Junto al río Támesis (Emma Wa...

By LuciaEntreLetras

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Imagínense si estos dos actores de Harry Potter estuvieran juntos. ¿Cómo sería? Han pasado cinco años desde l... More

El funeral
Londres
Un motivo para quedarme...
Un momento mágico
Amanecer en Londres
Tenemos que agradecerle...
Explicaciones
Devuélvemela
Conversaciones entre amigos
¿Hiciste qué cosa?
No vimos por dónde caminábamos
Reunión entre seis amigos
El plan B
Melenas revueltas.
Tres amigas
Compras y confidencias
¿Te gusta?
Despertar a tu lado
Lunes de pesadilla
Mal momento
Un martes de boda
Peros
Primer Aniversario
Gran noticia...
Felices veintiséis
Agosto veraniego
Amor ardiente. La luna lo sabe todo
Evanna y Matthew
La promesa
El lado oculto del apartamento
Trabajando en equipo
Gracias, David
Preparando la sorpresa.
Táctica y Estrategia
¡SORPRESA!
La apuesta
Todo va a estar bien...
Recuperar tiempo perdido
La primera mañana familiar
Familia unida
Hora de almorzar
¿Recuerdas?
Dos semanas
La decisión
Reunión familiar
¿Lo entienden, cierto?
Información involuntaria
Los trámites
Realmente brillante...
Honestamente amo a Rupert
Sábado por la mañana
El veredicto
Reunión Weasley
Actividades en familia
Domingo a lo Weasley
Lunes pelirrojo... Lunes Weasley
Campamento
El ganador
Separaciones
Adiós, soltería
La última noche
Casamiento civil
La boda
La recepción
Te amo
Comenzar de nuevo
Arreglos de último momento
Viajar
En casa
Roma y Venecia
Capri y Cinqueterre
La enfermedad de Emma
Edimburgo
Felicidad
Preocupaciones
Malentendidos
Conferencia de prensa
Charlas
¿Todos listos?
Esperaré por ti
Tres de la mañana
Una estúpida pelea
Recapacitemos
Amelia
Ojos
Muérdago
Navidad
Año Nuevo
Feliz Cumpleaños, Helena
Escuela
Dos
Intentos
"La Boda del año"
Molestias
Mellizos
Conociendo a la familia
La fiesta
Veinte de junio
Llegada
El telegrama
Creciendo
Entrevistas
Tu sonrisa
Te extrañé
Cinco años después...
Regreso
Episodios cotidianos
Abril
Inesperado
¿No intentarás nada?
Fiestas y despedidas
Caballeros y princesas
Lejos
Perdóname
Estoy confundida...
Reconciliación
Cena con los Lewis
Malas noticias
No soporto verte llorar
Suspirar
Aliviados
Averiguaciones
En el Caribe
Pensamientos
Álbum de recuerdos
Demasiadas preguntas
Bienvenidos
El Puente de los Candados
No cometas ese error
El farol
J.P. y Rebecca
La historia tras el telegrama
La noticia
El accidente
La Bella Durmiente
Hogar
Pelirrojos
Proposiciones
Secretos
Desilusión y consuelo
Anuncios
Dos años después...
Maisy
¿Confías?
Objetivos cumplidos
Examen
Blanca Navidad
Jugar
Gala de Año Nuevo
Bien ganado
Doble triunfo
El sueño
¿Invasión extraterrestre?
Grabando otra vez
Esto es una pesadilla
Demasiado tarde
Contigo
No es culpa tuya, Emma
El verdadero primer beso
Flores
Cancelado
La foto
De cómo nace una idea
Lo prometido es deuda
Especial #Rankin
Nueva historia
Necesito su ayuda.

Cómo sobrevivir a Agosto

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By LuciaEntreLetras

Cuando Daphne llegó a la casa de Ryan y entró directo en su cuarto, él recitó:

-Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca; parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.

Daphne pensó que le hablaba a ella, pero notó que tenía los auriculares y estaba escuchando poesía. Sin hacer ruido, se quedó escuchando lo que él decía.

-Como todas las cosas están llenas de mi alma, emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.

Ryan se detuvo unos segundos. Daphne adivinó que allí acababa la segunda estrofa.

