La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en el que se almacena que a cualquier cosa en la que se vierte.
Mark Twain
La incomoda pesadez dentro de mi estomago era algo que pocas veces a lo largo de mi vida había sentido, tan pocas que podía contarlas con los dedos de las manos y aun me sobraban dedos. La primera vez fue cuando junto con mis padres nos sentamos a la mesa del comedor y luego de un par de preguntas de cortesía me dijeron que iban a separarse. Al principio mi mente joven e inexperta no alcanzó a comprender la enormidad de sus palabras. "Separación" para mí significaba que papá se marcharía a un país lejano pero que volvería al cabo de unos días como lo hacía siempre, sin embargo, al pasar los meses y con su ausencia más larga que nunca, comprendí que "separación" era algo mucho mas grave y quizás hasta permanente. No puedo recordar con exactitud lo que pensaba, lo que hice y cuanto lloré hasta lograr asimilar por completo su ausencia, pero entre toda esa bruma de recuerdos inconexos lo único que se negaba por completo a abandonarme durante mis noches de insomnio era esa sensación violenta dentro de mi estómago, podía ser ansiedad, miedo, dolor o simplemente la acumulación de todos, pero si algo estaba claro era que jamás iba a olvidarla.
Tan solo unos años después la volví a sentir, pero esta vez mucho mas intensa y duradera debido a su partida que me dejó hundida en un pozo sin fondo llamado depresión. Luego, para librarme de mi tormento llegó ella y poco a poco empezó a comerse mi oscuridad con sonrisas y actos desinteresados. Me regaló un sol brillante que consiguió iluminarme hasta que fue imposible para ella contener la oscuridad de la que se alimentó por años, y entonces explotó dejando una nube de amargura a su alrededor mientras que mi estomago volvía a evocar la profunda pesadez de la que se había olvidado.
—¿Lauren eres tú? — al escuchar su voz retiré mis ojos del enorme ventanal con vistas a la ciudad que tenia la sala de espera del hospital general de Chicago y respiré hondo. Conocía esa voz a fuerza de haberla escuchado tantas veces por casi un año, era doloroso sentirla cerca y oler esa característica fragancia de hospital que se impregnada en su ropa y que tantos recuerdos me traía. Podía intentar olvidarme de todo aquello que nos unía, pero la verdad absoluta era que su presencia en aquel sitio era lo único que me quedaba de ella y al menos por aquel momento me iba aferrar a su recuerdo cuanto pudiera.
Giré lentamente y sonreí amble cuando nuestras miradas se encontraron.
—Doctora Collins, pensé que ya no trabajaba aquí. — solté sin pensar mientras dirigía la mirada hacia el uniforme rojo que siempre llevaba y como si aquello no fuera suficiente me detuve en el gafete que colgaba de sus pantalones. —Lo siento, eso no ha sido cortés.
—No te disculpes—rió con diversión mientras me tomaba sutilmente por la cintura y nos dirigía hacia los sillones junto al ventanal. El contacto me hizo sentir incomoda pero no dije nada, después de todo la doctora Collins no era una desconocida para mí y la poca historia que habíamos compartido había sido relativamente buena.—Es verdad que dejé el hospital hace unos años, hoy solamente estoy aquí de visita. El doctor Jackson me ha pedido consejo profesional acerca de una de sus pacientes que tiene .
LEUCEMIA
Podía sentir como el calor iba subiendo lentamente por todo mi cuerpo, las manos me sudaban y cada vez me costaba más respirar, sabía que lo siguiente era ver como imaginariamente los muros a mi alrededor se cerraban haciendo que por fin colapsara. La expresión en el rostro de la doctora se tornó preocupada y al comprender que se trataba de un ataque de ansiedad rápidamente se levantó y fue a buscar un vaso con agua en el dispensador de la esquina.
—Tranquila cariño, vas a estar bien—la escuché decir mientras abanicaba un par de folios directo en mi rostro, se me hacía cada vez más difícil sostener el vaso de agua en mi mano, intentaba llevármelo a los labios para beber un poco, pero la fuerza en mis músculos poco a poco iba disminuyendo. —Respira conmigo, uno inhala, dos exhala, uno inhala, dos exhala. Solo una vez más ya casi lo tenemos.
