Sábado por la mañana

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Emma estaba desesperada. Llevaba más de tres horas y media dentro del Tribunal. A su lado, Rupert le cogía la mano tranquilizadoramente.

Al principio, eso había bastado. Pero luego, el problema. Una hora. Hora y media. Dos horas. Dos horas y media. Tres horas...

Ya había perdido la noción del tiempo. Sólo en su cabeza estaba aquella audiencia. Los niños ni siquiera estaban a su lado, sino en la otra punta del salón. Los testigos, a un costado. Y en el medio, ellos dos, en dos sillas de madera, explicando por vez número quince mil setecientos ochenta y seis el accidente con la tormenta, con ayuda de los niños; la forma en que recibieron la orden de custodia; el momento en que habían conocido a los niños; lo que habían hecho juntos...

Una vez más. Y otra. Y otra. Y otra. Todo eso era extenuante. Emma estaba muy cansada. El expediente estaba sobre la mesa del juez. Los niños lejos de ella. Los testigos, Mark, Julie, Bonnie, Daniel, Evanna, James y Joanne (Matthew no había podido ir), también estaban lejos de ella. Sólo contaba con su mano entre las de Rupert, pero hacía horas que el sistema de sensibilidad se había desactivado en su cuerpo. Estaba tan nerviosa que incluso había arañado la mano de Rupert por la fuerza con la que la sostenía, y una de las tantas veces que se mordió el labio por dentro creyó sentir gusto a sangre. Al menos dejó de hacerlo.

Rupert estaba igual de nervioso. Si todo salía bien, sería padre de los dos pequeños más increíbles y que más amaba en el mundo. Y Emma, como su mujer, sería la persona que lo acompañaría en esa aventura.

Él soñaba con eso desde hacía mucho, que Emma fuese su esposa y aceptase tener una familia con él. Recordó la primera vez desde que se habían separado que se había dado cuenta de que sentía algo por ella. Había visto cómo aparecía en un show, a pocos días de la última vez que se habían visto. Ella estaba hermosa, arreglada y elegante pero muy sencilla. Se veía simplemente hermosa. Pensó en ella desde que la vio y a la noche soñó que estaba con ella. Se ruborizó ligeramente. Y su sueño se había cumplido... Cinco años después. Pero, a la mañana siguiente, al despertar, esperaba ver a Emma durmiendo junto a él, feliz. Y no estaba. Nada había ocurrido. Sin embargo, todo eso había pasado ya. Faltaban cinco días para su boda (aún no podía creerlo) y estaban allí porque querían ser padres...

Rupert estaba muy nervioso. No habían dejado que hablaran con los niños ni los testigos, por lo que no había nada que comentar. El juez escuchaba, por turno, a cada testigo, luego a Rupert y a Emma y por último a Helena y Ryan. Era un hombre serio, pero sabía lo que era poco tiempo. Y estaba dispuesto a solucionar aquello lo más rápido posible.

La voz del juez sacó a Emma y a Rupert de sus pensamientos.

-Señor Grint, señorita Watson, los veo algo pálidos. Salgan a tomar aire por quince minutos. Beban agua y recupérense. Las emociones por las que han pasado han sido intensas. Los demás, pasen a la otra sala, está más fresca y hay un dispensador de agua. El jurado y yo hemos escuchado suficiente. Sólo tenemos que deliberar. Tenemos media hora. Pueden irse en silencio.

Rupert se paró como un resorte. Levantó a Emma y la sacó por una puerta que daba al jardín. Los demás obedecieron al juez.

Apenas salieron afuera, Emma palideció bruscamente y cayó en brazos de Rupert.

-¡Emma, no! ¡No te desmayes!

Pero al sentir a su chica sollozando notó que estaba perfectamente consciente. Le acarició el cabello con suavidad.

-Tranquila, todo va a salir bien. Nada estará mal.

-Pe... Pero... El... Juez... La... Orden... La... Adopción... Me... Tiene... Loca... Estoy... Nerviosa...-Dijo ella hipando.

-Tranquila, ¿sí? Mírame, todo saldrá bien.-Dijo Rupert.

Emma sacó el rostro de su pecho y lo miró. Ella se veía mal. Rupert jamás la había visto tan preocupada o asustada. Excepto cuando esperaban la decisión de Helena. Pero no se comparaba con esto.

-¿Qué haremos si no nos dan la orden? ¿Qué harán estos niños sin padres? ¡Irán a un orfanato! ¡Moriré si eso ocurre! Por favor, Rup...

Rupert la besó. Le enjugó las lágrimas con extremo cuidado y le sonrió tranquilizadoramente. Volvió a besarla y la abrazó con fuerza.

-Todo estará bien. Tranquila. Ven, buscaremos agua.

Emma asintió. Rupert encontró un dispensador con unos vasos descartables y sirvió uno con agua bien fría. Emma lo tomó rápidamente. Luego él se sirvió otro. Miró a su novia.

-Vaya, es increíble lo que el agua puede hacer. Recuperaste el color.-Le dijo con profundo cariño.

Ella sonrió y lo besó. Él le correspondió ávidamente.

-Emma...

-¿Qué?

-Tienes gusto a sangre. Te has mordido, ¿Cierto?

-No lo sé. Puede ser. Todo esto es estresante.-Dijo enterrando su cabeza en sus manos.

Rupert levantó su rostro y la obligó a mirarlo.

-Tranquila. Ya se irá. Y respecto a esto... pues... Ten confianza, ¿sí?

Emma asintió. Rupert volvió a besarla. La besó por mucho tiempo, hasta que estuvo seguro de que en su boca ya no había sangre, sino saliva, como siempre.

Ella notó sus intenciones y agradeció en silencio.

-Emma, vamos a la sala con los demás. Pasaron quince minutos.

Ella asintió. Rupert le besó la frente y entraron de nuevo. El juez y el jurado discutían. Rupert y Emma caminaron de la mano hasta la otra puerta sin prestar mucha atención.

Apenas traspasaron el umbral, Joanne los abrazó a ambos.

-Tranquilos, todo estará bien. No tienen que preocuparse por nada.

-¿Los niños?

-El juez los envió con alguien a la otra sala. Creyó prudente que... No se vieran.

Emma se echó a llorar. Rupert la abrazó y comenzó a consolarla.

-Tranquila, todo va a estar bien. Descuida. Lo prometo.

-Sé que no es el momento ni el lugar.-Dijo Evanna acariciándose el vientre.-Pero es una buena noticia y, al fin y al cabo, se las diré, qué importa cuándo.

Todas las miradas fueron hacia ella, agradecidas. La tensión del ambiente se disolvió un poco.

-Habla.-Dijo James.

-Una niña. Será una niña. Amelia Lewis.

Bonnie abrazó a su amiga. Joanne hizo otro tanto. Los demás también la felicitaron.

-Matt quiso venir para que los dos diésemos la noticia, pero... Tuvo que hacer un viaje de emergencia. Su hermana ha enfermado y quiere que cuide a los niños por una semana. Estará de vuelta para el miércoles, para su boda...-Dijo la rubia sonriendo.

-Oigan, creo que el juez llama.-Dijo James mirando por la puerta entreabierta.

Junto al río Támesis (Emma Watson y Rupert Grint) [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora