento, lo sabrán y estoy segura de que serán muy felices.

Y yo también lo creía.

Poco después de eso, salimos de allí, caminando juntas mientras hablábamos de temas triviales en los que ella me contaba, lo muy feliz que estaba por los grupos de apoyo, en especial con el que había asistido hace años, el de embarazadas adolescentes. Por lo visto, se habían apoyado más que nunca unas a las otras hasta el punto de acogerse entre ellas porque sus padres las habían echado de casa. Sonaba triste pero, por lo menos, me hacía feliz saber que tenían el apoyo de personas que las comprendían ante la difícil situación que se les venía encima.

—Vendrán el domingo a casa, ¿verdad? Ya sabes, tu padre postizo está deseando verte para darte un enorme abrazo pero, ahora mismo, estando en Los Ángeles le es imposible.

—Claro que iremos, nunca me perdería un día para ver a mi familia. —Ella sonrió enternecida antes de abrazarme frente al centro para volver a su trabajo—. Intentaré hablar con él hoy por videollamada.

—Hazlo por favor o me volverá loca —bromeó, consiguiendo que riera. Poco después, peinó los mechones de mi pelo sonriendo—. ¿Ves que a veces, aunque es difícil, la felicidad no es imposible y llega cuando menos la esperas?

Respiré hondo antes de asentir.

—Tenías razón.

—Siempre la tengo —bromeó como lo haría Hoseok, ambas riendo—. Dale saludos a Hope y al bebé —dijo, burlándose de su hijo y no dudé en reír de nuevo.

—Lo haré, ¡ten un buen día! —Asintió, apretando mis hombros y me sentí tan feliz.

Más que nunca.

Sobre todo cuando sentí los brazos orgullosos de mi familia y la sonrisa inmensa del padre de Hoseok cuando hablamos por videollamada, llenándome el corazón de amor.

Hoseok

Después de un día duro de prácticas, entré en nuestra nueva casa, que habíamos comprado unas semanas antes por lo cual el cansancio era incluso peor debido a la mudanza.

—Ya estoy en casa —anuncié, cerrando la puerta detrás de mí. Al ser por la noche, decidí cerrar con llave. Dejé mi mochila colgada, quitándome los zapatos.

Busqué a las chicas de la casa, sorprendiéndome al no recibir ninguna palabra de su parte. Pasé primero por la cocina, tomando un vaso de agua rápido, sintiéndome totalmente exhausto debido al calor que hacía esos días a pesar de que ya estábamos casi en octubre. Sonreí al finalmente encontrarlas jugando juntas al lado de la puerta que daba al jardín. Hope había montado allí su mesa de té, ambas vestidas de princesas. Soojin hablaba y hacía que bebía té mientras Hope dejaba las pastas sobre la mesa. Me acerqué, pensando en que quizás me llevaría una bronca por interrumpir.

—Buenas noches, señoritas. —Hice una reverencia, llamando la atención de ambas, que se sorprendieron al verme. Deduje que estaban tan metidas en su charla que no se habían dado cuenta de mi llegada—. ¿Llego tarde a la velada? —Soojin sonrió, viéndose adorable con esa pequeña corona en su pelo castaño.

—Un poco, pero como eres el Rey, te perdonamos —indicó Hope, viéndose un poco molesta. Aunque después sonrió, dándome una almohada para poder sentarme en el suelo.

Era increíble lo mucho que había empezado a parecerse a Soojin, como si fueran gemelas. Ya tenía casi nueve años y era sorprendente lo mucho que había crecido. Aún seguía siendo una niña después de todo pero, seguía doliéndome mucho el hecho de verla crecer tan dolorosamente, como si me estuvieran clavando pequeñas dagas en el corazón. Así que, aún habiendo pasado casi tres años desde su ingreso en el colegio, aún no me acostumbraba a verla así, tan mayor.

Mi parte de padre sobreprotector estaba dañada.

—¿Y a qué se debe esta reunión? —Pregunté, curioso. Soojin soltó una carcajada, seguramente riéndose de mi uso antiguo del coreano como si estuviéramos en el pasado.

Hope intentó no reír también.

Vaya, al parecer no era un Rey muy bienvenido.

—Queríamos celebrar la entrada de nuestro nuevo miembro, Mickey. —Sonreí, sin dudarlo. Mis padres se habían ido unos días de viaje por su aniversario de boda y nos habían encargado de cuidar a Mickey.

Hope acarició su cabeza con un lacito que ella misma le había puesto y no dudé en reír al ver la cara de Mickey observándome seguramente pensando "Humano, sálvame de este mini humano que me está haciendo sufrir" pero dejé de reír cuando Hope me miró con mala cara. Soojin me golpeó el muslo divertida, como si le hiciera gracia que me hubiera callado por la mirada de nuestra hija.

Pero a pesar de que Hope era la niña más adorable, también tenía un carácter increíble, y esa dualidad parecía casi inconcebible.

Pero totalmente posible.

—Pero ya estábamos a punto de acabar —sentenció Soojin, mirándome en plan "tranquilo, sé que odias la hora del té, no te preocupes". Aún así, Hope me sirvió una taza.

