Fantasmas

By AndreaAS9

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»Amante del mundo paranormal o no, una chica en coma siempre terminará sumergida en él.« Con el esoterismo co... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 - MAS
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17 - MAS
Capítulo 17 -MAS (Parte II)
Capítulo 18
Capítulo 19 - NOAH
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
MAS 💞
Capítulo 25 - MAS
Capítulo 26 - MAS
Capítulo 26 (Parte II) - MAS
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 - Noah
Capítulo 32 (parte II) - NOAH
Capítulo 33
Capítulo 34 (parte I) - MAS
Capítulo 34 (parte II) - MAS
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39 - MAS
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 - NOAH
Capítulo 42 -NOAH (II)
Capítulo 43
Capítulo 44 - MAS
Capítulo 44 - MAS Parte II
¡Feliz día del padre!
Capítulo 45 NOAH
Capítulo 46 - MAS
Capítulo 47
Capítulo 48 - I
Capítulo 48 II
HOLA, OTRA VEZ
Capítulo 49 - NOAH
Capítulo 50 - Mas
Capítulo 51
Capítulo 51 Parte II
Capítulo 52
Capítulo 53 (¿El fin?)
Capítulo 54
Capítulo 55 - NOAH
Capítulo 56
Capítulo 57 - MAS (parte I)
Capítulo 57 - MAS (parte II)

Capítulo 9

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By AndreaAS9

Me froto el brazo con mi mano, cada minuto que paso en este plano es como si me fuese convirtiendo más en ellos. Al inicio, solo podía verlos y oírlos; ahora puedo sentir la energía que emanan, algo así como su aura.
Hay una vibra por acá que no me termina de sentar bien. Por esto no me gustaban los hospitales. En ellos fallecía mucha gente.

Thomas se quedó en mi habitación haciendo compañía a mi madre, porque yo se lo pedí. Necesitaba un tiempo sola, quería organizar mis ideas. Era hora de enfrentar aquello que siempre he evadido: el tema de los espíritus. Necesitaba pensar en ellos. Habían cosas a las que ya no podía empujar a un lado.

Entro a la sala de espera, curiosamente vacía, y busco con la vista la salida.

Estaba amaneciendo, probablemente eran las 5 o 6 de la mañana. Lo que apestaba, porque otra cosa que recuerdo antes de ser lanzada al abismo de lo eterno eran los tonos anaranjados del ocaso. El amanecer es lo mismo pero en sentido opuesto.

—¿Estás perdida? —escucho una voz detrás de mí.

— No —niego con la cabeza, sin ver de dónde provenía la voz.

—Yo sí —admite, lo cual me lleva a voltear en dirección a ella.

Un pantalón beige con la basta doblada (de modo que se podía ver parte de sus piernas, poco más arriba del tobillo) y una blusa celeste, con un par de botones abiertos, se veía como de unos treinta y pico. De repente me tensé, hasta ahora todos los adultos que he visto han dicho cosas que no he podido entender. ¿Ella querrá también buscar la extraña marca de los Abusi... Algo?

— ¿Qué necesitas? —la miro con desconfianza.

— Hijo.

Parpadeo sin entender muy bien.

—Eh... Bueno, verás ... —empiezo, una vez creo comprender su respuesta; frotándome la nuca—. Yo ya tengo una madre... Y...

Me callo cuando la veo negar con la cabeza.

—Mi hijo —rectifica.

Mis labios se fruncen.

—¿No crees que es un poco tarde para un hijo?

— Busco a mi hijo —sus labios se curvan hacia abajo.

Oh... ¡Oh! Ay, qué vergüenza. Si aún tuviese sangre, la imagino toda en mis mejillas.

— ¿Él también está...?

— Oh, Dios, no —se lleva una mano a la boca, logrando que me sienta aún más basura—. Él está bie... Vivo.

