HOPE ━ j. hoseok

Pandepipas2

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«Un error puede cambiarlo todo en menos de segundo. Un error puede deshacerse de todo aquello que jamás pensa... Еще

hopeless
prólogo
playlist hope I
1 · error
2 · mimoso
3 · buen humor
4 · control
5 · alegría
6 · hogar
7 · pasión
8 · salvación I
9 · salvación II
10 · ¿amigos o hermanos?
11 · el drama de Jimin
12 · destino: desconexión I
13 · destino: desconexión II
14 · trabajo
15 · distracción
16 · ¿fallo de memoria?
17 · cotilleo
18 · bicho
19 · realidad
20 · la verdad no contada
21 · ¿vida perfecta?
22 · pertenencia
23 · descubrimiento
24 · examen
25 · lleno
26 · familia
27 · confianza
28 · repetir
29 · humillación
30 · bandera blanca
31 · cambio
32 · juntos
33 · desaparición
34 · desmorone
35 · igual
36 · miedo
37 · busan
38 · confesión
39 · nada y todo
40 · dolor
41 · apoyo
42 · pasado y verdad
43 · ¿perdón?
44 · perdón
45 · esperanza
46 · bienvenida
¡nota importante!
hope
playlist hope II
interlude
47 · vacío y completo
48 · novedad
49 · distancia
50 · dificultad
51 · incomodidad y miedo
52 · nostalgia
53 · pasado
54 · hacia delante
55 · aceptar y olvidar
56 · fin
58 · mi lugar
59 · romperse y arreglarse
60 · hawai
61 · tranquilidad
62 · cicatrices
63 · normalidad
64 · color
65 · vida
66 · felicidad
epílogo
agradecimientos
curiosidades
extra 1
notita

57 · hermano

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Pandepipas2

Soojin

Con la ropa ya puesta, me acerqué a él, besando su frente antes de acariciar su pelo alborotado. Esbozó un pequeño quejido, sin dejar de dormir.

—Lo siento —murmuré, antes de volver a besar su cabeza.  Me sentía fatal pero, por una vez sabía que aunque doliera, era lo que debía de hacer.

Muy a mi pesar, porque no quería marcharme de allí de esa manera y menos, cuando Seungwoo me había dado tanto, sabía que era lo que debía de hacer, lo que estaba correcto. Él me había aceptado tal y como era, con mis problemas, con mis inseguridades, con mi indecisión, con mi confusión... Sentía que, si no podía pagárselo queriéndole porque me era imposible, lo más justo era dejarle ir, y dejar que fuera feliz y que pudiera hacer feliz a cualquier otra persona. Él no se merecía que yo siguiera a su lado, que siguiera siendo una maldita egoísta. No podía seguir haciéndole daño y, no quería seguir haciéndolo.

Dejé una nota sobre la encimera, al lado del desayuno que le había dejado preparado y salí de allí marchándome lo antes posible con la excusa de que tenía otras cosas que hacer.

En el trayecto a mi piso, me sentí como una idiota de remate y lo único que quería hacer, era huir hasta casa de alguna de mis amigas o mi madre, para que me ayudara a salir del bucle en el que me encontraba. Pero, decidí, que así nunca cambiaría.

Que debía de dejar de huír hacia los demás para que me ayudaran a seguir adelante.

Tendría que empezar a luchar por mí misma de una vez por todas.

Solo entré en aquel piso que ya de por sí me parecía inseguro pero, que desde el día anterior, más, para dejar mi bolsa con las cosas que había llevado a casa de Seungwoo. Con la misma salí, sin coger el coche, paseando por las calles de Gwangju sin rumbo con la intención de ver si de alguna manera, podía despejar mi mente y ordenar mis pensamientos.

Pero parecía que mi cabeza no podía parar de darle vueltas a todo y sentía que podría explotar en cualquier momento.

Me acerqué a uno de los puntos más tranquilos de esa zona centro: un pequeño puente donde cruzaban los coches y daba al lago. Apoyé las manos sobre la barandilla, observando la tranquilidad del curso del río. Algunas personas que parecían turistas extranjeros, caminaban por allí, hablando animados, impresionados por las vistas, otras que sí que parecían coreanos que vivían allí, solo tenían prisa para llegar a sus destinos o pasear con normalidad una mañana de sábado.

Cerré los ojos, dejándome llevar por la brisa marina, intentando respirar tranquilamente para relajarme. Inspira, espira, inspira, espira,... En cierto modo, ese ejercicio, parecía estar ayudándome bastante para calmar mis pensamientos y los desbocados latidos de mi corazón que no parecían darme una tregua esos días.

¿Cómo debía de sentirme al respecto de todo lo que había hecho? Solo de pensar en el mucho daño que le había hecho a Seungwoo, apenas podía respirar. Él, simplemente, me había querido con todo, se había esforzado por acercarse, por conocerme, por aceptarme, por esperarme, por quererme... Y yo, ¿qué había hecho? ¿Seguir siendo una inútil que no podía valerse por sí misma? ¿Que era incapaz de acabar con las heridas que estaban clavadas en su corazón?

