HOPE ━ j. hoseok

By Pandepipas2

20.4K 1.4K 642

«Un error puede cambiarlo todo en menos de segundo. Un error puede deshacerse de todo aquello que jamás pensa... More

hopeless
prólogo
playlist hope I
1 · error
2 · mimoso
3 · buen humor
4 · control
5 · alegría
6 · hogar
7 · pasión
8 · salvación I
9 · salvación II
10 · ¿amigos o hermanos?
11 · el drama de Jimin
12 · destino: desconexión I
13 · destino: desconexión II
14 · trabajo
15 · distracción
16 · ¿fallo de memoria?
17 · cotilleo
18 · bicho
19 · realidad
20 · la verdad no contada
21 · ¿vida perfecta?
22 · pertenencia
23 · descubrimiento
24 · examen
25 · lleno
26 · familia
27 · confianza
28 · repetir
29 · humillación
30 · bandera blanca
31 · cambio
32 · juntos
33 · desaparición
34 · desmorone
35 · igual
36 · miedo
37 · busan
38 · confesión
39 · nada y todo
40 · dolor
41 · apoyo
42 · pasado y verdad
43 · ¿perdón?
45 · esperanza
46 · bienvenida
¡nota importante!
hope
playlist hope II
interlude
47 · vacío y completo
48 · novedad
49 · distancia
50 · dificultad
51 · incomodidad y miedo
52 · nostalgia
53 · pasado
54 · hacia delante
55 · aceptar y olvidar
56 · fin
57 · hermano
58 · mi lugar
59 · romperse y arreglarse
60 · hawai
61 · tranquilidad
62 · cicatrices
63 · normalidad
64 · color
65 · vida
66 · felicidad
epílogo
agradecimientos
curiosidades
extra 1
notita

44 · perdón

114 7 1
By Pandepipas2

Suspiré algo agotado apoyándome contra la encimera después de haber lavado todos los platos.

—Vamos Hoseok, mueve ese culito que para algo lo tienes —dijo Yoongi saliendo del almacén para reponer una de las neveras que estaba media vacía. Rodé los ojos.

—Acabo de apoyarme literalmente hace un segundo —esbozó una sonrisa ladina antes de desaparecer por mi lado.

—Ya lo sabía, ¡era una broma! —Exclamó por último debido a nuestra lejanía—. Cansado de llevar una vida adulta, ¿eh? —Yoongi sonrió ladinamente, bromeando. Le lancé el paño rosa de cocina que tenía en mi mano y soltó una carcajada al esquivarlo.

—Eres un insolente.

—Eso te pasa por llevar una vida sedentaria de videojuegos que te absorben el cerebro, querido, no es mi culpa —volvió a bromear antes de desaparecer de allí para reponer. Sonreí de lado.

Era sábado, el peor día para trabajar en un lugar como aquel. Muchos grupos de familias y adolescentes venían a pasar el día aquella bolera-restaurante en la que había empezado a trabajar hace casi unos cuatro meses. Y, aunque me acostumbraba a lo mucho que se trabajaba en días ajetreados como esos, debía de admitir que aún había semanas en las que me podía todo, en la que mi vida en general, los estudios,... podía con todas mis energías.

Terminé de limpiar la cocina para poder cerrar cuanto antes. Los fines de semana, los encargados no pasaban por allí hasta el domingo a última hora. En los turnos, solíamos ser cuatro personas, pero solo dos se encargaban del cierre, unas del del sábado y otras del domingo. Ese sábado nos había tocado a Yoongi y a mí.

—Listo —indicó terminando de colocar bien las mesas del lugar—, ¿terminaste?

Asentí después de dejar secando el paño que había utilizado para limpiar la cocina. Yoongi pasó por mi lado de camino a los vestuarios y yo le seguí después de apagar las luces de la cocina. Ambos nos dedicamos a cambiarnos en silencio quitándonos el uniforme de la empresa y poniéndonos nuestras respectivas ropas. Normalmente solíamos ser un poco más habladores pero parecía que ese día ninguno de los dos le apetecía mucho charlar.

Cerramos poco después de coger nuestras cosas y Yoongi se encargó de poner la alarma en la puerta con el código secreto. Juntos empezamos a caminar en dirección a la estación de autobuses que no se encontraba muy alejada del lugar. La zona era bastante céntrica para encontrarse prácticamente en un barrio alejado de la ciudad de Gwangju, así que tenía bastante acceso a todos los lugares del estado.

—¿Qué tal llevas el examen de inglés? —Preguntó Yoongi intentando romper el silencio que ya empezaba a ser algo incómodo. Me encogí de hombros.

—Soojin me ha estado ayudando pero, lo cierto es que no he podido estudiar mucho así que pronto me castigará, supongo —bromeé y Yoongi sonrió mostrando sus encías—. ¿Y tú?

—Creo que seguramente catearé pero confío en que tu novia me dé una ayudita también, ¿sabes? Todos dependemos de ella, como cuando dependemos de ti para biología.

—Eso es verdad —indiqué.

Volvió a hacerse el silencio entre nosotros.

—¿Qué tal está? —Preguntó haciendo referencia a Soojin—. Hace unos días que no viene a clase.

