Dos días habían pasado desde la visita de la familia Hamilton. La niña Sofía leía tranquilamente mientras anotaba las frases favoritas de su libro.
Ambas nos encontrábamos encerradas en la biblioteca con las ventanas abiertas, queríamos luz ya que toda la mansión se mantenía con las cortinas cerradas impidiéndole a la poca luz del sol entrar.
— señorita Jade...
— Dígame niña Sofía— conteste con una sonrisa.
— quisiera pedirle un descanso, mis ojos están empezando a doler y picar.
— Entiendo — dije levantándome de la silla y cerrando su libro.
— Gracias señorita Jade.
La niña Sofía salió de la habitación apresurada, cubrí cada ventana y cerré la puerta de la biblioteca.
Camine hasta la cocina esperando encontrarme con Alicia.
Al llegar las dos empezamos a charlar.
— ¿has tomado una decisión? — preguntó Alicia con los codos en la mesa.
— es mi tía, ella tiene que poseer la más mínima información de ese hombre.
— tu padre, Jade. Tienes que reconocerlo como tu padre.
— un padre no deja a su hija.
Alicia suspiro rendida.
— no sabes los motivos Jade.
— sea cual sea los motivos, él me abandono, a mí y a mi madre.
— estas siendo muy injusta contigo y con tu padre, ni siquiera sabes si aún vive...
— espero no lo esté— dije asombrando a Alice.
— detrás de la Jade tranquila hay un demonio injusto, cruel y malvado... — dijo sin más.
Estaba claro que Alice se había enfadado, decidí no ponerle importancia. Salí de la cocina sin mirar atrás, tenía que hablar con la mujer que me crió. Al llegar al pasillo observe a Anne.
— Su majestad envía la carta— dijo Anne entregándole un sobre al conde Drácula.
El conde Drácula salió del pasillo y entró a su oficina nuevamente.
— debes dejar de escuchar conversaciones que no son tuyas, niña — dijo Anne observándome.
Ignore sus palabras y toque la puerta del conde Drácula.
— Adelante— dijo.
Entre con la mayor tranquilidad posible esperando a que no se negara a mi petición.
Cerré la puerta detrás de mí y como siempre hice una referencia.
— dígame que necesita, señorita Jade— dijo sin colocarme la más mínima atención.
Sus ojos recorrían la carta que Anne le había entregado.
— Quisiera pedirle tres días— al decir eso levanto la mirada— debo viajar a Portsmouth.
— ¿puedo saber por qué?
Había una respuesta clara, pero eso a él no le importaba.
— Mi tía ha enfermado— mentí.
El conde Drácula me observaba con cautela y duda.
Se levantó de su silla y camino hasta quedar enfrente de mí.
— señorita Jade... Siento que me está mintiendo.
Amplíe los ojos y trague fuerte.
— he hablado con la verdad, mi tía se encuentra gravemente enferma y pide mi compañía.
La ciudad de Portsmouth se encontraba a un día de aquí, no tardaría mucho.
— quisiera que me permitiera acompañarla...—dijo con naturalidad.
Lo mire desconcertada, no necesita compañía de nadie, era un asunto que debía tratar por mi cuenta.
— lo siento, pero no puedo permitirlo.
Él bufo sin más.
— como usted desee, puede partir desde hoy.
Deje salir un suspiro de cansancio y asentí.
— gracias.
— tres días, señorita Jade...
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Él conde Drácula había puesto a mi servicio uno de sus carruajes y cochero, eso me ahorraría el tiempo.
Portsmouth fue la ciudad en donde viví la mayor parte de mi vida al lado de mi tía, Eliza. Una mujer de actitud fuerte y reservada, con la elegancia que la caracteriza. Mientras salíamos de la residencia del conde Drácula más sentía ese alivio en mi pecho.
La luz del sol aparecía y la oscuridad que reinaba en esa mansión se esfumaba.
— espalda recta Jade. No te encorves.
Mi tía enderezó mi espalda con el fuete que se encontraba en si mano.
— continua, y no quiero escuchar tartamudeos mientras lees.
Leía cada palabra que se encontraba en la biblia. Al volver a "encorvarme" recibí y golpe en la espalda con el fuete.
Mi familia era y sigue siendo religiosa, me crié de esa manera y lo sigo haciendo.
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El carruaje se detuvo enfrente de la residencia Stone.
Baje con cuidado observando el lugar.
Las rejas se encontraban enredadas con las hierbas que crecían y las rosas que sembré en mi infancia no se encontraban, en su lugar, calabazas y tomates llenaban el jardín.
Camine hasta la reja, el escudo de la familia de mi padre se separó abriendo las enormes rejas.
Di un último suspiro sabiendo a lo que me enfrentaría al entrar a lo que antes creía un hogar.
Camine hasta llegar a lo más profundo de la mansión, al llegar a mi antigua casa toque la puerta provocando un gran ruido.
Espere a que alguien abriera mientras miraba el listón que se encontraba atado a la barandilla.
El rechinar de la puerta me hizo girar.
Sus ojos marrones se abrieron de la sorpresa.
— Jade...— murmuró sorprendida.
— tía Eliza....— dije sin ninguna expresión en mi rostro.
Ella observo el suelo y lentamente abrió la puerta, entre a mi antigua casa y recorrí todo el lugar con la mirada.
La puerta se cerró.
— A qué has venido, Jade. — dijo sin rodeos.
— Quiero hablar de mi padre— conteste.
Ella camino a paso rápido tronando sus zapatos con el piso y pasando al lado mío.
La seguí mientras caminábamos al recibidor.
— no hay nada que saber de él Jade, y lo sabes— dijo tomando asiento en un sofá.
Me senté delante de ella.
— ¡Anastasia!— grito mi tía.
Una muchacha apareció en el recibidor.
— traemos dos tazas de té— dijo con la cabeza en alto.
— Claro señora— dijo la muchacha dirigiéndose a lo que suponía era la cocina.
Mire a la mujer que tenia enfrente la cual me observaba con lo que creía era orgullo.
— ¿por qué el repentino interés hacia padre?. Desde que te marchaste no he sabido nada de ti.
Parte de mí lamentaba ser tan imprudente y aparecer después de doce años.
— conocí a una mujer... Ella dijo que era igual a mi padre.
— ¿quién era?
— la duquesa de Hamilton.
La criada regreso con una charola, la depósito sobre la pequeña mesa enfrente de nosotras y se retiró.
La expresión de mi tía cambio, su boca se encontraba ligeramente abierta y sus ojos observaban a nada en sí.
— ¿Tía?— la llame.
Ella parpadeo un par de veces.
— ¿Ahh?
— la duquesa de Hamilton, dijo que me parecía a mi padre, hombre al que nunca conocí. ¿Como es que yo, siendo su hija nunca pude conocerlo y ella siendo una desconocida pudo saber que yo era su hija... ?¿quién es ella?
Mi tía tomo la taza de té y sorbió delicadamente de ella, la taza se movió ligeramente demostrando que su mano temblaba.
— ¿La conoces?— pregunte.
La taza cayo de sus manos.
Me levante de inmediato y me acerque a ella.
— ¿Tía?— la volví a llamar al ver la tan distraída y temerosa.
— Lo siento...— dijo levantándose y saliendo del recibidor.
¡Gracias a esas personas que votan comentan y leen!
El capítulo narrado por el conde Drácula sigue en pie, pero ahora sería mejor que sacaran hipótesis de la familia Stone. ♥😜