HOPE ━ j. hoseok

By Pandepipas2

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«Un error puede cambiarlo todo en menos de segundo. Un error puede deshacerse de todo aquello que jamás pensa... More

hopeless
prólogo
playlist hope I
1 · error
2 · mimoso
3 · buen humor
4 · control
5 · alegría
6 · hogar
7 · pasión
9 · salvación II
10 · ¿amigos o hermanos?
11 · el drama de Jimin
12 · destino: desconexión I
13 · destino: desconexión II
14 · trabajo
15 · distracción
16 · ¿fallo de memoria?
17 · cotilleo
18 · bicho
19 · realidad
20 · la verdad no contada
21 · ¿vida perfecta?
22 · pertenencia
23 · descubrimiento
24 · examen
25 · lleno
26 · familia
27 · confianza
28 · repetir
29 · humillación
30 · bandera blanca
31 · cambio
32 · juntos
33 · desaparición
34 · desmorone
35 · igual
36 · miedo
37 · busan
38 · confesión
39 · nada y todo
40 · dolor
41 · apoyo
42 · pasado y verdad
43 · ¿perdón?
44 · perdón
45 · esperanza
46 · bienvenida
¡nota importante!
hope
playlist hope II
interlude
47 · vacío y completo
48 · novedad
49 · distancia
50 · dificultad
51 · incomodidad y miedo
52 · nostalgia
53 · pasado
54 · hacia delante
55 · aceptar y olvidar
56 · fin
57 · hermano
58 · mi lugar
59 · romperse y arreglarse
60 · hawai
61 · tranquilidad
62 · cicatrices
63 · normalidad
64 · color
65 · vida
66 · felicidad
epílogo
agradecimientos
curiosidades
extra 1
notita

8 · salvación I

321 27 41
By Pandepipas2

Soojin

En ocasiones no sabía que era peor, si las broncas que me envolvían y me disminuían por completo o esas broncas en las que era una mera expectante de la situación, que no me envolvían directamente pero que producían cada vez más y más estragos en mí como si así lo fuera.

Revolví los palillos en el bol sin pegar un bocado más y solo desvié la mirada en dirección a mis padres, quienes mantenían una fuerte discusión frente a mí sin pudor. Me sentía como en un partido de tenis en el que dejas que tu cabeza se mueva de un lado al otro para seguir la pelota y esperar a saber quién saldrá como ganador de un juego en el que tú no podías intervenir.

—¿Ahora es culpa mía? —Preguntó mi madre mientras se levantaba de la mesa sin terminar de cenar.

Mi padre se levantó también, enfurecido.

—¡Claro que lo es! —Exclamó muy convencido de sus propias palabras.

Las náuseas instauradas en mi estómago se hicieron más presentes en ese momento donde la conversación se volvía cada vez más y más intensa. Tuve que apartar el bol de delante de mí, incapaz de poder dar un bocado más.

—¿Es mi culpa que te pases todo el día fuera de esta casa? No lo es —zanjó antes de cruzarse de brazos mientras le miraba con bastante detenimiento. Tragué con dificultad, nerviosa.

—Solo te pedí una cosa Sohye, solo una y no la has cumplido. ¿Es que no aprendes? ¿Es que quieres medidas peores? ¡Solo tienes que encargarte de que ella haga lo que debe hacer y ni eso sabes! —Movió las manos enfurecido. Parecía seguir convencido de que tenía razón, aunque no la tuviera.

Como casi ninguna de las veces.

Agaché la cabeza mientras mi vista se nublaba en el proceso.

¿Por qué me sentía tan culpable ante las llamas que se cernían entre ambos a pesar de que hacía años que la situación era así? Sabía que mi nota era lo de menos entre aquellas palabras encrucijadas llenas de dolor y desespero pero ¿por qué me dolía tanto el pecho al saber que yo había sido la primera en tirar la bomba como si fuera mi culpa que ellos fueran incapaces de quererse?

Y aunque quisiera intervenir, las palabras no salían de mi boca.

—Ella ya es mayor para saber las cosas que debe hacer y las que no. No voy a estar siempre encima de ella solo para recriminarle todo lo malo que hace.

