HOPE ━ j. hoseok

By Pandepipas2

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«Un error puede cambiarlo todo en menos de segundo. Un error puede deshacerse de todo aquello que jamás pensa... More

hopeless
prólogo
playlist hope I
1 · error
2 · mimoso
3 · buen humor
4 · control
5 · alegría
6 · hogar
7 · pasión
8 · salvación I
9 · salvación II
10 · ¿amigos o hermanos?
11 · el drama de Jimin
12 · destino: desconexión I
13 · destino: desconexión II
14 · trabajo
15 · distracción
16 · ¿fallo de memoria?
17 · cotilleo
18 · bicho
19 · realidad
20 · la verdad no contada
22 · pertenencia
23 · descubrimiento
24 · examen
25 · lleno
26 · familia
27 · confianza
28 · repetir
29 · humillación
30 · bandera blanca
31 · cambio
32 · juntos
33 · desaparición
34 · desmorone
35 · igual
36 · miedo
37 · busan
38 · confesión
39 · nada y todo
40 · dolor
41 · apoyo
42 · pasado y verdad
43 · ¿perdón?
44 · perdón
45 · esperanza
46 · bienvenida
¡nota importante!
hope
playlist hope II
interlude
47 · vacío y completo
48 · novedad
49 · distancia
50 · dificultad
51 · incomodidad y miedo
52 · nostalgia
53 · pasado
54 · hacia delante
55 · aceptar y olvidar
56 · fin
57 · hermano
58 · mi lugar
59 · romperse y arreglarse
60 · hawai
61 · tranquilidad
62 · cicatrices
63 · normalidad
64 · color
65 · vida
66 · felicidad
epílogo
agradecimientos
curiosidades
extra 1
notita

21 · ¿vida perfecta?

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By Pandepipas2

Soojin.

Temblé al sentir cómo su brazo rodeaba mi cuello atrayéndome hacia su cuerpo de una manera tan cercana que jamás había podido sentir. Plantó un beso sobre mi cabeza y sonrió, sonrió como si de verdad estuviera sintiendo todo ese orgullo que quería transmitir a los demás que nos veían, como si todo ese sentimiento fuera real. Y en el fondo, estaba deseando que así fuera.

—Es imposible no sentirse orgulloso por ella —mi corazón se aceleró ante esas palabras, nuestras miradas se entrelazaron. De mí salió una sonrisa que no pude evitar transmitir.

Porque en el fondo quería hacer como si todo fuera real, creérmelo por unos minutos en los que parecía ir todo bien.

—Es normal, pronto va acabar el instituto y es una de las mejores estudiantes —esbozó una de mis profesoras, que casualmente era la mujer de uno de los accionistas que allí se encontraban.

Aquel día, era la reunión de empresa de mi madre. Ella era dueña de una de las empresas más importantes de bienes de raíces de Gwangju, me atrevería a decir que, incluso, era una de las mejores de todo Corea del Sur. Se dedicaba a vender terrenos y edificios ya construidos de cualquier zona de la región, en especial, aquellos terrenos que se encontraban en la zona centro.

Mis abuelos no tuvieron hijos varones pero eso no fue un impedimento para que ella fuera la jefa de la empresa que había cambiado de generación en generación. Y me gustaba el hecho de saber que, aunque mucha gente creía que mi abuelo estaba loco por permitir que una mujer fuera la que llevara el mando, él nunca cambió su parecer y no se equivocó. Desde que ella había tomado la empresa había crecido como la espuma, parecía que mi madre había nacido para los negocios.

La reunión se realizaba en una de sus últimas ventas, donde se había construído un hotel lujoso de cinco estrellas que había crecido muchísimo en los últimos meses. Ellos mismos le habían ofrecido el salón de fiestas como agradecimiento a mi madre. Era enorme; compuesto por unas grandes lámparas de araña que iluminaban la zona, mesas blancas y redondas donde algunos invitados se encontraban charlando animadamente entre ellos, paredes blancas y rojas, suelo de moqueta de los mismos colores y una gran mesa llena de comida y bebida al fondo de la estancia. Y la verdad es que no esperaba menos de un sitio como ese ubicado en el centro de la ciudad.