—No se encontraba muy bien pero, gracias al descanso se encuentra mejor. Seguramente el lunes vuelva —le indiqué explicándole muy por encima—. Creo que simplemente está algo nerviosa.

Aunque lo cierto es que no estábamos pasando por nuestra mejor racha, a veces discutíamos más de la cuenta, y ya no sabía si era porque estaba harto de todo, cansado de las clases y el trabajo o porque ella tenía las hormonas a mil por hora.

Pero vamos, suponía que algún día llegaría este momento.

Soojin ya se encontraba en casi su sexto mes de embarazo. Había pasado el tiempo volando, el bebé había ido creciendo y sus síntomas habían ido cambiando. A medida que pasaba el tiempo, seguía sin procesar todo lo que nos estaba pasando, la verdad y, aunque creía que a medida que pasaran los días la cosa mejoraría, parecía que cada vez estaba más cansado de la situación.

Y eso estaba afectando a toda mi vida en general, apenas rendía muy bien en clase, estaba de mal humor casi todo el tiempo, cosa que me llevaba a pelear con casi todo el mundo pero, en especial, con Soojin.

—¿Por el examen? —negué con la cabeza.

—El miércoles tenemos una cita con la ginecóloga, creo que va a confirmarnos el sexo del bebé —le expliqué. Él abrió los ojos de par en par.

—¿Ya? —Asentí.

—La verdad es que casi seis meses han pasado rápido, ¿eh? —Asintió aún sin creérselo. Caminamos uno al lado del otro, sin prisas, como si no quisiéramos volver a casa con rapidez a pesar de lo cansados que estábamos.

Pero con el tema de los exámenes, lo cierto es que no habíamos tenido mucho tiempo para ponernos a hablar.

—Por eso crees que está nerviosa... —Asentí—. Es normal, todo pasará a ser más real, eso seguro.

—Claro, después de saber si será niño o niña tendremos que empezar a pensar en un nombre... —el corazón se me aceleró y no por anticipación precisamente sino, por ansiedad—... y es tan raro aún.

Volvió a hacerse el silencio entre nosotros.

Aunque después de que las cosas se asentaran un poco y Soojin conociera por fin la verdad de su vida, mis ataques de pánico habían disminuído, parecía que después de eso, mi atención se había centrado completamente en el bebé. Bien era cierto que aún ella no se había decantado por hablar con su madre ni, por supuesto a mencionar el tema desde esa vez pero aún así, para mí era como si se hubiera solucionado mágicamente y solo podía pensar en todo el rato en ese bebé.

—Lo es —admitió Yoongi dirigiendo su mirada al cielo estrellado—. ¿Tú estás nervioso?

—No lo sé, todavía me cuesta asimilar todo esto —admití y era la primera vez que lo decía en alto. Ni siquiera había sido capaz de hablarlo con Namjoon o Soojin—. Tengo diecisiete años, voy a ser padre, aún no sé cuidar de mí mismo y no entiendo cómo cojones seré capaz de cuidar a un ser indefenso, mi novia vive conmigo y aunque sea el sueño de cualquier persona que tenga pareja, es raro, muy raro y encima no dejo de pensar voy a estar atada a ella para toda la vida,... Es algo difícil de asimilar a pesar de haber pasado casi mitad de año de todo.

Y no seguí nombrando cosas porque, me estaba agobiando demasiado solo de pensarlo.

—No voy a decirte que lo entiendo porque obviamente no lo entiendo de la misma manera que tú, pero obviamente es raro. Intento ponerme en tu posición y yo creo que estaría igual que tú, perdido.

—Aún me quedan muchas cosas por aprender. No tengo ni idea de cómo cambiar un dichoso pañal, ¿no crees que podría morir el bebé y yo sin saber cómo salvarlo? Ese tipo de cosas me preocupan —Yoongi esbozó una carcajada y no me sentí mal. Después de todo estaba exagerando la situación para darle un toque de diversión y quitarle algo de hierro al asunto.

Pero no mentía.

Jiwoo me había dicho que Soojin se encontraba de la misma manera, que en el viaje a Busan le había dicho que también le preocupaban ese tipo de cosas y que era normal. Los dos no habíamos tenido unas vidas extremadamente fáciles —sobre todo ella—, padecíamos ansiedad y un poco de inestabilidad en ocasiones, no sabíamos nada de la vida adulta puesto que aún éramos adolescentes, era lógico que fuera así. No teníamos experiencia en nada, no sabíamos cómo cuidar de un bebé, qué valores debíamos enseñarle,... era una locura.

Había días en los que me arrepentía de haber jugado como un adulto cuando era un completo adolescente. Aunque no estaba mal del todo tener relaciones sexuales con diecisiete años, joder, ¿por qué lo había hecho? ¿Por qué había pensado que por protegerme estaba libre de que me pasara nada? Me había convencido a mí mismo de que sería inmortal, de que no sucedería nada si tenía cuidado.

Pero vaya, daba igual, aquí estábamos, embarazados y sí, era una mierda, una jodida mierda.