—¡Un cinco es inaceptable! Es momento de que tú pongas cartas en el asunto cada día porque sino la castigaré aquí dentro hasta que sus notas sean excepcionales.

Ninguno de los dos me había mirado desde que había dado la noticia y me sentía excluida de la conversación aún cuando yo era la protagonista principal.

Era como si fuera una muñeca que estaba allí, inerte, sin poder objetar nada.

—Claro, me dejas a mí el plato sucio porque no quieres lavarlo, según tú es mejor romperlo en pedazos.

Como mi corazón, con cada una de sus palabras.

Pero mi padre ignoró las palabras de mi madre antes de hablar conmigo.

—Soojin. —Di un respingo al escuchar la llamada de su parte porque no esperaba que él fuera a dirigirse a mí—. Esta será la última vez que permita un comportamiento así de tu parte una vez más, ¿de acuerdo? —Me quedé callada, cabizbaja—. ¡¿De acuerdo?! —Asentí para responder a sus palabras.

Resopló antes de sacar un cigarrillo y encenderlo.

—Cada día me decepcionas más. Primero empiezas a bajar al ocho y luego llegas con un novio que no deja de llenar tu cabeza de pajaritos preñados y sacas un cinco. —Chasqueó la lengua—. No entiendo cómo pude llegar a sentirme orgulloso de alguien como tú que solo piensa en divertirse cuando cada día doy todo de mí para que seas alguien. Para que seas como nosotros. Eres una deshonra.

Quizás, cuatrocientos cuchillos en el corazón me hubieran dolido menos que sus palabras que me quebraron por dentro y consiguieron que perdiera el habla por completo mientras mi vista se nublaba. Sus palabras persistieron en mi mente durante esos minutos de silencio que solo se vieron interrumpidos por su fuerte resoplido que retumbó en toda la estancia.

Agradecía que nadie pudiera ser consciente de aquella batalla que los tres manteníamos.

—He trabajado toda la vida de día y de noche para pagarte uno de los colegios más caros de todo Gwangju y así pudieras tener los mejores estudios. Pero luego llegas tú para agradecerlo con una nota tan humillante como es un cinco para la familia de la que vienes. —Su mirada me hizo temblar. Me hizo tenerle miedo—. ¿Por qué? Porque es mucho más divertido dejarte llevar por los encantos de un chico que suspende todas las asignaturas y no es capaz de levantar cabeza, que no llegará a nada en la vida. —Esas palabras hacia Hoseok, se me clavaron incluso más hondo que las que iban hacia mí—. ¿Crees quizás que él es tu principito azul? ¿Que él va a salvarte? Estás muy equivocada —zanjó, de nuevo convencido.

Sin importarle tan siquiera mis sentimientos.

Un fuerte dolor en mi corazón me invadió. ¿Por qué todo el mundo juzgaba a Hoseok cuando era la persona más bonita del mundo? ¿Qué importaba el estatus o el dinero cuando había sentimientos, cuando la otra persona daría su vida por la tuya? ¿Acaso importaba? ¿Era tan difícil que mi padre entendiera que Hoseok era el amor de mi vida? Parecía que sí.

—Él no tiene culpa de esto —tartamudeé, incapaz de mantener la compostura mientras decía esas palabras. Ellos simplemente me ignoraron siendo conscientes de que era un punto a favor que fuera tan incapaz de hablar con normalidad cuando me ponía nerviosa.

Incluso frente a ese claro ejemplo de que era imperfecta, se empeñaban en que debía ser algo que no podía.

Y que jamás sería.

—Escucha Soojin. Ya va siendo hora que dejes tus necesidades primarias y las satisfagas de otra manera. Ya está bien de reírte de nosotros —zanjó. Dio una larga calada a su cigarro—. ¿Cuántas señales más necesitas para que te des cuenta de que no puedes seguir haciendo esto? Si sacas estas notas, ¿cómo se supone que vas a ser la heredera de la empresa Park? Es decepcionante que no seas capaz de seguir ni siquiera los consejos de tus padres que solo buscan tu felicidad. —Quise reír ante eso.