-Me gustas cuando callas y estás como distante.Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo.

Daphne sintió un calor súbito inundar sus mejillas. ¿Por qué su amigo -o novio, mejor dicho- le parecía tan... Increíble ahora? ¿Porque recitaba poesía? Eso era ridículo...

-Déjame que te hable también con tu silencio, claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Sin embargo, el tono que él usaba para recitar el Poema 15 de Pablo Neruda habría servido para hacer que cualquier chica se derritiera.

-Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan.Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Ella sonrió y se acercó a Ryan, que había comenzado con el Poema 16.

-Ryan...

Él se sobresaltó y se dio vuelta. Se ruborizó y apagó los auriculares.

-Daph... ¿Hace mucho que estás aquí?

-El suficiente.

-Ehh... Supongo... ¿Me escuchaste?

-Sí.

-Bueno... Supongo que quieres romper conmigo.-Dijo él mirando al suelo.

-¿Por qué?

-Porque evidentemente a las chicas no les gustan los poetas. Y menos los chicos que leen poesía...

-¿Quién dijo que yo soy como las demás?

Daphne se sentó frente a él y se acercó hasta quedar a pocos milímetros de sus labios.

-Me da igual la poesía. De hecho, me parece muy hermoso que tengas un pasatiempo así en vez de cualquier otro.-Ella se acercó aún más.-¿Cómo es que dice la parte del silencio?

Él sintió sus labios rozar delicadamente los de ella, una y otra vez. Sin dejar de hacerlo, comenzó a recitar.

-Déjame que te hable... también con tu silencio,... claro como una lámpara, simple como un anillo...Eres como la noche, callada y constelada... Tu silencio es de estrella,... tan lejano y sencillo.

Ella sonrió y siguió besándolo.

-Aunque ese no sería tu caso porque callada no eres.

Ella frunció el ceño.

-¿A dónde se fue el poeta con el que acabo de hablar?

Ryan rió y la besó de lleno.

-No el silencio... No es para ti, no va contigo... Pero sí la primera estrofa... Escucha. Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca; parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.

-¿Se supone que tengo que tomar como un cumplido el hecho de que me digas que te gusto cuando me callo?

Él soltó una carcajada.

-No. Pero me parece que cada vez que escucho esa parte pienso en ti.

Ella sonrió.

-¿De veras?

-Sí.

-¿Y sólo te gusto cuando estoy callada?

-No. También cuando hablas, mal que me pese.

Daphne sonrió y lo besó.

Allí estaba. Algo que ambos querían decir y no sabían cómo. Dos palabras. Sencillo. Pero era extraño decirlo a alguien a quien conoces desde los diez años. En el caso de Helena y Will no hubo problema. Lo de ellos fue más amor y menos amistad, desde el inicio. Pero Ryan y Daphne...

Ella suspiró contra sus labios. El pelirrojo sonrió.

-Daphne...

-¿Qué?

-Yo...

Ella abrió los ojos.

-Te quiero.

Ella suspiró de nuevo. Le había faltado coraje o algo por el estilo. Eran sólo dos palabras.

-Yo no.

-¿No me quieres?

-No.

Él bajó la mirada y Daphne se acercó más a él.

-Pensé que ibas a decirme otra cosa, no "te quiero". Pero no importa.-Él sonrió.-Ryan, yo...-Daphne tomó aire profundamente y soltó la única frase que pensó que nunca le diría a ningún chico:-Te amo.

Ella bajó la vista avergonzada. Ryan sonrió ampliamente y se acercó más a ella.

-¿Sí?

-Sí.

-Es bueno oír eso. También te amo.

La rubia levantó la vista y se topó con los labios de su novio directo sobre los suyos.

Ella le correspondió feliz.

Ahora existía otro lazo entre ellos. Un lazo diferente. Ya no era más que amistad. Ahora era amor.

***---***---***---***---***

Con toda la historia del embarazo de Emma (y ahora el de su hermana), el viaje de Helena y Will y su propio trabajo, el día veinticuatro de Agosto Rupert se despertó como si nada. Ni siquiera se le ocurrió pensar en que era su cumpleaños. Sencillamente lo olvidó.

Sí le llamó la atención la ausencia de Emma a su lado en cuanto despertó.