—Brindemos —anunció, tomando la suya, dejando el meñique levantado. Aguanté la risa y Soojin me pellizcó el muslo juguetona para que no riera finalmente.

Yo también tomé mi taza, imitándolas a ambas. Bebimos y, poco después, Hope soltó a Mickey, quien huyó camino al jardín, probablemente sintiéndose libre. Mi hija se levantó, con su característico vestido de princesa rosa y empezó a recoger todo lo que habíamos utilizado —bueno, más bien, lo que ellas habían utilizado—. Soojin no tardó en moverse un poco hacia mí para plantar un casto beso sobre mis labios, sonriendo en cuanto nuestras miradas se cruzaron.

—Si yo soy el Rey, ¿entonces tú eres la Reina? —Pregunté, mirando su corona y ella se encogió de hombros.

—Debe ser. —Llevó su mano hasta ella, quitándosela de la cabeza. Después de eso, ambos reímos.

Soojin se levantó del suelo y yo imité sus acciones, ayudando ambos a Hope para recoger.

—Oye, no piensas saludar a papi, ¿o qué? —Pregunté molesto y ella me miró con mala cara pero, finalmente, sonrió corriendo hacia mis brazos para envolverme con ellos. La levanté del suelo, consiguiendo que riera.

Seguramente estaba un poco molesta con la interrupción pero, parecía que me había perdonado con ese abrazo y realmente lo agradecía, después del día repleto de cansancio, lo más que me apetecía era verla, tanto a ella como a Soojin.

—¿Qué tal el cole?

—Muy bien, papi, hoy aprendimos a hacer multiplicaciones.

—¿Y qué tal?

—Son difíciles, tengo que aprenderme muchas tablas... —Agregó, haciendo un puchero—... Pero mami me dijo que me ayudaría.

Miré a Soojin.

—Utilizaré el infalible método de las pegatinas y los premios. —Reí sin dudarlo con Hope aún en brazos. Aún podía con ella pero, sabía que en poco tiempo, se me haría imposible llevarla así, como si nada.

Jung Hoseok no te alteres todavía, hazlo cuando tenga novio.

—Eso en psicología se le llama condicionamiento operante.

—Yo lo llamo método que mi madre usó y con el que conseguí aprenderme las tablas —bromeó, consiguiendo que riera de nuevo. Miré a Hope.

—Bueno, tú eres una niña muy lista, estoy seguro de que conseguirás sabértelas pronto, ¿verdad? —Ella asintió, orgullosa de sí misma—. ¿Por qué no vas a prepararte para la cena mientras mamá y yo la hacemos?

—¡Vale! —Exclamó con efusividad y poco después, la dejé en el suelo. Fue corriendo a abrazar a su madre y, pronto, desapareció por las escaleras rumbo a su habitación.

Aproveché ese momento en el que no estaba Hope y Soojin estaba entretenida con el baúl de juguetes de Hope que se encontraba en el porche trasero, para tirar de su mano y fundirnos en un dulce beso que estaba deseando darle desde que la había visto. Soojin rodeó mi cintura, pegándose más a mí, siguiéndome el beso y sonriendo de por medio. En ese momento me sentí completamente lleno después de un día tan agotador.

Mi novia acarició mis mejillas después de besarnos, mirándome con sus ojos brillantes.

—¿Qué tal el día de trabajo? Te ves cansado —indicó, preocupada, peinándome el pelo con suavidad ahora, castaño al igual que el de ella.

—Agotador, no te voy a mentir. —Sonrió ladinamente antes de esbozar un puchero que me hizo sonreír a mí.

—Ven, cuéntame en la cocina. —Tomó mi mano y tiró de ella.

Recorrimos nuestro pequeño pero acogedor salón que daba hacia la zona donde estábamos, hasta llegar a nuestra cocina. Era imposible fijarse en las fotos por el camino donde salían nuestros familiares y amigos más preciados. Soojin empezó a sacar los ingredientes e hice el amago de ayudarla pero ella negó con la cabeza. Me obligó a tomar asiento en la isleta central.

Había empezado las prácticas de la carrera semanas atrás. Después de unos duros años estudiando, dándolo todo en los exámenes para ir curso a curso mientras ejercía mi papel como padre y como novio ejemplar, por fin, estaba apunto de terminar. Soojin parecía muy orgullosa de mí, incluso, desde el momento en el que le anuncié que iba a estar en un laboratorio universitario donde se hacían estudios importantes para la ciencia, quitando todo el atisbo de duda y de malos recuerdos que tenía de la vez que se negó a que siguiera mis sueños porque era imposible por el dinero.

Y no podía estar más feliz de conseguir por fin mi sueño.

—Tú descansa, yo me encargo de la cena —me ordenó como si fuera mi madre, haciéndome sonreír—. Tranquilo, no pienso quemar la casa. —Reí sin dudarlo.

—No lo hacía por eso, sino por ayudarte. Has mejorado con el tiempo, no dudo en que podrás cocinar sin quemar la casa. —Esta vez se rió ella.

—Llevas todo el día fuera, te mereces un descanso, ¿sabes? Y gracias por verlo, Yeonji aún no se lo cree. —Solté una carcajada antes de negar con la cabeza. Esa mujer, siendo siempre la que más ayudaba y ponía nerviosa a mi novia.