Felicidad, ¿eh? Quizás vivíamos en mundos paralelos y yo no me había dado cuenta.

Quise reprochar pero no pude porque era incapaz de articular palabra.

—Nos debes todo pero tú solo te limitas a traer decepciones una detrás de otra —continuó. Volví a tragar con dureza mientras sentía mi garganta cada vez más seca—. Espero por lo menos que estés disfrutando mucho de tu tiempo con Hoseok porque...

—P-para —supliqué con dificultad. Estaba empezando a asfixiarme y no dudaba que en cualquier momento pudiera darme un ataque de ansiedad.

—... no me extrañaría que tuviéramos que tomar medidas. Tu único —exclamó por encima de mis súplicas— deber es sacar buenas notas, no limitarte a quedar con tu novio para pasarlo bien. Has tenido la cara de sacar un cinco y encima irte a casa de ese noviecito tuyo para hacer vete a saber el qué.

—Eso no es ver...

—¡Cállate! —Cerré la boca ante los gritos de mi padre sin poder evitarlo y me estremecí de nuevo. Sonrió de lado—. Ni eso sabes hacer. ¿Vas a conseguir que algún día me sienta orgulloso de ti?

Podría sacar una matrícula de honor y aún así jamás conseguiría eso.

—Creo que deberíamos dejarlo —zanjó mi madre—. Tendrás que estudiar más para la próxima, Soojin. —Su actitud indiferente me dañó lo suficiente como para ni siquiera mirarla. ¿Cómo podía permitir que soltara todas esas palabras hirientes sin defenderme?

¿Es que acaso alguno de los dos me quería?

—Para eso tendrás que ser más dura con ella.

Pero ni siquiera la miró. Solo se limitó a clavar su mirada en mí con dolor. Me quedé sin aliento mientras sentía que empezaba a faltarme la respiración cada vez más. Llevé mi mano en dirección a mi pecho como si eso fuera a regular mis problemas respiratorios a causa del estrés y el dolor de esas dagas en forma de palabras que continuamente mis padres me clavaban. Sabía que terminaría ahogada entre mi ansiedad pronto si ellos no paraban.

—¿Acaso piensas que esa actuación va a hacer que tengamos piedad? —Me cogió de la barbilla para que le mirara a los ojos. Quise llorar en ese momento.

No sabía si por el miedo o porque cada vez respiraba con mayor dificultad.

—Solo así vamos a conseguir que seas digna de nuestro apellido —zanjó mi padre antes de soltar sin piedad mi barbilla.

Mi entrecortada respiración llenaba la habitación mientras él aún creía que era una simple actuación. ¿No era irreal esa situación en la que tus padres solo se encargaban de destrozarte aún más? Ni aún encharcada en sangre ellos creerían que lo que me pasaba era real.

—Ponte a estudiar y ahórrate el dramaturgo o tomaré medidas. —Escupió como último plato antes de irse de allí. Los pelos se me pusieron de punta ante esa amenaza.

Escuché sus pasos mientras intentaba regular mi propia respiración.

Salió de la cocina dando un fuerte portazo que retumbó en la habitación y movió los platillos junto a la mesa. No quise ni buscar la mirada de mi madre. No quería que la ansiedad me carcomiera si esta me miraba con decepción. Solo me limité a intentar calmar mi respiración mientras escuchaba también sus pasos y los gritos de mi padre en el piso de arriba. Las lágrimas recorrieron mis mejillas como si me ahogaran.

Me rodeé con mis propios brazos, consciente del fuerte movimiento de mis pulmones que buscaban con intensidad retener un poco de ese aire que parecía esfumarse cada vez más. La habitación daba vueltas entre mi vista nublada ya no solo por las lágrimas que cada vez se hacían más persistentes sino por el mareo que tenía encima. Sentía que me desmayaría pronto y no dudaba que pasara.

No era la primera vez que me veía envuelta en un ataque de ansiedad y tampoco era la primera vez que lo pasaba sola.

