Fantasmas

By AndreaAS9

21.1K 3.1K 321

»Amante del mundo paranormal o no, una chica en coma siempre terminará sumergida en él.« Con el esoterismo co... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 - MAS
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17 - MAS
Capítulo 17 -MAS (Parte II)
Capítulo 18
Capítulo 19 - NOAH
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
MAS 💞
Capítulo 25 - MAS
Capítulo 26 - MAS
Capítulo 26 (Parte II) - MAS
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 - Noah
Capítulo 32 (parte II) - NOAH
Capítulo 33
Capítulo 34 (parte I) - MAS
Capítulo 34 (parte II) - MAS
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39 - MAS
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 - NOAH
Capítulo 42 -NOAH (II)
Capítulo 43
Capítulo 44 - MAS
Capítulo 44 - MAS Parte II
¡Feliz día del padre!
Capítulo 46 - MAS
Capítulo 47
Capítulo 48 - I
Capítulo 48 II
HOLA, OTRA VEZ
Capítulo 49 - NOAH
Capítulo 50 - Mas
Capítulo 51
Capítulo 51 Parte II
Capítulo 52
Capítulo 53 (¿El fin?)
Capítulo 54
Capítulo 55 - NOAH
Capítulo 56
Capítulo 57 - MAS (parte I)
Capítulo 57 - MAS (parte II)

Capítulo 45 NOAH

118 17 1
By AndreaAS9

Había una vez un chico que lo tenía todo.

Sí, eso lo definiría.

— No era millonario ni famoso —continúo—, pero tenía una familia unida, tenía los juegos que quería, los amigos que quería, la vida que quería —sonrío, mordiendo la piel de mi labio inferior—, o, bueno, que creía que quería.

Había una vez un chico que lo tenía todo, y no lo supo valorar.

Había una vez un chico que era un completo idiota.

Más crecía, más engreído se volvía. Más petulante, más arrogante. Y, a pesar tener el hechizo para él solo, no era suficiente. Quería más. Quería... En realidad, ni siquiera sabía qué quería. Su perfecto hogar era un caos cuando él estaba alrededor y su bonita familia parecía apreciarlo más cuando estaba ausente. Y tenían motivo, por supuesto: él no hacía más que quitar a otros, tomaba piezas de cada persona que conocía y las utilizaba para tejer una venda que cubriría sus ojos cada vez que lastimara a alguien.

Había una vez un chico que vivía del resto, vivía de sus opiniones, de sus elogios, de sus atenciones, de sus críticas.

Había una vez un chico que era... Una especie de parásito. Sí, algo así. Algo así era. Una sombra, eso era, una sombra que no quería darse cuenta de que era una sombra.

— Había una vez un chico malo —concluyo—, malo por el simple placer de ser malo.

Había una vez un chico que creía tener el mundo en sus manos.

Y, de repente, el mundo, su mundo, se quebró por completo.

Una sola noche tomó para que la burbuja en la que tanto se había esforzado por mantenerse dentro explotase. Una sola noche, y su bonita familia ya no existía. Un par de días, y su perfecto hogar ya no existía. Un par de semanas, y todos los juguetes encontraron nuevos dueños. Un par de meses, y el dinero había desaparecido... Por su culpa.

— Y, bueno, él dio por sentado lo que poseía. No se percató de la fragilidad de lo que lo rodeaba. Abusó de la bondad de ciertas personas, se dejó llevar por la malicia de otras. No le importaba nada, no se arrepentía.

Hago una pausa, hilando mis pensamientos. Todo esto tiene un punto. Intento concentrarme y no dejarme llevar por la vergüenza y el remordimiento que surgen gélida e inherentemente en mi pecho cada vez que pienso en el tema. Cosa que es constante.

— Había una vez —la escucho murmurar— un chico que utilizó metáforas muy evidentes.

Cuando mis ojos topan con los suyos, ella sonríe tímidamente. Claro que tenía que bromear en un momento así. Esa es ella. No puedo evitar sonreír.

— ¿Demasiado obvio? —pregunto, ligeramente abochornado.

Ella asiente, sus rizos pardos que reflejan en rojo la luz de la luna bailotean enmarcando su rostro. Deslizo la mirada hacia sus labios sin pensarlo demasiado. Están rosados y húmedos debido al algodón de azúcar y lo mucho que tuvo que relamerlos para no dejar restos después de cada mordisco. Es difícil enfocarme en el objetivo de toda esta historia si ella es quien hace de receptor.

— ¿Podría ... Preguntar por qué me cuentas todo esto? —dice, mirándome con suavidad, llevando el rumbo de la conversación a otro lado y brindándome la clara opción de dejar de atravesar todos los sentimientos asfixiantes que siempre produce hablar desde ese lado sombrío y retorcido del espejo.

Sin embargo, esa es una buena pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Por qué, si lo más probable es que ya no quiera verme si se da cuenta de que la persona que le gusta no es como se imaginó?