¿A quién quería engañar? Aquel corazón que representaba el mío, atado aún a enredaderas con espinas no era cosa del pasado, eran mis sentimientos del presente. Era esa sensación que tenía de que aún seguía atrapada, atada a él. Atada a lo que sentía por Hoseok y, de alguna manera, parecía que aún en ese instante, teniendo claro que debía de dejar a Seungwoo y ordenar mi vida, aún no quería aceptar que seguía queriendo al padre de mi hija como si no hubieran pasado dos años desde que no estábamos juntos.

Suspiré, abriendo los ojos, contemplando el bonito escenario que se cernía frente a mis ojos, ese que me hubiera gustado pintar. El cielo estaba completamente azulado, con esos destellos brillantes que provenían del sol y daban una energía que te hacía querer sonreír, junto a esa escena, el lago, que aunque parecía cristalino, en ciertas partes, su color era mucho más oscuro, tirando a marrón y, sobre él, un pequeño velero turístico donde algunas personas, sacaban fotos animadas a los grandes y largos edificios de la zona.

Apreté con fuerza la barandilla del puente, antes de tragar con dificultad, sintiendo las lágrimas arremolinarse en mis ojos.

¿Algún día dejaría de romperme y podría ser feliz?

El fin de semana había pasado rápido y había estado trabajando de manera on-line con las chicas de la universidad para acabar el único trabajo que nos quedaba. La situación había mejorado, pero notaba la tensión con Seulgi y eso me incomodaba un poco. Por suerte, ya me quedaba menos y no tendría que sufrir por mucho tiempo más.

Al menos me alegraba saber que podía tachar un problema de la enorme lista que tenía encima.

Tener a Hope me había alegrado un poco, por lo menos. Todos esos sentimientos encontrados, se disiparon debido a que ella me mantenía demasiado ocupada como para pensar en ellos. Aunque sí que era cierto que apenas había podido dormir por las noches. Porque en ese momento me encontraba sola conmigo misma, luchando contra mí, contra mis pensamientos y sentimientos. Por lo menos me alegraba de que Hope sí que pudiera dormir bien, parecía que sus pesadillas habían mejorado, así que eso era otra preocupación menos.

En ese instante, la había dejado para su sesión de los miércoles en el centro y me había dispuesto a ir a hablar con mi madre. No lo hacía desde la conversación que habíamos tenido la vez pasada por teléfono para saber si podría hacerse cargo de Hope y, no hacía falta ser Einstein para deducir que había estado evadiéndome sin razón aparente. Conocía esas facetas de ella, puesto que las había vivido toda la vida. Así que, decidí que necesitaba seguir quitando las cosas más fáciles de mi mente.

Y porque en el fondo, estaba tan perdida que sentía que, no tenerla cerca, me estaba afectando demasiado como para dejarlo pasar y esperar a que ella fuera a hablar conmigo.

—Buenas tardes señorita Soojin, ¿cómo se encuentra? —Le dediqué una pequeña sonrisa a la secretaria de mi madre, Jina. Era una alegría no tener a la engreída de Dara por allí.

Después de que mi padre desapareciera y mi madre tomara el mando por completo de la empresa, ella había hecho limpieza en la plantilla de empleados, así que todas esas personas idiotas que no valían la pena, habían sido despedidas.

—Muy bien, ¿y usted?

—Un poco atiborrada de trabajo, ya sabes, con la nueva sede en Seúl, todo está siendo una locura increíble. —Sonrió a través de sus gafas de pasta—. ¿Venía a ver a la señora Park? —Asentí—. Pase, ahora mismo está libre.

—Muchas gracias. —Realicé una reverencia y Jina sonrió antes de continuar con su trabajo. Caminé por al lado de su mesa yendo en dirección a la puerta.

Respiré hondo y con decisión pulsé el mango de la puerta, consiguiendo que mirara en mi dirección. A pesar de que su despacho era de cristalera transparente, no había parecido verme y en cuanto nuestros ojos se encontraron, palpé la inseguridad brotando en ella. En seguida se levantó de la silla cuando cerré la puerta tras de mí, sobresaltada.

—Soojin, ¿qué haces aq...

—¿Se puede saber por qué llevas casi una semana ignorándome? —Fui directamente al grano, consiguiendo interrumpirla. Ella me observó antes de retirarse las gafas de vista, rodeó la mesa para acercarse a mí pero yo simplemente no permití que me tocara.

Estaba muy molesta con ella, no había podido evitar hablarle así. Tenía miles de sentimientos encontrados y, aunque no estaba bien tomar con ella todo lo que me pasaba, a la vez, me era imposible controlarlos.

No estaba bien y menos al ver que no la tenía a ella, como si volviera a ese pasado donde no nos hablábamos con tanta cercanía, sintiendo el miedo y la inseguridad de perderla de nuevo.

—Cariño, deja que te lo expl...

—Más te vale que tengas una buena excusa.

Ella suspiró.

—Siéntate, por favor —me indicó, señalando en dirección a unos sofás que tenía en su oficina. Suspiré siguiendo sus órdenes.

Parecía que quería que nos sentáramos juntas, pero yo tomé asiento en el otro sofá que se encontraba enfrente, marcando las distancias y, parecía nerviosa.

Como si no soportara que estuviéramos así, que peleáramos.

—No me mientas —le pedí o más bien supliqué. Odiaba que lo hiciera, después de contarme toda la verdad, no podría permitir que volviera a ocultarme nada más.

