Fantasmas

By AndreaAS9

21.1K 3.1K 321

»Amante del mundo paranormal o no, una chica en coma siempre terminará sumergida en él.« Con el esoterismo co... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 - MAS
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17 - MAS
Capítulo 17 -MAS (Parte II)
Capítulo 18
Capítulo 19 - NOAH
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
MAS 💞
Capítulo 25 - MAS
Capítulo 26 - MAS
Capítulo 26 (Parte II) - MAS
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 (parte II) - NOAH
Capítulo 33
Capítulo 34 (parte I) - MAS
Capítulo 34 (parte II) - MAS
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39 - MAS
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 - NOAH
Capítulo 42 -NOAH (II)
Capítulo 43
Capítulo 44 - MAS
Capítulo 44 - MAS Parte II
¡Feliz día del padre!
Capítulo 45 NOAH
Capítulo 46 - MAS
Capítulo 47
Capítulo 48 - I
Capítulo 48 II
HOLA, OTRA VEZ
Capítulo 49 - NOAH
Capítulo 50 - Mas
Capítulo 51
Capítulo 51 Parte II
Capítulo 52
Capítulo 53 (¿El fin?)
Capítulo 54
Capítulo 55 - NOAH
Capítulo 56
Capítulo 57 - MAS (parte I)
Capítulo 57 - MAS (parte II)

Capítulo 32 - Noah

130 14 0
By AndreaAS9

La tengo entre mis brazos un segundo, y se esfuma en menos de lo que tardo en parpadear. Un segundo. Ni siquiera creo que me haya visto sostenerla. Mis ojos registran toda la habitación en busca de ella. No está. ¿Se fue por voluntad propia? ¿Algo se la llevó? Quizá estoy siendo demasiado paranoico. Probablemente haya visto que se trataba de mí y volvió a la vieja costumbre de evitarme. Aunque eso sería muy extraño, dado que, en principio, fue ella quien me besó la otra vez. Es verdad que, en ese momento (e incluso después) seguía sin créemelo del todo, no daba crédito a cuanto mis sentidos estaban registrando. ¿Una confesión? A pesar de que ello me tomó por sorpresa, estuve esperándolo por varios meses. Sin embargo, creía que iba a ser yo quien daría ese paso. Y, de hecho, lo iba a hacer, allá arriba, en la habitación de Camille. Es un poco vergonzoso de confesar, pero, en cuanto me ví sumergido en los ojos color del otoño de Kendall, olvidé por completo qué era eso que me había traído allí en primer lugar.

Y ahora ella no está.

Se desvaneció, es verdad. Parecía perder la consciencia justo antes de desaparecer. ¿Qué demonios fue eso? ¿Los muertos se pueden desmayar? ¿Eso significa que se fue para siempre? Me siento un idiota total, ignorante de todo cuanto acontece a mi alrededor. No estoy acostumbrado a sentirme así. Como una persona que siempre jugaba a lo seguro, para mí, el control era lo más normal. Solo apostaba a cosas que sabía que podía manejar. Y usualmente lo hacía. Ahora, soy yo a la deriva, a merced de los caprichos del destino. Y tal parece que al destino no le caigo muy bien. Bueno, después de todo lo que ocurrió últimamente, él tampoco me cae muy bien.

Despejo mis pensamientos un momento. ¿A qué venía? No, mejor, ¿qué hacía Kendall aquí? ¿Veníamos por lo mismo? Debe ser. Algo me comentó Camille sobre que ambas estuvieron presentes cuando su cuerpo llegó a la morgue. Quizá ella ha descubierto algo antes que el resto y venía a corroborarlo. Sea como fuere, yo también realicé mi propio hallazgo. Esa tarde en casa de Camille, cuando me acerqué a la habitación donde se encontraba Kendall, llevaba conmigo los pedazos de una hoja rota con prisas, eran seis partes de las cuales uno de los bordes era muy irregular. Quien quiera que haya sido el responsable no debió de haberle dado importancia. Aunque, claro, ¿quién le daría relevancia en un caso por homicidio a un dibujo que parece realizado por un niño de 6 años? Junté las piezas después de que Kendall se fue de casa de Camille, justo antes de acercarme a hablar con ella. En la hoja habían dos personajes, dos mujeres. Una de ellas iba con una blusa verde oliva, una falda negra y tacones. Se veía muy ejecutiva. La otra, en cambio, vestía de manera más casual: blusa celeste y pantalón. No soy bueno describiendo atuendos, pero la idea era algo más o menos como lo anterior. En fin, que una de ellas se ubicaba detrás de la otra sosteniendo un cuchillo ensangrentado, o eso parecía; la sangre en el arma y las gotas que se desprendían de ella eran anaranjadas. Tampoco es un detalle de suma importancia si la sangre era roja, naranja o verde jade; se trata de un niño, vamos.