Con desesperación seguí las instrucciones mientras repetía mentalmente las respiraciones como me había explicado la doctora y en un par de minutos, aun con el corazón latiendo fuertemente dentro de mi pecho pude sentir el alivio que solamente la voz de Camila conseguía lograr.
—¿Mejor? —preguntó mientras me ayudaba a levantarme del piso y yo asentí sacudiéndome el polvo de las rodillas.
—Me siento mejor, gracias por ayudarme. — dije y a cambio me obsequió aquella sonrisa que tan poco se veía en ella y cuando lo hacía era todo un espectáculo digno de admirar. La única que lo había conseguido era Tori y al parecer ahora yo también. —Yo no sé qué me pasó, hace mucho tiempo que no sufría un episodio tan fuerte, lo siento.
—No te disculpes, de verdad lo entiendo. En este sitio los ataques de ansiedad soy muy frecuentes ya que suelen ser provocados por situaciones estresantes que se salen de nuestro control ¿ese es tu caso, Lauren? —sonrió y un brillo extraño destacó en sus ojos.— ¿Estas perdiendo el control?
—En lo absoluto, estoy viviendo la mejor etapa de mi vida.—la morena frente a mi asintió pensativa mientras se mordía el labio sopesando si era correcto preguntar lo que había llegado a su mente.
—Me disculpo si soy indiscreta, pero dime ¿estás aquí para ver a algún medico? ¿Te encuentras mal? —mis ojos se abrieron por completo al escuchar su conclusión acerca de porque estaba en el hospital justamente hoy.
—Se lo que piensas y te equivocas. —Collins iba a replicar, pero me adelanté—Me encuentro bien, yo solo me sentí abrumada por el hospital y los recuerdos, es la primera vez que vengo aquí desde que todo pasó.
La morena de ojos verdes me sonrió con cariño. Si algo teníamos en común era la perdida, y en tiempos difíciles aquella similitud lo significaba todo porque éramos las únicas que entendíamos lo que había en el corazón y mente de la otra.
—¿Por eso estas aquí, para recordarla? — su pregunta me removió los pensamientos haciéndome preguntar para que estaba ahí si mi lugar era con Camila, celebrando su cumpleaños. Me sentí estúpida por no saber responderle, pero ella lo entendió todo y abrió los ojos grandemente y sacó el celular del bolsillo, la fecha lo decía todo.
—Es hoy ¿cierto? 27 de marzo —susurró y un suspiro involuntario escapó de sus labios que sin querer yo también lo repliqué. —Lo olvide por completo. ¡Diablos! ¿Cuánto ha pasado? ¿Cinco o seis años?
—Ocho en realidad. —respondí rápido, sabía con exactitud el tiempo que había transcurrido desde entonces porque mi cabeza era un calendario cuya única fecha a recordar era esa. La muerte al igual que la vida suelen tener ese efecto en las personas. Contrario a cuando empezamos a hablar Collins ya no tenía esa sonrisa alegre, ahora su mirada lucia triste y la posición rígida de su cuerpo denotaba cuan incomoda estaba.
—El tiempo pasa rápido ¿cierto? —me encogí de hombros y guardé silencio mientras que con cansancio ella se dejaba caer en uno de los sofás. —Realmente lo siento, Lauren.
El tono amargo de su voz demostraba cuando afectada estaba por lo sucedido y aunque acepté su consuelo de cortesía no pude evitar pensar que encerrada en aquella disculpa había algo más.
—Todos lo hacemos.
—Revisé la ocupación de las habitaciones y la suya esta libre. Si tu quieres tal vez podríamos entrar... —mi sentido de alerta se activó y mi mente comenzó a atar cabos, y la presencia del doctor Jackson al acercarse y mostrarse sorprendido por la visita de la doctora Collins me confirmó que su sorpresa al recordar la fecha había sido una completa mentira. ¿Pero con que motivo?
Esperé hasta que ambos dejaron de hablar para acercarme nuevamente y despedirme pues al final ya había completado lo que venia a hacer, vi la hora en el reloj de mi muñeca y me sorprendí de lo tarde que era, Camila iba a matarme si no llegaba a casa a tiempo y con la suerte tan mala que tenía era seguro que perdería el vuelo.
—¿Vas tarde a algún sitio?