Esa declaración me lleva a ladear la cabeza inconscientemente, mientras mi libro mental de 'cosas que ahora sé sobre espíritus' se abre en el capítulo 2, aquel en el que Tom me hablaba sobre la energía. No había forma de que ella no supiese que podía llegar a su hijo cuando quisiera.

Entonces recuerdo que yo tampoco lo sabía apenas caí 'dormida'. Voy a utilizar esa expresión en lugar de 'en coma'.

—Eres nueva, ¿no?

—Algo.

Vaya, mujer de pocas palabras.

—Yo puedo ayudarte a encontrarlo, si deseas.

De acuerdo, de lo siguiente a ocurrir podemos sacar dos cosas. Una, es que cuando ofrezcas ayuda teórica especifiques bien que sólo es algo de concepto y ya. Y dos, si no haces el paso uno, las consecuencias son responsabilidad exclusivamente tuya. Quedas advertido. Yo, por otro lado...

— ¿De verdad? —Iba a empezar una copia de la explicación que Mas me dio—. Gracias. Sé dónde está la salida. Ven conmigo.

—En realidad, yo...

—Antes buscabas algo con la vista... Era la salida, ¿no?

Ella no es para nada lo que parece, resultó más analítica que Sherlock mismo. Esta señora tiene un punto. Ella me ofrecía la salida. Yo buscaba la salida. ¿Cómo decir que no?

— Sí —intento que la resignación en mi voz no sea tan notoria.

Y la sigo de cerca cuando cruza el umbral del portón que tenía un cartel verde neón que rezaba 'salida' que perfectamente pude haber encontrado por mí misma, sin ayuda de ninguna señora Sherlock.

—¿Cómo fue? —pregunto, como preguntaría a alguien qué hora es o cuánto pan va a comprar.

Ella sólo puso sus manos al rededor de su cuello. Supongo que no necesitaba decirlo. Queda bastante claro.

—¿Tienes alguna idea de quién...?

— Quiénes —corrige—. Mi hermana y su esposo.

La miro con los ojos abiertos de par en par y mi mandíbula desencajada.

— Eso es espantoso.

— Lo es —responde como alguien que respondería a qué hora es o cuánto pan va a comprar.

Supongo que la muerte tiene este efecto en las personas. Ya nada importa. O quizá sí, pero a ella no le afecta en particular. Es un tema tan delicado el que toqué sin querer, a veces siento que soy algo impertinente. Sin embargo, hay algo en su voz, una serenidad inquietante, como si lo viese venir. Como si no fuese sorpresa.

— ¿Por qué? —ese es un buen ejemplo de impertinencia.

Si algún día mueres y quieres preguntar a alguien cómo murió, en dónde, por quiénes y por quién, cuidado, porque puede no reaccionar tan tranquilamente como esta Sherlock.

— No me dijeron...

Obviamente. Aquí no sucede como en las películas, donde el malo revela sus motivos. Sin embargo, hablamos de Sherlock aquí.

— Pero lo sabes —termino por ella. No me sorprendería que supiese.

Ella asiente.

—Mi hijo —responde con simpleza.

Ahora sí que no entiendo nada, y mi lado impertinente acaba de decir que ya ha trabajado suficiente en estos últimos días, ha pedido, por tal motivo, unas vacaciones. Según él, es por él bien de ambos. Yo le concedo sus vacaciones. Por el bien de ambos.

Cruzamos la calle en silencio. Curiosamente, puedo ver el café en el que trabajaba desde este lado de la avenida. Está una cuadra más abajo.
El día siguiente a la muerte de Noah no fui a trabajar, recuerdo; me quedé en mi cama toda la tarde. Tampoco fui a la cafetería el sábado. El entierro de Noah. Mi sentencia. ¿Quién diría que ese sería mi castigo por faltar dos veces sin autorización?

— Yo trabajaba por aquí —comento, mirando la cafetería con nostalgia.