Vale, quizás tenía uno de esos días en los que odiaba la situación en la que me encontraba, en la que me odiaba a mí mismo por haberle hecho todo eso a Soojin, en la que me preguntaba por qué narices había dejado que nos zambulláramos juntos a tener ese bebé cuando podíamos haber buscado otro tipo de solución y simplemente todo me parecía negro y sin futuro. Pero aún así, cuando no me planteaba esas cosas, no dejaba de sentirme como la completa mierda de pensarlo.

Un bebé, joder, no era un juguete.

—Hay días como hoy en los que no dejo de pensar en todo, en que he defraudado a la gente que tengo a mi alrededor, como mis padres, mis amigos y que le he jodido completamente la vida a Soojin —me encogí de hombros.

—¿Sabes? Tampoco está mal que un día te sientas mal y pienses que todas las decisiones que has tomado son las peores de todas. Yo también hay días que pienso lo mismo, que odio estar repitiendo —me explicó— y no está mal, no está mal hundirse, a veces es lo que necesitas.

Nuestras miradas se conectaron.

—Hoseok tienes diecisiete años, es normal que te produzca ansiedad toda la situación porque realmente si lo piensas de manera que no seas tú quien la viva pensarías "joder, qué putada" y lo es, no te voy a mentir, es una putada —miró de nuevo al frente—. Lo menos que querías era hacer daño a Soojin, envolverla en dolor y sufrimiento. Ni a ti, que querías tranquilidad después del caos. Vas a tener un bebé que no sabes cómo cuidar, que no asimilas que todavía exista y admítelo, te preocupa también cómo va afectar eso a la relación que tienes con Soojin y te da miedo haberla arruinado, solo hay que ver la de veces que has repetido que te agobia saber que vas a estar con ella desde ahora.

Mordí mi labio inferior mirando al frente.

—Seguro que imaginaste poder tener el privilegio de permanecer en su vida por mucho tiempo, en incluso llegar a tener hijos, ¿quién sabe? Pero, nadie te dijo que iba a ser en contra de tu propia decisión y de la suya. Joder con diecisiete años es normal que te agobie saber que vas a estar atado a Soojin quieras o no.

Paró en seco y divisé entonces que estábamos próximos a la estación de autobuses. Ambos nos quedamos frente a frente.

Soojin era lo único que quería en la vida, pero a la vez, me agobiaba saber que sería lo único que tendría.

—Tú no controlas ni el pasado ni el futuro, a veces, controlamos un poco el presente, ¿sabes? Pero muy poco —sonrió de lado—. Sé que no soy el más indicado para darte consejos pero, derrúmbate si hace falta, Hoseok, dale vueltas a todo, llora, desahógate y luego levántate con fuerza. No intentes volverte loco con el pasado, ni tampoco con el futuro, desgraciadamente no puedes prepararte para lo que pueda venir y ya sabes más que nadie que la vida te da muchas sorpresas imposibles de imaginar.

Sonreí de lado antes de que me diera un abrazo familiar.

—Para lo que quieras me tienes aquí, nos vemos prácticamente todos los días y si quieres, podemos vernos y dar una vuelta por ahí a despejar la mente juntos, ¿vale? Pero no encierres tus pensamientos o sentimientos por la situación en la que vives, no es justo que quieras intentar proteger a los que te rodean y no te preocupes ni una mísera vez por protegerte a ti mismo.

Asentí ante sus palabras porque tenía razón.

—Gracias —murmuré por el gran nudo que se cernía sobre mi garganta. Negó con la cabeza.

—No tienes que darlas, los amigos estamos para eso.

Nos despedimos ya que tomábamos líneas de autobuses distintas. Le prometí que le pasaría los apuntes de Soojin para que pudiera estudiar mejor para el examen de inglés y él me dio las gracias. Entré en el autobús saludando apenas al chófer del mismo y me senté en un pequeño hueco que quedaba al final, puesto que estaba bastante repleto. Me puse los auriculares y me aislé del mundo pensando en las palabras de Yoongi.

Lo cierto es que tenía razón, desde que había sabido la existencia del embarazo de Soojin me había preocupado únicamente en ella, ni siquiera en el bebé y eso debía de admitirlo. Mis pensamientos, mis sentimientos, todo lo que tuviera que ver conmigo había quedado en segundo plano hasta el punto de que ni siquiera me daba el lujo de tener tiempo para mí para pensar y dejar de lado mis preocupaciones.

Me había olvidado de mí, había desaparecido de mi lista de prioridades.

Cerré los ojos apenas suspirando y, después, me dediqué a fijarme en el paisaje que se repetía continuamente en mi mirar puesto que siempre hacía el mismo recorrido para ir a casa.

Decidí entonces que necesitaba pensar un poco, estar solo.

Mandé un mensaje por el grupo que tenía con mis padres, mi hermana y Soojin para avisar de que llegaría algo tarde a casa. Lo cierto es que no tenía motivo, pero simplemente no me apetecía volver y encontrarme con todo. Necesitaba huir, necesitaba sentarme en un banco a dejar la mente en blanco, a llorar si me hacía falta,... Necesitaba sacar todo de dentro o me daría algo.

Ya pasaba la línea de lo no saludable, de lo tóxico.