—Es el cumpleaños de mi novia— que bien se escuchaba esa palabra tan fuerte salir de mis labios. Sonreí con orgullo al recordar su sonrisa y la felicidad que con seguridad tendrían sus ojos cuando esta noche le hiciera la gran pregunta.
—Camila Cabello.
¿Cómo era posible que supiera su nombre? era imposible que la conociera porque Camila había llegado a mi vida mucho después de haber perdido el contacto con ella.
—¿La conoces?
—Me encontré a su madre hace unos años en el supermercado y me contó que estaban juntas. —asentí con la cabeza sin creer en sus palabras pero por el momento me conformaría con eso. — Y no sabes cuánto me alegra que olvidaras el pasado y la perdonaras, Camila no es una mala chica Lauren, ¡pero que te digo! Si tú ya lo sabes ¿no es así? por algo es tu novia y en toda relación la confianza es lo primero. Envidio tu buen corazón.
—¿A que te refieres con perdonarla? —Collins levantó las manos zanjando el asunto pero fue demasiado tarde porque sus palabras se habían quedado grabadas en mi cabeza.
—Camila fue la ultima persona que vio a Victoria con vida Lauren ¿no te lo dijo?
—¿Profesora se encuentra bien? —la evidente preocupación en la voz de Tina Rashid la devolvió de golpe a la realidad en la que estaba en medio de una clase importante y que de un segundo a otro se había perdido dentro en su mente.
Recorrió con su mirada cada una de las filas y vio la preocupación grabada en sus rostros, seguramente estaban recordando el terrible ataque de ansiedad que casi la deja sin trabajo.
—Estoy bien. —sonrió avergonzada mientras un sutil tono rojizo llenaba sus mejillas. —Volvamos a lo importante ¿de que estábamos hablando?
Luego de un breve murmullo grupal Tina volvió a tomar la palabra.
—Nos explicaba que es la poesía profesora. — Lauren asintió y sin más dilación se dirigió a la pizarra y con la tiza entre sus dedos escribió en letras grandes;
"POESÍA"
<<En términos generales la poesía no es sino la manifestación de la belleza por medio de palabras que le den un sentimiento estético a lo que queremos contar... —explicó, pero el movimiento de una mano en la parte trasera de una de las filas, llamó su atención. — Si Señor Sullivan...
—Lo que acaba de decir sobre un sentimiento estético...—Lauren asintió instándolo a continuar— Se refiere a palabras bonitas ¿cierto?
—Esa podría ser una definición, pero no la más adecuada. —respondió mirando a todos y a nadie al mismo tiempo. Sus miradas se entendían como confusas por lo tanto Lauren se vio obligada a dar una explicación mucho más concisa de sus palabras. —En mi opinión "bonito" no es algo que le haga justicia y puede ser incluso hasta burdo. Una flor es bonita, los perros y los conejitos también lo son, pero no encajan en absoluto con la definición de estética que es tan propia de la poesía. La poesía es todo menos bonita, es cruda, es fría, es dulce, es triste; es cada cosa que podamos imaginar siempre y cuando represente una visión del mundo mediante metáforas que normalmente están escritas en verso o en prosa. —adelantándose a las preguntas Lauren volvió sobre sus pasos y escribió nuevamente en el pizarrón: "LENGUAJE"
<<El lenguaje que se usa en la poesía es distinto al cotidiano. Con esto me refiero a que en lugar de decir "que guapa estas" podríamos utilizar "ante mis ojos tu belleza es fácilmente comparable con el azul del cielo y mar" de esta manera estamos utilizando un lenguaje diferente.>>
—En pocas palabras quiere que nos expresemos como en la Inglaterra del siglo XVI.
Las miradas de Lauren y Tina se juntaron durante un breve lapso, el suficiente para que la estudiante bajara la cabeza intimidada por la intensidad de sus ojos verdes.
—Mis padres aún no habían nacido — comentó alguien al fondo del salón haciendo que todos, especialmente Lauren, lo observaran con curiosidad.
—Ni sus padres señor Crawford, ni ninguno de los nuestros, nacieron durante en ese siglo. Somos material nuevo, incluso yo que ya estoy entrada en años. —señaló mientras volvía a su tarea en la pizarra. —En cuanto a hablar como personajes del siglo XVI señorita Rashid... no quiero eso, simplemente busco que activen su mente, que busquen los misterios que todas estas "palabras estéticas" ocultan. Como ejemplo vamos a tomar un trozo de un poema de José Ángel Buesa y lo analizaremos con todo y sus palabras estéticas.