Era domingo y se suponía que despertaban juntos e iban a comer con la familia a algún lugar bonito.

El día anterior, Rupert no había asistido a la reunión familiar de los sábados (de lo contrario, probablemente alguien le habría recordado que al día siguiente cumplía años). Emma se sentía muy descompuesta y se quedó a cuidar de ella. Matthew pasó por los demás niños y se los llevó a la casa de Julie y Mark.

A pesar de que más que cuidarla lo que había hecho había sido disfrutar de besarla y acariciarla porque estaban a solas, Emma mejoró bastante. En realidad, probablemente mejoró por eso mismo, las caricias y los besos del pelirrojo la curaron.

En realidad, por ese motivo a Rupert le llamó la atención la ausencia de su esposa. Se suponía que no se sentía bien...

Se puso de pie y bajó las escaleras. Fue hasta los cuartos de los niños. Por pedido propio, todos dormían abajo. Ryan no quería saber nada con irse a otro cuarto, aunque el que él ocupaba fuese el más pequeño de todos. Le gustaba la ubicación y nadie lo sacaba de allí.

Al asomarse por la puerta, su hijo mayor dormía profundamente. Rupert recorrió la habitación con la mirada. En una de las paredes había muchas fotos de Ryan y Daphne y recortes de algunas poesías. Rupert sonrió y salió del cuarto.

Jack y Austin dormían en el otro pasillo de la casa. Rupert se dirigió hacia allí. Ambos, cada uno en su cuarto, roncaban a pata suelta. Rupert se detuvo unos segundos más de lo necesario en el cuarto de Austin. Era la réplica exacta de él cuando era pequeño. Emma lo amaba por eso. Decía que Austin le recordaba a su infancia, cuando apenas se conocieron. El pelirrojo entró al cuarto y le dio a su hijo un beso en la frente antes de salir de nuevo.

Realmente el cuarto de Madeleine era el más alejado. Rupert se dirigió allí buscando a Emma. El cuarto de su hija sólo la tenía a ella durmiendo. Emma no estaba allí. Maddie, sin embargo, le recordaba a alguien durmiendo así... Era raro, pero se parecía a Bonnie. Y ni siquiera eran parientes. No de sangre, al menos.

Cuando Rupert se dirigió al último cuarto, el de Emily, también lo descubrió casi vacío. La pequeña dormía tranquilamente y con los ojos muy apretados, chupándose un pulgar. Rupert se acercó a la versión de Emma en miniatura y le sacó el pulgar de la boca. Le haría mal tenerlo mucho tiempo. El pelirrojo se agachó junto a la niña y le besó la frente, como había hecho con Austin. Era idéntica a Emma de pequeña, pero los ojos eran de Rupert. Sin embargo, así, dormida, no se veían sus ojos y sencillamente era igual a Emma.

Rupert pensó, entonces, en el único lugar en que no había buscado y en el que seguro que ella estaba. La cocina.

Efectivamente, así era. Cuando abrió la puerta, la vio preparando algo muy concentrada. Rupert se apoyó contra el marco de la puerta y la observó unos minutos. Ella corría de un lado al otro de la cocina, mezclando, revolviendo y sacando cosas del horno. Llevaba el cabello en una colita desprolija y un pantalón muy corto. Se veía que su ropa era muy linda para ensuciarla cocinando, porque llevaba un suéter de Rupert. Le quedaba un poco grande y largo y hacía que se viera más tierna. Rupert observó su vientre. Era la única parte de su silueta que se notaba bajo el suéter. Rupert conocía cada curva y cada milímetro de aquel cuerpo, "sólo es mío", pensaba sonriendo, y podía asegurar que ese atuendo no marcaba ninguna de ellas. Sólo la pancita pequeña de ella tocaba la tela en la zona del estómago.

"El embarazo comienza a notarse. Me pregunto qué dirá la prensa cuando se entere..."

Emma se inclinó sobre la mesada y Rupert aprovechó para acercarse a ella, abrazarla por detrás y darle un beso en el cuello, que en realidad acabó en su oreja. Ella se sobresaltó.

-Rupert... Me asustaste.

-Lo noté. Hubiera entrado antes, pero te veías tan hermosa que no pude interrumpirte.