—Yo venía mucho por aquí.

— ¿Ah sí?

Vuelvo a darle una ojeada, quizá había sido clienta regular, quizá había ido un par de veces. Mas su cara no me sonaba de nada.

— ¿Ibas a la cafetería?

— Venía al arcade.

Ah, está bien. Eso lo explica todo.

— Mi hijo estaba ahí ese día.

— Entonces, ¿allá estamos yendo?

— Sí.

— Oye... En el hospital quería decirte algo —antes de que me interrumpa, prosigo—. Eres capaz de sentir la energía que emanan los vivos. Probablemente también la de los espíritus, pero eso aún no lo puedo confirmar al cien por ciento.

— ¿La energía?

— Así es.

— ¿O sea que puedo rastrear la de mi hijo desde aquí? —la esperanza brilla en sus ojos verdes. Lindo simbolismo.

Sherlock lo hace de nuevo. Naturalmente, le tomó sólo medio segundo llegar a una conclusión a la que yo llegué en un par de horas.

— Exactamente.

— Enséñame.

— ¿Deseas ir por un café? —sonrío ligeramente—. Hay mucho que discutir.

Diez minutos después, nos encontramos en la puerta de la cafetería, hablando ya del tema. Le digo todo lo que tiene que saber sobre la percepción sobrenatural que viene en el paquete de viaje hacia el purgatorio (no el de Dante, gracias a los Cielos).

— ¿Sería muy entrometido de mi parte preguntar por qué tu hijo estaba en un lugar diferente el día de tu muerte? —cruzo mis brazos sobre la mesa que habíamos escogido.

Por obvias razones, no iba a venir ningún mozo a atendernos, y tampoco creo que si fuésemos a pedir a la barra nos vayan a hacer caso.

— Le di permiso para ir con sus amigos.

Asiento. No sé por qué pregunté de todas formas, si la respuesta (sospechaba) terminaría siendo una por el estilo. Si embargo, algo en mi me decía que debía hacerlo, que había más; si algo aprendí de Mas, es que el instinto ya intuición se convierten en tus mejores herramientas.

Decido callarme de una vez y despedirme de la treintañera.

— Soy Kendall —le digo, dándole la mano.

— Camille —la estrecha.

No importa su nombre, ella es Señora Holmes para mí.

— Bueno, un gusto conocerte, Camille —me levanto del asiento—. Algo me dice que volveremos a vernos.

Y era verdad.

Salgo de la cafetería con las manos en los bolsillos. ¿Con las manos en los bolsillos? Bajo la mirada. ¿Cuándo me he puesto un abrigo? Estoy bastante segura de que esa mañana salí con un vestido negro de mangas largas (que llevaba remangadas por motivos estéticos) con botones. Ningún bolsillo.

Yo reconozco esta prenda. Recuerdo, a la par que la sigo examinando, que la utilicé para interpretar a una niña de abrigo rojo en la obra de teatro de la escuela.

El día que descubrí que el papel era mío salté como una niña pequeña. Mi madre y yo lo festejamos, incluso. ¿Tanto por una simple puesta en escena, Kendall? Pues sí. La niña del abrigo rojo es un personaje en la mejor película jamás creada. La amo. Esa fue la primera vez que se iba a hacer teatro basado en esa película, así que puedes entender la alegría, más o menos. La pequeña de rojo no era la protagonista, ni mucho menos, era en realidad un personaje terciario que el verdadero protagonista ve pasar, y ya, esa es toda la participación. Pero el significado es mucho más profundo. Explicarlo me tomará algo de tiempo. Tiempo con el que, como de costumbre, no deseo contar. Esta vez no hay razón. Imagino que ya se me hizo un hábito esto del miedo a la mente en blanco.

En medio del amasijo de melancolía en el que me encuentro en este instante, impacto contra alguien. Lo cual hace volar mi mente hasta Noah. Él fue la última persona con la que me di de bruces.