Pude notarlo por su ceño fruncido.

—Tú también trabajaste hoy, por eso quería ayudarte. Y Yeonji, ni te preocupes por ella, ya se tragará sus palabras cuando pruebe tu deliciosa comida. —Le saqué a Soojin una sonrisa mientras dejaba los ingredientes sobre la isleta central. Me miró antes de pellizcar mi mejilla.

—Eres un adulador de mucho cuidado. —Reí de nuevo, encogiéndome de hombros.

—Necesito labrarme un buen camino para poder ganarme mis mimitos del día después de una dura jornada de prácticas. —Rió Soojin entonces, negando con la cabeza.

—Aún sin adularme, lo conseguirías.

—¿De verdad? —Me acerqué peligrosamente a ella. Soojin se dejó hacer, aceptando mis pequeños besos en su cuello y mis manos en su cintura hasta que se apartó suavemente, mirándome.

—Siéntate, tengo una cena que hacer. —Solté una carcajada, sintiéndome extrañamente feliz para lo cansado que estaba y ella sonrió. Le hice caso, sentándome.

—No tendrías que hacerla si yo te ayudara —canturreé.

—Es lo menos que puedo hacer por ti, yo ya estoy acostumbrada a esto, Hoseok, tú no. —Y no mentía, después de dos años trabajando en su empresa de prácticas, ya se había hecho a aquel lugar como si llevara toda la vida en él.

—No te voy a quitar la razón. —Me encogí de hombros, viéndola empezar a cortar los ingredientes con una suavidad pasmosa, como si quisiera dedicar cada segundo a cada corte.

Y esa tranquilidad era la que necesitaba después de un día tan ajetreado como el que había tenido.

—¿Y qué hiciste hoy en las prácticas? Me preocupé al ver que seguirías todo el día —indicó, concentrada en sus acciones. Yo suspiré un poco.

—Los profesores que supervisan nuestras prácticas están ocupados trabajando en un borrador que se va a entregar a la Universidad de Ciencias Tecnológicas de Gwangju. Es un estudio súper secreto acerca de una enfermedad genética rara. —Soojin rió al "super secreto" cuando acababa de decírselo a ella como si nada—. Entonces, nos pidieron a mí y a Seonghwa que les ayudáramos con unos cálculos que faltaban. ¿Te puedes creer lo difícil que era que ni siquiera llamando a Minhyuk, que es un as para esas cosas, conseguimos nada? Fue un poco frustrante, y tengo el cerebro frito. —Rió de nuevo, negando con la cabeza.

—Pobre, ojalá pudiera ayudarte...

—Ni siquiera un científico de renombre podría, es imposible. —Ambos reímos sin dudarlo—. Pero nuestro profesor nos dijo que no pasaba nada, que mañana ellos se encargarían de eso y nosotros pasaríamos al estudio práctico con las partículas genéticas.

—Debes de estar súper ilusionado por ello, ¿no?

—Me conoces demasiado bien, pequeña. —Sonrió. Se giró para empezar a meter en la olla unos cuantos ingredientes y después seguimos hablando—. ¿Y tú qué tal?

—Bien, Sunghee y yo conseguimos que al señor Song le gustara el chico que propuse esta semana.

—¿El de los grafitis que te dije? —Asintió y yo sonreí emocionado—. ¡Eso es magnífico!

—Lo es —admitió sin dejar de sonreír—. Es el primer artista callejero que cogen, así que me enorgullece mucho que lo hayamos conseguido y todo gracias a ti que fuiste el primero en hablarme sobre él.

—Es lo que merece, es un artista increíble. —Ella asintió, emocionada.

—Mañana tengo que hablar con él y estoy súper nerviosa, ¿te lo puedes creer? He hablado ya con cientos de artistas, con algunos incluso conocidos por todo el mundo y estoy tan nerviosa por un chico de apenas veinte años...

—Yo creo que es normal, después de todo, nunca se sabe cómo reaccionará ante la propuesta, esa gente es muy suya. —Ella se mordió el labio inferior, realmente, parecía nerviosa. Alargué mi mano para tomar la suya y me miró—. Pero estoy seguro de que conseguirás camelarle, después de todo, ¿quién podría decir que no a esta carita?

—Eres un idiota. —Rió pero, supe que con mis palabras, había eliminado un poco de su preocupación. Me quedé observándola antes de levantarme para tomar sus mejillas y besar sus labios castamente, tomándola por sorpresa.

Tú idiota. —Negó con la cabeza, siguiéndome con la mirada. Fui hasta la nevera marrón de nuestra cocina y tomé una botella de zumo.

Volví a tomar asiento en el lugar anterior.

—¿Y qué tal Jungkook? Hace días que no le veo.

—Está modo rata de biblioteca, en nada tiene los exámenes finales pero no sabe la suerte que tiene de tener a una hermana que haya estudiado lo mismo que él para saber qué preguntas van a caer. —Asentí de acuerdo. La verdad es que nadie podía ser más afortunado que él—. Pero está muy guapo, se está dejando el pelo crecer. ¡Ah! ¿Y sabes qué?