— No lo sé —suspiro finalmente—. No lo sé... Quizá... solo quiero dejar de jugar al chico de la vida perfecta —reconozco, llevándome la mano a la nuca—. Desde que entré a esa escuela, me esforcé demasiado en ocultar ... Ya sabes. Y la gente me toma por alguien que jamás se atrevería a hacer algo que... Lastime tanto a otros...

— Pero-

Aprieto mis labios, mirándola por debajo de mis pestañas, esperando, tal vez, que en algún momento me diga que no soy lo que ella creyó y se vaya.

— Ese día en la capilla —le recuerdo—, ese día en que leíste la carta, tú le hablabas a ese Noah: al todo sonrisas, al que da una mano cada vez que puede. Tú me describiste así. Y yo no he sido así. Y... No lo sé —empiezo a jugar distraídamente con mis manos—. Se sintió tan bien que alguien piense así de mí. Y que ese alguien seas tú... fue lo mejor, ¿sabes? —la miro de reojo—. Ni siquiera sé por qué me arriesgué esta vez al contarte esto. Tal vez solo intenté ser real por una vez. No lo sé.

Después de unos segundos en silencio, en los que yo me recordaba a mí mismo que esa basura de ser real y dejar la máscara caer (y de replantearme si fue una una idea tomar ese camino desde un principio) en realidad tenía un propósito, ella vuelve a hablar.

— Todos cometemos errores, Noah. Errar es humano. Además, puede que solo hayas sido un adolescente tomando malas decisiones. ¿Y qué? ¿Quién no lo ha hecho?

Bajo la mirada. Puede ser que ella tenga razón. Puede ser que, al final, no soy el único que se ahogó en aguas fangosas. Puede ser que no haya hecho tanto daño. Pero lo he hecho. Y no hay forma de regresar en el tiempo y evitar lo miserablemente insufrible que fui.

— ¿Recuerdas a esos villanos en las películas de Hollywood? —pregunto, ordenando mis palabras palabras para que no pareciese que he perdido la cabeza— Son personas que han cometido errores. Pero los espectadores los entienden. Claro que los entienden, la gente mala usualmente es gente buena con mala suerte —río amargamente—. Y yo... Yo fui una basura solo porque sí.

— Pero ya no eres así —insiste, consiguiendo que una sensación de calidez abrigue por un momento mi corazón, que se siente agradecido de haberse abierto a una persona como ella—. El Noah que conozco es completamente diferente.

Sonrío lacónicamente, buscando la manera más rápida de abordar el tema que en realidad quería tocar, sin tener que seguir atravesando por todo esto.

— Y si fuiste así —dice, tomándome por sorpresa—, ¿qué más da? ¿Has cambiado, no? Eso es lo que importa. El pasado debería quedar atrás. Ya no eres esa persona.

— El pasado pesa más de lo que debería sobre los hombros de alguien que es conciente del daño que causó —sentencio, apenas en un susurro, sacando a relucir las flamantes palabras que mi padre inmortalizó en nuestra memoria—. Ahora, si usted me lo permite —sonrío en su dirección—, procederé a terminar mi historia.

Ella ladea la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa que implícitamente me incitaba a continuar.

— Sucede que, a veces, no sabes lo que tienes...

—... Hasta que lo pierdes —termina por mí.

— Sí —Río por lo bajo—, exacto. Y lo perdí todo. Perdí todo lo que creí en ese momento que era todo, quiero decir —me explico atropelladamente—. Creo que empeoré esto.

— Nah, sí lo entendí —Kendall lo desestima con un movimiento de mano.

Vuelvo a sonreír, algo aliviado.

— Sucede que cuando pierdes lo que creíste que jamás se iría, algo deja de funcionar contigo —retomo. Ella asiente—. Y en un intento desesperado por no dejarlo ir completamente, haces algo de lo que no te crees capaz de hacer hasta entonces.

Cuando crees tener el mundo bailoteando en la yema de tus dedos, y repentinamente las cenizas de lo que queda se escurre entre ellos y se pierde en el polvo... Algo dentro de ti se resquebraja. Y haces todo lo posible para no perder del todo lo que te fue arrebatado. Es entonces cuando cometes locuras.

Había una vez un chico que cometió una locura.

Había una vez un chico cuya locura le costó más de lo que hubiese perdido en un principio.

— Yo huí —continúo—. Escapé de mi casa. Me alejé de mi familia por semanas. Me fui apenas me enteré de que mi padre había fallecido. No fui a su velorio. Falté a su entierro. Solo quería estar lejos y hundirme en mi miseria.