El ambiente era agradable a pesar de todo, teniendo en cuenta que odiaba las reuniones de empresa de mi madre por el mero hecho de que siempre teníamos que actuar como si tuviéramos una vida perfecta que, desde luego, no teníamos. Pero, debía de admitir que, aunque odiaba fingir, a veces me gustaba imaginar que era real.

—Todos los profesores estamos orgullosos de su trabajo —sonreí de lado, observándola. Ella también parecía sonreír—. Es una prodigio en inglés.

—Eso es porque siempre vemos películas en inglés juntas —añadió mi madre, alargó su mano para entrelazarla con la mía.

Una sensación de afecto me invadió completamente, dejándome sin respiración, como si desde hacía años, estuviera esperando un contacto tan cercano como ese con mi progenitora. Un contacto que me indicara que era querida y que era afortunada de tener la familia y la felicidad que tenía.

—¿A que sí, cariño?

Me quedé en blanco ante la imagen que se había formado en mi mente: nosotras, juntas, compartiendo la misma manta blanca y mullidita de mi habitación, riendo agradablemente mientras nos hartábamos de chocolate y golosinas, hablando hasta las tantas sobre la película y, después separándonos con una enorme sonrisa sobre los labios de cada una.

Los latidos de mi corazón se aceleraron y por un momento llegué a creerme que todo aquello podría ser verdad, hasta que conecté mi mirada con la suya, con la de esa persona que aparecía en mi imaginación, compartiendo recuerdos conmigo, haciéndome caricias en el pelo y viendo una película absurda juntas. En ese momento, el golpe de realidad me aturdió produciéndome náuseas en el estómago.

Dudé antes de asentir a la pregunta que me había hecho mi madre minutos antes de que mi mente me jugara las mayor de las pasadas, exponiendo una imagen que dudaba que llegara a suceder nunca. Mi profesora sonrió abiertamente, creyéndose nuestra gran mentira. Agaché la cabeza.

Odiaba mentir pero parecía que me había acostumbrado a hacerlo, incluso, estaba segura de que ya no se me notaba tanto como antes que lo hacía. Porque, por mucho que en mi mente sonara terriblemente bien la idea de tener la oportunidad de compartir un momento con mi madre como ese, no era real, nada de lo que estábamos diciendo era real.

—¿De verdad? —Preguntó mi profesora Kang Hyemin. Ambas asentimos como si estuviera premeditado—. ¡Eso es maravilloso! Se aprende muchísimo de esa manera. ¿Y qué suelen ver?

Se hizo un pequeño silencio entre nosotras. Mi madre esbozó una profunda mirada en mi dirección esperando a que salvara la situación con algo.

—M-mi madre —titubeé al no saber qué decir. Aclaré mi garganta—, mi madre es gran fan de las películas de romance y la verdad es que a mí también me gustan muchísimo, es lo que solemos ver —indiqué esbozando una forzada sonrisa que mi profesora no pareció notar.

Sonaba todo tan real que no parecía normal sentir ese vacío en el pecho al saber que era todo mentira, al saber que jamás tendría la oportunidad de disfrutar de algo como eso con mi madre.

—Es maravilloso saber que madre e hija comparten un hobbie tan bueno como son las películas —indicó el marido de mi profesora interviniendo después de un rato.

—Han creado un gran vínculo —agregó mi padre—, cuando paso mucho tiempo fuera por las guardias en el hospital es su manera de disfrutar el tiempo juntas sin mí, la típica tarde de chicas, ¿sabe? —Él asintió, de acuerdo. La profesora Kang sonrió.