—¿Qué? —Pregunté sin poder evitar esconder una sonrisa al verla tan emocionada.

—Me contó que Junghyok está pensando en pedirle matrimonio a mi madre, ¿cómo te quedas? —Abrí los ojos sin dudarlo.

—¿De verdad? —Asentí. Me di cuenta de que no podía esconder la sonrisa de sus labios, emocionada—. ¿Y qué opinas al respecto? —Se encogió de hombros, con sus ojos brillantes.

—Yo estoy deseando que pase si es eso lo que ambos quieren... —Comentó—... Pero estoy preocupada por ella, por sus inseguridades respecto al pasado, ¿sabes? No quiero que piense que puede pasarle lo mismo que con mi padre.

—Con Junghyok, lo dudo mucho.

—Ya... Pero tú sabes, el pasado deja marcas y eso me preocupa.

—Lo entiendo.

—Pero, quiero verla feliz, creo que es lo que se merece, ¿no? Tiene a un hombre maravilloso a su lado, que la quiere por como es, que la respeta, que la ama con todo su ser, creo que quizás es el paso que les falta. —Asentí, sonriendo—. Aunque si al final se lo pide, lloraré si es necesario por ser la dama de honor. —Reí pensando en que la veía muy capaz de ello.

—Claro Soojin, lucha por tus sueños, ¡yo te apoyo totalmente! —Terminamos riendo juntos.

Ella terminó de hacer la cena mientras yo ponía la mesa con ayuda de Hope. Cenamos poco después el maravilloso bibimbap y pollo teriyaki que había preparado Soojin y, recogimos todo. Hope, al ser viernes, se sentó en el salón para ver sus dibujos animados preferidos que daban especialmente ese día, como premio de haberse portado bien durante la semana. Yo subí para darme una ducha y cambiarme el pijama, Soojin imitó mis acciones y pronto, me reuní con la pequeña.

Me senté en el sofá, abrazando con fuerza a Hope, quien se quejó por haberla distraído de sus dibujos animados. Reí sin dudarlo, amando hacerla rabiar porque, después de todo, yo también era un niño como ella que amaba jugar. Aún así, se rió conmigo abrazándose con fuerza, mientras esperábamos a que Soojin se reuniera con nosotros.

—Jo, no sé por qué duran tan poquito los capítulos —se quejó Hope, esbozando un puchero.

—Ya, en realidad es bastante guay —indiqué sin mentir, alguna que otra vez me había sentado a verlos con ella y lo cierto es que era una serie bastante entretenida. Pero, al estar saliendo la nueva temporada, tenía que verlos en directo y solo daban un capítulo de quince minutos.

Ella asintió ante mis palabras mientras Soojin aparecía en escena con su pelo mojado y un pijama cómodo de verano.

—¿Ya terminó? —Preguntó al ver los anuncios en el canal infantil. Ambos asentimos y ella sonrió—. ¿Y si vamos a hacerle compañía a Mickey fuera? Aquí hace muchísimo calor.

—Me parece buena idea —me levanté de un salto, seguido de una Hope que solo se había demorado para apagar la televisión.

Soojin no mentía, a pesar de que teníamos prácticamente toda la casa abierta, apenas corría brisa y no teníamos aire acondicionado hasta que cobráramos y pudiéramos pagarlo. Así que la mejor manera de sobrevivir al calor era saliendo al jardín.

Había caído la noche, así que las estrellas empezaban a brillar en el cielo, iluminando el lugar aunque apenas pudiéramos verlas realmente debido a la contaminación lumínica. Por lo menos era un alivio saber que vivíamos en una zona donde las casas estaban bastante separadas unas de las otras, así que había cierta intimidad. Sonreí al ver a Hope corretear detrás de Mickey y él intentando huir de ella mientras se escuchaba su risa.

—Tenemos que comprar unos sillones para ponerlos aquí y poder pasar el rato —indicó Soojin, sentándose al borde de los tablones de madera del suelo. Yo asentí de acuerdo.

Aquella parte de la casa era bastante agradable como para prepararla perfectamente para pasar el rato.

Antes de sentarme, me acerqué al tocadiscos blanco que había estado en mi antiguo piso, que Soojin había encontrado y que era de la dueña del mismo. Al parecer, había decidido que finalmente dejaría de alquilar el piso y lo pondría en venta, así que quería deshacerse de algunos muebles para poner otros nuevos, por lo que nos regaló el tocadiscos. Y, sinceramente, aunque quería empezar una vida desde cero donde creáramos recuerdos nuevos, me sentí feliz de podernos llevar ese objeto con nosotros porque, me recordaba a las cientos de veces que escuchamos música por él, que bailamos juntos, que estuvimos tranquilos, que brillamos,...

Y no dejaba de pensar en lo muy emocionado que estaba por la nueva casa y todos los recuerdos que estábamos empezando a crear allí, junto a los que vendrían después.

Soojin sonrió antes de que me sentara a su lado y apoyara su mano sobre mi muslo, mirando hacia a Hope con una sonrisa y sus ojos brillantes como el cielo, trayéndome recuerdos de aquel día donde me había llevado a ver las estrellas fugaces. Yo reuní mi mano con la suya y le devolví la sonrisa después también mirando a Hope corretear.