—No lo haré. —Confié en ella al ver su expresión de preocupación—. Pero no te prometo que lo que vayas a escuchar no sea impactante para ti.

Por un momento sentí algo de miedo y enseguida pensé en si quizás... Si quizás se había enterado de algo sobre mi padre.

Pero no podía ser eso, estaba muy tranquila para que lo fuera.

Me detuve en su comportamiento nervioso. A pesar de que parecía muy decidida, perdía la tranquilidad cuando se trataba de mí y era algo de lo que me había percatado con el paso del tiempo. Parecía alerta, con miedo a que pudiera alejarnos de nuevo, en ese sentido, la entendía... Y a veces me hacía sentir mal hasta el punto de no querer decirle nada porque no quería hacerle daño.

Pero no podía seguir permitiendo estar tan preocupada por todo hasta el punto de no vivir tranquila, el sentir que no la tenía a ella para darme consuelo y hacer toda la situación más llevable.

—Jeon Junghyok, era aspirante a CEO de una de las empresas más grandes de bienes de raíces en Busan, fue ayudante mío por años y... —Respiró hondo—... Fue el hombre con el que tuve una aventura cuando fui a Seúl. Él es ese hombre del que me hablabas.

—¿Te refieres... Al padre de Jungkook? —Asintió y mi corazón se aceleró. No podía ser verdad—. Él es... él es... es...

Pero parecía que no me salían las palabras.

No había sido una maldita casualidad.

—Sí, él es tu hermano. —En ese momento dejé de respirar.

No podía ser verdad.

¿Había estado ayudando a mi hermano por semanas sin saberlo?

Tenía sentido, tenía sentido esa maldita complicidad que había sentido el verle, esa manera que teníamos de complementarnos como si nos conociéramos de toda la vida. Ahora lo veía claro...

No sabía si estaba sorprendida o emocionada a partes iguales pero simplemente sentí ganas de llorar y mi madre parecía que estaba igual.

—No te lo dije porque no creía que fuera necesario pero, aunque normalmente nos veíamos en Seúl, él, era de Busan. Sentía que era demasiada información y pensaba que tanto para ti como para Jaehyuk, como para mí, lo mejor era dejar esto en el pasado, hacer como si no hubiera ocurrido... Pero Junhyok me lo prometió, me dijo que volvería a por mí, a por ambas —me explicó esa parte de la historia que había estado escondiendo por años— y, desde que se enteró de lo de tu padre, hizo lo posible para conseguir un trabajo aquí en Gwangju y volver a encontrarnos, los cuatro.

Los cuatro.

Eso aceleró mi corazón aún más si podía ser posible. ¿Por qué sin conocerme de nada, ese hombre, ya me estaba incluyendo en su familia como si fuera mi padre?

Me había dejado sin palabras.

—Pero yo pensé que eso no pasaría, que se olvidaría de mí, que dejaría todo en el pasado y seguiría adelante con... Con Jungkook. —Parecía que le dolía decir su nombre—. Y no sé cómo narices pasa, pero siempre acabas acercándote a ellos sin quererlo. —Quise reír, sintiendo las lágrimas recorrer mis mejillas.

Estaba feliz, muy feliz de haber conocido a mi hermano por fin.

—Yo he estado alejada porque necesitaba procesarlo. No quería volver a vivir con esto, Soojin, tener que decirle a otro hijo que lo había abandonado porque, aunque estuviera a tu lado, también te abandoné a ti y no quería pasarlo de nuevo, ver el daño y el sufrimiento que he causado. —Me sentí rota al escucharla hablar. Las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas y yo me acerqué para rodearla con fuerza.

Correspondió a mi abrazo y yo sonreí olvidándome del enfado anterior porque, había valido la pena ir allí a hablar con ella. Porque, valía más la pena pensar en que nos necesitábamos tanto que no podíamos perder el tiempo enfadándonos por tonterías que al menos, en ese caso, tenían sentido.

Dios, Jungkook, ese chico al que había estado ayudando con su trabajo de técnicas de color, era mi hermano.

Aún no me lo creía.

—Pero tengo que admitir que, quiero verle, quiero conocerle aunque sea así, como tú, sin saber quién eres, sin remover el pasado,...

Acaricié su espalda antes de separarme para limpiar las lágrimas que recorrían sus mejillas.

—Mamá, él es una persona increíble, le conozco muy poco pero se ve que sacó lo mejor de ti. —Soltó una pequeña carcajada—. Y creo que nos merecemos más que conocerle sin nada, porque yo no voy aguantar las ganas de darle un abrazo fuerte después de saber que por fin pude conocerle.

—No sé cómo lo haces pero siempre me das las fuerzas que necesito. —Sonrió de lado antes de abrazarme de nuevo. Y la entendía, daba igual el qué, un hijo siempre te daría esas ganas de vivir que necesitabas—. Siento haber decidido por ti en esto, sé que querías conocerlo desde que lo supiste.

—Lo entiendo mamá, aunque sea pronto, sé cómo es ser madre y si hubiera tenido que separarme de Hope así, yo tampoco hubiera querido acercarme como si nada.

Nos quedamos abrazadas por un rato más hasta que se separó. Tomó una servilleta de papel para sonarse los mocos y sonrió de lado.