—Ojalá tengamos pronto una hija y podamos compartir momentos tan increíbles —dijo soñadora. Ella era realmente joven así que, aún no había sido madre—. Y espero que me toque la lotería como a ustedes, Park Soojin es un gran regalo.

—Lo es... —agregó mi madre. Sentí un gran mareo ante la expresión de cariño que esbozó, atizando mi corazón, haciéndome creer de nuevo que todo era real.

—Estaremos por la zona por si sigue en pie lo que hemos hablado, señora Park —mi madre asintió, esbozando una gran sonrisa en su dirección—. Ya sabe señor Park, si quiere comentarme algo sobre su consulta privada estaré encantado de escucharle.

—¡Estaré dándole la tabarra después! —Bromeó, sacándole una sonrisa a los presentes. Yo me limité a esbozar una sonrisa forzada hasta que desaparecieron de allí, rumbo a la mesa repleta de comida y bebida.

Sentí un gran alivio al saber que no tendría que fingir por un segundo. Di una gran bocanada de aire antes de llevarme el vaso de cristal con agua a la boca, la tenía reseca y sentía unas náuseas inmensas que necesitaba calmar. Mi padre tosió antes de beber también de su copa de vino, mi madre se limitó a mantener la compostura y a sonreír a esas personas que se entrelazaban con su mirada.

Lo único que compartíamos entre los tres, era el inmenso silencio que siempre se instauraba entre nosotros. Era nuestro día a día. Horas y horas sin comunicarnos, metidos entre ese silencio incómodo que no hacía más que destrozarme y desear que todo fuera de otra manera. Aunque a veces lo prefería así, prefería el silencio antes de los gritos y las miradas de decepción.

—Aún queda la familia Choi —dijo mi madre, después de unos minutos de silencio—. Será la última.

Miré el reloj de mi muñeca y efectivamente, ya casi era la hora de finalización de la reunión, y eso era una gran noticia.

—Sohye, creo firmemente en que deberías de firmar con los Kang, es la mejor opción —indicó mi padre, dirigiéndose a ella. A pesar de que aún parecía que mantenían su guerra en pie, el pequeño tratado de paz estaba funcionando mientras tanto.

—Aún queda la familia Choi —volvió a repetir, zanjando sus palabras. Él frunció el ceño.

—¿Y qué piensas? ¿Que van a ser tan increíbles como para que cambie de opinión? Ya te lo he dicho, no hace falta que hables con ellos para que sepas que tengo razón. Es tu destino, firmar con ellos, sabes que no me equivoco —llevé de nuevo aquel vaso de cristal a mis labios presenciando como la calma empezaba a derrumbarse y lo menos que deseaba era ser partícipe de una discusión delante de todo el mundo, me negaba.

Mi madre se limitó a dedicarle una mirada.

—No te metas en mi trabajo, por favor —le pidió, con una de sus mejores caras. Mi padre soltó una carcajada antes de tomar otro sorbo de vino—. ¿Te parece gracioso?

—Claro —volvió a reír de nuevo—, me parece gracia que te atrevas a decirme algo así cuando solo intentaba darte un consejo acerca de lo que debías de hacer, te pones muy nerviosa y tu criterio desaparece en ocasiones pero bueno, ya veo que no piensas hacerme caso.

Su expresión cambió completamente, como si se sintiera mal de haberlo tratado de esa manera e intentó decir algo más pero, justo en ese preciso instante, apareció aquella familia que había nombrado mi madre minutos atrás.

—Buenas tardes señorita Park —extendió la mano un hombre alto y ancho, de aspecto mayor. Ella tomó su mano sonriendo, ambos esbozaron una reverencia.

—Buenas tardes señor Choi, bienvenido —le indicó—. Él es mi marido, Park Seonhyun y mi hija, Park Soojin —nos presentó. Estrechó su mano con ambos a modo de saludo.