Ella sonrió y tomó lo que había estado preparando. Un pastel.

-Feliz cumpleaños, cariño.-Dijo Emma enseñando su creación.

Él frunció el ceño.

-¿Hoy es mi cumpleaños?

Ella rió.

-Sí, tonto.

-Oh. Entonces gracias por el pastel.

Emma rió de nuevo y lo besó.

-¿Por qué olvidaste que era tu cumpleaños?

-Supongo que porque me tuviste muy ocupado ayer.

-Lo siento.

-Está bien. Besarte siempre vale la pena.

Emma sonrió y lo besó suavemente.

-Emma...

-¿Qué?

-¿Qué vas a regalarme por mi cumpleaños?

Ella se puso pensativa.

-En... undostrescuatro...-Contó rápidamente en voz baja.-Febrero puedo darte tu regalo.

-Oye, eso no es justo.

Emma rió y se tocó el vientre.

-Lo siento, pero es lo que hay. Lo tomas o lo dejas.

Rupert la miró y le tomó las manos.

-Bueno, está bien. Pero me merezco algo de todas formas.

-Tal vez...-Emma miró sus manos y las subió por los brazos del pelirrojo hasta llegar a su rostro, tomarlo entre sus manos y besarlo.

Rupert le puso las manos en la cintura para acercarla más a él y le correspondió.

-¿Has probado la masa?

-Varias veces, ¿por qué?

-Porque tus labios saben a chocolate.-Dijo él volviendo a besarla.

Ella sonrió.

***---***---***---***---***

-Mamá...

-Mmm... ¿Qué pasa?-Preguntó Bonnie soñolienta.

-¿No quedaste en nada con tía Emma? Porque lleva llamando a tu celular como dos horas. Me ha despertado.

La pelirroja no abrió los ojos para contestarle a Arthur.

-¿Qué hora es?

-Son las once y media.

-¡¿LAS ONCE Y MEDIA?!-Bonnie se sentó en la cama de golpe, tan fuerte que despertó a Dan.-No puede ser, nos quedamos dormidos. El cumpleaños de Rupert. Muévanse, estamos llegando tarde.

Arthur salió del cuarto a toda velocidad. Si había algo a lo que le tenía terror era a su madre enojada. Fue hasta el cuarto de Daphne y la sacudió por un hombro.

-¿Ryan?

-Puaj, no, que asco. Soy Arthur. Vamos, despierta de una vez.

Ella abrió los ojos enojada.

-¿Qué te pasa? Es domingo temprano.

-¿Quieres ver a mamá muy enfadada?

-No, claro que no. ¿A qué viene eso?

-A que si en cinco minutos no estás lista para salir esa será la consecuencia.

Daphne se puso de pie y echó a su hermano del cuarto.

-Ve a despertar a los otros. Date prisa.

-Vaya, miren quién está apurada ahora.

-Cállate y apresúrate.

En quince minutos, la familia entera subió al auto y condujeron hasta la casa de Julie y Mark. Bonnie iba hablando con Emma por teléfono.

***
-Sí, lo siento, lo siento, nos quedamos dormidos.

-No te preocupes. Todo está bien respecto a eso. Dime algo, ¿Llegaron ya?

-No, acabamos de salir. ¿Ustedes?

-Como se supone que deben llegar antes aún no hemos salido. Pero en cuanto salgamos te aviso.

-¿Tienes distraído a aquel?

-No le digas 'aquel' a Rupert, por favor. Y sí, claro que está distraído. Se está comiendo un pedazo gigantesco de pastel de chocolate y les está contando a los niños cómo fue que nos conocimos o algo así. Oye, ¿Se arreglaron como quedamos?

-Informal y sencillo. Sí. ¿Por qué?

-Porque si hago que Rupert se cambie y se ponga algo más arreglado tendrá expectativas demasiado altas de lo que haremos hoy.

Bonnie y Emma habían acordado celebrar en casa de Julie y Mark para que ningún miembro de la prensa los viera en otra parte, en especial cuando ellas dos estaban embarazadas y nadie lo sabía. Aún.

-No te preocupes por eso, estamos igual que los sábados. ¿Ustedes?

