Si alguna vez creí que la mansión era la más grande, me equivoque.
El joven Lowell abrió las rejas y pidió que pasáramos.
El jardín era una enredadera y el patio se encontraba sin ningún arreglo más que el de una maceta tirada.
— no habíamos venido desdé hace diez años, esta casa debe estar peor por dentro—comentó el Joven Lowell.
Toco la puerta con fuerza hasta que esta abrió, un hombre nos inspecciono con la mirada para luego dejarnos entrar.
—Habitación 55, ahí está todo lo que necesitan, yo me retiro—dijo entregándole unas llaves al joven Lowell.
—gracias, señor...
El hombre salió apresurado cerrando la puerta.
—Sofia, lleva a la señorita Jade a la habitación más cercana a la tuya, pronto llegaran unas criadas que alistaran la comida para que puedan deleitar sus paladares, permiso...
Se retiró con una sonrisa, una que no me agrado.
— señorita Jade, acompáñeme...—pidió el conde Drácula.
Asentí con la cabeza siguiéndolo al jardín de la mansión.
— Le pido que se vaya— amplíe los ojos al escucharlo, creí que me negaría escuchar cualquier idea del joven Lowell, todo, menos que me pidiera irme.
— el joven Lowell me pidió que viniera, no me iré si eso es lo que quiere.
— Jade, por favor... Vete...
— ¿por qué?
Sus ojos se clavaron en los míos mientras sus labios se cerraban sin decir ninguna palabra más.
— ¿tan difícil es dar una explicación?
— No quiero que te pase nada...—sus manos tomaron las mías— Jade... Vete...
Mire hacia la casa, esto era parte de él, si lo que quería era que no lo conociera lo entendí pero quería que él me lo dijera.
— Drácula, entra a la señorita— Lowell salió de la mansión molesto y acercándose a mí.
— Cállate—gruño el conde molesto.
Lowell tomo mi brazo apartándome de él y entrelazando nuestros brazos.
Mire para atrás observando como el pecho del conde Drácula subía y bajaba, su respiración era brusca y sus nudillos estaba rojos.
Volví la vista al frente mientras Lowell caminaba más rápido dándome una vuelta por el jardín.
— ¿Le pidió que se fuera?— preguntó Lowell.
— si.
— ¿le obedecerá?
— ¿acaso tengo que hacerlo?
— no, si la traje aquí fue porque he notado lo que usted no.
— ¿y que no he notado?
— Que siente algo más que aprecio hacia mi hermano, podría jurar que lo que sienten ya es amor—me detuve al escucharlo.
— es mejor que no jure nada entonces.
— señorita Jade, Drácula y Sofia son más familia suya que mía, no los unirá un lazo de sangre, los une algo más fuerte que eso, le pido que se quede. Si dura más de una hora esta noche, usted será una Collins y demostrara el amor que le tiene a mi hermano, de lo contrario puede tomar su maleta e irse— sus últimas palabras fueron acompañadas por él.
Camino con firmeza hacia la mansión y entro sin mirar atrás.
º º º
Sofia miraba a sus hermanos, el conde Drácula estaba en la cabeza de la mesa y Lowell en la otra.
Sofia estaba delante de mí mientras ambas comíamos sin articular ninguna palabra.
El conde Drácula y Lowell no tocaban su comida, solo la observaban sin expresión alguna.
— ¿no tienes hambre? — preguntó Sofia observando a Lowell.
— no, querida.
— ¿entonces por qué mandaste a preparar la comida favorita de nuestra madre?
— es en su honor.
Sofia miro al conde quien observaba a su hermana con pesar.
— Hermano...
— termina de comer y sube a tus aposentos— ordeno el conde.
Sofia miro a su hermano molesta y se levantó.
— he terminado.
Mire su plato el cual seguía lleno ¿acaso era yo la única que comía?
— Hermana, siéntate—dijo Lowell con ternura.
— no...