—Encantado de conocerles, siempre es un gusto encontrarse con la familia Park —nos halagó y forcé una de mis mejores sonrisas esperando a que no quedara como una absurda mueca—. Él es mi hijo Choi Jaehyuk, mi mujer está enferma, así que no ha podido venir.

Era un poco más alto que yo, lo suficiente como para que tuviera que levantar la cabeza demasiado para mirarle a los ojos. Su pelo era corto y castaño con un pequeño flequillo dividido en la zona de su frente. Sus ojos eran pequeños y oscuros como la noche, nariz mediana de botón, junto a unos labios finos y rosados. Su tez blanca hacía contraste con las marrones pecas que habitaban sobre sus mejillas. Era bastante guapo.

—Espero realmente que su mujer se recupere señor Choi —dijo mi madre, con cariño—. ¿Les está gustando la velada? —El hombre asintió.

—He estado en este hotel en otras ocasiones, es realmente agradable —indicó—, me alegra mucho saber que gracias a su gran fama ha tomado tanta importancia en el sector.

—Oh, qué va, es todo mérito de las magníficas personas que trabajan aquí, yo no he hecho nada más que darles una buena ubicación —dijo, restando importancia a sus palabras. El hombre esbozó una gran sonrisa.

—Por favor, señora Park, no sea tan humilde, todo lo que ha hecho es gracias únicamente a su gran criterio —la halagó y ella no dudó en sonreír. Aunque en el fondo dudaba realmente de que aquel hombre estuviera siendo sincero o solo intentaba ser el elegido.

—¿A que sí? Mi mujer es realmente increíble —dijo mi padre con un tono fanfarrón que me obligó a fruncir el ceño. ¿Qué hacía?

—Ya le digo señor Park, es usted muy afortunado.

—Estoy rodeada de mujeres increíbles, no puedo quejarme —abrazó la cintura de ambas, quedándose entre nosotras. Intenté centrarme en otra cosa que no fuera su brazo rodeándome puesto que me estaba produciendo unas nauseas incluso mayores que las anteriores—. Mi hija está tomando el camino de su madre.

—¿Cómo no teniendo a la mejor maestra? Se le ve que es una gran estudiante.

—Y lo es, nunca saca menos de un diez, es su obligación, su responsabilidad —aquellas palabras me atravesaron como dagas. Intenté no hundirme en la pequeña ansiedad que estaba empezando a sentir—. Solo está en el instituto pero ya se ve que va a ser una gran prodigio.

—Oh, mi hijo debería de aprender completamente de ella —indicó, apretando el hombro de aquel chico que entrelazó su mirada con la mía. Por un instante, sentí como si algo nos conectara.

Como si él, solo con mirarme, comprendiera la situación que estaba viviendo.

Y no sabía si era algo bueno.

—No es mal estudiante, solo que a veces es un poco vago, no es muy lineal —bromeó. Choi Jaehyuk pasó su mano por su nuca.

—Oh, usted entienda que es normal, los chicos en esas épocas nos preocupaban más otras cosas que en sí los estudios —él soltó una larga carcajada, como si esas palabras lo hubieran trasladado a un recuerdo realmente divertido. Mi padre le acompañó en la risotada.

Mi madre, aquel chico y yo, nos limitamos a ser meros espectadores de la situación.

—Ya le digo, este chico no sabe ni en lo que quiere pensar, debo de encaminarle —volvió a bromear. Mi padre alzó la ceja como si una increíble idea hubiera acudido a su mente—, él debe de ser un hombre con futuro.

Mi padre no pudo evitar esbozar una sonrisa.

—Estoy segura de que lo conseguirá —añadió mi madre, en busca de cambiar el tema de conversación—. Señor Choi, me encantaría saber...

—¿Por qué lo dice? Su hijo tiene un aspecto perfecto de hombre de negocios —abrí los ojos sin poder evitarlo. No podía estar pasando—. Estoy seguro de que pegaría completamente en la empresa de mi mujer —indicó mi padre sin reparo—. ¿Verdad, cariño?