Como era su costumbre Lauren se aclaró la garganta y recargó la espalda en el escritorio mientras su mirada bailaba sobre cada párrafo dibujado en el libro que llevaba entre sus manos. Dio un rápido vistazo al aula y finalmente tras dar un suspiro, empezó a leer aquel poema que tanto que le gustaba, demoró un poco saboreando las palabras en su boca mientras que con su voz peligrosa y atrayente recitaba con un ritmo invisible cada uno de los versos. Se detuvo en lo que ella creía era lo más sencillo de explicar y por consiguiente de entender para sus estudiantes.
"Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
"Como un surco que intenta rechazar la simiente".
<<Aquí está un claro ejemplo de lo que hablamos antes, el lenguaje. En primera instancia se nos dice que el hombre en cuestión rechazó inútilmente a una mujer y lo dice con palabras que todos podemos entender ¿cierto? Pero lo importante esta en lo siguiente que dice porque allí es donde encontramos la metáfora y las palabras estéticas "como un surco que intenta rechazar la simiente". En términos generales un surco es cualquier ranura o repliegue sobre una superficie, y la simiente es aquello que forma parte de un fruto y que después le permite dar vida a una nueva planta. Con los significados literales ya unidos podemos darnos una imagen clara de lo que quiere decir. A menos que la tierra o los huesos y semillas estén malos de alguna manera, es imposible que el surco rechace la simiente.
"Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía."
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
—Un vistazo de cinco minutos para el próximo examen a quien sea capaz de descifrar el misterio que encierra ese párrafo.
Diez manos se levantaron y Lauren sonrió victoriosa, estaba consiguiendo la excitante interacción que incitaba la poesía y eso la hacía sentir satisfecha, sin importar que el único motivo que los moviera fuese el interés por la jugosa recompensa que ofrecía.
Tina Rashid, Warren Sullivan, Gracy Myers y otros mas levantaron la mano, pero el ganador fue sin ninguna duda fue Ryan Brown, Lauren no estaba muy entusiasmada por su respuesta, pero aun así decidió darle la oportunidad.
—Ilumíneme señor Brown.
—Pienso que el hombre que cuenta la historia es el típico amante resentido porque la mujer a quien ama se casó con otro que aparentemente es una mala persona, y la reclama como suya porque la mujer también lo ama. Probablemente tuvieron un amorío y ella fue obligada a casarse con alguien rico a quien no ama y entonces ellos...
Ryan estaba dispuesto a seguir con la disparatada historia que había creado en su mente y a pesar de que no estaba tan mal encaminada, Lauren se vio obligada a cortar el hilo de su explicación.
—Con eso es suficiente señor Brown. —le sonrió amable —Lejos de toda la novela que creo en su mente, debo decir que su respuesta fue correcta, así como la que todos hubieran dado si les preguntaba. Esto es lo maravilloso de la poesía, que puedes darle el significado que tú quieras y al final vas a tener razón porque todo es cuestión de interpretación. La poesía se trata de conectar con quien la escribió, es sobre compartir pensamientos y sentir que aquello que está escrito es parte de ti, de mí, de todos.
—Pero profesora la poesía es aburrida. —refunfuñó mirándola con aburrimiento. — Todas esas frases largas y modismos antiguos me dan jaqueca.
Nada mas escuchar aquello Lauren sonrió con emoción porque desde que empezara a preparar la clase ya había previsto que alguien diría eso, y estaba ansiosa por demostrarle cuan equivocado estaba.
—No es necesario leer a poetas del siglo XV o XVI — sonrió mirándolos a todos. —Entiendo y es completamente normal que no se sientan identificados por las situaciones, pensamientos o la forma de hablar de personas que vivieron hace cien o doscientos años y no pienso obligarlos a que lean párrafos y párrafos de cosas que les parecen "aburridas" porque eso sería cruel. La poesía no solo se limita a la antigüedad, también hay poetas modernos que tienen pensamientos y sentimientos acordes a una época más reciente con la que estoy segura van a vincularse mucho mejor. Milk and Honey Rupi Kaur es un ejemplo perfecto de poesía moderna.