—Este lugar me da mucha paz —admití, atrayendo su atención. Nos miramos en ese instante—. No podríamos haber elegido un sitio mejor para irnos a vivir.

—Ya lo creo. —Sonrió abiertamente—. La zona es súper tranquila, tenemos unos vecinos que parecen bastante agradables y, aunque desgraciadamente no tenemos el mar cerca como querías, tener esta vista del amanecer y la llegada de las estrellas, es un magnífico regalo. —Asentí, apretando su mano.

—Si ya tuviéramos el mar cerca, sería un paraíso —añadí, sacándole una carcajada.

—Bueno, siempre nos quedará la casa de Busan dónde vivían Junghyok y Jungkook. Siento que quizás es mejor así, ¿no? Poder escaparnos a un sitio donde nos trae preciosos recuerdos y relajarnos cerca del mar, las cosas que duran poco, como las vacaciones de Navidad o verano, siempre son las más agradables. —Asentí de nuevo, de acuerdo. Ella sonrió, apoyando su cabeza en mi hombro.

Hope ya había pillado a Mickey y ahora corría con él entre sus brazos haciéndole volar como si fuera un avión. Reí.

—¿Qué pasa? —Preguntó Soojin sonriendo con curiosidad cuando la miré.

—Estaba pensando en que quizás Mickey no sale vivo de aquí, no querrá volver jamás. —Soojin rió sin dudarlo. Ambos miramos a nuestra  hija.

—En realidad, creo que se llevan bastante bien, quizás Mickey tiene cara de quererse morir por todo el trote —indicó, consiguiendo que riera— pero igualmente parece feliz. Hacía tiempo que no le daban tanta atención.

—Eso es verdad, quizás con Hope esté recordando lo mucho que jugábamos así cuando éramos niños —comenté con nostalgia. Sentí que mi corazón se aceleraba un poco—. Nos criamos prácticamente juntos.

Soojin apretó mi mano.

—¿Estás bien? —Asentí, agitando la cabeza.

—Es solo que verle me hace pensar que ya está algo mayor y me preocupa. Pero no quiero darle vueltas a eso, después de todo, pasará tarde o temprano. —Soojin esbozó una expresión de preocupación y apretó mi mano.

—Disfruta mucho de que esté aquí, creo que eso te hará sentir mejor. —Sonreí antes de asentir.

—Eso espero. —Cuando nuestras miradas se reencontraron, sonreí.

Nos quedamos por un rato relajados y en silencio, solo escuchando a Hope que animaba a Mickey a coger la pelota que le tiraba. Él parecía que en cualquier momento se echaría en una esquina y empezaría a llorar del cansancio pero, lo cierto es que le seguía el juego a nuestra hija como si no estuviera tan viejito. Cerré los ojos empapándome de esa repentina tranquilidad que sentía y sonreí pensando en todo.

Había tenido una vida intensa desde que apenas tenía unos seis años. Me habían humillado en el colegio por ser diferente a los demás, por tener unos padres que no venían de familias ricas, ni tenían un prestigio entre los demás. Eso me atacó durante años y, decidí hacerme una coraza repleta de seguridad, impulsividad, carácter y fuerza que me hiciera ver como que nada me importaba pero, ese no era yo. Y viví en esa mentira por años hasta darme cuenta de que, ¿por qué ocultarme en una coraza cuando podía ser yo mismo? ¿Cuando podía ser fuerte sin dejar atrás mi personalidad? Y aún seguía intentando llegar a ser esa persona, aceptándome como alguien sentimental, con inseguridades y miedos, con mucho cariño por los demás y con una historia sobre la espalda larga de contar.

Había conocido al amor de mi vida cuando apenas era un niño, poniendo mi mundo patas arriba, haciéndome un inconsciente pero a la vez consciente de lo mucho que quería cambiar por ella, por ser una mejor persona, por quererla, por hacerla feliz. Me había enamorado de Soojin solo con un apretón de manos y cientos de horas empleadas en un debate de filosofía.

Había sido padre con diecisiete años de una niña preciosa que había crecido mejor de lo que hubiera podido imaginar en ese momento en el que mi novia de la misma edad, me dijo que estaba embarazada. Me había sentido por años culpable de haber arrastrado a Soojin a esa vida cuando yo solo quería hacerla feliz y todas esas inseguridades, junto al hecho de sentir que había perdido mi vida por un error, me hicieron alejarme de la persona que probablemente, más había amado en mi vida.

Había aprendido durante ese tiempo solo, a reflexionar, a verme, a aceptar mis errores y finalmente, a darme cuenta de que seguía enamorado de Soojin y quizás, jamás dejaría de estarlo. Porque ella me había enseñado mucho sin querer. Ella, había roto la coraza de la humillación empapándome de ese amor tan visceral que tenía por la gente. Me había hecho cambiar, volverme como antes. Aunque también me había hecho caer, para levantarnos de nuevo juntos.

Había vivido una vida extraña, con todo al revés, llena de personas que amaba y que odiaba, de experiencias y recuerdos tanto buenos como malos pero... Aún así... ¿Podía quejarme acaso cuando todo había acabado de la mejor manera posible?