-La verdad, Rupert aún tiene el pijama. Los niños se han vestido pero no muy arreglados. Yo también. Pero no sé si...

-Olvídalo. Estará bien. La primera vez que él te hizo un festejo por tu cumpleaños, hace seis años, no fue nada arreglado y lo sabes. Fuimos todos al apartamento.

-Sí. Tienes razón.

-Bueno, ahora vete. Si sigues hablando conmigo despertarás sospechas. Ya vete.

-Gracias, Bonnie.

-De prisa, vete.

-Adiós.

-Adiós.

***
Cuando Bonnie colgó, se miró los pies antes de guardar el celular en su bolsillo. Podría jurar que había escuchado algo romperse en sus zapatos...

Pero no le dio importancia.

-Dan, ¿falta mucho?

-No. Ya casi llegamos. Oye, ¿hablaste con Will ayer?

-No, ¿por qué?

-Se supone que regresaban ayer y no han vuelto.

-Tal vez hayan decidido quedarse unos días más, ¿No crees?

-Puede ser, pero me parece que Helena quería estar aquí para el cumpleaños de su padre. ¿Puedes llamarlos? Llama desde mi móvil, tengo llamadas gratis con él. Date prisa, antes de que lleguemos.

***---***---***---***---***

Helena despertó bastante tarde. Tomó instintivamente el teléfono para ver qué hora era.

-Maldita sea. Will, despierta.

-Mmm... ¿Qué hora es?

-Eso no importa. Lo que importa es que tengo más de veinte llamadas perdidas de mamá, diez de tu madre y cerca de cuarenta de Julie.

-¿Por qué?

-Hoy es el cumpleaños de papá. Probablemente se junten a celebrar y quieren saber si vamos a ir. ¿Hablaste con tu madre para avisarle que nos quedamos un par de días más?

-No.

-¡¿PUES QUÉ HACES AHÍ DURMIENDO?! ¡DATE PRISA!

-Vale, vale, tranquila. Ya voy.

Will tomó el teléfono y justo empezó a sonar.

-¿Hola? Mamá. Sí. Lo sé. Ajá. Ajá. Ajá. Ajá. Bien. No, no estaremos. Creo que el martes que viene. Sí. Sí, mamá. De acuerdo. Te veo luego. Sí, también te quiero. Adiós.

La pelirroja lo miró.

-Podrías haber puesto un poco de tu parte.

-¿Qué querías que hiciera? Son como las seis de la mañana y tengo que hablar con mi madre que está muy preocupada...

-Porque no llamaste.

-¿Acaso tú sí?

Ella se calló.

-No. Pero le dije a mamá antes de venir que probablemente nos quedaríamos un par de días.

-Y le dijiste que querías estar para el cumpleaños.

-Sí. Eso dije. Pero ella sabía que no iba a ser así.

Will suspiró. Era demasiado temprano como para pelear, y la noche anterior había sido tan fantástica que no quería arruinarla con otra discusión.

-Vale. Lo siento. Debí haber llamado.

Helena también suspiró, pensando en lo mismo.

-También yo debería haber llamado. También lo siento.

-Entonces...-Preguntó él extendiendo una mano.-¿Amigos?

Ella sonrió. Tomó su mano y lo atrajo hacia sí para besarlo.

-Más que amigos. Novios.

Will también sonrió.

***---***---***---***---***

-Bueno, bueno. Mark, por favor, dime que ya está todo.

-Sí, cielo. Está todo listo.

-Bien. Pero no entiendo por qué no llegan de una vez Bonnie y...

El timbre la interrumpió.

Julie se acercó a abrir.

-Bonnie, Dan, por fin llegan...

-De prisa, mamá, no hay tiempo. Tenemos que decorar un poco.-Dijo la pelirroja entrando casi sin saludar y acercándose a una de las paredes.

Dan se encogió de hombros y saludó a sus suegros antes de ir junto a su esposa.

Luego de más o menos una media hora, Julie, Mark, Bonnie, Daniel, Daphne, Arthur, Peter y Paul acababan de poner las últimas decoraciones.

Bonnie controlaba su celular cada medio segundo aproximadamente, esperando un mensaje de Emma diciendo que estaban en marcha.

En la otra punta de la ciudad, Emma conducía mientras Rupert iba en el asiento trasero con Emily en su regazo.