Me bajé unas paradas antes de lo normal, cerca de un río. Bajé por la ladera repleta de césped y me acerqué lo máximo que pude hasta sentarme casi en la orilla. Me quité la mochila y la puse a mi lado, abrazándome las piernas flexionadas sin dejar de escuchar música y respiré hondo.

La noche era agradable, ya prácticamente era verano y se notaba. No hacía frío, solo corría una pequeña brisa debido a la cercanía al río. El cielo estaba completamente limpio, sin ninguna nube que me privara del cielo estrellado que se cernía. El cauce del río era tranquilo y el sonido del mismo me había relajado por completo en cuanto me deshice de los auriculares, apoyando las manos en el limpio césped, estirando los pies para poder mirar con mayor comodidad el cielo mientras pensaba en la situación.

Cuando quise darme cuenta, las lágrimas recorrían mis mejillas nublando por completo el paisaje que me rodeaba. Empecé a sollozar solo en medio de la inmensidad de aquel lugar y sentía que poco a poco, a medida que todo salía comenzaba a sentirme más y más aliviado.

Yoongi tenía razón, necesitaba desahogarme.

No sé cuánto tiempo pasé de esa manera, pensando en todas las cosas que me preocupaban, llorando por no saber cómo actuar, sintiéndome frustrado, triste, sin ganas de seguir, cansado,... Pero sentí que era lo que necesitaba para poder seguir caminando hacia delante.

No podía cambiar el pasado después de todo, no podía cambiar el hecho de que Soojin estaba embarazada, que estaría unida para siempre con ella, que íbamos a tenerlo, que tenía miedo de cómo criaríamos a ese bebé, que tenía miedo de que nuestra relación se rompiera, que quizás terminaría siendo la decepción de todos. Debía de empezar aceptar que ese era mi destino, mi presente y mi futuro.

Nada iba a cambiar lo que estaba pasando, así que tenía que apechugar pero de verdad.

Respiré hondo limpiando las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas y miré de nuevo al cielo.

Deseé en ese momento, poder impregnarme de la increíble sensación que me estaba dando aquel lugar, de la cura que estaba realizando en mi corazón y, sonreí. Sonreí por sentirme algo mejor después de todo.

Debía permitirme esos momentos. Me había empeñado en ser el fuerte de todo, como siempre, en aparentar que nada me importaba, que era capaz de todo y que haría lo posible por proteger a Soojin y seguir adelante. Me había olvidado de que realmente, era una persona cargada de miedos e inseguridades del pasado, con problemas que aún me hacían sufrir, con preocupaciones acerca del futuro y sin saber incluso cuidar de mí mismo como para cuidar de otra persona.

Me había empeñado en que después de haber hecho sufrir a Soojin, mi deber era protegerla y no me había centrado en nada más.

Aunque hubiera cambiado, aunque ya no fuera impulsivo y me mostrara un poco más sentimental como era antes, la esencia de que aún no había superado todo y que no era fuerte, seguía ahí.

Nadie iba a pensar que era peor persona por llorar, por preocuparme, por tener miedo e inseguridad...

Joder, tenía diecisiete años y sí, tenía una vida de más de treinta con la situación que traía colgada, pero a veces debía de actuar como tal, como un adolescente inseguro que aún estaba conociéndose.

Permanecí por un rato más pensando hasta que decidí que era suficientemente tarde como para preocupar a mis padres. Me levanté colgándome la mochila que traía y caminé con tranquilidad por las calles disfrutando del paseo. Me había acostumbrado a estar acompañado y me había olvidado de que, con momentos donde ese en el que solo albergaban tus pensamientos y tu propia tranquilidad, también se podía ser realmente feliz.

Abrí la puerta con la llave al llegar a mi casa.

—Llegué —anuncié. Me quité los zapatos para ponerme unas zapatillas.

—Hola, cariño, ¿qué tal el trabajo? ¿Mucho lío? —Asentí. Lo cierto es que no tendría por qué decirle que me había ido a estar un poco conmigo mismo.

Sería mi propio secreto.

—Hoy había un cumpleaños y tuvimos que quedarnos hasta tarde recogiendo —le expliqué a mi madre, que tampoco era del todo mentira. Excepto la parte de recoger hasta tarde.

Esbozó una expresión de preocupación.

—Tienes la cena preparada, solo hay que calentarla —asentí—. Si quieres ve a darte una ducha y baja cuando te apetezca, ¿sí? —Se acercó a plantar un beso en mi mejilla—. Yo subo con tu padre a dormir ya, mañana tenemos ese almuerzo con sus compañeros de empresa y me gustaría descansar.

Asentí ante sus palabras.

—Tranquila, no te preocupes —le resté importancia. Subió delante de mí por las escaleras.

Me acerqué con ella a la habitación para saludar a mi padre, quien se encontraba con su tablet leyendo seguramente el periódico, como acostumbraba a hacer a esas horas de la noche.

—¿Todo bien?

—Todo bien —respondí frunciendo los labios y él esbozó una sonrisa después de asentir.

De camino a mi habitación, me encontré a Soojin saliendo del baño. Traía el pijama puesto, era rosa de manga corta y pantalón corto. Mantenía su pelo marrón oscuro recogido en una coleta. Ya no lo tenía tan largo porque recientemente había ido a cortárselo junto a mi madre y lo cierto es que, aunque me encantaba que lo tuviera así, debía de admitir que le quedaba muy bien.

