Fantasmas

By AndreaAS9

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»Amante del mundo paranormal o no, una chica en coma siempre terminará sumergida en él.« Con el esoterismo co... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 - MAS
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17 - MAS
Capítulo 17 -MAS (Parte II)
Capítulo 18
Capítulo 19 - NOAH
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
MAS 💞
Capítulo 25 - MAS
Capítulo 26 - MAS
Capítulo 26 (Parte II) - MAS
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 - Noah
Capítulo 32 (parte II) - NOAH
Capítulo 33
Capítulo 34 (parte I) - MAS
Capítulo 34 (parte II) - MAS
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39 - MAS
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 - NOAH
Capítulo 42 -NOAH (II)
Capítulo 43
Capítulo 44 - MAS
Capítulo 44 - MAS Parte II
¡Feliz día del padre!
Capítulo 45 NOAH
Capítulo 46 - MAS
Capítulo 47
Capítulo 48 - I
Capítulo 48 II
HOLA, OTRA VEZ
Capítulo 49 - NOAH
Capítulo 50 - Mas
Capítulo 51
Capítulo 51 Parte II
Capítulo 52
Capítulo 53 (¿El fin?)
Capítulo 54
Capítulo 55 - NOAH
Capítulo 56
Capítulo 57 - MAS (parte I)
Capítulo 57 - MAS (parte II)

Capítulo 37

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By AndreaAS9

Decido resueltamente pensar en mi cita con Noah y en lo genial que va a ser. Digo, ya que aparentemente ese pensamiento no surge naturalmente, debo forzarlo, ¿no? El destino no se tomó el trabajo de juntarnos para que yo le vuelva groseramente la cara.

Aunque, bueno, no es que haya mucho que pensar porque, en principio, no puedo cambiar mi vestimenta a otra que no sea la del día del accidente. Podría intentar hacer aparecer el abrigo, pero no sé cómo. Y no quiero pedir ayuda a Mas para esto, es ridículo.

Noah... El chico que creí inaccesible durante toda mi secundaria. El increíblemente guapo y grandiosamente inteligente Noah. Ojos hermosos, labios bien formados, hoyuelos, pestañas envidiables. Me río ligeramente, extrañando al señor Sol, que me mira con preocupación. Mas tiene razón al llamarlo Pestañas. Sigue siendo rudo y descortés, pero es un apodo adecuado. Yo moriría por tenerlas.

Aún me preocupa que Noah haya sospechado algo aquella noche en la morgue. Y todavía recuerdo sus suspicacia hacia Camille. Pobre Camille, debe estar pasándolo cada vez peor. Me había olvidado completamente de ella. Suspiro. Es culpa del señor Sol y su interminable cuestionario. Es mejor que vaya a verla.

Me alejo de la ventana, lista para esfumarme en menos de lo que se tarda uno en decir 'esfumar'.

— ¿Kendall... O'Mell? —escucho fuera de mi habitación.

Mis talones giran 180° apenas reconozco esa voz. Me tomó un poco de tiempo, debo admitir, el buscar en mis archivos mentales de personas que conozco –no se trata de alguien con quien hable seguido–. Pero, al final, lo hice, identifiqué las voces (porque son dos) justo a tiempo para verlos ingresar a mi habitación. Y no solo hice eso, sino que entré inmediatamente en modo zen, para ser capaz ser escucharlos. Seamos sinceros, ¿qué pueden hacer ellos aquí?

— Por un momento creí que no llegaríamos —dice Marcus.

— Este hospital es jodidamente enorme —asiente Adam, cerrando la puerta detrás de sí.

— Oye, hermano, no seas grosero —Marcus le da un codazo en las costillas—. Es el cuarto de una señorita.

— No puede escucharnos, ¿no?

Sí puede. Sonrío con curiosidad. Marcus lo ignora, o no lo oye.

— ¿Qué hacemos ahora? —vuelve a hablar Adam.