Me daban ataques de ansiedad a cada momento. Estaba acostumbrada a la sensación de opresión por parte de mis costillas sobre mis pulmones que me dejaba sin respiración. Y aunque sabía que no era algo bueno para mi salud porque algún día terminaría en el hospital, ¿qué podía hacer cuando mis padres eran los causantes de esa continua ansiedad?

Era incontrolable.

Consciente de los gritos de mis progenitores que aún continuaban discutiendo entre ellos por mi culpa, intenté salir de allí como fuera. No sé cómo con lo temblorosas que tenía mis piernas y lo mareada que me encontraba, conseguí llegar con éxito a mi habitación y cerrar a su vez la puerta en el proceso.

Entre las sábanas, las lágrimas volvieron a recorrer mis mejillas sin pudor. Me ahogué entre mis sollozos, con un fuerte dolor sobre mi pecho en el que parecía que tenía un agujero en vez de corazón mientras sentía el dolor de pulmón.

Mi padres se habían llevado con sus palabras la poca tranquilidad que había acumulado gracias a Hoseok y parecía que ni siquiera les había importado lo más mínimo haberme dejado destrozada.

Las palabras que repiqueteaban en mi mente me volvían cada vez más insegura, más miserable, más inútil. El no ser como ellos querían me estaban haciendo más estragos de los que imaginaba y empezaba a creer que tenían razón.

Y aunque estaba acostumbrada a recibir un palo detrás de otro, no podía acostumbrarme al hecho de que mis padres, quienes debían encargarse de hacerme la vida más fácil y agradable, fueran los que me hicieran más y más daño.

Continué llorando bajo las sábanas gruesas que aunque parecían calentitas y acogedoras eran el mismísimo congelador que en ese instante no necesitaba. Ni siquiera la sudadera que me había prestado mi novio mantenía esa calidez y ese olor que había sentido en el mismo momento en el que él la había pasado por mi cuello con ese cariño que era capaz de hacerme sentir llena, en mi único refugio.

En ese momento, deseé poder trasladarme de nuevo a la casa de Hoseok, donde no hacía falta un calefactor para llenar una habitación de calidez cuando con solo una mirada, podías arder, podías sentirte perteneciente a algo. Porque era incapaz de sentirme de esa manera en el único lugar donde se suponía que debía serlo. El hogar en el que vivía era de todo menos eso. Las cuatro paredes de mi habitación se volvían cada vez más claustrofóbicas y me encerraban allí, con esa sensación de sentirlas más próximas, como si quisieran comerme viva. Mi estancia solo me recordaba el mucho sufrimiento que había sentido cada día de mi vida allí dentro. Días llenos de soledad, presión, estrés y total abandono que no me gustaba sentir ni revivir. Donde mis únicas compañeras eran las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas y el casi ataque de ansiedad que me producían.

Me deslicé por mi gran cama hasta la mesilla de noche para tomar mi teléfono móvil que acababa de sonar.


Hoseok 21:00

Seguro que estás cenando, pero quiero decirte esto antes de que se me olvide o pueda quedarme dormido sin querer... Gracias por lo de hoy, Soojin. Por todo lo que me dijiste sin querer. Significó mucho para mí. Cada día, me haces darme cuenta de que nunca me equivoqué al salir contigo.

Si me necesitas, para lo que sea, me tienes aquí sin duda, ¿vale? Te quiero tanto que quizás algún día me explote el corazón.


Y a pesar de que las lágrimas aún recorrían mis mejillas, no pude evitar sonreír ante sus palabras. En momentos como esos, en los que la ternura invadía el aura oscura que en ocasiones parecía que portaba, era cuando más amaba a Hoseok. Me gustaba cuando la apartaba y se dejaba ver desnudo, sin miedo. Cuando mostraba sus sentimientos. Me hacía sentir afortunada de ser la única que podía apreciar esa desnudez.

Él ignoraba lo tan importante que era para mí...


Yo 21:40

Solo dije lo que merecías recibir. Incluso puede que merecieras más y la vergüenza no me permitió decir todo...

Eres un cielo y te aseguro que puede que acabemos juntos en el hospital por un explote de corazón mutuo.

Tranquilo, no te preocupes, estoy bien. Te quiero muchísimo.