—Ahora entiendo por qué ese hombre estaba tan sorprendido al verme...

—Nunca te conoció pero, solo con decirle que eras mi hija, supo que eras tú. Dice que se sorprendió de ver lo mucho que te parecías a mí.

—Y da gracias, porque llego a parecerme a mi padre... —Ella rió acariciando mi pelo—... ¿Jungkook no sabe nada? —Negó con la cabeza.

—Cree que están viviendo aquí ahora por trabajo del padre, que no es del todo mentira pero, Junghyok quiere que nos conozcamos oficialmente.

—¿Y tú qué quieres hacer?

—Pues por un lado también quiero abrazarle y recuperar los veinte años perdidos de mi pequeño hijo —sonreí de lado— pero por otro, estoy aterrada. Jungkook no sabe por qué razón su madre no está a su lado y descubrir tan de golpe todo... Junghyok dice que está preparado pero yo no estoy tan segura.

—Mamá, por experiencia, al principio es chocante y puede que no quiera acercarse a nosotras después de saberlo pero, creo, que merece la verdad. —Ella asintió antes de suspirar.

—Hubieras sido una muy buena hermana mayor, aunque ya he podido comprobarlo cuando estabas con Jaehyuk. —Sonreí al verla levantarse. Aquellos pantalones de campana, le sentaban muy bien—. Tú procura no dar el cante, ¿eh? —Bromeó.

—Me costará porque ahora mismo quiero ir abrazarle. —Reí levantándome también del sofá—. Pero lo haré, esperaré al momento adecuado. —Asintió.

—Lo siento por haberme alejado...

—No pasa nada, lo entiendo. —Nos abrazamos de nuevo y ella besó mi cabeza. Ambas éramos un poco así, de alejarnos hasta tener los pensamientos claros—. Por cierto, ¿y con Junghyok? —Alcé las cejas y ella me golpeó consiguiéndome hacer reír.

—Vete antes de que te lleves una buena bronca. —Reí sin poder dudarlo mientras me empujaba.

—Vale, vale pero no evites lo evidente, ¿eh? —Volvió a empujarme haciéndome reír.

Por fin tenía razones para admitir que ese día estaba feliz.

Hoseok

Ese lunes, me costó más que nunca separarme de Hope porque, al final, sabía que serían dos semanas en las que no nos veríamos y pensar en tanto tiempo sin ver su sonrisa, su alegría,... Me dejaba sin respiración. Y, aunque Soojin me había prometido que podía cuidar de ella cuando quisiera durante esa semana cuando no me tocaba para que no me sintiera tan mal, me dolía. Pero me había decantado por aprovechar el tiempo para organizar todo lo que me quedaba para el viaje y hacer todas las tareas por entregar.

Por desgracia, ahora que estaba solo, todos los pensamientos me recorrían y aún no sabía qué era lo que quería hacer. ¿Me aferraría a los sentimientos o los aceptaría para dejarlos ir? Parecía que era mucho más difícil seguir a mi corazón de lo que esperaba.

Era miércoles y debía de cuidar de mis sobrinos por unas horas hasta que fuera la hora de recoger a Hope. Soojin me había dicho que la recogiera yo para verla unos minutos y agradecí enormemente su comprensión. Me gustaba esa comodidad que teníamos, y en parte se debía a que había aceptado los sentimientos que me frustraban y me hacían actuar con ira.

—Joder —me quejé—, esto me está dando dolores de cabeza inmensos...

Y es que, ¿quién podía concentrarse en hacer problemas de física con niños gritando a tu alrededor? Absolutamente, nadie.

—Tío, palabrotas —me corrigió mi sobrina Jinyoun de manera casi inentendible, quien había tomado asiento a mi lado y me miraba con sus enormes ojos. Negué con la cabeza.

—Vale, perdón —me resigné y ella sonrió de lado. Le acaricié la cabeza con cuidado—. Pero es que tus hermanos son una locura increíble.

Me quejé, como siempre lo hacía cuando tenía que hacerle el favor a mi hermana de cuidarlos.

Estaba en su inmensa casa de dos pisos que incluía un enorme jardín en el que nos encontrábamos en ese preciso instante. No mentiría al decir que envidiaba ese lugar tan amplio y perfecto.

—Sí. —Asintió apretando sus labios. La cogí sentándola sobre mi regazo mientras intentaba concentrarme en mis problemas de física.

Ya había podido cuidar de Hope en peores circunstancias, eso era pan comido. Aunque era más fácil decirlo que hacerlo, Hope, por muy inquieta que fuera no era ni el dos por ciento de lo que aquellos gemelos insolentes eran y me preguntaba de dónde salía tanta energía cuando sus padres eran más bien tranquilos...

De verdad que Jiwoo debía dar gracias al cielo de tener un jardín donde pudieran volverse locos hasta el borde del cansancio.

Dándome por vencido, decidí levantarme con la pequeña en brazos.

—Eh, bichos —les llamé atrayendo su atención. Ambos me miraron a la primera, cosa que me sorprendió—, ¿merendamos o qué?

Me fui a la vieja confiable, la comida.