— Nos sentamos. Y ya.

— Una vez más, ¿por qué estamos acá?

— Por Noah, Adam —explica Marcus en voz baja, como para no despertar a la señorita en coma—, te lo dije en el camino. Y es una compañera de la escuela.

— Tenemos muchas compañeras en la escuela.

— Pero ella le gustaba —Marcus se acerca a la camilla, con las manos en los bolsillos, yo contengo la respiración, incómoda —. Él me lo dijo hace unos meses. Parece una buena chica. Qué pena verla así.

— ¿Así cómo? —Adam avanza hacia la camilla también—. Yo la veo bien. Es guapa.

No debería, pero algo bastante parecido al orgullo infla mi pecho.

— No seas baboso —Marcus se ríe por lo bajo—. Así, conectada a tanta máquina —explica.

— Ya sé, hermano, ya sé.

— ¿Entonces para qué preguntas?

— ¿Qué, no puedo? Ah, no sabía que la libertad de expresión había dejado de ser un derecho.

Marcus solo niega con la cabeza ante la provocación de Adam. Ambos terminan restándole importancia.

— ¿Crees que de verdad nos escuche?

— No sé —responde Adam, sarcástico—, ¿por qué no le preguntas?

— Noah nunca dejó una carta —sigue Marcus, ignorándolo—, es obvio el por qué, pero... Si él lo hubiese hecho, estoy seguro de que una habría sido para ella.

— ¿Tanto le gustaba? —pregunta Adam con inocente curiosidad, mientras toma asiento en el sofá de al lado—. Yo habría apostado a que se la dejaba a Brooks.

Marcus vuelve a negar con la cabeza.

— No le gustaba Brooks.

Tanto Adam como yo mirábamos a Marcus con la mandíbula por el suelo. De haber podido, me hubiese lanzado a Marcus exigiendo una explicación. Yo fui testigo, durante meses, del poder de la Pareja Perfecta. Separados eran lo suficientemente respetados, ¿pero juntos? Juntos eran formidables. Nadie en la escuela se atrevió jamás a siquiera pensar que no se querían. Eran tan dolorosa y malditamente evidentes. Todo el tiempo de la mano, abrazados, compartiendo materiales, leyendo juntos. Imposible pensar que el 'me gustas desde hace un tiempo, Kendall' haya regido también durante su noviazgo con Brooks. Aunque me estoy apresurando, quizá no fue así. Quizá le gustamos las dos durante un tiempo, yo qué sé. A una persona pueden atraerle muchas otras, así que no me sorprendería; ¿pero que Noah haya estado con Brooks sin gustarle? Vaya primicia. Y vaya actuación.

— A ver, a ver, hermano —dice Adam, estrechando sus ojos—. ¿Estás diciendo que salió con Brooks sin quererla?

— No puedo creerlo —le responde Marcus, acusatoriamente—. Él nos lo explicó a los dos, tú nunca le prestaste atención. Por eso él me contaba más cosas a mí que a ti. Fue un mutuo acuerdo, ¿recuerdas? Toda la escuela los emparentaba, Noah le pidió a Brooks para salir, ella accedió; luego él me dijo que ella sabía que, en realidad, él no sentía nada por ella, pero que aun así estaba dispuesta a continuar con la relación si él quería. Algo sobre estatus, yo qué sé; y, seguro, él la libraba de la cola de pretendientes que se rindieron cuando la vieron con Noah. Era ganar o ganar, supongo, para que haya aceptado. Pero a Noah le gustaba esta pelirroja de aquí. Sus motivos tendrá.

— No lo sé, hermano, estar con alguien por quien no sientes nada está mal.

Marcus arquea sus cejas.

— ¿Ah, sí? ¿Y qué hay de Mindy, Sandy, Candy y Lendy?

— Ellas me gustaban —responde Adam, enfurruñado.

— ¿Para estar con todas a la vez?

