Fantasmas

By AndreaAS9

21.1K 3.1K 321

»Amante del mundo paranormal o no, una chica en coma siempre terminará sumergida en él.« Con el esoterismo co... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 - MAS
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17 - MAS
Capítulo 17 -MAS (Parte II)
Capítulo 18
Capítulo 19 - NOAH
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
MAS 💞
Capítulo 25 - MAS
Capítulo 26 - MAS
Capítulo 26 (Parte II) - MAS
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 - Noah
Capítulo 32 (parte II) - NOAH
Capítulo 33
Capítulo 34 (parte I) - MAS
Capítulo 34 (parte II) - MAS
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39 - MAS
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 - NOAH
Capítulo 42 -NOAH (II)
Capítulo 43
Capítulo 44 - MAS
Capítulo 44 - MAS Parte II
¡Feliz día del padre!
Capítulo 45 NOAH
Capítulo 46 - MAS
Capítulo 47
Capítulo 48 - I
Capítulo 48 II
HOLA, OTRA VEZ
Capítulo 49 - NOAH
Capítulo 50 - Mas
Capítulo 51
Capítulo 51 Parte II
Capítulo 52
Capítulo 53 (¿El fin?)
Capítulo 54
Capítulo 55 - NOAH
Capítulo 56
Capítulo 57 - MAS (parte I)
Capítulo 57 - MAS (parte II)

Capítulo 15

406 66 6
By AndreaAS9

Noah miraba fijamente a Mas, no de una forma que intentaría infundir miedo, sino de una en la que trataba de descifrar algo en él. Comprensible, yo siempre miro a Tom de esa manera. Es hermético, imposible saber lo que piensa.

Hablando de Mas, él observaba a Noah de la misma forma. Lo cual sí es de extrañar porque Noah es la persona más transparente que conozco.  Miro a Mas, entonces, tratando de saber qué está pasando por su mente por millonésima vez.

— Estamos perdiendo tiempo —Camille manifiesta su frustración, rompiendo con ello el repentino silencio.

— Cierto. Eh, Noah, ella es...

— Ya nos presentaste  —dice ella—. ¿Quién es el otro? —mira a Mas.

¿Es cierto? Frunzco el ceño, no recordaba haberle dicho su nombre.

— ¿Te dije su nombre?

— Acabas de hacerlo.

Agh, qué confusa es esta mujer. Reprimo el deseo de llevarme las manos a la cabeza.

— Ah, él es Ma...

— Thomas —se adelanta él, antes de que termine—. Puedes decirme Tom —mira en mi dirección, recordándome que Mas es un apodo especial.

— Él es Tom —rectifico, aunque ahora ya no fuese necesario. Rayos, ahora me siento como el tipo de personas que repite lo dicho anteriormente. Gracias, Tom.

— Está bien, de acuerdo. ¿Por qué están aquí Noel y Tom?

Noah rueda los ojos, al menos no se molestó, lleva una pequeña sonrisa en los labios. Pequeña sonrisa que se borra cada vez que ve a Thomas.

— Noah está aquí para conversar contigo —él me mira con bastante extrañeza. Claro, había olvidado decirle. Torpe Kendall—. Y M...Tom, aquí presente, está porque ... —vuelvo a verlo, frunciendo el ceño—. Quiere.

Camille nos mira a todos en conjunto un par de segundos. Parece seleccionar las palabras que dirá a continuación.

— Kendall, mira —me toma de los brazos, trataba de mantenerse serena, mas sus ojos empezaban a mostrar signos de desesperación—: Agradezco todo lo que me has ayudado hasta ahora, pero creo que voy a continuar sola.

Lo entiendo al instante. Cree que no hay nada que alguno de nosotros pueda decir que pueda significarle algo: Nosotros no podríamos ayudarla. Bueno, eso sería cierto en el caso de Thomas, o mío (ya que estamos), pero Noah tiene mucho que ofrecer. Por supuesto, si y solo si mi teoría es acertada. De no serlo... No, las coincidencias fueron de tal magnitud que bastarán incluso para convencer a una Sherlock.