Todo el dolor, el sufrimiento, la inseguridad, el miedo, los ataques de pánico, el embarazo, la ruptura,... Todo había valido la pena si podría despertarme y ver a Soojin a mi lado, durmiendo plácidamente, encontrarme a Hope corriendo hacia nosotros para meterse en nuestra cama y reír esperando a crear miles de recuerdos juntos ese día, salir y haber estudiado para lo que siempre había querido ser y ver que pronto, podría ejercer de ello, ver a Soojin ser feliz también con el arte, ver a Hope avanzar a pesar de su dislexia, siendo una de las niñas más listas de la clase, ver a nuestras familias recompuestas, a nuestro lado, a nuestros amigos que nos apoyaban en todo... Realmente, valía la pena.

Valía la pena pensar que todo lo malo solo había sido para hacerme valorar lo bueno, lo bonito de la vida, que al final, las malas rachas pasan y, que cuando menos te lo esperas, ahí estás, viéndote sonreír a través del espejo sin razón, siendo feliz, encontrando esa felicidad de la que todo el mundo habla alguna vez en su vida.

Y no podía imaginar mejor final.

Miré a Soojin y, como si hubiera sido cosa del destino, nuestra canción empezó a sonar a través del tocadiscos. Los acordes de Mine de Bazzi llenaron la estancia y la sonrisa de mi novia al percatarse también de ella. No pude evitar sonreír pensando en que hacía un tiempo que no la escuchaba y menos, con ella.

Feels like forever...

Even if forever is tonight —completó Soojin, sonriendo hasta con los ojos y no tardó en tomarme de las mejillas para besarme suavemente. Sonreí sin dudarlo, pensando en los recuerdos que me traía esa canción, en la primera vez que ella fue sincera con sus sentimientos.

Simplemente, sentí una calidez en mi pecho que era imposible de describir con palabras.

Después de besarnos, Soojin rió abrazando mi cuerpo.

—Qué ganas tenía de volver a escucharla contigo... —Admitió y yo asentí.

—Y yo.

Hope apareció poco después abrazándonos, metiéndose entre los dos como si le hubieran dado unos celos repentinos. Soojin rió, haciéndole un hueco a ella y a Mickey y nos abrazamos con fuerza.

—Gracias por existir, las amo a las dos, muchísimo y no puedo esperar a ser increíblemente feliz con ustedes aquí, en nuestra casa —dije, feliz. Soojin me buscó con la mirada, y Hope también, los tres con los ojos brillantes.

—Yo tampoco puedo esperar por ello, también les amo, son mi vida entera —añadió Soojin y Hope se encogió de hombros, tímida. Nos abrazó con fuerza.

—Y yo, ¡tengo a los mejores papis del mundo! —Y aunque fuera una exclamación inocente, Soojin y yo nos miramos, probablemente ambos sintiendo ganas de llorar porque, eso significaba mucho para nosotros teniendo en cuenta que nuestro miedo siempre había sido fallar.

Las abracé con más fuerza y Mickey ladró, como si él también estuviera hablando, haciéndonos reír.

—Seamos felices para siempre —deseé y Soojin asintió.

—Seamos felices para siempre —repitió.

Y sinceramente, no dudaba en aquello, fuera hacerse realidad.

Soojin

Metiendo los pies en la arena caliente, no pude evitar sentirme completamente feliz ante la escena del atardecer cayendo sobre nosotros, solos en aquella playa como si hubiera sido abandonada de pronto y solo se escuchaban las risas de las personas que más quería en el mundo entrelazarse como si fueran una, acompañadas por el chapoteo del agua mientras se perseguían y jugaban como niños pequeños en el mar. Sonreí abiertamente sin dudarlo, sintiendo una hermosa sensación en el pecho de que nada podría ser más correcto que estar allí, observándoles sonreír, empapándome de sus recuerdos vistos desde mi perspectiva, empapándome de una vida de la que jamás volvería a deshacerme de nuevo.

Respiré hondo, llenando mis pulmones del aire limpio que rondaba por esa playa cristalina de Busan, donde ya muchos de los habitantes y turistas, habían tomado su rumbo con la caída de la noche. Mientras que, Hoseok y Hope, parecía que jamás se cansarían de estar como patos en el agua a pesar de haber pasado todo el día jugando a hacer castillos de arena y con las raquetas como si no hubiera mañana.

Pero yo tampoco me quejaba, si eso podía regalarme, esa vista tan bonita que tenía frente a mí de ellos, jugando, frente a los colores del atardecer que se entremezclaban en el cielo y se cernían sobre el mar, de la brisa marina haciéndome compañía y de una sonrisa que aceleraba mi corazón poco a poco de pensar en lo muy bien que me sentía allí.

En lo precioso y tranquilo que era mi hogar.