Afortunadamente Lauren aquel día Lauren llevaba el libro en su mochila. Revisó un par de paginas hasta dar con lo que estaba buscando y sin mas comenzó a leer.
"i know it's hard
believe me
i know it feels like
tomorrow will never come
and today will be the most
difficult day to get through
but i swear you will get through
the hurt will pass
as it always does
if you give it time
and let it so let it
go
slowly like a
broken promise
let it go"
—Pero eso no rima, profesora.
—Eso es porque esta escrita en prosa, pero si prestan atención encontraran que hay muchas similitudes, no tantas como en el verso, pero alguna relación habrá. —Sullivan asintió y devolvió su mirada al cuaderno para releer lo que había escrito. —Otro ejemplo de poesía moderna y que particularmente a mi me gusta mucho es Samantha Jayne, tiene un Instagram llamado "quarterlifepoetry" y esta mayormente dedicado a la poesía, cada día hay una nueva imagen con una cita importante. Lo recomiendo ampliamente y voy a dar una respuesta correcta en la próxima prueba a quien la siga y demuestre un interés real por lo que ahí pública. Quiero pruebas y no precisamente una captura de pantalla.
—¿El hip hop también es poesía? —inquirió Sullivan para romper la emoción que recién se había creado en sus compañeros.
—Muy bien dicho señor Sullivan, el hip hop es un ejemplo perfecto de la poesía en rimas porque es algo que todos pueden entender. —respondió sonriendo. —A eso es lo que queremos...
La puerta del aula se abrió por completo interrumpiendo el discurso de Lauren y tomando la atención de todos. De pie frente junto a la puerta se encontraba Kelsey Holt con el rostro serio y los ojos enrojecidos. Su corazón empezó a latir rápido en anticipación a su presencia. Iba a preguntar el motivo de su interrupción, pero la rubia con gesto fastidiado se adelantó
—Lo siento por interrumpir, pero tiene una llamada. —contrario a lo que hubiera hecho en el pasado Kelsey asintió con la cabeza y sin esperar respuesta dio media vuelta y continuó su camino.
Confusión, eso fue exactamente lo que Lauren sintió cuando vio la puerta abierta y el pasillo vacío. Le tomó tan solo unos segundos para ir detrás de ella.
—Kelsey por favor espera un momento ¡Tenemos que hablar!
A medio camino y ante las insistencias de Lauren, Kelsey se detuvo y la enfrentó. Sus miradas se encontraron y Lauren se sintió intimidada ante la profundidad y dolor que había en sus ojos, dio un par de pasos hacia atrás por la impresión haciendo que la rubia negara con fastidio.
—¿Qué quieres Lauren?
—Solo quiero hablar. — la ironía en todo aquello hizo reír a la rubia. —Tu más que nadie sabe que lo necesitamos.
—¿Lo necesitamos? —volvió a reír—Si esto es por Nicolette, no quiero que lo hagas. Hablé con ella y estamos bien.
—No es por Nicolette— mintió— Yo quiero solucionar las cosas. ¿Qué nos pasó?
—La pregunta correcta es ¿Qué te pasó a ti, Lauren? encuentras el cambio en todos, pero no te das cuenta que fuiste tu quien nos hizo cambiar. Es estúpido e irónico que quieras hablar justo ahora cuando estuve arrastrándome durante meses para únicamente conseguir una sonrisa forzosa a cambio. No puedes pedir lo que no das. Lo siento, pero ahora soy yo quien no quiere hablar contigo.
—Me traicionaste ¿qué esperabas que hiciera? —gritó con coraje y Kelsey negó con la cabeza sin poder creer los alcances de su colega.
—La verdad es que ya no me importa lo que creas o pienses de mí porque yo se quien soy y estoy tranquila porque se que no hice nada malo en tu contra.
Lauren planeaba replicar, pero el timbre insistente del teléfono de Kelsey la interrumpió, sus ojos siguieron el movimiento de su mano hasta el bolsillo de su chaqueta y luego lo llevó hasta su oreja. Poco fue realmente lo que escuchó, pero entre frases inconexas lo único que tuvo claro fue la voz de la mujer en el otro lado de bocina gritando. "Lo hizo otra vez" después Kelsey respondió con un simple "voy en camino" y un segundo después se encontraba sola a mitad del patio con la cabeza llena de preguntas y un dolor extraño en el pecho.