El señor Choi sonrió mostrando su dentadura, esperaba atento a su respuesta. Entrelacé miradas con aquel chico que parecía disculparse con su mirada.

—Claro que pegaría —dijo con total autoestima—, mi hijo ya está aprendiendo a manejar las cuentas de las acciones.

—Uh, eso es muy bueno —añadió mi padre alzando la ceja—, seguro que podría dirigir increíblemente bien una empresa.

—¿Sugiere que mi hijo trabaje en la empresa?

—No, no —intentó negar mi madre agitando las manos. Pero mi padre tiró de su brazo buscando que se callara.

—Me refería a que su hijo y la mía tienen...

—Tengo que ir al baño, ¿me disculpan? —Interrumpí, haciendo una reverencia cargada de respeto mientras huía de allí sabiendo que me llevaría una gran bronca por mis acciones pero no me importaba.

No me importaba porque no pensaría aguantar más intentando hacerle ver a todo el mundo que nuestra vida era perfecta y porque no podía aguantar más que mi padre intentara controlar la mía también.

/.../

Después de escaparme en dirección al baño y permanecer allí por unos cuantos minutos en los que intentaba no echar la bilis por la boca, salí encontrándome a mi padre aún manteniendo una animada conversación con el señor Choi. Mi madre se encontraba al otro extremo de la habitación, dialogando con unos secretarios y asistentes que la ayudaban en su toma de decisiones, parecía que estaban conversando acerca de los candidatos. Estaba seria, semblante, parecía incluso otra persona.

Agradecí el hecho de no tener que relacionarme en ese momento con ellos, porque sabría que iban a decirme de todo menos palabras bonitas. Me coloqué bien el vestido y alisé un poco mi pelo antes de entrar definitivamente en aquel salón donde se cernían el murmullo de las diferentes conversaciones que mantenían los presentes.

Me acerqué a una de las mesas, intentando no fijarme demasiado en la comida que estaba causándome de nuevo unas náuseas increíbles y me limité a rellenar mi vaso de agua con cuidado de no tirarlo en el proceso debido al temblor de mis manos. Después de eso, me quedé pensativa, observando hacia la pared.

—Lo siento —escuché detrás de mí, obligándome a dar un pequeño brinco del susto. Me giré encontrándome con una mirada marrón, cargada de tristeza—, de verdad que lo siento, mi padre es... Te pido perdón en su nombre.

—Eh... —esbocé sin saber qué decir. Sobre todo, ante la pequeña reverencia que hizo—... Por favor, ¡no tienes porqué disculparte! —Exclamé moviendo las manos para que dejara de realizar esa acción—. Solo es que llevo un rato encontrándome un poco mal —mentí, esperando a que pareciera real.

Aunque en el fondo tampoco creía que estuviera muy alejado de la realidad, desde que había pisado aquella instancia, parecía que en cualquier momento iba a terminar echándolo todo.

—No te preocupes, de verdad —zanjé. Él volvió a rascarse la nuca, nervioso.

—Es que... sentí que estabas algo incómoda, por eso decidí que debía de venir a disculparme, espero que no pienses que lo hago porque nuestros padres me han obligado...

—Ni siquiera había pensado en esa posibilidad —comenté, con sinceridad. Sonreí de lado y él también—. Gracias por disculparte.

—Es lo menos que debía de hacer —metió ambas manos en sus bolsillos, de una manera muy casual e informal—. ¿Estás mejor?

¿Realmente lo estaba?

—Creo que sí —dije algo insegura. Aclaré mi garganta—. Solo espero que acabe cuanto antes, me encantaría descansar.

Y alejarme de aquel lugar para llorar en mi habitación con calma mientras hablaba con Yeonji y Hoseok. Sonaba a gran plan.

—Yo también espero que acabe cuanto antes —admitió alargando el brazo para tomar una pasta de chocolate—. No soporto estar aquí, sin ofender, claro.