Asintieron con intensidad, corriendo en dirección a la puerta que dirigía al interior de la casa como si de pronto hubieran sentido el hambre más dolorosa del mundo. Me aguanté las ganas de reír, a veces era imposible no hacerlo. De alguna manera, era un alivio cuidar a niños a los que podías malcriar un poco al no ser tus hijos. Con Hope no me podía permitir tanta tranquilidad.

—A ver —comenté sentando a la más pequeña en su tronita de bebé—, ¿qué toca hoy según el calendario? —Pregunté, observando a los mayores quienes aún me impresionaban por lo mucho que se parecían y me fascinaba pensar que la biología era capaz de crear a seres tan semejantes, tanto que incluso al principio me preguntaba cómo podría llegar a diferenciarlos. Era impresionante.

Shinha se levantó del sitio para mirar el calendario.

A pesar de todo, Jiwoo y Jaehyun, los tenían bastante bien educados. Habían unas normas estipuladas como que solo podían estar dos horas en el jardín o que, debían seguir un calendario de comidas que ellos organizaban cada domingo,... A pesar de todo, habían conseguido lidiar con la sorpresa de que fueran gemelos y sobre todo con el hecho de haber tenido tan inesperadamente a Jinyoun.

Y aunque a veces era estresante hacerse cargo de los tres, sobre todo cuando podía descansar sin la presencia de Hope, le debía lo mucho que ella había hecho por mí cuando era un adolescente sin causa, por eso nunca le decía que no cuando me lo pedía.

—Hoy toca fruta y yogurt. —Aún no sabían leer del todo, así que, les habían puesto unas pegatinas con dibujos de los alimentos.

—Muy bien, marchando —canturreé, moviéndome por la inmensa cocina blanca que tenían como si fuera la mía propia. Shinha y Shinyeon se mantenían sentados mientras hablaban entre ellos, Jinyoun los miraba, moviendo sus pequeñas piernitas como Hope solía hacer.

Les serví después de un rato la merienda y les dejé ver la televisión del salón mientras le cambiaba el pañal a Jinyoun.

Intenté más entrada la tarde, mantenerlos entretenidos haciendo un puzzle, pero fue muy difícil ese día sentar a los gemelos a mantener la concentración en el mismo sitio por mucho tiempo. Así que decidí entonces obligarlos a entrar en la bañera pegados como lapas, mientras acababa empapado con sus juguetes de bañera. Jinyoun reía como loca de ver a su tío mojado y yo no sabía cómo no matar a los tres por ser tan malos.

Pero simplemente me reí con ellos.

—Gracias, Hoseok —murmuró Jiwoo entrando con unas ojeras increíbles bajo sus ojos. Ese día tenía una reunión importante con otros diseñadores de la zona para hacer una exposición solidaria de ropa con materiales reciclados.

Lo cierto es que se había convertido en una mujer reconocida por sus ideas dirigidas a las personas con peor renta de Gwangju, y era algo que me gustaba de ella, esa sencillez y humildad que había adquirido de nuestros padres.

—Te debo una. —Negué con la cabeza levantándome sin despertar a los críos que se habían dormido sobre mí en el sofá. Jinyoun estaba en su cuna.

—Más bien, yo me estoy cobrando las que te debo —bromeé entonces a su lado—. Tengo que irme porque Hope me reclama.

—¿No le toca a Soojin? —Asentí.

—Pero como la próxima semana me voy a Hawai y ella tiene que cuidarla dos semanas seguidas, me está dejando ayudarla.

—Ah, eso es bueno. —Me acompañó hasta la puerta antes de esbozar una enorme sonrisa a pesar de lo cansada que se veía—. Parece que os estáis dando una tregua, ¿no?

Sonreí de lado encogiéndome de hombros.

Aún no le había contado a Jiwoo que seguía sintiendo cosas por Soojin. Y decidí no decir nada al verla tan cansada, ya habría otra ocasión.

—Eso parece —añadí a sus palabras y ella me abrazó con fuerza.

—Me alegra mucho, Hoseok. Buenas noches y ten cuidado. —Asentí colocándome los zapatos.

—Igualmente.

Puse rumbo hacia el centro encontrándome con una Hope sonriente y habladora que parecía contenta porque había sido capaz de escribir sin problemas un dictado. Sonreí, orgulloso de lo mucho que estaba avanzando. Pero no tardó en caer rendida en cuanto la senté en su sillita. Así que el trayecto fue tranquilo hasta el piso de Soojin.

—Gracias por dejarme ir a buscarla —esbocé mientras ella le ponía la cena. Hope estaba más dormida que despierta, así que Soojin no había perdido el tiempo antes de que se durmiera sin comer.

Estaba adorable así, tan cansadita.

—No es nada, descuida. —Juntos, fuimos hacia el recibidor, dejando a la pequeña comer sola. Respiré hondo mientras me ponía los zapatos bajo su mirada.

—Parece que está teniendo menos pesadillas, ¿no? —Asintió.

—Ha tenido alguna, pero por lo menos parece más tranquila cuando pasa —me explicó. Aún seguía preocupado pero, confiaba en que pronto se le pasaría la racha.

Y volvería a ser la Hope tranquila de antes.

—Si quieres mañana, puedo ir a buscarla a la guarde. —Negó con la cabeza. Sonrió de lado.

