Cuando Arthur se despertó abrió la boca para bostezar. Pero tuvo que moderar su bostezo porque de otra forma acabaría comiendo el cabello revuelto de Ally, que dormía plácidamente a su lado.
Arthur sonrió.
-¿Al?
Ella no respondió pero movió una mano para buscar la de él.
-Hola.
Ally sonrió. Poco a poco abrió los ojos y estalló en una carcajada.
-¿Arthur? ¿Qué demonios te hiciste en el cabello?
Él frunció el ceño.
-Yo no me he hecho nada. ¿Qué tengo?
Ella rió de nuevo.
-Tienes el cabello de color verde.
Arthur abrió los ojos.
-¿Qué?
-¿No te teñiste o algo así? No es que me moleste pero si mi novio tiene el pelo de color verde manzana...
Él frunció el ceño y se puso de pie para ir a verse al espejo del baño.
Ally sonrió cuando lo escuchó gritar:
-¡Ally!
Arthur regresó y se señaló la frente.
-¿Por qué hiciste eso?
Ella leyó lo que había escrito en la frente de él con lápiz labial.
-Yo sólo quería ser romántica.
-Pues escribe una nota o algo así, pero no me escribas "te amo" en la frente con lápiz labial fucsia.
Ally soltó una carcajada y buscó algo en la mesa de noche.
-Ven. Te ayudo con eso.
Mientras le limpiaba la frente con toallas de papel, Arthur la miró.
-¿Por qué dijiste que tenía el cabello verde?
Ella se encogió de hombros.
-Quería que te vieras en el espejo y eso fue lo primero que se me ocurrió.
Arthur sonrió.
-Lista. Muy lista. Y fue... Fue un lindo detalle. ¡Pero no vuelvas a hacerlo!-Añadió haciéndola reír.
Ella le mostró la toalla pintada de fucsia.
-Listo.
-Bien. Ahora...
Arthur tomó el rostro de ella entre sus manos y miró sus ojos grises.
-¿Te he dicho que estoy perdidamente enamorado de ti?
Ally sonrió.
-Igual que yo, mira qué coincidencia.
-Cierto.
Él sonrió y la besó suavemente.
-Arthur...
-¿Sí?
-Dime... ¿Aún queda lugar para mí en este apartamento?
Él sonrió otra vez.
-¿En serio preguntas?
-Bueno... Sí. Había decidido que no por mi viaje, pero... Pero anoche me hizo cambiar de parecer.
Arthur la besó.
-¿Y dudas que haya lugar? Eres la primera en la lista de invitados...
Ally sonrió.
-¿Hay una lista? ¿Quiénes son los demás?
-Pues se me ocurre que, además del Hombre Invisible y su esposa la Mujer Invisible, nuestros hijos son los próximos en la lista.
Ella sonrió y negó con la cabeza.
-Aún faltan unos años.
-Yo dije que son los próximos en la lista, no a cuánta distancia están de tu nombre. Muy, muy abajo. Mucho más abajo. No creo que esté listo... Para ser padre. Aún.
Ally suspiró.
-Descuida.-Prometió él.-En cuanto esté listo te lo haré saber.
-¿Y si nunca estás listo?
-Vamos. Confía en mí. Soy joven pero no tanto como crees. Seguramente puedo cocinar para tres personas sin incendiar la casa.
Ella rió y lo besó.
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Helena y Will llegaron al jardín en silencio.
-¿Alguna vez viniste a este salón?-Preguntó él.
-No. Creo que no.
-Oh, ya veo. En fin, supongo que nunca has visto el Jardín de los Pimpollos. Debe estar poco colorido porque hace frío, pero seguro lo amarás.
Ella asintió con la cabeza y lo siguió por un camino alejado.
El Jardín de los Pimpollos era considerado como la obra de arte más perfecta en materia floral de Londres. Olores, colores y texturas engañaban a quien lo miraba y le permitían acaparar la atención de sus visitantes. Las plantas seleccionadas y cuidadosamente ubicadas hacían que, sin importar dónde se mirara, hubiese flores y colores distintos. Ese día los arbustos que comenzaban a dar tímidos pimpollos de rosas se veían claramente por la cantidad de tréboles verdes a su alrededor. Resaltaban como rojo sobre el amplio verde.
