Emma escuchó el relato de Bonnie con el corazón en la mano. Lloraba. La pelirroja la abrazó.
-Emma, tranquila.
-No entiendes, Bonnie. No puedes pedirme que me tranquilice.
-Pero...
-Piensa en tu vida sin Dan.
Ella frunció el ceño.
-No puedo.
-Exacto. No puedes. Eso es Rupert para mí, Bonnie. Es todo. No entiendes, si a él le ocurre algo moriré. Así de sencillo. No puedo vivir sin él. Es mi esposo. Y es padre. No puede ocurrirle nada... Ay, mi Dios. ¿Por qué estas cosas siempre me pasan a mí?-Dijo llorando.
-Emma, intenta tranquilizarte. Dan está hablando con la policía. Ellos se ocuparán...
El móvil de Emma sonó.
-Es Rupert.
-No contestes. Dijo que te mantuviéramos al margen. Que no te dijéramos. Si contestas estás en peligro.
Emma pensó unos segundos. No quería hacer ninguna estupidez.
"Emma. Nunca lo dudes. Te amo."
-Lo siento, Bonnie. Pero no puedo dejarlo solo.
La pelirroja intentó hacerla entrar en razón, pero ya era tarde. Emma levantó el auricular y atendió.
***
-¿Hola?
-Señora Grint.
-Sí. ¿Quién habla?
-No importa. Iremos al punto. Tengo a su esposo aquí a mi lado. Si me paga una buena cantidad de dinero volverá a su casa sano y salvo. Tal vez tenga algún rasguño. Nada importante. Pero si no lo hace morirá. Tiene tres horas para decidirse. Si...
Un golpe se escuchó. Luego otro. Y otro. Emma sintió su corazón rasgarse como si fuera de papel. Nadie podía sobrevivir a eso...
-¿Em?
La voz nueva al teléfono hizo que se sobresaltara.
-Ru... Rupert... ¿Eres tú?
-Sí.
-Gracias a Dios. ¿Qué hiciste?
-No importa ahora. Ya despertarán. Por favor escucha. Olvídate de mí. Déjame aquí. No me busques.
-No puedes pedirme eso. No tienes idea de lo que estoy sintiendo ahora.
-Es muy noble de tu parte. Pero no intentes rescatarme pagando. Me matarán de todas formas.
-¿Qué?
-Emma... Son aquellos tipos que intentaron asaltarme. Los reconozco. Me escapé una vez. No tendré tanta suerte. Escúchame bien. Van a matarme seguro. No valgo ninguna suma como para que me dejen con vida. No intentes arreglar con ellos ni buscarme. No emprendas una misión rescate. Es peligroso. Si algo te ocurre nunca voy a perdonármelo.
-¡¿No entiendes?! ¡No puedo dejarte ahí! Voy a morir si te ocurre algo. Eres todo lo que tengo.
-No. Tienes a los niños. Tienes que seguir por ellos. No los dejes. Y mi familia te ayudará a superar esto. Tal vez incluso puedas casarte de nuevo cuando me maten.
-Nunca... Rupert...
Emma se echó a llorar.
-No puedes hacerme esto, por favor. No me pidas que te deje.
-Respeta mi última voluntad, nena. No me busques. Haz tu vida otra vez. Olvídame.
-No puedo. No sé hacerlo.
-Claro que sí.
-No...
-Están despertando ya. Escucha, Emma. Te amo.
-Yo también.
-Pero no intentes buscarme. Puedes seguir sin mí.
-No lo haré. No puedo seguir sin ti.
-Emma...
-¿Crees que voy a dejarte morir con los brazos cruzados sin intentar impedirlo?
-Emma, no es momento de hacerse la heroína. Estos tipos saben lo que hacen. Son expertos. Tengo tan pocas posibilidades de sobrevivir como Madeleine de perder al ajedrez.
-La esperanza es lo último que se pierde.
-Y por eso tengo que pedirte que no la albergues en tu corazón. Te amo más de lo que nunca amé a nadie. No tienes idea de lo que siento por ti. Pero no puedo darme el lujo de ver cómo te ocurre algo. Saluda a los niños y no vuelvas a responder cuando te llamen.
-Rupert, no... No lo hagas.
-Y perdóname si te hice sufrir. O si discutí contigo. Discúlpame por no haber sabido apreciarte cuando te tenía. Discúlpame por hacerte esto. Pero tengo que protegerte. Lo siento. Pensaré en ti hasta el final. Y lamento no haber llegado a casa para poder cumplir mi promesa. Lo siento. Te amo.
-Igual yo. Pero no...
-Hasta siempre, Emma.
-Rupert...
***
Emma sintió el '¡Click!' del teléfono al cortarse la comunicación. Se echó a llorar desconsoladamente.
-Bonnie...
La pelirroja la abrazó.
-¿Mamá?
Madeleine apareció en la puerta.
-¿Qué es todo esto?
Emma la abrazó. Recordó que Rupert la había mencionado. Y lloró aún más.
-Mamá...
Bonnie le hizo una seña a su sobrina para que no dijera nada.
Madeleine estrechó a Emma entre sus brazos.
-Respira, mamá. Tranquila. Todo va a estar bien.
Emma se enjugó una lágrima.
-Él dijo...
-Nunca abandones la esperanza.-Dijo Madeleine.
Emma sólo sollozó más fuerte.
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Rupert sintió los dos brazos fornidos sujetarlos nuevamente. Esta vez lo ataron en una silla.
-Vaya que eres difícil. No entiendes. Tienes que dejarnos negociar, no golpear a los guardias de seguridad. ¿Comprendes?
-Ustedes están rematadamente chiflados.
El jefe sonrió.
-Gracias. Pero no. Los cuerdos no son bienvenidos aquí. Lewis.
Lewis le dio algo a su jefe. Él sonrió peligrosamente.
Rupert palideció. Emma. Tenía que pensar en ella.
-Bueno. Ibas a morir de todas formas. Ya te escapaste una vez. Dos son demasiada suerte.-Dijo el jefe apuntándole con un arma.
Rupert cerró los ojos y pensó en ella. Su sonrisa. Sus ojos. Sus labios. Se habían besado por última vez en el set. Pensó en su risa. En su cuerpo. En sus curvas. En ella. En su optimismo. En lo mucho que la amaba.
-Bien. Lo siento, pero nos pagarán de todas formas. Y no puedo darme el lujo de dejarte vivo si sabes dónde es nuestro escondite.-Dijo apretando el gatillo.-Espero que hayas dicho todo lo que tenías para decir.
Rupert tomó aire en lo que parecía la última vez. Escuchó la bala salir del arma. Le pareció en cámara lenta. Apretó los ojos. Pensó en su familia. En sus hijos. En Emma.
Ella. Siempre ella. Pensó en su sonido favorito y sonrió. No lo escucharía jamás... Pero no perdió la sonrisa y pensó en la risa de ella y en sus labios sobre los de él. Ese iba a ser su último pemsamiento. Su beso a orillas del Támesis.
Y cayó al suelo.