Sonrió al verme y se acercó para saludarme.

—¿Cómo estás? —Preguntó siguiéndome a mi habitación. Mickey le siguió y yo acaricié apenas su cabeza al verle.

Parecía animado, movía su cola con intensidad.

—Bien, algo cansado —respondí cortamente. Dejé la mochila sobre la silla del escritorio mientras ella tomaba asiento en mi mullida cama—. ¿Y tú?

—Bien —aseguró—, ¿quieres que te acompañe para que no comas solo?

Tomé el pijama meditando la respuesta.

—No te preocupes —zanjé, restándole importancia. Lo cierto es que prefería estar solo.

Debía de admitir que, aunque la quería muchísimo, estar pasando prácticamente todo el día juntos me estaba haciendo sentir algo presionado. Por eso peleábamos tan a menudo.

Y yo creía que por eso había llegado al punto en el que no podía más.

—¿Seguro? —Asentí en cuanto se encontraron nuestras miradas—. Vale, entonces no pasa nada.

Sonrió, por su expresión deduje que entendía que quería pasar tiempo a solas. Al menos no desató una absurda pelea.

—Si quieres podemos hacer algo juntos cuando termines —ofreció—, pero si no quieres lo entiendo. Seguro que hoy has tenido mucho trabajo y prefieres descansar.

No respondí.

Me quedé estático mirándola.

—Voy a ducharme —anuncié y ella asintió. Se levantó después de eso.

No sé por qué me sentía tan raro ante su presencia, pero es que quizás verla me recordaba a todo lo que había estado pensando e iba a reducir el ápice de alivio que había conseguido reunir.

Sonrió antes de acariciar mi brazo para marcharse a la habitación que estaba utilizando. Suspiré después de eso. Había sido algo incómodo. Me encaminé a la ducha y después de hacerlo, cené acompañado de mis propios pensamientos y mi teléfono móvil donde estaba viendo una serie de dibujos animados. Lavé los platos en cuanto terminé y subí intentando hacer el menor ruido posible.

Yendo a mi habitación paré en seco en medio del pasillo. Mis padres ya habían cerrado la puerta de la suya, así que deduje que dormían. Soojin tenía una tenue luz en la suya. Me debatí entre si ir y hablar con ella o continuar en el proceso de dirigirme a mi habitación. Pero decidí hacer lo primero.

Soojin era mi debilidad y sabía que en el futuro iba a ser el mayor de mis problemas.

Y porque en parte sentía la necesidad de hablar con ella después de todo.

La encontré con su concentración dirigida a un libro que parecía estar leyendo. Estaba apoyada en la pared, sentada en la cama con las piernas flexionadas y parecía realmente tranquila. Levantó la mirada en cuanto notó mi presencia. Me había apoyado en el marco de la puerta observándola. Ella sonrió de lado.

—¿Puedo pasar? —Asintió ante mi murmuro, cerrando el libro mientras se sentaba con las piernas cruzadas. Cerré la puerta tras de mí para no hacer ruido y molestar a mis padres.

Tomé asiento en el otro lado de la cama mientras ella me miraba con atención.

—Podías haberte ido a dormir sin despedirte, sé que estás cansado —indicó. Negué con la cabeza.

—No solo venía por eso —sus ojos observaron cada parte de mi rostro—. ¿Qué lees? —Pregunté con interés. Ella entonces desvió su mirada al libro.

—Es un libro que encontré en la estantería de Jiwoo, trata sobre una historia de amor adolescente, un poco típico —explicó sonriendo—. Está entretenido.

Asentí con interés.

—Justo me cortaste la parte más interesante —alzó la ceja y sonrió con más fuerza. Parecía que ese día estaba radiante.

Y realmente me había sentido mal de tratarla con tanta rareza al llegar.

En el fondo ella no tenía la culpa de nada de lo que me pasaba. Era yo el que me había puesto como la última prioridad de mi lista, ella no me había obligado a nada.

Y estaba seguro que por mi humor de mierda habíamos acabado discutiendo a todas horas.

—¿Qué parte?

—¿De verdad hace falta que lo diga en voz alta? —Tomé el libro abriéndolo, leyendo por encima la página.

—Ya entiendo... —comenté leyendo algunas frases—... osea que te dedicas a leer este tipo de cosas, ¿eh? —Bromeé y ella rió avergonzada antes de encogerse de hombros.

Hacía tiempo que no le insinuaba algo fuera de tono y lo cierto es que se sintió bien. Después del embarazo, esa parte de mi cerebro se había cerrado con llave y parecía haberla perdido en el proceso.

Pensar que quizás podría llegar a encontrarla, me reconfortaba.

—Es la primera vez que sale, no seas idiota —me quitó el libro de las manos antes de dejarlo sobre la mesilla de noche—. Estoy segura de que si no has venido a darme solo las buenas noches, tu principal interés tampoco es saber lo que estoy leyendo.

Sonreí de lado siendo pillado.

Pero es que Soojin me conocía más de lo que yo creía.

—Perdón —ella tornó su expresión a una de completa preocupación.

—¿Por qué pides perdón?