Si con quince años me hubieran contado que ese iba a ser mi final, jamás me lo hubiera creído y simplemente, me hubiera reído para después concentrarme en mis estudios y no defraudar a mi padre más de lo que ya lo hacía cuando no era especialmente excelente. Y sin embargo, ¿qué podría ser mejor que eso? ¿Mejor que estar con las personas que más quería en el mundo? ¿Mejor que saber que, aunque había habido dolor, todo había valido la pena? ¿Qué podía ser mejor que levantarse sabiendo que aunque la vida seguía siendo dura y agotadora, podías sonreír sabiendo que estabas bien y feliz? Nada podría ser mejor que eso y no podía sentirme más agradecida que, después de la vida que había tenido donde pensaba que jamás sería feliz, ahí estaba, sonriendo como una idiota, alcanzando la felicidad con no solo los dedos, sino con todo el brazo, con todo mi cuerpo y mi existencia como si fuera la cosa más fácil.

Y de verdad, no se me ocurría, otro final mejor que ese.

Porque no solo había sido capaz de luchar por mis sueños, por sacar adelante a mi hija, por un amor adolescente que terminó siendo para siempre, por perdonar a mi madre, por querer a mis hermanos, por siempre cuidar de mis amigas y por nunca rendirme, sino que encima, había terminado siendo una mejor persona, más fuerte, más decidida, más segura, más feliz.

Y de verdad, nunca hubiera imaginado que llegaría a serlo.

Todo había valido la pena, el miedo, la inseguridad, la ansiedad, el dolor, el sufrimiento, el amor, el desamor, el perdón, la decepción,... Porque todas esas palabras, me habían hecho la persona que era en ese momento, la madre de una niña preciosa que me había brindado la esperanza de seguir viviendo, la novia de la persona que más quería en el mundo, que siempre me había hecho también, seguir adelante, la amiga que protegía a sus amigas, la hermana que aunque no estuvo siempre, decidió dar todo de sí misma por no quedarse atrás, la hija que aunque intentó ser perfecta, aceptó que su madre siempre la querría pasara lo que pasase y la mujer, la persona que nunca dejó de levantarse a pesar de las caídas.

Park Soojin, ¿quién diría que finalmente te encontrarías aquí, mirando hacia el pasado junto a una sonrisa de saber lo mucho que has crecido, lo mucho que has avanzado, lo muy afortunada y feliz que eres? Sin duda, mentiría si dijera que hubiera imaginado encontrarme en ese punto.

—¡Soojin! —Exclamó Hoseok, sonriendo mientras atrapaba a Hope entre sus brazos—. ¡Ven, hora de las cosquillas! —Gritó y nuestra hija esbozó una mirada de terror. Aunque eso no me paró de seguir la locura que se me estaba brindando.

Porque en el fondo, yo tampoco dejaba de ser una niña.

Me quité el vestido que tapaba mi bikini y, sin ninguna duda, corrí hasta la costa, sintiendo el frío del agua recorrer mi cuerpo cálido a causa del sol y me tiré sobre ellos, hundiéndonos bajo el agua, mojándonos de golpe y encontrándome con sus sonrisas perfectas de anuncio de pasta de dientes, mirándome. Hope tosió de manera dramática y no tardé en empezar a hacerle cosquillas mientras ella se resistía entre los brazos de Hoseok.

—Mami —se quejó, alargando las letras y desde que la vi sufriendo un poco, decidí abrazarla sin dejar de sonreír.

Pero entonces Hoseok empezó a hacerle cosquillas, sin dejarle tregua.

Si es que en el fondo, éramos tres bebés, solo había que vernos.

Poco después de que Hoseok se cansara de hacer sufrir a nuestra hija, Hope se subió en su espalda, abrazándose a su cuello mientras nadaban juntos y yo les observaba de cerca, sin saber cómo unirme, hasta que él me cogió por la mano, llevándome con ellos, sin alejarnos de la orilla. Solo después de un rato, nos paramos mirando hacia el atardecer. Me apoyé en el pecho de Hoseok, y él dejó su mentón en mi hombro mientras que Hope me acariciaba el pelo mojado, los tres disfrutando de esa escena.

Cerré los ojos, imaginando que dibujaba esas memorias, tratando de captar cada detalle para hacerlo más tarde y nunca olvidar lo bonita que fue esa tarde de verano juntos.

—Ojalá pudiéramos quedarnos aquí para siempre —esbozó mi novio y yo sonreí, asintiendo.

—¿Verdad? Me encanta el mar. —Hope hizo un puchero y yo solté una carcajada al mirarla.

—A mí también, podemos venir siempre que quieran, seguro que a Junghyok le encantará que ocupemos su casa.

—Por favor —pidió Hoseok, obligándome a sonreír de nuevo. Me giré sobre mi cuerpo, besando castamente sus labios y plantando un beso en la mejilla de Hope antes de abrazarlos a ambos.

Hope rió entre mis brazos cuando Hoseok empezó a movernos, acabando los tres de nuevo bajo el agua y él riendo como un idiota cuando se me quedó el pelo en la cara.

—¡Lo vas a pagar! —Exclamé nadando tras él. Hope nos seguía mientras nos perseguíamos por la playa, riendo como idiotas, sintiéndonos más jóvenes que nunca, empapándonos del brillo, de la felicidad,...

Y cuando llegué atraparle con mis brazos, sonreí olvidándome lo que estaba apunto de hacer por haber sido un idiota. Nos miramos a los ojos y no dudé en volver a sentir una calidez tremenda surcando mi cuerpo y mi corazón.