—Tranquilo, descansa un poco, ¿vale? Vas a tener un viaje largo y sé que aún te quedan cosas por preparar. Te aseguro que podrás llamarla a todas horas si quieres cuando estés en Hawai. —Sonreí sin poder evitarlo. Ese día parecía feliz y por un lado, quise saber la razón de su felicidad pero, por otro, sentía que no me lo merecía.

—Gracias. —Volví a esbozar sin poder evitarlo. Ella sonrió con sinceridad y se me aceleró el corazón porque hacía tiempo que no la veía sonreír así.

Que no parecía tan feliz.

—Buenas noches, Hoseok.

—Buenas noches, Soojin.

Ambos nos dedicamos una sonrisa y, aunque tuve el impulso de tirar de ella para abrazarla, me contuve porque no podía dejarme llevar. Porque no podía cagarla hasta saber qué era lo que quería de ella.

Me metí en el coche frotando mis manos por el frío que se había cernido en Gwangju esa semana y puse rumbo a mi piso sin pensar mucho en el tema. Feliz de haber visto a Hope y feliz de que Soojin estuviera feliz.

Soojin

—¿Sabes que hoy aprendimos a contar hasta el veinte? —Preguntó emocionada, mientras la preparaba para darle un baño.

Después de saber que Jungkook era mi hermano, me había costado tratarle como si nada, como si no estuviera feliz, como si no pudiera dejar de sonreír y me preguntaba si él se había dado cuenta de lo mucho que me había emocionado al verle. Pero respetaría todo hasta que se diera el momento. Mi madre me había dicho que en unos días sabría la fecha exacta de cuándo nos veríamos y no podía evitar emocionarme de que sucediera pronto.

Mientras tanto, ese día había pasado como cualquier otro habitual. Había ido a clase, había estado con Wheein y Jungkook y, como desde hacía unos días no había hablado con Seungwoo porque aún estaba buscando el momento perfecto para decirle que lo mejor era dejarlo y cada uno, seguir su propio camino. Porque, aunque después de hacerlo, tampoco sabía qué hacer con los sentimientos que tenía hacia Hoseok, dejarlo con Seungwoo era lo mejor para por lo menos, poder ordenarlos y tomar una decisión.

Aunque intentaba no preocuparme demasiado por todo ahora que estaba feliz.

Hope contaba animada los números, equivocándose pero corrigiéndose a sí misma mientras yo le quitaba la ropita para ayudarla a bañarse. A pesar de que ya no necesitaba tanta ayuda, siempre me mantenía a su lado por si acaso se resbalaba o algo así.

—¿Puedo jugar hoy? —Preguntó haciendo un mohín y yo, aunque no quería acceder, finalmente lo hice. Porque en el fondo, ella también se merecía un poco de diversión de vez en cuando aunque fuera entre semana y debiera acostarse temprano.

Después de todo, esos días se había portado especialmente bien y se lo merecía.

—Pero solo media hora. —Ella asintió emocionada y yo besé su cabeza antes de abrir el grifo. O por lo menos intentarlo porque no parecía salir agua—. ¿Qué pasa? —Murmuré, ejerciendo la fuerza suficiente como para poder abrirlo del todo, intentando descubrir cuál era el problema. Pero parecía que no había manera.

—Mami, ¿qué pasa? —Preguntó Hope impacientándose después de que llevara cinco minutos intentando abrirlo del todo y que saliera agua pero no podía.

—No lo sé, Hope, no puedo abrir el grifo bien. No parece que vaya a salir agua. —Me empecé a poner nerviosa. Me levanté del suelo pensando en una alternativa mientras mi hija me miraba con preocupación.

Enseguida pensé en mi casero y el dinero que me había pedido por la supuesta reparación que había acabado como siempre, siendo una chapuza.

—Ponte esto, cariño —le dije, dándole su toalla que era en forma de capita para que tapara su cuerpo desnudo mientras marcaba el número de teléfono de la primera persona en la que había pensado en ese momento y que esperaba que no estuviera trabajando—. Hola, perdona llamarte tan tarde pero... Tengo un problema.

¿Es grave? —Parecía adormilado, como si le hubiera hecho despertar de una siesta.

—Más o menos. —Caminé por la casa, seguida de Hope—. Parece que no tengo agua en el piso.

¿Cómo que no tienes agua? Se supone que ese tío debería de estar pagando las facturas. —Parecía molesto y le entendía. Porque yo también lo estaba.

—No lo sé, Hoseok, yo... Acaba de pasar ahora, hace un rato puse la lavadora y no tuve problemas.

No te preocupes, ya voy para allá a ver si podemos solucionarlo, ¿vale? Estoy en diez minutos.

—Vale, muchas gracias.

Y colgué en cuanto él colgó.

—¿Qué pasa, mami? —Parecía preocupada y yo mitigué esa preocupación acariciando su cabeza con cuidado.

—No te preocupes, ¿vale? Papá va a venir a ayudarnos.

Ella asintió.

—¿Vamos a ponerte algo de ropita? No quiero que te pongas enferma.

Y asintió de nuevo.

Joder, parecía que no terminaba la racha de mierda a pesar de esa felicidad que la encubría desde hacía unos pocos días.