Y aunque no quería mentirle, la idea de que su sonrisa desapareciera no me hacía especial ilusión. Después de un día en el que lo había pasado tan mal, lo menos que quería era destrozar su felicidad por los continuos problemas con mis padres en los que él no tenía nada que ver. Era verdad que en ese instante necesitaba su apoyo más que nunca, pero en el fondo, no quería ser una carga para él. Aunque me dijera que no le importaba que le contara esas cosas, sabía lo mucho que le molestaba la actitud de mis padres y sin querer, se iba a preocupar más de lo debido.

Al final aquella situación, no dejaba de ser nada más que el pan de cada día, en especial, esos días en los que comunicaba una nota baja, que solía ser de una manera inusual pero que la exageraban como si fuera algo habitual y catastrófico. Para ellos solo podía ser una chica perfecta, no valía nada menos que un sobresaliente o matrícula de honor.

Me abracé a mi teléfono móvil como si fuera Hoseok quien estuviera ahí, entre mis brazos. Me dejé llevar por el cierre de mis ojos. Solo con ese pequeño mensaje, había conseguido relajarme un poco hasta el punto de que ya ni siquiera oía las voces de mis padres que aún parecían pelear en la habitación contigua. Deseé en ese momento de calma resguardarme en los brazos de mi novio y que él me acariciara el pelo como si no pasara nada, que me hiciera saber sin palabras que él estaba ahí que estaba llenando el vacío que mis padres se habían encargado de cavar con ímpetu.

Pensé entonces en los gruesos labios de Hoseok rojizos por la sesión de besos que nos habíamos dado un poco antes de dejarnos llevar por Morfeo. Estaban entreabiertos, llevados por la plácida respiración que mantenía mientras dormía. Sus largas pestañas caían, junto a sus párpados cerrados. Su castaño cabello estaba algo alborotado a pesar de que nos habíamos mantenido en la misma posición por una hora y su pecho subía y bajaba a un débil ritmo, tranquilo. Parecía un mismísimo angelito, traído solo por y para cuidarme, para hacerme feliz.

No recuerdo el momento en el que logré conciliar el sueño ante ese recuerdo de una tarde perfecta con el amor de mi vida. Tampoco sé cómo pude hacerlo sin hundirme en mis destructivos pensamientos. Pero parecía que Hoseok se había encargado de eliminarlos como solo él sabía hacerlo.

¿En qué momento se había convertido en mi única salvación?



Soojin

Desperté con un fuerte dolor de cabeza reflejo de la tensión que había sentido la noche interior y que sin querer me hizo creer que ese día iba a ser de todo menos agradable. Pero debía seguir mi vida por mucho que no tuviera energías para ello y no debía rendirme después de todo. Incluso cuando el mundo me ponía cada vez más piedras en el camino.

Me deshice del edredón que me cubría para sacarlos pies de la cama. A continuación estiré mis brazos como si mi único objetivo fuera coger unos cuantos centímetros de más. Respiré hondo para después expulsar todo ese aire que había acumulado en el interior de mis pulmones, en busca de relajar de alguna manera mi persistente dolor de cabeza. Pero no parecía que me fuera abandonar ese día. Solo crugí un poco mi tenso cuello y tomé mi móvil.


Hoseok 06:30

Buenos días pequeña, ¿qué tal has dormido?


No dudé esbozar una pequeña sonrisa enamorada ante ese primer mensaje del día, acompañado de un gran corazón que ocupaba casi todo nuestro chat de KakaoTalk.

Por cosas como esas, siempre había una razón por la que merecía la pena volver abrir los ojos. Y Hoseok siempre era una de ellas. Se había encargado de alegrarme el día en un segundo y parecía que había mejorado la mañana solo con eso. No dudé en responder con un sticker incluso más grande, junto a una foto llena de corazones. Después de eso, me levanté para poner rumbo a la cocina en busca de tomar algo de desayuno.

Me había levantado un poco más tarde de lo normal y no quería atrasarme demasiado después de haber recibido suficiente bronca el día anterior.