—No me ofendes —solté una pequeña carcajada—, una reunión de empresa debe de ser aburrida hasta para mi madre.

—Ya... —le dio un mordisco aquella pasta de chocolate—... ¿estás muy unida a ella?

Tragué duro intentando obviar el gran nudo que se cernía sobre mi garganta.

—Yo —di una gran bocanada de aire antes de proseguir—, claro, solo es que a veces no podemos vernos muy a menudo pero, solemos pasar tiempo juntas haciendo ese tipo de cosas que hacen madre e hija...

Intenté no indagar demasiado en el tema, puesto que realmente no tenía ni idea de lo que se suponía que hacía una madre con su hija. Solo tenía vagos recuerdos de un pasado muy lejano en el que disfrutaba de tiempo con mi madre.

—Te envidio, mi madre y yo no tenemos mucho contacto —ladeé la cabeza sin comprender. ¿No estaba enferma?—. En realidad, me encantaría poder tener la oportunidad de hacer ese tipo de cosas, cual madre e hija —comentó soñador—. ¿Ese vestido te ayudó a elegirlo ella?

Desvié mi mirada hacia mi figura vestida por un corto vestido rojo que me llegaba por mitad de muslo. Era de cintura alta, con cuello de tortuga y de manga larga, quizás muy recatado teniendo en cuenta lo pasional que era aquel color. No es que hubiera sido una de sus mejores elecciones, pero tampoco me desagradaba del todo. O al menos me quería convencer de ello.

—Lo compró para la ocasión, para que fuéramos a juego con el color —dije, desviando la mirada en dirección a su falda entubada junto a una chaqueta americana. Él sonrió de lado.

—Qué suerte tienes, te envidio mucho.

—¿Me envidias?

—Claro, no solo es una monada el hecho de que tu madre haya tenido el detalle de vestirles a los tres a juego para que parezcan la perfecta familia que son, sino, encima, ha elegido un vestido tan bonito como el tuyo ojalá yo pudiera llevar un... —pero cerró la boca al instante—. Perdón, a veces hablo demasiado —volvió a rascar su nuca nervioso.

¿Por qué su extraña actitud me llamaba tantísimo la atención pero a la vez me confundía tanto?

—Lo siento, en realidad, debería de irme y dejarte en paz, no creo que te apetezca escuchar mis problemas si te encuentras mal —se disculpó, sonriendo de nuevo de lado—. Me alegra saber que no te ha incomodado mi padre y, si volvemos a coincidir, intentaré por encima de todo que no vuelva a pasar. Gracias por perdonarnos, eres increíblemente agradable, Park Soojin.

—Gracias, tú también lo eres Choi Jaehyuk.

Esbozó una sonrisa sincera, mostrando su dentadura y la verdad es que nadie negaría que era un chico realmente lleno de encantos pero, a la vez, lleno de tantos secretos.

Me limité acercarme a la mesa que compartía con mi madre y con mi padre, a sabiendas de que estaba apunto de acabar aquella reunión. Tomé mi pequeño bolso después de ponerme el abrigo negro mientras mi madre llegaba en mi dirección, tomando también sus cosas. Me observó por unos segundos como si quisiera descifrar algo de mi mirada. Volvió apartar la suya para despedirse de una de las familias. Caminamos después en dirección al exterior.

—¡Ahí viene mi increíble mujer! —Exclamó mi padre como un baboso. Pasó su brazo por el cuello de mi madre cuando llegó a su lado—. ¿Ya tomaste una decisión?

—Sigo meditándolo un poco.

—Oh, este hombre realmente es grande —indicó como si fueran amigos de toda la vida. Mi madre simplemente respiró hondo antes de apartar el brazo de mi padre de su hombro.

—No lo dudo —zanjó—. Soojin y yo iremos al coche.