Me mordí el labio inferior sin saber qué más decir.

—Por muchas cosas.

—¿Qué cosas? No has hecho nada malo...

Se acercó un poco más a mí.

—Tengo miedo, mucho y te pido perdón por haber aparentado que no es así cuando lo es, por haberme hecho el fuerte ante todo. Creo que no he sido sincero. Y además he sido un estúpido estos días provocando todas esas peleas.

Aún seguía sin comprender lo que quería decirle.

—Estoy increíblemente ansioso por el tema del sexo del bebé, es como si de pronto me hubiera dado cuenta de que esto no es un sueño del que voy a despertar mañana y todo será igual que antes, donde tú y yo no estábamos tan jodidos. Pero no es así, no es un maldito sueño, esto es real, por mucho que no quiera. Y me siento como la mierda por haber pensado que quizás todo acabaría. Me siento mal por ni siquiera haberme dado la oportunidad de sentarme a pensar en todo, a sacar mi miedo yo... —empecé a sentir un nudo en la garganta.

Soojin tomó mis manos, limitándose a escucharme sin interrumpir.

—Te pido perdón porque no sé cómo controlar esta situación. He intentado protegerte de todo y he fracasado como un idiota. Estoy lleno de ansiedad, de preocupación, de inseguridad, de miedo... No sé si seré capaz de apoyarte, de ser la persona que necesitas a tu lado para una situación como esta, no sé si podré cuidar de un bebé.

Sonrió de lado antes de ponerse de rodillas en la cama y abrazarme. Acarició mi espalda y no pude evitar ponerme a llorar de nuevo.

Sus brazos siempre eran tan reconfortantes.

—Gracias —murmuró en mi oído—. Estaba deseando que por fin reconocieras que no podías llevar todo este peso sobre tus hombros, Hoseok.

Abrí los ojos.

—¿Lo sabías? —Asintió.

—Te conozco, cuando te preocupa algo te pones de mal humor, evitas a la gente y te encierras en ti mismo. No quería agobiarte, ni que tuviéramos una discusión sin motivo, aunque bueno, eso al final lo hemos tenido —indicó y ambos sonreímos de lado—. Así que decidí que lo mejor sería esperar por ti, como tú siempre has hecho conmigo —depositó sus manos sobre mis hombros. Limpió mis lágrimas después sin dejar de sonreír—. No tienes que protegerme, no tienes que hacer como si nada, ¿sabes? Si hoy quieres llorar y sentirte mal, hazlo, si hoy quieres cagarte en todo por haber llegado hasta aquí, hazlo —sonreí al escucharla hablar así. Soojin no solía ser de las que decía malas palabras—. Pero no te encierres en ti mismo, odio que sufras así.

Volvió abrazarme.

—Me da igual que tengas miedo, que tengas inseguridades, que no sepas cuidar de un bebé... Yo tampoco soy el mayor ejemplo de la perfección y también tengo ese tipo de preocupaciones. Pero gracias al cielo estamos juntos para superarlo y creo que si es así, todo irá bien.

Sonrió de nuevo.

—No pretendo que seas perfecto ni tampoco lo quiero, yo te quiero así —acarició mi mejilla— y prefiero que me muestres que tienes miedo y que las cosas te preocupan porque así veo tu mejor versión, esa que a muy poca gente le dejas ver y que realmente es la más bonita que tienes. Pensando que eres fuerte, guardándote todo, no solo te haces daño, sino que, realmente no estás siendo tú de verdad.

No sabía qué decir.

Simplemente tomé sus mejillas y planté un beso sobre sus labios que sabía salado por las lágrimas que habían llegado hasta ahí. Soojin sonrió en mitad del beso acercándose a mí con cuidado. Acabó sobre mi regazo, en el hueco entre mis piernas y rodeé su cintura con mis brazos. Nos miramos a los ojos en cuanto dejamos de besarnos.

Bajé la mirada hasta su pequeña pero abultada barriga y me debatí entre si hacerlo o no pero, finalmente, metí la mano bajo su camiseta y la acaricié por primera vez. Soojin acercó su mano a la mía y juntos, acariciamos a ese bebé con cuidado. La sensación era rara pero a la vez, al hacerlo, sentía que me unía a esa sensación, a ese alivio de por fin darme cuenta de que todo era real.

Y quise llorar otra vez porque eso debía de haberlo hecho mucho tiempo atrás. Porque en vez de preocuparme por intentar proteger a Soojin, habría tenido que aceptar todo e intentar protegernos a los dos, de haberme sentado a su lado apoyarla como debía de hacerlo en esto, en el bebé. Había obrado mal.

Desde que leí aquel cuaderno con sus palabras, tenía que haber seguido esos sentimientos que me produjo de miedo, inseguridad, tristeza y por supuesto, felicidad. Porque en cierto modo era jodido, pero en el fondo, quería estar feliz por ese bebé, quería amarlo y aceptar por fin de que era mío.

—¿Eso es una patada? —Pregunté intrigado. Lo cierto es que, muy en el fondo, mi instinto de loco por la biología y la genética me hacía querer estudiar todo acerca del embarazo.

Pero el miedo me impedía acercarme.

Soojin asintió ante mis palabras.