Hoseok

No sabía por qué razón me sentía como una puta mierda pero me sentía así. No había parado de tener escalofríos durante todo el día y parecía que me iba a explotar la cabeza del dolor. A pesar de las insistencias de Seonghwa y Minhyuk, decidí acudir a todas las clases sin falta puesto que iba a pegarme una semana sin poder ir y, en cuanto llegué a mi piso, me tomé algo para aliviar el dolor, encerrándome en una manta para apaciguar el malestar y solo salí de allí para ir a trabajar. Yoongi me había pedido en varias ocasiones que me fuera pero, no podía faltar al trabajo por mucho que quisiera, debía de hacer mi turno entero.

Cuando volví a mi piso, me tiré en el sofá sin fuerzas, encontrándome aún peor que por la mañana, durmiéndome en el proceso.

Me sentí mal al escuchar su llamada, no solo porque parecía asustada sino porque me había desentendido ese día de poner atención a Hope y, aunque sabía que a Soojin no le importaba, seguía sintiéndome mal.

A pesar de lo mal que me encontraba aún, me abrigué bien y salí de allí conduciendo lo más rápido posible en dirección al piso de Soojin.

—Has llegado rápido —esbozó al verme. Me quité los zapatos y entré descalzo.

—No quería hacerlas esperar —admití—. ¿Pudiste bañar a Hope? —Negó con la cabeza.

—Tuve suerte de que sucediera antes de poder mojarla. Le he puesto algo de ropa porque no sabía si conseguiríamos solucionarlo. —Asentí ante su explicación. Parecía asustada y preocupada.

—Vamos al baño.

Una vez allí, intenté por lo posible intentar conseguir abrir el grifo del todo pero no podía y comprobé que saliera agua por otro lado pero tampoco pasaba. No sabía dónde coño estaba el recibidor del agua y realmente me estaba enfadando a medida que pasaban los minutos porque estaba pensando mal de ese viejo verde que no hacía más que sacarme de mis casillas.

Y sabía que había tenido que tirar de Soojin desde el principio para que se fuera de allí.

—Coge lo necesario.

—¿Qué? —Preguntó sorprendida.

—Que cojas lo necesario para ti y para Hope, vamos a mi piso. —Abrió los ojos sorprendida.

—¿A tu piso? —Asentí—. Pero, Hoseok...

—No creo que podamos arreglar esto. La bañera parece manipulada y no sale agua. No es cuestión de que no puedas bañar a Hope, es que sin agua no puedes hacer nada, ¿entiendes? No voy a permitir que se queden aquí cuando pueden venir a mi piso y estar tranquilas. No voy a permitir que sigas aquí cuando ese tío... —Y no pude seguir hablando.

Siempre había tenido la puta sensación de que estaba obsesionado con Soojin, de que estaba esperando la oportunidad de debilidad para aprovecharse de ella.

Y estaba harto de permitir que tanto Hope como ella estuvieran en peligro.

—Yo ayudaré a Hope a hacer una pequeña maleta con las cosas importantes. Tú haz la tuya.

Y me levanté del suelo siendo serio con ella, no porque estuviera enfadado en concreto con Soojin o su actitud porque, entendía perfectamente que de todas las opciones, prefiriera no quedarse conmigo, sino porque estaba molesto con la situación. Porque sabía que ese tío se había colado allí para hacer algo, para conseguir algo de ella y me encabronó muchísimo.

Soojin no me llevó la contraria y, poco después, estábamos saliendo de allí en dirección a mi coche. La miré por unos segundos y sentí nerviosismo en su mirada.

Y para qué mentir, yo también estaba nervioso.

Aunque fuera solo una noche, íbamos a compartir el mismo lugar otra vez después de dos años.

Soojin

Mentiría si no admitía que estaba nerviosa mientras esperaba en la cocina ya vestida con el pijama, a que Hoseok terminara de bañar a Hope para que se fuera a la cama. Desde que habíamos llegado, nos habíamos puesto con la cena para no retrasar demasiado la hora de acostarla. Intentaba relajar mis latidos mientras escuchaba el sonido del secador de pelo. Respiré hondo.

Igualmente, no tenía derecho a ponerme nerviosa, yo me lo había buscado. De todas las personas que tenía en mi agenda del móvil, no lo pensé cuando le busqué y marqué su número, y, aunque tenía lógica porque después de todo era el padre de mi hija, podría haber avisado a cualquier otro antes que a él, incluso, podía haberlo solucionado por mí misma.

Pero aún así, lo había hecho.

Y debía de acatar con las consecuencias.

A pesar de que no estaba increíblemente emocionada de estar allí, lo prefería después de haber confirmado finalmente —porque ya desde la última vez que huí con Seungwoo lo dudaba— que mi piso ya no era tan seguro como creía, que había estado poniéndonos en peligro a ambas y que debía de huir lo antes posible. Pero, no podía evitar sentirme ansiosa, sin saber lo que depararía ese acercamiento con Hoseok.

Porque aún estaba confundida, y no podía centrar mis pensamientos con él a mi lado.

—Ya está —indicó, haciéndome dar un brinco. Estaba tan cernida en mis pensamientos que no le había oído llegar.

Sonrió de lado al mirarme, antes de tomar un vaso de agua sentándose frente a mí.

—¿Estás bien? —Asentí ante su preocupación y bloqueé mi portátil con cuidado. Me había puesto a intentar avanzar algo del trabajo de fin de grado.