Tomó mi muñeca tirando de ella en dirección al coche lujoso cual limusina que nos había llevado hasta aquel hotel. Permanecimos en silencio dentro de él, mi madre sumida en sus pensamientos y yo, contando cada coche amarillo que pasaba por delante hasta que mi padre terminó su cigarrillo y se reunió con nosotras. No traía una expresión de hacer amigos así que ya sabía lo que nos esperaría al llegar. Por lo menos, el trayecto fue increíblemente tranquilo, solo al pisar el parqué de nuestra casa, se desató el caos.

—¡¿Se puede saber por qué narices has sido tan desagradable con ese hombre?! —Exclamó quitándose la chaqueta del esmoquin para después tirarla al suelo. Cerré la puerta detrás de mí, aunque en el fondo, solo quería huír de nuevo.

Huír pero, esa vez, para siempre.

—Te pedí que no te metieras en mi trabajo —respondió mi madre con una frialdad que me sorprendió. Era cierto que era bastante insegura pero, se podía presenciar que el enfado ante que mi padre pudiera meterse en sus negocios era mayor que lo anterior.

—¡Ese hombre debe de ser tu nuevo aliado! No tengo dudas.

—Claro, al igual que el señor Kang —mi madre se quitó la chaqueta americana y los tacones. Imité sus acciones sin saber qué más hacer—. Por favor, deja en paz mi trabajo, si te he pedido que vinieras es porque se supone que eres parte de mi familia, no te llamé diez veces para que tomaras decisiones por mí.

Sonrió, sonrió como un loco, mostrando sus dientes antes de tomar del brazo a mi madre acercándola peligrosamente en dirección a su cuerpo. Mi corazón empezó a latir con intensidad.

—Lo cierto es que me llamaste porque no puedes evitar dejar pasar esa absurda obsesión que tienes porque todo sea sumamente perfecto, ¿entiendes? Sabías que si no me suplicabas no vendría a tu absurda reunión porque habíamos peleado pero, obviamente no ibas a permitir que los demás pensaran que tenías algún problema conmigo, ¡claro que no! Debías de mantener tu absurda vida perfecta de dinero, marido, hija de honor y trabajo perfecto —escupió las palabras en su cara—. Y porque sabes que sin mí no eres nada.

Observé la loca sonrisa de mi padre sintiendo miedo por una vez en mi vida.

—No eres nada, y lo sé porque aunque me pidas casi de rodillas que no te diga lo que tienes que hacer estás deseando que lo haga porque no sabes tomar una inútil decisión tú sola, ¿por qué crees que te ayudo? ¿No ves que lo hago solo para tú no lleves toda la carga? ¿No ves que lo hago por ti? ¿Es tan difícil para ti ver que lo mejor que pudo haberte pasado fue tenerme a mi lado? —Soltó su brazo sin dejar de sonreír. Sacó un nuevo cigarro.

Dio una gran calada de aire antes de proseguir.

—De todo lo que tienes puede que sea lo único que realmente está bien. ¿Tu trabajo? Gracias a mis consejos va viento en popa. ¿Tu dinero? Gracias a que ayudo con mis ingresos en el hospital y me levanto todos los días para conseguirlo tenemos nuestros caprichos. ¿Tu hija? Si no es por mí que le digo lo que tiene que hacer no sería quien es, es más, gracias a mí, incluso crecerá más si todo sale bien —dijo, mirándome profundamente. Temblé—. ¿No ves que yo soy el único que puede ayudarte a que tu vida sea perfecta de verdad? Qué ilusa y enferma eres, cuando todo lo que tienes es gracias a mí y solo te esmeras en querer apartarme de tu vida.

Salió de allí, digiriéndose al salón soltando pequeñas carcajadas. Mi madre se quedó estática en el sitio, agachando la cabeza. Yo me limité a observarla, a ser partícipe de la imagen tan pequeña que tenía frente a mis ojos, al ver cómo mi padre la había hecho cada día más débil y vulnerable, ella parecía derrotada. Aclaró su garganta poco tiempo después.