Atando cabos, llegué a pensar en ese momento que se trataba de alguna coincidencia. Y puede ser; porque Camille, en realidad, murió a causa de estrangulamiento. Así que, eso: el dibujo que claramente supone un apuñalamiento y el deceso real de Camille pueden simple y llanamente coincidir. Coincidir en tiempo. No es que sea muy supersticioso, entendería si alguna persona lo interpretase más como un niño dibujando algo al azar, casualmente días antes o después de que su madre murió. Pero, aun así, tiene que dar alguna pista, ¿no? A los policías, quiero decir. Llevaría estos trozos de papel allí, pero no tengo idea de quién es el criminólogo que se encargó de cerrar el caso de Camille, no sé a quién llevárselo. Lo único que sé es que el médico forense dictaminó que se trataba de un suicidio, y el caso ni siquiera llegó a ser investigado, así que no estoy seguro si en un principio se le asignó a algún detective. No sé cómo funciona todo ese sistema, no tuve tiempo suficiente para ver las series televisivas policiales necesarias para entenderlo todo.

De nuevo, algo que se escapa de mis manos. No obstante, esto es lo mejor que se me ocurrió: dejar los trozos de papel (ordenados ya) al lado del cuerpo de Camille, o algo así, para que los peritos luego puedan ver el dibujo. ¿Ayudará en algo? ¿Lo tomarán? ¿Lo desecharán? No lo sé, mas estoy dispuesto a intentarlo y ver qué sucede. El problema es que, cuando llegué, no encontré el cadáver sobre la mesa, como supuse que se trabajaba en la morgue. Y supongo que mirar a través de las paredes de la cámara mortuoria implicaría invadir muchas privacidades, cosa que me convertiría en un acosador de algún tipo; vaya, ni siquiera sé si están vestidos. Nop, no pienso arriesgarme. Debe haber alguna forma de dejarlo por aquí y que lo vea la persona adecuada, esa que desencadene un extraño efecto mariposa que derive en el caso de Camille resuelto y su hermana tras las rejas. Quizá si me quedo esperando el momento adecuado, no estoy seguro, perdería demasiado tiempo. Y por supuesto que está bien querer ayudar, pero yo también tengo asuntos personales pendientes. Aunque, bueno, como espíritu desconocedor de todo lo referente a la física y su cronometría, tiempo es de lo que más dispongo. Así que, en verdad, no estoy seguro sobre si quedarme o no. Conociéndome, lo más probable es que termine haciéndolo.

— ¿Sabes cuál es tu problema, hermano? —dijo Marcus una de esas tardes en las que te reúnes con tus amigos a jugar videojuegos y terminan reprochándote por cosas sin sentido—. Que tú no sabes decir que no. Si sigues así, todo el mundo te va a pasar por encima.

— ¡Efo e bije! (¡Eso le dije!) —aportó Adam a la conversación, después de llevarse un gran puño de papitas a la boca— ¡Nuhca efcucha! (¡Nunca escucha!)

— Yo sé decir que no —respondí, riendo un poco, para que no piensen que me lo tomo muy en serio, y seguí apretando los botones del control en mis manos— Marcus, no hay forma que lleguemos sin morir esta vez.

— No, no. Sí se puede. Solo rodea la torre, yo cubro tu espalda —no despegó la vista de la pantalla cuando dijo lo siguiente—. Mira, sé que tratas de ayudar (¡a tu derecha!) a todo el mundo. Y no está mal (¡dispara, dispara, ya!). Pero... ¿cómo explico esto? (¡eso estuvo malditamente cerca, rayos!) Deberías priorizar las cosas, ¿sabes? (Yo mato a ese, tú sigue adelante) Si vas intentando solucionar los problemas de los demás, ¿cuándo te das tiempo para solucionar los tuyos?

Pasaron algunos minutos antes de que vuelva a abrir la boca; y, cuando finalmente lo hice, fue para cambiar de tema.

Es verdad. No se puede echar mano a todo el mundo. Luego suceden cosas como esta. Después de todo, ¿no fui yo y mi absurda costumbre lo que causó mi muerte? Sí: fui yo quien lanzó al niño a un lado y se ganó el fraternal abrazo de un autobús a más de 60 kilómetros por hora. ¿Para qué? ¿Qué ganamos los dos? Un niño que crecerá sin madre, y una madre que vivirá sin hijo. Yo soy el único responsable de mi estado actual. Y aun así no pude negarme cuando Camille y Kendall me explicaron todo lo acontecido. Pusieron el dedo en la llaga. Y accedí a ayudar. ¿Cuánto llevo ya esperando aquí sentado? ¿Minutos? ¿Horas?