— Camille...

— Lamento si te he ofendido; pero tienes que entender —cuando se aleja un par de pasos, sé lo que va a hacer, va a volver con su cuerpo o buscará la forma de ir con su hijo. Desaparecerá.

— Noah murió por salvar a tu hijo —suelto sin pensar.

Y vaya que fue sin pensar. Pero ya  sabes lo que dicen: situaciones drásticas, medidas drásticas. O algo así.

Como tenía que ser, hay muchas reacciones en el lugar: Por un lado, Camille, que se quedó congelada en su lugar, mirándome e intentando hallar algo en mis ojos que le asegure si lo que digo es cierto o no. Por otro, Noah, cuyos iris parecían empujar sus párpados más de lo que estos podían soportar, abrió la boca, para después cerrarla con los labios apretados. Y luego estaba Mas, que buscaba mi mirada para exigirme una explicación. Él solo estaba confundido y ya.

Sí, Mas, hice algunas cosas cuando no estabas a mi lado. No todo gira al rededor tuyo.

— ¿A qué te refieres? —como siempre, la más fuerte saliendo primero de su estupor.

— Ustedes dos tienen cosas que conversar —me rasco la cabeza, sientiéndome algo pequeña por ser el repentino centro de atención—. Los dejaremos solos.

Sonó menos egoísta de lo que imaginé. La verdad era que yo solo quería salir de allí.

Mientras más nos acercamos al mediodía, más personas vemos caminar por todos lados. El ruido de las bocinas de los autos es lo suficientemente fuerte como para eclipsar el de nuestras voces. Así que las circunstancias me llevan a pensar que quizá, incluso con Mas y yo fuera del cuadro, Camille y Noah no van a llegar a ponerse al día a tiempo antes de que Camille mande todo al demonio debido a su urgencia por encontrar al hijo y termine yéndose de todas formas, sin saber.

Noah es el siguiente en pisar tierra.

— Creo que deberíamos encontrar un lugar más tranquilo —Noah mira a Camille, por supuesto que él pensó lo mismo. Es lo más inteligente a realizar. Luego su mirada regresa hacia mí y Thomas. Por algún motivo, no se lo veía muy seguro de dejarnos a solas. Había tanta cautela en Noah que casi no parecía él.

— Es una buena idea —asiento.

— Pero que sea rápido —nos urge Sherlock.

— Puede que yo conozca uno —suelta Mas, aún sin las explicaciones que, sé, él podría querer. Su curiosidad es más grande que la mía, así que naturalmente querrá hurgar en mis recuerdos para hacerse la idea completa. Pero si él no da respuestas concretas a mis interrogantes, yo tampoco se las daré. Llámame vengativa, no me importa.

— Le digo Señora Sherlock —sonrío, apuntando con la vista al cielo.  No le costó mucho sacarme información. Demonios. No me sale ser como él. No puedo. Soy un libro abierto.

Mas nos había guiado al tejado del hospital. El punto más alto. Habíamos dejado a Noah y a Camille del otro lado del piso, detrás de un pequeño muro, aunque se podía ver sus cabezas desde aquí.

Cabe resaltar que no utilizamos el elevador, mucho menos subimos las escaleras. En el camino de vuelta al hospital, Mas nos iba explicando cómo llegar acá arriba. Percepción, dijo. Energía, repitió. Siempre lo mismo. De verdad, de eso se trata todo. Aun así, no es tan simple como parece. Ese truco que parece teletransportación (aunque Tom afirme y reafirme que no lo es) requiere de más concentración de la que podíamos brindar en aquel momento. Y más energía. Y más experiencia. Y más todo, rayos. Nosotros éramos novatos comparados con el vasto recorrido de Mas. Él llegó arriba primero, obviamente, diciendo antes: "Sientan a Kendall". Por supuesto, yo me tomé un par de segundos tratando de entender qué era lo que quería, hasta que me di cuenta de que tendría que hacer su trabajo sucio. "Sigan a Kendall", claro, porque ella también es una sabelotodo en el mundo espiritual. Ella los puede guiar al mismísimo cielo, si así lo quiere. ¿Qué sucedía si accidentalmente terminaba en mi habitación? O, peor, ¿qué sucedía si acabábamos todos metidos en un cubículo en el baño de mujeres y que casualmente esté ocupado?