— ¿Sí?

— Estás mal, hermano —Marcus suelta una carcajada. Vuelve a mirar a la Kendall postrada—. Podría decirle lo que Noah le hubiese dicho de estar aquí... Pero él era algo inentendible cuando entraba en modo poeta. No puedo imitar eso. Bueno, Kendall, eres el gran flechazo de Noah. O eras. Si tienen la oportunidad de encontrarse en el más allá, no lo ignores. Lleva años babeando por ti. Pero debes entender que el mundo de la popularidad no es siempre bonito, y él no te quería arrastrar a eso. Tanto Adam, como Noah, como yo, sabemos lo difícil que puede ser manejarlo a veces. Así que, discúlpalo por haberte hecho creer que no eras la inspiración de sus poemas. Él-

Marcus se interrumpe de golpe al abrirse abruptamente la puerta. Como una flecha, entra una muchacha alta y estilizada, ahora encorvada y agitada, con su hermoso cabello chocolate hecho una maraña de pelo y sudor, pegado a su rostro de mejillas anormalmente rojizas. Del dorso de su mano salía una mariposa de esas en las que las enfermeras inyectan lo que se les ocurra con una jeringa, y la conectaba, mediante una manguera muy delgada, a un recipiente sellado de plástico con suero. Su bata verde de internamiento tenía una gran abertura en la espalda, pero a ella parecía no importarle.

Pasa su antebrazo por sus ojos, limpiándose lágrimas que ya habían alcanzado su mentón; evidentemente aún sin percatarse del público.

Cuando Danielle levanta la mirada, y veo el gran moretón en su rostro, viene como un flash a mi mente el momento en que le dije a Noah que estaba en el hospital porque una amiga estaba internada. Probablemente no haya sido mentira, después de todo. Pero ahora no era tiempo de pensar en Noah, ni en Marcus y Adam, ni en mí. Estoy segura que todos en la habitación tenían una sola pregunta en mente: ¿Qué le pasó?

— ¿Quién es ella? —susurró Adam.
Bien, quizá no todos tienen la misma exacta pregunta en sus cabezas.

Marcus solo respondió con un codazo, acercándose inmediatamente a Danielle.

— Hey-

Sin embargo, ella retrocedió bruscamente apenas lo oyó.

Cuando sus miradas conectaron, no había nada en Danielle que delatase el muy mal oculto romanticismo que yo esperaba ver en un situación similar. Había terror, había dolor, de una clase que muy diferente a la que emanaba Mas por la mañana. Los ojos rojos e hinchados revelaban que había llorado por mucho tiempo ya, y los moretones en su rostro estaban verdes, lo que significa que la paliza habría ocurrido, mínimo, horas atrás.

Marcus se acerca un paso, ella se aparta dos, y final pero bruscamente decide irse. Pero él la toma del brazo con suavidad. De un sobresalto, ella se libera enérgicamente y retrocede con pavor hasta que su hombro impacta con el marco de la puerta, cosa que la hace gemir de dolor. Sus ojos y su mano vuelan al lugar afectado.
No la reconozco. Esa no es la Danielle llena de vida que entró a mi habitación hace unos días, para contarme sobre sus viajes familiares y su situación amorosa. No la misma que llevaba la chispa de la picardía a donde quiera que iba. No es la misma muchacha de carácter y fortaleza insospechadas que durante tanto tiempo suspiró por el chico del que ahora trataba de huir. Marcus. Marcus. Todos los días. Y ahora, nada. 

Adam, incómodo, retrocede hasta un rincón, llevándose la mano a la nuca. Aparentemente no le interesaba nada de la situación, mas yo puedo presentir ciertamente lo opuesto. Es natural, hay una chica en el marco de la puerta que parece a punto de quebrarse en mil pedazos, ¿quién no prestaría atención; ya sea por preocupación, por morbo, o por ambos?