Pero no había podido concentrarme con todo.

¿Era tan difícil pedir algo de tranquilidad?

—Sí, solo es que no te esperaba —respondí a su pregunta mientras él tomaba asiento frente a mí en la mesa.

Después de un largo silencio, volvió a hablar.

—Duerme en mi habitación, ¿vale? Yo dormiré en el sofá.

—No, Hoseok, esta es tu casa y yo...

—Tú eres la invitada y como no tengo más habitaciones aparte de la de Hope, te pido que por favor seas tú la que duerma en mi cama —suplicó y yo no pude negarme. Porque sabía que por mucho que lo hiciera él terminaría obligándome a dormir allí aunque no quisiera.

Siempre solía respetar mis decisiones pero, en ocasiones como esas, solía ser bastante cabezota.

—Ya han pasado muchas cosas hoy para que encima no puedas dormir cómoda.

Igualmente no lo haría teniendo su olor impregnado en mis orificios nasales. Pero no era una excusa que pudiera esbozar en voz alta.

Porque ya solo con tenerlo frente a mí, de manera tan casual, solos, en un ambiente al que no estaba acostumbrada... Era demasiado para mí. Estaba feliz de haber conocido que Jungkook era mi hermano, de haber apaciguado mi preocupación con mi madre al saber que era eso lo que escondía pero... Había sido un espejismo de la realidad en la que había pasado una semana de mierda y esa nueva parecía que iba por el mismo camino.

—Además, siéntete tranquila de usar lo que quieras de aquí, como si estuvieras en tu casa.

—Gracias —dije, sin saber muy bien qué decir. Sonrió de lado negando con la cabeza, restándole importancia.          

No sabía cómo lo hacía pero siempre terminaba dejándome un lugar donde poder vivir cuando el mundo me daba de lado.

—Creo que iré a dormir —expresé—, estoy algo cansada y el día ha sido agotador.

—Yo igual.

Le ayudé a preparar el sofá por las molestias y, aunque se quejó, me permitió hacerlo. Por suerte, tenía uno bastante grande donde estaría cómodo, así que no me sentía del todo mal pero aún así, no podía dejar de pensar en que le robaría la cama esa noche. Y no sabía por cuánto tiempo más lo haría.  

Suspiré encendiendo la luz de su habitación. Las paredes eran grises y la cama tenía una colcha del mismo color. Era bastante grande y ocupaba gran parte de la habitación que solo estaba formada por ella, dos mesillas de noche a ambos lados de la cama y dos armarios empotrados. Uno, al estar vacío, lo había ocupado con la poca ropa que me había llevado con las prisas, la suficiente para quedarme por lo menos esa noche. Y me agobiaba pensar cuánto tiempo tendría que estar allí porque, no quería volver a ese piso jamás pero tampoco sabía dónde quedarme.

Porque no era yo sola, era también Hope.

Lo cierto, es que tenía un piso bastante acogedor y en ese sentido, le envidiaba. Cada parte de ese sitio, aunque no era literalmente "suyo", gritaba por cada esquina que era de él. Desde la cama perfectamente hecha, hasta los cuadros y libros de ciencia que adornaban la habitación. Él había conseguido hacer de ese lugar su hogar.

Y le envidiaba porque, yo jamás había podido hacer eso desde que lo habíamos dejado.

Suspiré, apartando los pensamientos y tomé el lado de la derecha para meterme en la cama perfectamente hecha de Hoseok. No tardé en verme impregnada en su doloroso olor que me había traído tantos momentos y recuerdos. Sentía como si le hubiera abrazado. Y, aunque me sentí incómoda al principio, a la par me sentí reconfortada al estar de alguna manera próxima a él, de tenerle cerca.

Metí las manos bajo la almohada y me sorprendí al dormirme tan rápido.

Como si me hubiera dormido con él, arropada entre sus brazos y la seguridad de que nunca me pasaría nada si le tenía a mi lado.

·········

¡Hola! ¿Qué tal están? Bueno ya está por fin lo saben, ¡Jungkook es el hermano (bueno, medio hermano realmente) de Soojin! Leí en los comentarios de capítulos anteriores, que alguien ya tenía medio confirmado su papel en la historia, y realmente me pregunté, ¿fui tan obvia? Bueno, tampoco es algo que me preocupe demasiado, puesto que sí, en realidad, era algo que quería que pasara rápido, para no darme muchos rodeos respecto a este tema que ya estaba planteado desde la primera parte. ¿Les tomó por sorpresa o se lo esperaban?

Ya ven que ahora que he obligado a estar a Hoseok y Soojin juntos (*risa malvada de escritora jijijiji shippeadora*), empieza realmente lo bueno de esta historia. ¿Creen que ambos aceptarán sus sentimientos y seguirán adelante a pesar de todo, o que ambos se perdonarán pero cada uno seguirá su camino? Háganmelo saber también, aaaa estoy muy curiosa.

Ya pronto van a saber el por qué de todo, que se que muchas personitas me lo comentaban en anteriores capítulos, y realmente espero que les guste. Y AAAAA SALIÓ DYNAMITE ESTOY MUY FELIZ!!!!!! Me gustó muchísimo

¡Hasta luego!

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