-¿Vas a decirme dónde vamos y por qué me echaste atrás?-Preguntó el pelirrojo molesto.

-Dos cosas. Primero, no voy a decirte, es sorpresa. Y segundo, no te he echado, Ryan quería sentarse aquí y le dije que sí. ¿Tan malo es eso?

Rupert suspiró. Sin mirar a Emma ni a Ryan, que cruzaban miradas cómplices, se concentró en su hija menor.

-Bueno, princesita. ¿Qué me cuentas, Emmy?

Emma sonrió al escuchar al pelirrojo dirigirse con extrema dulzura a Emily.

-Edtoy abutida.

-¿Aburrida?

-Eso. Aburrida.

Él sonrió y le pellizcó una mejilla con cariño.

-¿Por qué?

-No sé dónde vamos.

-Sí, tampoco yo. ¿No sería justo que mamá nos dijera?-Preguntó a propósito en voz alta para que Emma lo oyese.

Precaución totalmente innecesaria, ya que ella seguía la conversación atentamente.

-Sí. Mami, ¿dónde vamos?

-Lo siento, nena, no puedo decirte. Es sorpresa para papá. Tu amas las sorpresas. No querrás que esta se arruine, ¿cierto?

Ella negó con la cabeza y miró a Rupert.

-Papi malo. Quiedes aduinar la sodpresa.

Él rió y le acarició el cabello.

-Si no quieres que lo haga no lo haré.

-Bueno, no lo hagas. Las sorpdesas aduinadas no son sodpdesas.

El pelirrojo sonrió y la abrazó.

Austin, Jack y Madeleine iban dormidos al final de auto. Estaban cansados y necesitaban reposar.

Además de Emma, claro, el único que conocía el destino del viaje era Ryan. Por eso se sentaba adelante, quería asegurarse de que su padre estuviese distraído atrás y que no supiese a dónde se dirigían.

Cuando llegaron, Emma se apresuró a ponerle una venda en los ojos a Rupert mientras los demás se bajaban del auto. Luego ella pasó al asiento de atrás e intentó que Rupert bajase, pero él se movió un poco y acabó sentada sobre él. Rupert sonrió.

-¿De qué te ríes?

-De nada. Me encanta que seas un poco torpe.

-¡Oye! ¡Yo no soy torpe! Sólo me caí porque te moviste.

-Y porque tus reflejos no son rápidos, mi pequeña torpeza.

Emma frunció el ceño. Rupert puso las manos sobre sus rodillas para encontrar las de ella y subir por su cintura hasta encontrar su rostro y acercarla a sus labios.

-Venga, no te enfades. Sabes que te adoro. Más de lo que crees...

Ella sonrió y le devolvió el beso.

-¡Mamá! ¡Apresúrense allá adentro!

La voz de Ryan los interrumpió.

Rupert se quedó un poco desilusionado.

-Bueno, nena, pero a la noche...

-Esa será otra historia.-Dijo ella mientras lo ayudaba a bajar del auto.

***---***---***---***---***

Cuando los que se reunían los sábados hubieron llegado y preparado todo para sorprender a Rupert, Julie se sentó a esperar el timbre. Todos estaban casi dormidos, en un estado de ensoñación profundo, esperando.

Cuando la puerta sonó, se despertaron todos. Julie abrió y Emma entró llevando a Rupert de la mano y con sus hijos corriendo detrás.

Cuando el pelirrojo se quitó la venda y vio a las decoraciones y a su familia allí no pudo menos que sonreír, besar a Emma, tomarla por la cintura y hacerla girar en el aire mientras reía.

Bonnie se acercó a ambos.

-Maduro, hermanito. Muy maduro.

Él sonrió y la abrazó.

-Gracias, Bonnie. No sé por qué sospecho que tú y Emma están detrás de esto. Y también mamá.

Julie se acercó a ellos y lo abrazó.

-Feliz cumpleaños, hijo.

Él sonrió. De sangre o no, siempre consideraría a Julie como su madre, aunque biológicamente no lo fuera. Su verdadera madre no estaba allí, sólo había enviado un mensaje deseándole feliz cumpleaños, saludos para Emma y para sus nietos.