—¿No tienes que estudiar, Soojin? —Preguntó sin dirigirme una mísera mirada, haciendo como si nada hubiera pasado. Abrí los ojos.

—Sí —respondí a su pregunta.

—Entonces sube a tu habitación ya, iré para ayudarte con el vestido —me indicó. Asentí ante sus palabras—. ¿Quieres cenar?

—No, no me apetece.

—Vale, subo en un rato.

Y me encaminé hacia la escalera, girando mi cabeza hacia detrás por inercia, viendo como aún estaba petrificada, mirando hacia el suelo, solo levantó la cabeza en dirección al hombre que se suponía que debía de amar y él amarla a ella pero simplemente, parecía que las cosas no eran de esa manera. Y empezaba a dudar que de verdad siguieran amándose. Incluso llegué a dudar si era verdad que mi padre pudiera haber llegado amarla.

Sentí pena por aquella persona irreconocible que se encontraba a unos pasos de mí, con su mirada cargada de tristeza y oscuridad, con sus hombros caídos repletos de inseguridad, muy distinta a su increíble postura que mantenía en el trabajo, dando la imagen de que podía con todo. Pero no era así, a veces simplemente, parece que todos teníamos nuestras debilidades. Aunque la suya, aún no la comprendía.

Quise bajar corriendo las escaleras para abrazarla, mi yo más humilde y honesto me decía que eso era lo que debía de hacer, reconfortarla, estar a su lado, arreglar sus alas y volar juntas lejos de ahí. Pero, sabía que no era lo más correcto. No es lo mejor pagar con la misma moneda aquellas personas que te han hecho daño pero, en esa ocasión, supe que no debía de hacerle caso a lo más profundo de mí.

¿Ella había estado cuando me daban esos ataques de ansiedad que a veces no me dejaban ni dormir? ¿Ella había estado cuando me hundía en mi propia inseguridad y lloraba hasta las tantas porque no iba a sacar más de un ocho? ¿Ella había apoyado mi relación con Hoseok? ¿Ella había tenido la molestia de defenderme cuando mi padre intentaba destrozarme cada día más? No, solo había sido su inútil cómplice y no se merecía mi ayuda. Yo había conseguido seguir sola, ella tendría que hacerlo también.

Nuestras miradas se cruzaron y por un instante, vi en su mirada que ella estaba pensando lo mismo que yo: que bajaría abrazarla y juntas acabaríamos con todo. Pero no pasó. Aparté la mirada y continué subiendo las escaleras, convenciéndome de que aquello era lo mejor aunque en el fondo me doliera porque no dejaba de ser mi madre y porque estaba acostumbrada ayudar a los demás cuando lo necesitaban. Pero no debía de ser tan ingenua.

Mi madre estaba tan obsesionada con tener una vida perfecta que se había tropezado con sus propias palabras.

.......

¡Hola! ¿Qué tal están? Bueno aquí está la actualización después de un tiempo que no he publicado (es un poco drama porque en realidad la verdad es que no ha pasado tanto) pero es que la semana pasada estuve algo ocupada y estuve terminando este capítulo porque ufff, ni se imaginan la de veces que he borrado y he vuelto a escribir todo... PERO AL FIN QUEDÓ COMO QUERÍA.

Me cuesta mucho la historia de Soojin, puesto que, es muy difícil realizar personajes como los padres de ella, en concreto él. No quiero romantizar todo el tema de la manipulación que él ejerce sobre ellas por lo que tengo mucho cuidado con lo que digo y hago para que no se malinterprete la situación, ¡por eso me cuesta tanto trabajo!

He borrado el aviso del tema de las partes nuevas, espero que no les haya molestado que lo hiciera, pronto sabrán a lo que me refiero. ¡Espero que les esté gustando la historia tanto como a mí!

¡Adiós!♡

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