Felizmente eso no pasó. Seguí a Thomas sin problemas, para mi sorpresa, aun todo se tratase de invocar la molestia que me causan sus comentarios, o lo alerta que me pone a veces sin querer para poder seguirlo y aparecer junto a él. De acuerdo, no; en realidad, tenía que recordar todo lo que él transmite como si lo tuviese al lado. Pero, bueno, no se trata de pensarlo. Aquí abajo, la razón es innecesaria. "Tu principal herramienta será tu intuición", dijo una vez Mas.

Así que aquí estamos, disfrutando de las vistas, sentados lado a lado en el borde del techo del último piso hábil del hospital donde estoy internada.
Irónico, ya que Noah no está al tanto de que no estoy muerta. Estoy como él esperaba estar cuando se arrojó delante del bus. En coma inducido a causa de una cirugía. ¿Cómo decírselo sin herirlo un poco? No puedo. Sería burlarme de las esperanzas ingenuas que albergaba al principio.

— ¿Señora Sherlock? —repite Tom, y esta vez no puedo evitar reírme un poco. A él también le pareció divertido.

Le cuento cómo la conocí, pero me corta antes de seguir con lo demás, justo cuando iba por la parte en la que mi cuerpo entró en tensión al ver a un espíritu que no era Thomas o los niños, pensando que quizá buscaba lo que los demás: un tipo de ayuda que yo no podría brindar.

— Lamento lo que tuviste que atravesar allá abajo el otro día. Sabes cómo son —vuelve su vista al frente—, pasaron años buscando una de las pocas joyas que existen en su plano. Entonces te reconocieron. Fueron como polillas volando a la luz. Sin pensar que pudo haber sido incómodo para la deforme y para nada atractiva bola de luz —vuelve a mirarme, fingiendo muy bien total seriedad.

— Thomas me considera una bola de luz deforme y para nada atractiva. Me siento ofendida —lo miro, fingiendo muy mal una suerte de gesto que hace una persona cuando llora.

Él se ríe a carcajadas y se recuesta, apoyando su espalda en el suelo. El suelo lleno de polvo y tierra.

— Ew, Thomas, te vas a ensuciar.

— Deberías intentarlo —sonríe desde abajo, acomodando sus manos detrás de su cabeza—. Las bolas de luz deformes y nada atractivas no pueden ensuciarse. ¿Cómo podrían?

— ¿Te acabas de llamar deforme y nada atractivo?

— Jamás.

Imito su acción, llevando mis manos a mi estómago.

— Eso ya pasó —sigo el tema anterior—. De alguna forma, presiento que no será la última vez. Debería —suspiro— acostumbrarme, supongo. Acostumbrarme a ser mi madre de este lado del mundo.

Él no me mira, y yo tengo los ojos cerrados, pero sé que está apretando los labios. A él tampoco le agrada la idea.

Después de unos minutos terminando la historia de Camille y después de todas las teorías en mi cabeza que por fin expreso en voz alta, suelta una pregunta que me toma por sorpresa.

— ¿Cómo estás?

¿Qué tiene que ver mi estado con la historia de cierta señora que llevo contando con tanto esmero?

— Echada —respondo, sin saber la respuesta real a su pregunta.

— No, Kendall, va en serio.

— ¡Vaya! Por fin algo de seriedad en Thomas, esto es motivo de celebración.