Pasadas unas horas del almuerzo, todos recordaban con nostalgia viejos tiempos.

-¿Y qué hay sobre la primera vez que nos juntamos a comer en casa y nos vieron los paparazzis?-Preguntó Bonnie revisando uno de los álbumes de fotografías.-Miren, Emma y yo no estábamos embarazadas y teníamos como diez kilos menos.

Emma rió y se acarició el vientre con ternura mirando a Rupert. Él le sonrió.

-Emma tiene una botella en la mano. Raro, nunca la vi beber nada. Dan parece estar diciendo "sáquenme de aquí". Rupert parece no poder creer que está tocando a Emma. Aunque creo que ahora ha compensado los años que pasaron si hacer nada, sin tocarse. O pregúntenle a la barriga de Emma, ¿No creen?

Todos rieron excepto Rupert, que enrojeció.

-Yo...-Farfulló.

-Bien, Bonnie, como digas. Pero dime algo. ¿Tú y Dan no han avanzado también? Sabes que no soy la única embarazada...

La pelirroja sonrió con timidez y miró a Dan. Él también le sonrió.

***---***---***---***---***

-Bueno. Dime qué tal has pasado tu cumpleaños...-Preguntó Emma cuando ella y Rupert se hallaron solos cambiándose en el cuarto.

El pelirrojo sonrió.

-Perfecto. Increíble. Familia y pocos amigos. Sencillo. Así me gusta.

Ella sonrió y desapareció dentro del baño.

Cuando salió, Rupert la miró intensamente.

-Oh no, ni modo, ni lo sueñes, estoy embarazada, no podemos...

Rupert desoyó sus palabras y se acercó a besarla. Seamos justos con ella, Emma intentó resistir. Pero no podía. No pudo.

Sus ojos eran demasiado verdes, su mirada demasiado abrasadora, su sonrisa demasiado provocadora, sus manos demasiado hábiles y rápidas, su cabello demasiado pelirrojo. Su cama era demasiado cómoda... Estaba demasiado tendida... La luz era ideal... Estaban solos... Sus labios estaban sobre los suyos... Sus manos en su cintura... En su cadera... En sus piernas... Le quitaban la chaqueta... La camiseta... La falda...

Emma no podía resisitirse a él. No podía. Sintió su espalda caer sobre la cama y sus ropas dejarla una por una. Las manos de él recorriendo cada curva de su cuerpo. Sus labios perdidos entre los suyos. Su cabello despeinado enredado con el de él. Su anillo de bodas chocando con el cinturón del pantalón de Rupert. Sus manos recorriendo su torso. Las de él evitando que ella escapara. Aunque fuese innecesario.

Emma no pensaba irse de allí. Olvidaba en ese momento toda preocupación, concentrada en él y sólo en él. En el fondo sabía que no había peligro y eso le permitía dejarse llevar por él y caer en esa profundidad de pasión y deseo que era tenerlo recostado sobre ella, besándola de aquella manera.

***---***---***---***---***

En cuanto Emma despertó la mañana del lunes, encontró la mata de cabello pelirrojo a su lado, durmiendo tranquilamente. Emma se miró. Estaba desnuda. Recordó la noche anterior y se ruborizó. Ella era un poco más responsable que eso...

Pero ya estaba. En fin, Emma sabía que no había peligro para los bebés a aquella altura. Y eso le bastaba para quedarse tranquila.

Volvió a mirarse los pies bajo las mantas. Se observó el pequeño vientre crecido casi imperceptiblemente.

Sin darse cuenta, apoyó una mano sobre su ombligo y lo acarició con ternura. Cerró los ojos y se dedicó a recordar la noche anterior... Sería la última vez hasta Febrero... Pero reaccionó cuando sintió una mano sobre la suya, siguiendo el movimiento para no cortar la caricia. La mano llevaba sin duda un anillo de bodas, de metal. Frío. Eso había hecho que Emma se diera cuenta de que era Rupert. Además, conocía a la perfección aquellas manos. La habían rozado tanto la noche anterior. Tan delicadamente pero con firmeza y ternura.

Ella sonrió y abrió los ojos para besarlo. Sin duda, amaba a aquel pelirrojo. Eso nunca cambiaría.

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