—Buenos días —saludó mi madre junto a su taza de café nada más verme. Mi padre ni siquiera levantó la cabeza del periódico que leía.

Desvié mi mirada hacia la mesa.

—¿Me has hecho el desayuno? —Asintió ante mi sorprendida pregunta. Sobre la mesa, me esperaba un gran tazón de leche.

—Quizás esté fría, hace un rato que la calenté —me informó pero negué con la cabeza al tomar asiento y rodear con mis manos ese tazón. Sabía que significaba ese desayuno.

Era el perdón sin palabras que ella quería brindarme porque en el fondo, solía sentirse culpable después de todo. Pero igualmente, esa culpabilidad no la hacía convertirse en una mejor persona cuando había sido incapaz de defenderme.

—Te levantaste tarde así que te llevaré a clase. —Abrió por fin la boca desde que había aparecido allí. Después de eso, nadie agregó algo más.

Desayuné entre el silencio de dos personas que se suponía que debían llenarme la mañana de alegrías, sonrisas y bienestar para la jornada escolar que me esperaba. Personas que debían encargarse de mantener un ambiente cálido para todos junto a conversaciones triviales en las que me animaban y se preocupaban de los asuntos que creaban alguna inseguridad en mí. Personas que habían nacido por y para ayudarme en lo que fuera necesario... Pero esa ilusión sería algo que jamás pasaría entre esas cuatro paredes en las que solo me juzgaban y jamás se preocupaban por mis inseguridades o problemas.

Y menos cuando eran los causantes de todos ellos.

Intenté no prolongar el desayuno, por lo que en menos de diez minutos, me encontraba de vuelta en mi habitación para coger el uniforme y meterme en el baño. Descarté la idea de darme una ducha a pesar del mal aspecto que tenía y es que no iba a darme tiempo por mucho que quisiera. Lo único que pude hacer fue lavar mi rostro, peinar mi largo pelo castaño en una coleta alta y aplicar un poco de corrector de ojeras que me hiciera verme un poco menos miserable de lo que ya me veía.

Y agradecí la existencia de ese material químico que conseguía arreglar la cara de cualquiera en menos de cinco minutos.

Después de eso, me coloqué todo el uniforme escolar que implicaba unas medias negras más o menos bajas que me llegaban un poco por encima de la rodilla, una falda a medio muslo del mismo color, una camisa de botones blanca junto a un lazo rojo atado en el cuello y encima una chaqueta de traje oscura con unas pequeñas líneas rojas en las muñecas que la rodeaban.

Suerte que ya quedaba menos para vestir el cómodo uniforme de verano.

En menos de cinco minutos salí de allí con prisas ante la llamada de mi padre. Comprobé entonces si llevaba todo lo necesario para el día que me esperaba y no tardé en reunirme con él en la puerta principal.

—Soojin —me llamó mi madre mientras se apoyaba en el marco de la puerta—. Esta noche tengo una cena de empresa y como trabajo, no pasaré la tarde aquí. Tu padre tiene turno de noche así que tampoco vendrá.

Asentí ante sus palabras mientras observaba como mi padre se colocaba algunos mechones de su pelo castaño en el espejo del recibidor.

—Sabes que tienes que venir a casa a estudiar, ¿no? Debes subir esa nota.

—Ya —zanjé antes de apartar la mirada de mis progenitores. No quería hablar más sobre ese tema.

Y tuve suerte de que mi padre no dijera nada más.

Salimos de la casa sin gracia en la que vivía apenas diez minutos antes de que fuera la hora de empezar las clases. Aunque sabía que en parte era culpa mía porque me había dejado dormir, mi padre tampoco parecía tener demasiada prisa esa mañana. Odiaba que me pidiera perfección cuando él ni siquiera tenía una pizca de eso, cuando no era más que un idiota. Me prometí a mí misma que no sería mi culpa si llegaba tarde.

Nos subimos al coche de alta gama color blanco de mi padre que había comprado hacía unos meses atrás, cuando le habían ascendido en el hospital. Dinero que yo había querido que ellos utilizaran en un viaje familiar que nunca se dio. Que nunca se daría. Lo había incluso suplicado porque pensaba que sería la idea perfecta para mejorar la relación con mis padres. Pero no me había sorprendido que unas vacaciones hubieran sido reemplazadas por algo tan material como un coche.