— Cambiar de tema ya es cosa del pasado, bola de luz, sé creativa o responde directamente.

— Prefiero utilizar el método Mas: la evasión indirecta.

— Oh, vamos, ambos sabemos que nadie lo domina mejor que yo. Así que mejor ve respondiendo, antes de que te humilles haciendo la Mas.

Lo miro un par de segundos, mi rostro sin poder decidirse entre fruncir el ceño o sonreír con un humor bastante sarcástico. Finalmente, la neutralidad gana la contienda y solo atino a devolver mis ojos al cielo con resignación.

Aunque, pensándolo bien, aún podía desviar el sentido de la pregunta inicial. Me arriesgaría a tirar mi última carta. Y lo haría con la verdad.

— Es bastante feo, la verdad. Pobre Camille. No pensé que me comprometería tanto con algo que no debería competerme. Pero haré todo en mi poder para ayudarla.

— Bien por ella. Yo hablaba de ti.

Hago una mueca, se me drenaron las ideas de cómo ir por las ramas. Mi intento desesperado final fue un fracaso.

Así que respondo.

— Estoy dormida, Mas. Solo estoy dormida —mi tono de voz le dice claramente que no quiero hablar más del tema. Pero, vamos, es Tom, a él no le importa. Su impertinencia es más grande que la mía.

— ¿Cuándo te dejé sola después del café con Pestañas intentaste...?

Casi me río, por dos razones: 1) porque la cantidad de apodos que Tom le tiene a Noah parece interminable, y 2) para evitar un cambio radical en mi humor. Sobre todo lo último. Sé cómo terminará esto si seguimos yendo por ahí. Sé que acabaré volviendo en un abrir y cerrar de ojos a mi habitación a continuar los muchos llantos interrumpidos por mí misma y mi autodesprecio, que naturalmente volverán a quedar inacabados. Por lo que vuelvo a hacer lo que hago mejor. Sonrío, pretendiendo que mi sistema no ha lanzado una señal de alerta, y tomo el tema más secundario como objeto de conversación.

— ¿Pestañas? ¿Hablas de Noah? ¿No le dijiste antes Señor Perfecto?

— No intentes desviarte de nuevo, Ken.

Frunzco el ceño. Él conocía mis trucos. Y es porque ya lo habían sacado de quicio una vez. Abajo, cuando, muy a mi pesar, le di la razón. Sí... Intentaré olvidar eso.

— Lo intenté —respondo al cabo de unos segundos, frustrada y resignada. ¿Cómo esquivar al que se considera rey en esa materia? Imposible.

— ¿Y...?

Asiento. Las sensaciones de esa tarde vuelven a formar un torbellino a mí. Las recuerdo todas y cada una. Recuerdo que mi cuerpo no me echó a patadas, que mi mente inventó que así se sentía entrar al coma y deambular astralmente para tratar vagamente de hacerme sentir mejor, que el cuerpo es un lugar en el que escoges estar o no, pero por el que tienes que luchar. Nunca habrá de ser fácil, y el estar dentro no garantiza que te vayas a salvar de todas maneras, pero sí te da más oportunidades de estar plenamente consciente cuando abras los ojos. 

Otra mueca, ¿cómo puede resultar tan duro hablar de esto? No tiene sentido, o quizá sí —después de todo, perdí mi primera batalla contra mí misma—; mas el nudo en mi garganta amenazaba con quebrar mi voz, y ya me había humillado mucho frente a terceros.

Él se queda en silencio, interpretando el mío.

— Ben falleció —cambia de tema por uno que es igual de duro para él.

— Oh, Mas, lo siento mucho.

— Él me dio ese nombre —sus ojos se perdían en el infinito, dejando por un momento la sátira que lo caracteriza—. Solo él me decía así. Hasta que lo internaron.

— ¿Él podía verte? Ya sabes, cuando aún no...