Hope se detuvo a nuestro lado, y no tardé en añadirla al abrazo.

—Gracias por estas vacaciones, les amo muchísimo —indiqué, sin dudarlo, sintiendo miles de cosas a la vez. Hoseok me abrazó con más fuerza.

—Nosotros también a ti, Soojin.

—Sí mami. —Reí, sintiéndome tan feliz que ni siquiera podía dejar de sonreír.

Porque el dolor existía para poder apreciar el amor, porque la tristeza, existía para poder apreciar la felicidad y porque, aunque la vida sea dura y angustiosa, a veces, es preciosa y bonita.

Porque sin duda, jamás hubiera cambiado nuestro error, nuestro dolor, nuestro sufrimiento, nuestra tristeza, nuestra rabia por la esperanza que nos había brindado la vida con nombre y apellidos, que estaba entre nosotros, siendo el fruto de nuestro amor, de una unión infalible para que, aunque la vida nos derrumbara y nos separara, ella nos mantuviera juntos para siempre.

Porque todo, para lo bueno y para lo malo, había sido gracias a Hope.

Porque, gracias a ella, el mundo tenía sentido.

Porque sin ella, no sabría si seguiría con Hoseok, si hubiera sido tan fuerte.

Porque gracias a su existencia, podía seguir ahí, sonriendo, estando en mi hogar, luchando cada día por la persona que más amaba en el mundo que era Hoseok. Siendo felices, juntos.

—Deberíamos ir a por un helado —sugerí y ellos asintieron, haciéndome sonreír. Pellizqué las mejillas de ambos.

Gracias por existir Hoseok, por cambiarme como persona, por llenarme de valor cuando nadie me lo daba, por enseñarme amar, por ser lo que necesitaba para seguir adelante, para seguir brillando. Gracias por formar conmigo, al ser más precioso del mundo, por no separarte de mí, por ser siempre lo que necesitaba.

Gracias por existir Hope, por llegar inesperadamente, por hacerme crecer, por darme cuenta de que jamás se puede querer algo más que a un hijo, por sonreír, por levantarme, por dejarme seguir adelante, por unirme a tu papi por siempre. Gracias por simplemente, ser también, lo que siempre necesitaba.

Vivamos siempre juntos.

Seamos felices por siempre.

Pero sobre todo.

Gracias Soojin, por no rendirte, por seguir adelante pese a todo, por luchar por tu vida, por ser lo que te merecías ser, sin dudas, de quien más orgullosa estoy es de ti misma, por nunca caerte para siempre. Gracias por simplemente, avanzar hacia delante y finalmente, ser feliz como siempre deseaste, te mereces esto.

Porque la felicidad no solo se mide con las personas que te rodean, sino con tus propios pasos, y sin duda, te la has ganado. Ahora, respira y sonríe.

Les miré de nuevo, hablando mientras se secaban con una toalla, sin volver a dejar de sonreír pensando solo en una cosa.

Valió todo la pena por ese final, por esa felicidad.

Valió la pena sufrir para ser feliz.

Porque no había una vida mejor, un final mejor sin Hoseok y Hope en mi vida, en nuestro hogar.

Ojalá perdure para siempre, aún si ese siempre es solo este día donde reímos y fuimos felices.

Pero aún así, valdría la pena si ellos estaban ahí.

Valdría la pena si supiera que seríamos eternamente nosotros, sucumbiendo a esta bonita felicidad.

..........

¡Hola! ¿Qué tal están? No me lío mucho porque quiero hablarles más en los agradecimientos pero sí quería comentar este último capítulo. Wow, más de 14.000 palabras, lo sé, es inmenso y prepárense porque el epílogo es más o menos igual. Sé que este capítulo parece más relleno que otra cosa (sobre todo la parte de Soojin empezando sus prácticas y estando con la madre de Hoseok) pero sentía que así debía de ser el último capítulo y estoy muy feliz con el resultado después de comerme la cabeza tanto sobre el final, sobre qué era lo mejor para darle fin a esta historia. Empezando con Hoseok y acabando con Soojin...

Sé que lo diré cien mil veces en los agradecimientos pero GRACIAS, no tengo palabras para describir cómo me siento en este instante. Es tristeza y felicidad mezclada,... Nos seguimos leyendo ahora!♡

Continue Reading

You'll Also Like

73.9K 12.3K 35
"Bienvenido a My Best Friend, IA. Gracias por descargar la aplicación. Hemos escogido a una de nuestras IA para tu primera conversación. Recuerda que...
197K 11K 18
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
354K 10.6K 8
-"𝙀𝙡 𝙙𝙞𝙣𝙚𝙧𝙤 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙚𝙧á 𝙪𝙣𝙖 𝙥𝙧𝙞𝙤𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙨𝙞𝙣 𝙞𝙢𝙥𝙤𝙧𝙩𝙖𝙧 𝙩𝙪 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙩𝙪𝙨 𝙨𝙤𝙘𝙞𝙖𝙡 " -𝙈𝙞𝙣 𝙔𝙤𝙤𝙣𝙜𝙞...
386K 25.5K 97
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.