Suspiro, recostando mi cabeza hacia atrás. Marcus tiene razón, soy débil, fácil de convencer; ni siquiera sé cómo sobreviví a tantos años de secundaria, aunque me puedo hacer una idea: Marcus y Adam. Ellos imponen mucho más que yo, yo solo fui un tercer integrante, alguien con suerte de tener amigos como ellos. Yo era el nerd, el que hacía las tareas el mismo día que las dejaban, el que iba a la biblioteca por voluntad propia a sumergirme en la páginas sagradas de los mil y un libros que allí habían, dispuesto a absorber cada gota de las mil y un historias que allí se contaban en silencio. Yo era el que estaba en el equipo de fútbol de la escuela (y había conseguido becas en diferentes universidades gracias al deporte) pero amaba en secreto la medicina. Yo era el que se perdía las fiestas poniendo excusas muy malas, solo para quedarme en casa a repasar algún tema o jugar con mis hermanos pequeños. Yo era el que prefería el café al alcohol.

Tuve mucha suerte de que Brooks haya sido similar a mí en esos aspectos. Para cuando empecé a salir con ella, la gente ya empezaba a manifestar en voz baja en los pasillos su duda sobre mi heterosexualidad. Si bien ella no fue mi primera novia, fue la única que tuve en esa escuela. Ella también fue una de las razones por las que la gente me respetaba. ¿Brooks... La gran Brooks como mi novia? Ella es una mujer formidable, de eso no cabe duda. Si no los hubiese tenido a los tres... No habrían asistido tantos cascarones vacíos a soltar lágrimas con segundas intenciones a mi funeral. Probablemente ni siquiera hubiese tenido un funeral, porque probablemente ni siquiera estuviese muerto. Ese día salía de casa de Brooks, creo que ya lo comenté. Salía de casa de Brooks porque había terminado con ella. Quedamos en buenos términos, obviamente. Y esa fue otra de las jugarretas del destino. Cuando, por fin, Noah Foley había dejado la cobardía a un lado y había decidido preocuparse más por sí mismo y su felicidad, la vida lo aplasta, literalmente, bajo cientos de kilos. O, bueno, solo lo impacta y lo manda a volar por los aires.

Abro los ojos, ni siquiera recordaba haberlos cerrado. Los fantasmas no duermen, es cierto, pero qué rápido se absortan en sus pensamientos, qué rápido dejan el tiempo pasar sin noción alguna de él.

— ¿Ya volviste a estar en tus cinco?

Parpadeo rápidamente para espabilarme, yo reconozco esa voz.

— Aún no estoy listo —respondo lacónicamente a sus muchas preguntas implícitas—. ¿Me seguiste?

— No, pero siempre estoy al pendiente por si deseas terminar lo que empezaste allá en casa.

Reúno todas las fuerzas imaginables para voltear a verlo. Cuesta mucho, a pesar de haberlo visto por última vez hace solo unos días. Seguro es porque dejé pendiente y a la mitad una conversación cuya intensidad pudo conmigo. No es tan fácil reclamarle todo lo que tienes que reclamarle a tu padre el primer día que lo ves después de su muerte. Este ya no sería el primer contacto, ni el primer intercambio de palabras, pero sigue costándome más de lo que dispongo. Sobre todo por los temas de los que hablamos y... Por cómo me comporté con él la última vez que lo vi con vida. La principal razón por la que aún no puedo verlo a los ojos es por esa jodida sensación de culpa.

— Pero aún no...

— Y pensé que este era un buen momento. Estamos solos... Bueno —da una ojeada al rededor. Yo nunca dije que el lugar estuviese vacío; aun parezca realmente desolado, es posible ver rostros escondidos en las sombras si entrecierras los ojos—, al menos eso aparenta. Así que creo que este es un buen lugar.

Bajo la cabeza, conteniendo un suspiro, él tampoco me pone las cosas más fáciles. Tiene el carácter que cabe esperar de un ex-jefe de policía. Dominante. Autoritario.

"No quiero hablar del tema". No puedo decirle eso a alguien que ya dio por hecho que definitivamente hablaré del tema. Mucho menos a él. No; él me crió de esa forma, para ese sujeto no existen negaciones a sus órdenes. O quizá sea yo echándole la culpa de mi debilidad a mi propio padre. "No sabes decir que no". Probablemente.

Escucho un suspiro.

— Lo he hecho de nuevo, ¿verdad?