Al final los coches no tenían sentimientos así que no podían sentir tanto asco por mi padre como yo lo sentía por él.

—Wooseok me contó que pasaste el sábado noche con Yeonji —comentó mientras expulsaba el contaminado aire de ese cigarrillo que estaba empezando a marearme. Odiaba el tabaco con todo mi ser—. También me contó que obtuvo una de las mejores notas de la clase.

—Sí —respondí sin más. Me fijé en el paisaje que pasaba por mis ojos mientras deseaba que eso me tranquilizara de alguna manera.

—Deberías aprender de ella, nunca hace un paso en falso.

—Es mi mejor amiga.

—Ya.

Aguanté las ganas que tenía de rodar los ojos.

—No puedes negar que es una chica muy inteligente, estoy seguro de que llegará lejos, no tengo ninguna duda. —Sus ojos brillaban, orgulloso. Sentí unas terribles náuseas ante esa mirada soñadora.

Se alegraba más por ella que por su propia hija.

Decidí permanecer callada y me centré en el pequeño hilo musical que resonaba entre nosotros. Deseé ser dueña de esas palabras, que estuviera tan orgulloso de mí que de ella.

Pero eso jamás pasaría.

—Va a ser una gran honra para su familia. —Sus palabras se sintieron de nuevo como dagas en mi pecho que se clavaban con intensidad. No, no. Sentí de nuevo un fuerte ardor en esa zona—. Aunque no me extraña, es una gran estudiante, centrada en lo que debe ha...

—Papá, déjame aquí. Iré caminando.

Y aunque parecía descontento ante mi interrupción, no se lo pensó ni dos veces antes de parar el coche a un lado de la carretera para que pudiera bajarme.

No estaba dispuesta a escuchar de nuevo esas palabras que solo tenían el fin de destrozarme, de hacerme sentir culpable, de manipularme para acabar con toda esa tranquilidad que había conseguido cultivar mientras me preparaba para ir a la escuela. Me había propuesto no preocupar a nadie y sabía que como continuara escuchando sus palabras, otro ataque de ansiedad se iba a hacer presente en mí.

Por una vez en la vida, quería tomar una decisión coherente.

—Bueno, hija, adiós —se despidió sin más, sin una pizca de cariño en sus palabras, molesto. Pero no me importó lo más mínimo cuando sentí un gran alivio en mi pecho solo de ver cómo se esfumaba y saber que no le vería hasta el día siguiente.

Más alivio sentí cuando vi a lo lejos, la figura de la única persona que me apetecía ver esa mañana. Mi única salvación. Y aunque parecía una mera casualidad de la vida, no tenía ninguna duda de que había sido cosa del destino encontrarle justo al bajarme de aquel insufrible coche en donde estaba una de las personas que más detestaba en el mundo.

—¿Soojin? —Preguntó extrañado, como si no se esperara que estuviera ahí. No tardó en acelerar el paso para rodearme con sus brazos.

Me reuní entre ellos y me permití apreciar esa calidez que necesitaba, esa protección. Después de tantas horas fuera de mi hogar, volver se sentía muy cálido y seguro.

—Pensé que llegarías antes —agregó. Levanté la cabeza para mirarle, sin dejar de agarrarme con fuerza a su cuerpo.

—Me quedé dormida y mi padre me trajo hasta aquí —le informé—. ¿Qué tal estás?

—Bien solo de verte. —Mi corazón se aceleró ante sus palabras y empecé a sentir como el calor se arremolinaba en mis mejillas—. Ayer cené con mamá y esta mañana Jiwoo me avisó de que se vendría a casa esta tarde con Mickey.

—¿En serio? —Pregunté con una pizca de emoción en mis palabras. Me hacía tan feliz su felicidad que no importaba que unos minutos atrás estuviera apunto de sentir otro ataque de ansiedad en menos de doce horas.