— Él no podía verme —sonríe con nostalgia—. Era mejor así. No podía sentirme; pero sabía cuando estaba cerca.

— ¿Cómo?

Se encoge de hombros.

— Costumbre, supongo. Nos conocemos desde hace unos años.

— Pero, entonces, él podrá interactuar contigo directamente ahora, ¿no? —pregunto, buscándole el lado positivo. Aunque, bueno, no hay mucho de positivo en morir.

— No, creo.

Eso me toma por sorpresa. Totalmente ilógico que Tom se dedique a guardar distancia cuando el cariño que manifiesta por el niño es inmenso. Quiero decir, ha dejado su mofa habitual para hablar de esta persona. Eso ya dice demasiado.

— ¿Por qué?

— Ya me despedí.

— Thomas —volteo, obligando a mi cuerpo a girar conmigo—, ¿por qué?

Mantuvo su boca sellada por casi un minuto, pensando su respuesta pero aparentando no querer responder. Ya me sabía ese truco, no iba a funcionar.

— Yo no soy alguien que quieras al rededor —responde al fin.

Podía distinguir la dureza en su voz. Una que muy pocas veces en mi vida había tenido el infortunio de oír. Pensé que era la única del grupo que se criticaba constantemente a sí misma.

— ¿Por qué dices eso?

Se incorpora y se para al borde del tejado. Por un momento pienso que va a cometer una locura, la punta de sus pies cuelgan en el vacío. Me levanto rápidamente y me acerco a tomarle del brazo. Instinto. Pero él solo mira mi mano en su brazo y devuelve la mirada a la calle. Yo, confundida, me abrazo a mí misma.

— Buenas vistas, ¿no? —su tono vuelve a oírse relajado, como si disfrutase del ambiente, como si hace dos segundos no hubiese soltado palabras cargadas de veneno contra sí mismo. Sin embargo, puedo decir que esa serenidad y desinterés que han vuelto a sus ademanes tienen muy poco de genuino.

— Mas... —busco la manera de presionar ligeramente sus límites, insistir un poco.

— No quiero hablar de eso, Kendall —deja de lado su máscara por un instante—. Entiendo que quieras saber. Lo sé. Pero tienes que comprender que... —su mirada vuelve a buscar la mía—. A pesar de lo que he dicho, yo jamás de los jamases te haría daño. Nunca.

Sonrío sin mostrar los dientes. Y hago algo que no pensé que podría volver a hacer, menos con Thomas. Levanto mi mano en su dirección y la cierro en un puño, dejando al aire únicamente el meñique.

— ¿Lo prometes por el meñique? —su sonrisa característica aparece de nuevo.

— Por el meñique —engancha mi dedo con el suyo.

En realidad, ese acto infantil no lo llevé a cabo porque de verdad tema que Thomas pueda lastimarme alguna vez, no; lo hice para que los temas tristes e intensos se vayan por el drenaje de una vez por todas, o al menos por hoy. Cambiarle el tema y aligerar el peso del pasado sobre su espalda, como él hizo conmigo mencionando lo de Ben.

Y por primera vez, siento que puedo en encontrar en él algo más que un compañero molesto. Hay más en él de lo que quiere dar a conocer. Hay más que el halo de misterio que lo envuelve. Este es Thomas, señoras y señores, mi nuevo amigo. Un enigma que voy a empezar a resolver.

——***——
Hola, hola.

¿Qué tal su semana, eh?

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Aún no se preguntan por la historia de Mas? Por cierto se acerca otro narrado por Mas jaja.

Agradecer un vez más a todos lo que se quedaron hasta este capítulo 💜

Sin más que decir: Marce

Continue Reading

You'll Also Like

51.7K 5K 19
Eliza Jones y Stella Lambert son el prototipo de: "personas correctas en el momento equivocado", pues sus vidas habían coincidido en preparatoria, cu...
28.9K 1.1K 34
en esta historia seras Mia 🔞
335K 41K 61
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...