Marcus está genuinamente consternado. Sin embargo, se maneja con una delicadeza para nada esperada. Si fuese una adivina, diría que ya atravesó algo similar anteriormente. El consuelo, quiero decir. Movimientos lentos, manos donde ella podría verlas, mirada comprensiva.

El golpe pareció haber hecho despertar a Danielle del extraño trance en el que entró. Como era de esperarse, explotó. Explotó como alguien que por fin se da cuenta de que está en un lugar seguro, con gente en quien puede confiar. Gruesas lágrimas bañan la piel de sus mejillas y mentón antes de que ella estuviese plenamente consciente de quién estaba delante suyo. No hizo nada por contenerlas, no tenía fuerzas, y planeaba permitirse llorar larga y amargamente hasta que su cuerpo haya desfogado todo lo que tenía dentro.

Con un sollozo que salió de lo más profundo de sí, se derrumbó sobre el marco de la puerta. Marcus, actuando rápidamente y por reflejo, la sostuvo de las axilas y la apoyó contra sí, imagino que con la intención de llevarla a algún lugar donde sentarse. Pero ella lo abrazó con tanta fuerza, que, tanto Adam como yo, nos sentimos un poco desplazados de la escena. Marcus solo atinó a responder de una manera muy dulce.

Aprieto mis manos en puños, deseo con tanta fuerza poder ayudarla en este momento. ¿Qué puedo hacer? Solo soy una clase imperceptible de niebla, niebla que se disipa al mínimo rayo de sol. ¿Qué puedo hacer, más que ser doloroso espectador de todo cuanto acontece a mi alrededor?

Todo en mi cabeza encaja cuando recuerdo una de las cosas que me comentó Dani el día que estuvo acá. Desde el inicio, algo me olía mal respecto al ligue de Dani. ¿Cómo dijo ese día? «No creo que te hubiese caído bien, ¿sabes? No te lo dije, en parte, por eso. Él no es... La clase convencional de chicos». La clase convencional de chicos... No puede culpárseme por tomarlo a él como primer sospechoso. Obviamente, es lo que Marcus pensó también: El novio lo hizo. Pero él no lo dice de la manera en yo lo hubiese dicho.

— ¿Quién te hizo eso? —esa es una mucho mejor pregunta que la que tengo en mente.

Podía ver cómo Dani batallaba para no revelar nada que pudiese comprometerla.

— Me robaron —escucho en respuesta. Un susurro tembloroso y vacilante que para nada es convincente.

Mentira.

Conociéndome, yo hubiese insistido. Pero Marcus no lo hizo. Con total frialdad en los huesos soltó su siguiente pregunta:

— ¿Brad Taylor? —aunque fue más como una afirmación.

Ella no lo confirmó, pero tampoco lo negó. De hecho, un sollozo algo ronco salió involuntariamente al escuchar su nombre. Eso fue todo lo que bastó.
Después de unos segundos, en los que finalmente Danielle pudo tranquilizarse, y en los que yo trataba arduamente de encontrar una razón (una sola) por la que Marcus haya adivinado antes que yo el nombre del agresor, Danielle está lo suficientemente serena como para sentarse en el sofá a mi lado mientras Adam se iba en busca de alguna enfermera.

Me apoyo en el mueble donde se encuentra mi amiga y la abrazo. No importa que no pueda sentirme. No importa que no sea capaz de ello, ni de estar completamente que la puedo escuchar cada vez que le habla a la Kendall en la camilla. Es mi amiga. Mi amiga. Y cada vez que a una le duele el corazón, la otra está allí para confortarla. Pase lo que pase. ¿Estás en coma? No importa. Simplemente no importa.

No obstante, esta vez fue diferente: Danielle sí me sintió.

No supo interpretar la súbita dosis de tranquilidad que la inundó de pies a cabeza, mas yo sí noté el cambio –gracias al poder percibir emociones ajenas, y todo eso que Ben llama 'superpoderes'–.

––***––

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