Ni siquiera me molesto en preguntar 'qué', sé que lo dirá de todas maneras.

— Tu madre no me lo decía hasta ... Bueno, un día me dijo que no sabía escuchar y... Bueno, no le hice caso hasta que mi superior lo dijo también.

Naturalmente.

— Lo que quiero decir es... No... Bueno, no pensé que esto fuese tan difícil.

Un pequeño rayo de enojo amenaza con aflorar en mi expresión.

— Difícil es no pensar en tu familia cuando te lanzas a una persecución de alto riesgo —suelto sin querer. Inmediatamente me arrepiento.

Puedo apostar lo que sea a que acaba de fruncir el ceño.

Nos quedamos un rato en silencio. Lo cual está bien porque así, quizás, mi molestia se disipe un poco y pueda disculparme con propiedad por mi impertinencia. Era justamente esto lo que me guardé tanto tiempo. He visto, a lo largo de mi vida, varios casos en los que los padres anteponen el trabajo a la vida familiar, y en parte es comprensible, el pan no se coloca en la mesa solo; pero con un trabajo como el de mi padre, ¿está bien priorizarlo? Quiero decir, salvar personas está bien, es genial, eres un héroe, pero... ¿es realmente necesario ir tras mercenarios, pandillas y delincuentes armados hasta los dientes? ¿Acaso no son de ese tipo de cosas que es mejor dejar a un lado por el bienestar de tu familia?

No pude guardar luto apropiadamente por culpa de mi furia y mi resentimiento. Después de todo, él nos abandonó. Nunca tuve la relación ideal con él, es verdad, pero su partida fue como un baldazo de agua helada, tan repentina. Y de repente lo tengo aquí, jugando al padre abnegado. Me niego. Aún no quiero explicaciones.

— Yo me refería a que no pensaba que hablar de esas "cosas que sientes" sería tan difícil —aclara, después de aclararse la garganta—. Voy a pasar esa forma tan maleducada de responder a tu padre por alto —casi se me escapa un bufido irónico—... Solo porque tienes razón.

Mi cabeza, que en algún punto había vuelto a estar gacha, se levanta como si esas palabras provocasen un acto reflejo en mis vértebras cervicales.

— Me confié ... Ese día, quiero decir. Me confié porque, para mí, era otra persecución más. Suena a una muy mala excusa, ¿verdad? —apenas estira sus labios en un amago de sonrisa—Te lo dice alguien que ha escuchado todo tipo de ellas en su carrera. En fin, que yo pensaba que iba a ser otro día de trabajo cualquiera, una captura más, volvería a casa y... Bueno, lo de siempre.

Vuelvo a cerrar los ojos, tratando de que el fastidio que me produce oír tal historia me abandone de una vez.

— Nos dejaste.

— Lo sé.

— Nos dejaste en la miseria.

— Tu madre recibe dinero mensualmente, y el seguro le dió una gran suma.

Me quedo callado. Si la plata de la aseguradora no lo disfrutamos fue porque entre todos acordamos que serviría para internar a mi hermana pequeña en el centro de reposo. Si abría la boca, la conversación se iría por allí, y yo no quiero hablar de mi hermana aún.

— Sé que estás molesto. No pienso jugar a la mierda esa del padre comprensivo, y tratar de calmar tus nervios. Yo no sé de esas cosas.

Claro que no.

— Escucha, Khristoff: Yo no quise que las cosas salieran así.

— Debiste pensarlo mejor antes, ¿no?

— Ya te expliqué lo que tenía que explicar. Créeme o no, es tu problema. Pero yo no he venido a pelear. Hay mucho tiempo para pensar de este lado. Reflexionar. Yo...

Entonces suelto lo que llevaba rondando mi mente desde el día en que partió.

— ¿Fue una especie de castigo? —vuelvo a interrumpir a mi padre.

— ¿Cómo?

— Ya sabes, ¿todo eso fue para que cambie mi estúpida manera de ser?

Cuando mis ojos se topan con los suyos, solo encuentro algo de confusión y, tal vez, solo tal vez, un poco de molestia.

— ¿Acabas de soltar algún chiste que no entendí?

Aprieto los labios. Es verdad. Dicho en voy alta, suena bastante ridículo. En mi defensa, tenía 14 años cuando esa idea vino a mí. Me hice la víctima durante mucho tiempo con ese patético pensamiento metido en mi cabeza. No tiene sentido. ¿Un padre dando su vida solo para que su hijo cambie? Nunca en la historia, menos aún el mío, a quien realmente nunca le importé demasiado.

— Olvídalo —digo—. Yo... No sé en qué estaba pensando.