Noah fue. Fue.

Noah está muerto.

Y probablemente yo también.

— Perdón, no te vi.

— No pasa... -mi mirada vuela rápidamente hacia arriba- nada.

— ¿Estás bien? Estás algo pálida -paso por alto el intento de humor.

— ¿Cómo es que... Por qué...?

— Sí —Noah se rasca la nuca—, creo que deberíamos dejar de encontrarnos así.

Mi confesión en la capilla aquel día regresa como un tsunami a mi memoria. Agradezco nuevamente el hecho de que los espíritus no tengamos sangre, ni venas.

El ambiente al rededor suyo era tan cálido, tan acogedor, su mirada seguía siendo la misma. La felicidad encarnada.

— Ya lo creo —sonrío, dejándome llevar por la sensación de tranquilidad que genera su presencia. Siempre tuvo esa reacción en mi. La sensación de que todo estaría bien. Supongo que en los demás también, porque todos querían estar junto a él la mayor parte del tiempo.

— Ya van tres veces —algo de diversión hace bailar la comisura de su labio, llévandola hacia un lado.

Frunzco el ceño.

— ¿Tres? Yo voy contando dos.

— Esta es la tercera, Kendall —¿acaba de decir mi nombre? ¡Acaba de decir mi nombre! Maldición, qué lindo se escucha cuando viene de él—. La primera fue cuando iba con... Eh, mi exnovia.

— No recuerdo, si te soy sincera — Ahora que mencionó el contexto, tampoco me hubiese gustado acordarme.

— Está bien, no pasa nada —sonríe, mostrando ese hoyuelo al que hice mención en mi carta.

Mi carta.

Oh, por Dios, mi carta no llegó a donde debería.

Casi hago un mohín al pensar en eso.

— Noah —mi mano vuela a mi brazo—, lo que hiciste allá...

— ¿Quieres ir a por un café?

Ambos hablamos al mismo tiempo.

— Me encantaría.

— Oh, perdón, estabas diciendo algo.

Volvemos a hacerlo.

Entonces terminamos riendo y caminando a la misma cafetería de la que salí.

— ¿Podemos tomar café? —pregunto.

— No estoy seguro. La verdad sólo era una excusa para conversar contigo.

Mi boca se abre, mas las palabras se niegan a salir.

Él hace el ademán de abrirme la puerta, la cual permanece imperturbable en su lugar, y yo la atravieso como si él de verdad hubiese podido abrirla.

Un café con Noah Foley... Esto no ocurría ni en mis sueños más salvajes. Esto está más allá de lo permitido por mi pobre presión sanguínea.

— Bueno, ¿y de qué quieres conversar?

Tomamos una mesa diferente a la que tomé la vez anterior. Ahora estábamos en un rincón pegado al gran ventanal. Buen lugar, me gusta.

— No soy una persona muy directa —responde él, apoyando sus codos en la superficie lisa de melanina- , pero ya que preguntaste... ¿Llevas enamorada de mí desde los 13? ¿Es verdad todo lo que dijiste?

Oh, santa popó. Me escuchó. El jodido señor Foley escuchó mi confesión.

--***--

¿Que qué? ¿¡La escuchó todo el condenado tiempo!? Pobre Kendall, ¿qué puede ser peor que tu crush escuche tu confesión sin querer?

En fin...

Hellooo. ¿Se me extrañaba? Espero que sí.

Hoy también es un día cargado de felicidad. Ya vamos más de 200 vistas. Sé que quizá les parezca poco, pero para mí es un montón, y estoy enormemente agradecida.

En el área de spoilers y adelantos, puedo decir que uno de los siguientes capítulos es narrado por Mas, así que estén pendientes ;)

Si les gustó, ya saben, estrellita. 🌟

Comenten c: me gusta que lo hagan, es amor que le dan a la historia.

Conmigo es hasta el siguiente domingo.

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