Regresé por el simple hecho de que el dinero se me había hecho agua en un santiamén y mis amigos empezaron a darme la espalda después de haberme quedado algunos días en sus casas, rotando como lo hace un objeto viejo que va de casa en casa, familia en familia, cada vez que sus dueños se cansan de él o simplemente no le encuentran utilidad. Pasé un par de noches en la calle, durmiendo en las bancas más recónditas de los parques menos iluminados, con una sencilla mochila al hombro y mi casaca colgando de mi brazo. Me encontraba en un estado lamentable, pero me rehusaba a volver a casa. Me rehusaba a regresar y pretender que iba a cambiar e iba a asumir mi nuevo rol. Me rehusaba a tener que mirar a los ojos a mamá y ver su alma hecha pedazos a través de sus iris. Me rehusaba a tratar con mis hermanos, a los que consideraba un completo fastidio en ese entonces, pero que de repente contaban conmigo y una fortaleza que yo no tenía. Me rehusaba a aceptar que mi padre había muerto... Y lo último que le haya dicho haya sido "Estoy harto de ti".

Un oficial me encontró temblando de frío por la madrugada, intentando dormir con el estómago rugiendo a voz viva, acurrucado sobre mí mismo en busca de calor. Me reconoció después de apuntarme con la linterna. No sintió lástima. No tuvo misericordia alguna para recriminarme todo el daño que había ocasionado a mi familia, todo lo que tuvieron que luchar mis padre para no perder la cordura intentando comprenderme. Me llevó a mi casa, aprovechando todo el momento que estuvimos en el auto para terminar de destrozar la venda que caía gradualmente conforme internalizaba en la estupidez de mis acciones. Me amonestó por no haber ido al entierro de mi padre. Pero, sobre todo, por haber dejado a mamá sola.

"De todos los momentos en los que pudiste haberte fugado, ¿tenía que ser ese?"

En respuesta, simplemente bajé la cabeza. "Tu madre está muriendo de pena, está mal, ¿y tú le causas otra preocupación más?¿Quieres terminar de matarla?"

"Estuvo bucándote toda la noche, todas las noches desde que te fuiste, no dormía, apenas comía, ¿así querías ver a tu madre? ¿Siquiera pensaste en eso?"

No obstante, lo peor vino luego, cuando me dijo que el dinero que había tomado del ropero de mamá, ese dinero que guardaba con recelo, estaba destinado para tratar a mi hermanita, cuya condición no había hecho nada más que empeorar. Ella necesitaba ser internada en un centro de reposo con urgencia, y mi madre estaba ahorrando todo lo que podía para pagar su internamiento.

Había jodido a mi familia. Había hechos pedazos el corazón de mi pobre madre. Había cometido los peores errores de mi vida en los peores momentos posibles.

Y solo entonces, cuando ya no puedes caer más bajo, llega ese momento en el que simplemente sabes que no hay manera de seguir como estabas. Algo tiene que cambiar. Tienes una epifanía, un cambio de perspectiva, porque lo que hiciste estuvo tan mal, que si no redimes tus actos, estos terminarán por consumirte al final.

— Cuando volví, tenía miedo de que mi madre me odiase por lo que había hecho. Recuerdo que no tuve el valor de mirarla —suspiro, mirando al cielo, dejándome abrazar por su oscuridad para terminar de perderme en su infinitud—. Pero lo primero que hizo ella al verme fue abrazarme.

Esa noche, me sentí una completa basura por primera vez, un ser insignificante, un donnadie que no merecía ser nombrado por su propia madre.

— Me abrazó tan fuerte que el aire escapó por completo de mis pulmones —sonrío ligeramente—. Y no me reprendió. Supongo que lo vio en mis ojos.

— ¿Ver qué?

— Ya sabes, cuando por fin eres consciente de todo lo malo que has hecho. Esa chispa que adquieren tus ojos cuando sabes que no puedes seguir lastimando tan cruelmente a otros —exhalo profundamente—. Y cambias. O lo intentas. Ciertamente no es sencillo para algunos, pero ... A veces se da tan radicalmente que es sorprendente el resultado. Sin embargo, yo estaba perdido —observo mis manos—. Quería hacer las cosas bien, y no sabía cómo, porque, a pesar de habérmelo enseñado tantas veces, nunca puse empeño en aprender. Y eso me volvía loco. Miraba a mamá, que fingía que todo estaba bien, y yo me molestaba con ella por hacerlo, porque ella tenía el derecho de llorar todo lo que quisiera, y yo no merecía que intente hacerme sentir bien.

Tampoco lo merezco ahora, ya que estamos. No merezco sus lágrimas, ni su preocupación, ni sus oraciones.

Pude haber cambiado, pero la he lastimado tanto que me he ido sin saldar mi deuda.


Continue Reading

You'll Also Like

80.5K 6.9K 65
Sus métodos de espantar a los hombres han mantenido a Melanie Grey a salvo de cualquier traición o decepción. Una estrategia que ha funcionado exitos...
16.4K 701 16
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
202K 9.7K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
35.8K 1.8K 43
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...