—Parece que está feliz de que por fin su papá le haya acariciado —indicó ante una segunda patada.

—¿Es raro para ti? —Se encogió de hombros.

—Al principio sí, ya me he acostumbrado un poco —sonrió de lado. Conectamos nuestras miradas.

En ese momento sentí algo completamente nuevo entre nosotros.

Habíamos conectado de una manera completamente distinta.

—¿Quieres que sea una niña? Recuerdo que en las notas, la tratabas de esa manera.

—La verdad que no sé qué es lo que prefiero —indicó soltando una pequeña carcajada que me hizo sonreír—, pero supongo que me llama mucho la idea de que lo sea. Además, tengo la sensación de que es una niña.

—¿Y tú?

Lo medité por unos segundos.

—Teniendo en cuenta que hasta hacía unos minutos no creía que todo fuera real... —ella esbozó una tierna carcajada acariciando mi mejilla con su mano libre. Me miraba a los ojos con los suyos brillantes como perlas, dejándome ver que era perfecta y de pronto sentí que volvía a estar como antes, completamente enamorado de ella y sin sentirme raro ante su compañía—... creo que ahora mismo, cualquier cosa me haría feliz.

Soojin volvió a sonreír antes de apartar su mano de su barriga. Rodeó mi cuello con sus brazos y yo su cintura con las mías.

—Me alegra mucho escuchar eso —sonrió. Y a mí, por fin sentía que las cosas iban tomando su cauce.

Y aunque aún me asustaba la idea de ser padre, era mejor aceptar la realidad que seguir escapando de ella, haber tocado esa pequeña criatura me había hecho sentir que era mejor que fuera de esa manera. No quería volver a huir de todo como si no hubiera pasado, tenía que empezar afrontar mis errores y saber de qué manera solucionarlos.

Quería empezar a amar a ese bebé como ella había empezado a hacerlo.

—No me pidas más perdón por cosas como estas Hoseok, sabes que yo siempre te perdonaría por todo.

Sonrió antes de volver a unir nuestros labios en un beso.

Y no sé cómo pero sentí que, aunque parecía que el mundo se acababa para mí a medida que pasaban los días, después de haber aceptado que todo tenía que ser así, que era mi destino, parecía que había empezado a sentirme muchísimo mejor que antes.



Soojin.

—Buenas noches, Soojin —murmuró tomando el pomo de la puerta y sonreí de lado—. Te quiero mucho.

—Buenas noches, Hoseok —respondí—. Yo también te quiero mucho.

Me dedicó una mirada cargada de ternura, en la que sus ojos brillaban y sus labios esbozaban una enorme sonrisa que parecía un pequeño corazón.

Salió de allí dejándome sola en aquella habitación y de pronto sentí la necesidad de querer dormir con él. Pero sabía que ese día me tocaba darle su espacio. Sonreí cuando me enredé entre las mantas feliz de que por fin pudiera sentirle plenamente a mi lado. Aunque a la vez me sentía terriblemente mal de saber que mis sospechas habían sido ciertas y que todo este tiempo se había pegado perdido en sus propias preocupaciones, atendiendo solo a las mías.

Adoraba que se preocupara por mí pero sentía que debía de recordarle continuamente que no había nadie más importante que él mismo.

Aunque también era algo que yo estaba aprendido a hacer, preocuparme por mí primero que en los demás.

Estas semanas habían estado siendo una locura, después de mi cumpleaños que celebramos junto a nuestros amigos en casa sin hacer una enorme celebración donde lo pasé en grande y me sentí increíblemente feliz de ser tan afortunada, mis pensamientos aún acerca de las notas de mi madre, el hecho de enterarme que varios de mi clase ya tenían sus sospechas de mi embarazo y, que probablemente podríamos saber el sexo del bebé después de haberse hecho tanto de rogar... Había sido algo de más estrés de lo normal, sobre todo ante las peleas mías con Hoseok, en las que, aunque quería reprimirme porque sabía que no estaba bien, mis hormonas me impedían hacerlo.

Tomé mi móvil después de comprobar que, debido a la situación que acababa de vivir con Hoseok, no podía concentrarme otra cosa más que en él. De pronto me había sentido como al principio: completamente enamorada, y no quería dejar escapar esa sensación. No podía dejar de sonreír, de tener un bonito sentimiento en mi corazón que me indicaba que todo estaba bien y que, por fin, después de tanto tiempo, hubiéramos podido tener esa conexión tan bonita que habíamos sentido.

Mamá. Hace cinco días.

Perdón si te molesto, pero quería asegurarme de que habías leído

las notas. Tranquila, no pienso obligarte a perdonarme.

Espero que estés bien. Te amo Soojin, muchísimo. Sé que serás

una madre increíble (o por lo menos mejor que yo) y espero que

te sirva el dinero.

Volví a leer los mensajes, como hacía cada noche desde que los había recibido. Nadie sabía que existían y prefería que fuera así. No tenía ganas de volver a sacar la conversación y, aunque necesitaba consultar qué era lo correcto, sentía que por una vez tenía que valerme por mí misma e intentar solucionar mis propios problemas. Tenía que aprender a hacerlo si quería cuidar correctamente de mi bebé.

