Drácula Collins
De sus labios salió un grito de dolor, no coloque ni la más mínima atención a lo que intentara hacer. Grito pero nunca me aparto de su lado, al terminar de beber parte de ella saque mis colmillos y bese su brazo.
Levante la mirada, sus ojos se encontraban rojos por las lágrimas que salían, su cuerpo estaba quieto y no observaba a nada más que a mí.
— Te aborrezco...—murmuro con odio.
Pegue su cuerpo al mío y metí mi rostro en el hueco de su cuello.
—Lo lamento...—susurre.
Al sentir mis labios en su cuello su cuerpo empezó a temblar del miedo.
No podía hacerlo, por más que quisiera tenerla a mi lado, por más que la amara, no podía mantenerla al lado de lo que ella odiaba, a mí.
Deje un último beso en su cuello para luego tomar su rostro y apoyar nuestras frentes.
— te dejare ir, pero quiero que me prometas una cosa—susurre.
— ¿cual...?
— el día que vuelvas a poner un pie en este lugar, será porque me amas, si ese día llega ten por seguro que no te volveré a dejar ir, no te volveré a permitir que te alejes de mí.
— no volveré...
Sus palabras dolieron, pero sabía que no era cierto.
Uní sus labios a los míos, mis manos acariciaron su rostro con delicadeza mientras lo único que escuchaba eran los latidos de su corazón, su cercanía me era agradable, pero tenía que acostumbrarme a estar sin ella.
Nos alejamos al mismo tiempo, aparte mis manos de su rostro y camine hasta la ventada.
— le diré al cochero que la lleve, infórmele cuando quiera irse, preferiría que partiera mañana en la madrugada, pero eso lo decide usted.
— partiré al amanecer.
No dije nada más, escuché la puerta abrirse y cerrarse. Cerré los ojos con pesadez.
La extrañaría....
Mire hacia la ventana todo el tiempo, deseaba verla partir, aunque me doliera era mejor asimilarlo.
La oscuridad se marchó dejándome ver los pequeños rayos de sol entraban por mi ventana. El carruaje se estaciono delante de la mansión, de la casa salió Jade con su maleta.
Antes de subir miro hacia mi ventana, nuestras miradas se encontraron, mi cuerpo se estremeció al verla, ella cerro sus ojos negando con la cabeza, al abrirlos entro de inmediato al carruaje, escuche las pisadas de los caballos empezar a andar, cerré los ojos deseando que nada de esto estuviera pasando, sin embargo cuando los abrí tuve conciencia y supe que ella se había ido.
Tocaron a mi puerta tres veces pero no respondí.
—Hermano... Por favor hable la puerta... —la voz de Sofia me alerto, estaba igual de dolida que yo. No quería verla, si lo hacía solo me hundiría más en mi dolor.
Decidí callar mis sentimientos, cada día era una tortura, el tiempo pasaba y en lo único en lo que pensaba era en volver a estar cerca de ella. Las dos semanas que habían pasado encerrado en mi oficina no servían de nada.
— Hermano, William pide tu presencia en el castillo— mi hermana al igual que yo permanecía siempre en su habitación.
— ¿Que desea?—pregunte al ver que leía la carta enviada.
— es mejor que tú lo leas.
Sofia dejo la carta sobre la mesa, la tome entre mis manos y leí:
Mi padre solicita tu presencia, quieren cazar a la bestia, te dirá todo al llegar.
De: William Collins Montomer
Arrugue la carta entre mis manos y la tire, Carlo tenía que olvidarse de la bestia.
Espere hasta que la noche llegara y aliste todo para salir al día siguiente, no tome en cuenta la carta hasta que note que pronto habría luna llena. La bestia perdería el control.
La lluvia había empezado, las ramas de los árboles golpeaban mi ventana.
— ¿a dónde iras?—preguntó mi hermana al verme empacar.
— iré al palacio, Carlo solicita mi presencia...
Sofia me miraba sorprendida, cada vez me costaba creer que la niña pequeña de mi madre iba creciendo.
— tráelo rápido—mi madre gritaba, Lowell la observaba con miedo, le extendí el vaso con agua para que se calmase.
— es normal, él bebe sobrevivirá, lleva tu sangre....
Carlo le sonreía a mi madre y ella le correspondía a esa sonrisa.
Miraba el estómago de mi madre crecer, hasta que llego el noveno mes.
Lowell se sostenía la cabeza desesperado por los gritos de mi madre, esperamos un tiempo hasta que Carlo salió.
— ¿Cómo está mi madre?—pregunte.
— sigue viva... es una niña, tienen una hermana, una hermosa princesa.
Lowell se volvió a sentar y miro a Carlo marcharse.
Mientras Lowell entraba a su habitación yo seguía a Carlo.
— no haré lo que me pides—dije estando fuera de la mansión Collins.
Carlo giro hacia mí.
— Drácula... Sabes lo que pasara si no lo haces, no quiero matar a tus hermanos...
Trague fuerte y respondí:
—Son tus hijos... no los matarías...
— ¿Quieres probarlo?—los colmillos de Carlo salieron.
Retrocedí con miedo.
— Ya he matado a mi hermano, no dudare en matarte, la sangre de los Collins está condenada, tu padre los guió a esto, lo único que hice fue ayudar a tu madre y a ti.
— ¡era la esposa de mi padre! ¡Tu hermano!
— en esta guerra, la familia no importa, conserva mi consejo, mata a tu madre o yo no matare a tus hermanos...
Mire a Sofia, camine a ella y la abrace, mate a mi madre para salvarla, la mate para no condenar más a mi familia.
— No vayas...—pidió Sofia apartándose de mÍ—no me dejes sola...
— volveré pronto....
Tome mi equipaje y subí al carruaje, en mi cabeza seguía la imagen de mi madre.
— hazlo... hazlo mi niño...—mi madre tomo mis manos y dejo el cuchillo en ellas, lo sostuve fuerte y guió mis manos hasta su corazón.
— ¡Madre!—grito Lowell al verme matar a mi madre, saque el cuchillo y su cuerpo cayo escaleras abajo— ¿¡que has hecho?!
Lowell bajo hasta llegar a mi madre.
— la mataste.... La matamos...
— no...
— La matamos....— Drácula camino hasta su hermano menor y tomo su rostro entre sus manos.
— no matamos a nadie....
Yo había matado a mi madre y había provocado que Lowell cambiara, él se enteró de porque lo hice, porque mate a mi madre y eso hizo que su odio hacia Carlo creciera.
Me encargue de que Sofia y él nunca supiesen que Carlo era su padre, que Carlo era mi tío y que él había matado a mi padre, Peter Collins