—Sí. —Sonrió de manera que su dentadura se hizo presente, al igual que su sonrisa en forma de corazón—. Por eso llego un poco tarde, porque estuve hablando con ella por teléfono... Ya sabes que es muy habladora.

—Lo sé. —Acarició mi mejilla con cuidado antes de plantar un pequeño beso sobre mis labios que fue reparador para mis oscuras emociones.

De verdad que Hoseok desconocía lo tan importante que era para mí.

—¿Y tú? —Deslizó su mano por mi cabello recogido y mi cuerpo hasta llegar a entrelazarla con la mía. Nuestros dedos hicieron contacto y sentí entonces que no necesitaba nada más

Que el mundo solo con su existencia, estaba lleno de color.

—¿Soy yo o hoy estás guapísima? Pareces una diosa...

—Tienes que estar vacilando —dije sin poder creerlo. Si estaba horrible...

¿Cómo podía estar guapa después de estar consumida por lo que había llorado? O él me quería demasiado o parecía que el corrector de ojeras había surtido efecto.

—No, lo digo totalmente en serio. Te sienta súper bien llevar el pelo recogido —me halagó. Por su seriedad supuse que no mentía.

Después dibujó sobre sus labios una tierna sonrisa que me llenó el corazón de amor. ¿Me merecía a una persona tan bonita como él? Seguro que no.

—Jo, eres tan lindo... —Murmuré antes de apoyar mi frente sobre su pecho, avergonzada. Él soltó una pequeña carcajada—... Eras lo que necesitaba para empezar bien el día —admití sin apartarme de su pecho. Acarició mi cabeza con su mano libre.

—¿Soy tu salvación? —Preguntó bromista. Aunque en el fondo, parecía que me había leído la mente.

—Has dado justo en el clavo —admití al conectar nuestras miradas. Parecía un poco avergonzado ante mis sinceras palabras.

Negó con la cabeza mientras sonreía de lado.

—Venga tonta, vayamos a clase que llegaremos tarde. —Sonreí ante su cambio de tema. Era adorable—. Así me vas contando qué tal fue con tus padres, ¿vale? Necesito la energía suficiente para la clase de educación física.

—¿Energía suficiente? —Pregunté confundida. Hoseok tiró de mi muñeca para empezar a caminar de nuevo.

—Claro. Así la descargo en clase de educación física y no me dan ganas de matar a tus padres en pequeños cachitos...

—¡Hoseok! —Exclamé. Le saqué una gran carcajada que me hizo sonreír—. Eres un tonto.

—Créeme, si los mato me lo agradecerás —bromeó mientras me miraba una vez quedé a su altura. Negué con la cabeza sin poder creerlo.

—Eres un tonto —repetí. Observé esa sonrisa juguetona tan característica que solía tener cuando decía alguna tontería.

—Qué va, si soy un romántico. Iría a la cárcel solo por ti.

Reí sin poder evitarlo mientras sentía cómo me enredaba en sus tonterías, esas que fueron la única salvación de una noche insoportable en la que habría deseado no despertarme más y una mañana que iba por el mismo camino.

No tenía ni idea de que con esas pequeñas tonterías, podía sacar lo mejor de mí y se lo agradecía demasiado como para que él pudiera darse cuenta de ello.

[capítulo editado]

....

¡Hola! ¿Qué tal están? 5221 palabras, wow, creo que realmente este es el capítulo más largo que he escrito hasta ahora de este fic pero es sumamente importante para todo lo que se viene. Me ha costado muchísimo escribir esta parte porque realmente lo paso fatal haciendo sufrir a mis personajes (en especial a personajes como Soojin que tienen personalidades muy dulces) y bueno, con todo mi pesar ha tenido que ser así. Aún de esa manera, espero que les haya gustado muchísimo y que no sufran tanto como yo.

Lo siento mucho por no publicarlo ayer, tuve algunas complicaciones pero como voy algo adelantada en capítulos espero que no me vuelva a pasar de nuevo. Lo siento en serio jo.

Esperen con ansias la segunda parte jejejeje que va a ser bastante divertida (para calmar este pequeño drama).

¡Gracias por leerla, adiós!♡

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