Helena sonrió al ver la belleza del paisaje. Se sentó en un pilar y miró a Will, que buscaba algo en sus bolsillos. No le prestó atención y volvió a mirar el jardín. Cerró los ojos.
Él aprovechó su distracción. Se acercó a un rosal y cortó cinco flores. Luego se aproximó a Helena.
-Para mi princesa.-Dijo ofreciéndoselas.
Ella abrió los ojos. Aceptó encantada el regalo y olió el ramo flor por flor. Un momento. Había algo que no cuadraba...
-Will, hay seis flores. Y una de ellas parece no tener aroma...
Él sonrió.
-Ábrela.
-¿Qué?
-Dijiste que hay algo que no cuadra con esa flor. Fíjate bien.
-Parece un... Cofre.
-Es una cajita. Ábrela.
Helena la abrió y se encontró con un hermoso anillo.
Will se arrodilló frente a ella.
-Helena, ¿Te casarías conmigo?
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Rupert entreabrió los ojos bostezando. Sintió el aroma particular del cabello de Emma cerca de su nariz.
Más despierto, abrió los ojos un poco más. Emma dormía tranquilamente sobre él, abrazada a su cuello.
-No puedo amarte tanto.-Susurró acariciándole una mejilla.
El pelirrojo oyó pasos en las escaleras. Se puso de pie de un salto y cerró la puerta con llave. Buscó en el suelo su ropa interior y sus pantalones.
Tocaron la puerta. Rupert pateó la ropa de Emma y la de él debajo de la cama y se aseguró de que su esposa quedase bien cubierta antes de abrir.
-Niños, ¿Qué hacen aquí?
Maddie puso los ojos en blanco.
-Distraído.
Emily mostró algo que llevaba en las manos.
-Es el cumpleaños de mamá.
Él asintió: Ya lo sabía. Rupert miró el pastel que los niños habían robado de la cocina y decorado con golosinas. Sonrió tiernamente.
-Bueno, pueden pasar a mostrarlo si quieren, pero tienen que esperar a que su madre...
Tarde. En materia de niños, cualquiera sabe que si existe un 'pero' hay que decirlo antes. Nunca dar una autorización condicionada. Y Rupert, sea porque estaba dormido, sea porque era temprano o sea porque su noche con Emma lo había dejado un poco atontado, lo había olvidado.
Entonces los cuatro niños (sí, Ryan seguía en lo de Alex) entraron al cuarto corriendo.
-Maldita sea.-Murmuró Rupert.
-¡Feliz cumpleaños, mami!-Gritaron al mismo tiempo.
Rupert cerró los ojos esperando recibir el odio de Emma por haberlos dejado entrar si ella estaba desnuda. Pero no pasó nada y, confundido, abrió los ojos de nuevo.
Emma llevaba una bata y se había incorporado un poco en la cama para hacerlos subir y abrazarlos a todos.
-¡Gracias, pequeños!
Rupert se acercó a ellos. Emma abrió los ojos desde el gran abrazo y sonrió. Sus labios indicaron una frase: "Te amo". El sonrió y susurró: "Lo siento". Ella rió.
-Descuida, ya me lo esperaba. Niños, ¿No creen que falta alguien en el abrazo?
Todos se miraron.
-¡Alex y Lottie!
Emma soltó una carcajada mientras veía a Rupert cruzar los brazos enfurruñado.
-Oh, pobrecito. Ven aquí.
Él negó con la cabeza, ofendido.
-No te hagas de rogar.
Rupert sonrió y se sentó en la cama junto a su familia. Emma estiró una mano para tomar la de él.
Mientras todos se apretaban en un enorme abrazo familiar, Rupert movió una de sus manos para rozar el muslo de Emma. Ella dio un respingo y abrió los ojos.
Los ojos verdes de Rupert encontraron los suyos. Él sonrió.
-Feliz cumpleaños. Te amo.
Emma también sonrió.
-Y yo a ti.-Y añadió en voz baja:-Pero no vuelvas a dejar entrar a los niños al cuarto si sabes que... Estoy adentro así.
-Lo prometo.