Llevaban ya una semana en la ciudad escocesa. Habían visitado algunas cosas y aún les faltaban varias, pero decididamente a Bonnie le había fascinado el estilo de la ciudad.
Bajo la luz artificial, de noche, se veía muy hermosa y brillante. Pero de día, por lo general nublado, la ciudad completamente gris en medio de aquel verde exuberante era imponente.
El estilo clásico de Edimburgo había conquistado enseguida a Bonnie. Tal vez si estaba nublado parecía un poco aburrida y gris, pero el verde de la naturaleza que rodeaba la ciudad la hacía ver muy colorida, como si estuviese pintada de los más brillantes y diversos colores.
Daniel disfrutaba al verla tan feliz. La sentía en su entorno. Sentía que era ese su lugar. Sin embargo, algo en su interior le decía que a Bonnie le gustaba más Londres. Aunque no cabía duda de que la capital de Escocia se había adueñado de su corazón soñador.
Desde que habían llegado, no habían ido ni una sola vez a ninguno de los orfanatos donde los chicos habían estado. Sólo habían paseado como turistas.
Pero al despertar el primer día de la segunda semana, Daniel decidió que era necesario comenzar a hacer las averiguaciones.
Le tomó apenas una hora averiguar sobre los tres orfanatos. Y además pudo comprender el sistema y cómo se regulaba.
Los tres niños habían crecido en tres orfanatos diferentes.
Los orfanatos, junto con otros más, se habían unido para formar una cadena de ayuda y asistencia al niño desamparado. En algún momento, a los tres les tocó estar en el mismo orfanato.
David Yates había hecho un trato con la cadena para hacer publicidad y conseguir más donaciones, y por eso fue que Will, Arthur y Daphne terminaron haciendo los papeles de James, Albus y Lily.
Una vez filmada la última película, los tres fueron a un orfanato en Londres. Casi todos los meses veían a Dan y Bonnie, a quienes consideraban como sus padres. La relación entre ellos se fue estrechando hasta que Bonnie decidió que ya habían sufrido suficiente. Los cinco. Y ahí le propuso a Dan que los adoptaran.
Así es como llegamos a este punto. Dan consiguió los nombres de los tres orfanatos y le comunicó todo a Bonnie para que se pusieran en marcha para ir al primero.
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-Le agradecemos su colaboración.-Dijo la recepcionista hablando por teléfono.
Cortó y, sin levantar la vista de sus papeles, dijo:
-Buenos días. Bienvenidos. ¿En qué puedo ayudarlos?
-Buenos días. Estamos aquí por Daphne de Beistegui.-Dijo Dan.
La recepcionista los miró de manera amable.
-Ella ya no está aquí. Se fue hace seis años.
-Lo sabemos. Pero la hemos encontrado y queremos adoptarla. Y necesitamos...
-¡Oh! Claro, disculpen. Soy una tonta. Pasen por aquí, por favor.
La recepcionista los llevó hasta una sala con una computadora y estantes y cajones llenos de fichas y ficheros.
-Bien. Ustedes quieren adoptarla. Claro que sé qué papeles necesitan. Si me esperan un segundo...
Estuvo cerca de media hora buscando datos en la computadora y los ficheros. Luego imprimió un documento y se lo entregó a Dan.
-Bien. Esto es. Sólo necesitan este. Si consiguen un abogado que les haga el expediente de adopción no necesitarán los nuevos papeles. Sencillamente un juez debe firmar el expediente y esto.
Bonnie tenía los ojos llenos de lágrimas.
-¿Cómo podremos pagárselo?
-Oh, cariño, no es nada. A esto me dedico. Y me encanta. Pero, si pueden, díganle a Daphne que le envío saludos. Nunca fuimos muy amigas pero con seguridad se acordará de mí.
Bonnie asintió.
Cuando ambos salieron del orfanato, Dan se pasó una mano por el cabello y dijo:
-Vaya. Eso ha sido rápido. Creo que tenemos tiempo para buscar a algún otro. ¿Vamos?