Es mi progenitor, de todas maneras y, a pesar de querer desesperadamente desaparecer otra vez, él se ganó el derecho por sangre a ser escuchado. Me recuesto contra la pared otra vez, inclinándome hacia atrás. Lo escucharé un par de minutos más y luego cambiaré de tema, tal como sucedió en casa, apenas morí.

Recuerdo que, ni bien sentí el impacto del bus, me encontraba en mi hogar, algo confundido, buscando algo con la vista, sin tener idea exacta de qué. Entonces apareció él. Me encontraba en un estado tan fuera de mí —como si estuviese allí pero a la vez no—, que ni siquiera reaccioné ante su presencia.

— Es una lástima verte aquí, hijo —dijo apenas establecimos contacto visual. Yo no entendí. Además, durante el tiempo que vivimos bajo el mismo techo, jamás me llamó hijo. ¿Por qué iniciar ahora?

— ¿Mamá? —fue lo primero que dije, quizá era a ella a quien buscaba en un inicio.

— Aquí —respondió, señalando a un lado, no había nada, mi casa parecía vacía—. Aquí mismo.

— Pues no la veo —empecé a caminar por el corredor, saliendo de la sala y el comedor, con mi padre detrás.

— ¿A dónde vas?

Una extraña sensación de nostalgia explotó en mi pecho, una especie de melancolía. ¿Por qué? Aún no comprendía, pero tampoco quería hacerlo. Estaba como flotando, me sentía sumergido en un sueño vívido. ¿Despertaría alguna vez? Supongo que no importaba. Atravesé los pasillos en silencio y subí las escaleras con parsimonía, grabando cada imagen en mi cabeza; mientras caminaba, regresaban a mi memoria escenas de mi vida que se dieron en el lugar que entonces tenía frente a mis ojos. Un momento estaba en el cuarto de Harold y Teo, los mellizos, y recordaba todas y cada una de las veces que tuvimos una sangrienta y muy impar guerra de almohadas; llegaba a la oficina de la casa, donde veía a papá ahogarse en papelería de la comisaría mientras fumaba un cigarrillo; llegaba a la habitación de mamá, y la tierna imagen de ella cosiendo uno de los bordes de la camisa de alguno de mis hermanos aparecía en mi mente. Llegué a mi habitación, y no quise entrar, aunque al final terminé haciéndolo. Apreté la mandíbula tan fuerte que pude escuchar mis propios dientes rechinar mientras desfilaban uno tras otro los recuerdos que tenía de ese lugar. Mi padre no decía nada, había estado caminando detrás de mí. Agradecí eso infinitamente. Si él abría la boca, yo sabía, sería para decir: "Te faltó un lugar". Es verdad, recorrí todo el edificio hasta llegar por último a mi habitación, pero me salté una a propósito: la de mi hermana pequeña.

Estaba en mi habitación, con mi padre detrás, apoyado en el umbral de la puerta observando cómo el karma regresaba cuál boomerang a golpearme. Vista fija en el par de tablas cruzadas rotas sobre la única ventana en mi cuarto, los hechos de la tarde en que fueron colocadas se arremolinan encima de mí.

De repente, yo ya no tenía 17 años, sino 14, y estaba ofuscado, frustrado, furioso porque mamá había encontrado en mi celular un mensaje sobre una fiesta en un lugar que ellos consideraban peligroso, y no me querían dejar ir. Tampoco es que yo haya necesitado permiso; si yo asistía a las reuniones privadas, era principalmente porque me escapaba por la ventana. Pero mamá había jugado una carta inteligente ese día: poner a mi padre, un oficial de policía de alto rango, a hacer de niñera. Obviamente a ninguno de los dos nos pareció la idea, mas él aprovechó en desquitar conmigo los malos días de trabajo desde el momento en que cerró la puerta. Decir que yo estaba enojado era poco.

––***––
Hola, hola, hola. Traigo ante ustedes la primera parte de un capítulo narrado por Noah, su historia de fondo.

De hecho, parece que esta historia es improvisada, incluidas las de los personajes secundarios, pero lo cierto es que eso viene pensado desde hace tiempo, los inicios mismos, hace casi un año. Noah y Mas no son lo que parecen ;)








Continue Reading

You'll Also Like

402K 48.3K 66
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...
203K 9.7K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
3M 177K 105
Libro uno de la Duología [Dominantes] Damon. Un hombre frío, amante de los retos, calculador... decidido. Se adentra en un mundo desconocido, donde l...
21.5K 4.5K 38
Marcus juró que nunca volvería a amar. Luego de regresar a Nueva York por petición de su padre, Marcus intenta retomar su vida, intentando ignorar la...