Mi madre me había enviado por correo hace unos días dinero y el código de una cuenta de ahorros que ella misma había abierto con la ayuda de mi abuelo en el banco hacía años atrás, donde había una gran suma de dinero que nos ayudaría bastante con los gastos del bebé. Según tenía entendido, mi padre no estaba al tanto de nada, cosa que era algo bastante bueno. Con ese dinero incluso diría, que nos daría perfectamente para cuidarla sin preocuparnos por el dinero.

No sabía cómo sentirme.

Por un lado feliz porque, después de todo, tener su apoyo me alegraba, no solo por el hecho de que sería un alivio para los padres de Hoseok, sino porque, también sentía que se preocupaba por mí y por el bebé, cosa que era totalmente necesario para mí en ese momento para poder seguir adelante.

Después de leer las cartas me había sentido completamente perdida, pero debía de admitir que me había aliviado increíblemente la presión que traía encima. Saber que por lo menos ella no me odiaba ni estaba decepcionada por mi mera existencia, me hacía querer seguir adelante, esforzarme por todo. Y tener ese mínimo apoyo había aumentado mi propia autoestima y mis ganas de no perder la energía.

Había crecido mucho en poco tiempo, psicológicamente hablando.

Pero, aún no sabía si debía de perdonarla.

Por mucho que lo pensara, siempre acababa entre la espada y la pared, sin saber qué hacer ni qué decir. Un lado de mí me pedía que la perdonara para tener a mi madre, para disfrutar de ella y olvidar el pasado, aprovechar el tiempo perdido, por otro lado, mi mente me recordaba el sufrimiento, las tardes de soledad, los ataques de ansiedad y la presión que sentía por culpa de ellos y sus palabras... Así que era un continuo bucle contradictorio del que nunca salía con una respuesta clara.

Y bueno, por suerte, aún no sabía nada de mi padre.

Suspiré mirando el móvil.

¿Por qué tenía que perdonarla?

Lo cierto es que, me había dado cuenta de eso al leer de nuevo los mensajes. Nada me decía que debía de hacer como si no hubiera existido el pasado, ni tampoco nada me decía que debía de aferrarme a él. No tenía que ser o blanco o negro.

Yo. 23:52.

Hola, mamá, perdón por tardar en responder debes de entender que todo esto ha sido algo difícil para mí y lo cierto es que, tengo tantas cosas en mente que... He necesitado mucho tiempo para poder darte una respuesta.

No sé si seré capaz de perdonarte, si algún día podré mirarte a los ojos sin pensar en todo lo que sufrí, en todo el daño que me has hecho aunque no quisieras. Pero creo que no sería sensato por lo menos responderte para agradecerte que me contaras la verdad a riesgo de que papá pueda enterarse.

Gracias a ti siento que estoy más aliviada y que aunque haya dolido, tengo tu apoyo y eso es increíble. Gracias por confiar en mí, por darme el dinero y por intentar protegerme.

Te quiero, tanto que sé que solo, necesito tiempo para madurar para poder acercarme de nuevo a ti. Entiéndelo.

Confío en que algún día podamos acostarnos juntasen una cama a ver películas sin remordimientos siendo felices. Ahora que voy a ser madre, no creo que pueda hacer como si no existiera nuestra relación.

Tú también eres una buena madre aunque quizás no hayas tomado las mejores decisiones.

Espero algún día poder decir con certeza que también te perdono.


Con lágrimas en los ojos, zanjé aquel capítulo de esa historia, bloqueando mi móvil. Sonreí de lado acurrucándome entre las mantas.

Confío en que algún día podremos ser madre e hija, mamá.


.....

¡Hola! ¿Qué tal? Este capítulo ME ENCANTA. Se preguntarán porqué (o quizás no), pues, porque adoro todos esos capítulos en los que saco todos los sentimientos y pensamientos que cubren a Hoseok. Es una persona que tiende a encerrarse mucho en sí misma y, cuando consigo que hable, que saque todo hacia fuera, me hace recordar que siempre trae los capítulos más cargados de historia y sentimientos. Él es muy diferente a Soojin y eso me encanta porque puedo mostrar cómo actúan ambos hacia el mismo problema. Y debo de admitir que sobre todo con él, me siento muy triste de que hayan pasado casi seis meses y que todavía le cueste aceptar todo. Cuando terminé de escribirlo sentí algo súper bonito en mi interior, por eso les digo que me encanta.

Y me ha encantado mostrar esa increíble conexión que sintieron después de ambos aceptar todo, espero que haya podido sentirse con mi explicación. También, Soojin dándose cuenta de que no tiene porqué perdonar o no, sino, tener a su madre a su lado y sinceramente, en su situación creo que la mejor opción, era esa, ¿ustedes que piensan?

Por cierto, he sacado al pobre Mickey, hacía tiempo que no le nombraba pero ha estado bien, haciendo sus cositas de perro jejejejeje.

¡Adiós!

Continue Reading

You'll Also Like

372K 24.3K 95
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
156K 4.2K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
586K 79K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
12.4K 1.1K 44
JIMIN teniendo que trabajar para sostener los estudios de su hermana lisa, aún con días sin comer, busca lo mejor de ella, siendo un taxista, llega a...