— Sofia...— el conde Drácula pronuncio su nombre molesto y demandando con la mirada que volviera a sentarse.
Sofia amplio los ojos al ver la actitud del conde, hasta yo quedé sorprendida.
Sofia volvió a sentarse y las lágrimas se aproximaron.
El silencio se llenó con el chillido de Sofia.
No aguante más verla de esa manera y me levante acercándome a ella.
— vamos... Tu hora de dormir ya se atrasó.
La tome de la mano y camine junto con ella a sus aposentos.
Al llegar le dije que se cambiara y que yo la esperaría. Me acerque a la ventana con intención de abrirla y dejar entrar un poco de aire pero me sorprendí al ver que estas no podían abrirse, todas estaban selladas.
— Termine...—dijo Sofia haciéndome girar.
— está bien, entra a tu cama e intenta dormir, mañana regresaremos.
— ¿Por qué se comporta de esa manera?— preguntó Sofia caminando a su cama.
— no lo sé, pero espero su actitud cambie al volver a casa.
— esta es nuestra casa, sé que la llegada de Lowell no le agrado y menos la manera en la que le hablo, señorita Jade.
— creo que el conde Drácula está feliz al tener a toda su familia junta.
— claro que no, desde que tengo uso de memoria los he escuchado discutir, siempre hablan del pasado y olvidan su presente, ambos se culpan de la muerte de mi madre y eso... Eso no tiene sentido — Sofia abrazo sus rodillas.
— descansa, verás que mañana ya todo estará bien, tu hermano se disculpara.
— tengo miedo... Odio con todas mis fuerzas este día.
Camine a ella y aparte su cabello del rostro.
— si el joven Lowell quiso venir aquí fue para recordar a tu bella madre.
Sofia río y me observo.
— ¿bella? No conoce nada... A lo que usted le dice bella, yo le llamo monstruo, pero aun así, ella fue mi madre y le debo respeto, es un monstruo que separo a mis hermanos, no sé si debo agradecer por no conocerla —suspiro — Quisiera descansar.
— Descansa...—dije besando su frente y apagando la última vela.
La confusión llenaba mi mente. ¿Cómo fue Victoria Collins?
Camine hasta los aposentos del conde Drácula y toque la puerta. La puerta no se abría pero podía escuchar como camina por la habitación.
— Abra la puerta, por favor... —pedí tocando por última vez.
— Pasa...—escuche del otro lado.
Gire la perilla y abrí la puerta, el conde Drácula camina de un lado a otro con frustración.
—cierra la puerta Jade—ordenó.
— ¿está bien?
El conde se acercó a mí y tomo mi rostro entre sus manos pegando nuestras frentes.
— lo quiero Jade... No quiero, te juro que me arrepiento... La odio...— su voz salía con miedo y desesperación, una lágrima recorrió su mejilla y su respiración se volvía agitada.
No entendía lo que le sucedía, tome su rostro y lo aparte de mí.
— ¿Qué te sucede?— pregunte preocupada y limpiando sus lágrimas.
— no quiero... Jade... No puedo, no más...
Su cuerpo fue quedando sin fuerzas hasta que sus rodillas tocaron el suelo, el sudor goteaba de su rostro y el miedo estaba en su mirada.
Lo atraje a mí y lo abrace como si se tratara de un niño pequeño.
— ¿que está mal contigo? — pregunte preocupada al verlo asustado.
— Estoy llevándote a mi infierno...—dijo apartándose de mí— no entiendo ni en qué momento el corazón que creí muerto volvió a latir...
Su mano poso en mi mejilla, lentamente fue atrayendo mi rostro al suyo, justo cuando creí sentir sus labios se detuvo.
Nuestros rostros estaban a milímetros de tocarse pero solo sentí su aliento chocar y preguntarme.
—¿me amas?
¿Podía yo amar? ¿Por fin podría saber y sentir que era ese sentimiento?
Podría...
— Lo amo...—respondí rompiendo la distancia que nos separaba.