Bonnie asintió. Su proyecto familiar había comenzado oficialmente.
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-De modo que están aquí por el mocoso.
Bonnie puso todo su empeño en no abalanzarse sobre el recepcionista de aquella pocilga y comenzar a golpearlo hasta que dejara de referirse a Arthur como a 'el mocoso'.
Que Oliver lo dijera, en broma y de cariño, era una cosa. Pero aquel hombre hablaba así con profundo desprecio. Bonnie no entendía a Dan. ¿Por qué no estaba furioso?
-Señor, hemos venido con la mejor de las intenciones. Sólo queremos unos papeles y nos iremos. Por lo que me veo en la obligación de pedirle que se comporte y cuide sus modales. Queremos cualquier dato referente a Arthur Bowen.
El recepcionista no pareció intimidado ante el tono sereno y severo de Dan. Pero, con un poco más de suavidad, respondió:
-La segunda puerta a la izquierda por aquel pasillo. Están por orden alfabético. Si encuentran su ficha y la firma un juez, entonces será su hijo. Sólo necesitarán un expediente de adopción.
Bonnie asintió, y ella y Dan entraron al cuarto que el sujeto les había indicado.
Estaba muy sucio. Era igual que el del otro orfanato, pero este estaba desordenado, lleno de polvo y telarañas. El otro parecía un cuarto común, ordenado y limpio que cualquiera hubiese podido tener en su casa.
Tres horas llevaban allí y no habían encontrado nada. Bonnie estaba nerviosa. ¿Y si no encontraban nada?
Un niño entró en el cuarto.
-Lo siento. El recepcionista quiere que les avise que en media hora cerramos.
-¿Media hora? No hemos hallado nada. Dan, no lo haremos. Arthur Bowen está desaparecido de estos papeles.-Dijo Bonnie al borde del llanto.
Dan la abrazó.
-Tranquila. Todo va a estar bien...
-¿Arthur? ¿Arthur Bowen?-Preguntó aquel niño.
-Sí. ¿Lo conoces?
-Claro que sí. Era mi compañero de cuarto. Sé dónde están sus papeles. Miren.
Aquel niño rebuscó en el estante de la letra S y sacó un fajo de fichas.
-Estos son.
Bonnie lo abrazó llorando.
-Muchas gracias. Le diremos a Arthur lo que hiciste por nosotros. ¿Cómo te llamas?
-Stuart Bibbles. Ahora soy Stuart Renil. Me han adoptado. Y estoy aquí con mis padres por un hermano.
Bonnie le sonrió.
-Te deseo mucha suerte, Stuart. Y no tienes idea de lo que hiciste por nosotros. Un millón de gracias.
-No es nada. Arthur puso esos papeles ahí
-¿En la S? ¿Por qué?
-Por cómo lo llamaban. Sev. Por Severus. Siempre decía que ese debería ser su nombre. Y luego obtuvo justo ese papel. ¿No es una gran coincidencia?
Dan y Bonnie sonrieron.
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-Dan...
-Mmm. ¿Qué pasa?
-No puedo dormir. Estoy muy preocupada.
-¿Por qué?
-Por Will. Él es el único que queda para que todo esté listo. Y tengo un muy mal presentimiento. Dan, algo malo ocurrirá.
Él suspiró y le acarició el cabello.
-Olvídalo. Todo estará bien. No debes preocuparte. Nos ha ido muy bien hasta ahora. Nuestra suerte no cambiará.
Bonnie no parecía convencida.
-Si no me crees, oye esto. El orfanato de Will es el más nuevo de los tres. Y no hay posibilidades de que los registros estén sucios o desordenados. Haremos rápido, ya lo verás. Y luego podremos seguir haciendo de turistas con la mente en calma.
Bonnie se animó un poco.
-Tal vez tengas razón.
-Créeme, la tengo. Y deja de preocuparte tanto. Eres más linda si sonríes.
Bonnie sonrió.
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-¿A qué se refiere con accidente?-Preguntó Daniel incrédulo al recepcionista del orfanato.
-Señor, ya se lo dije. El año pasado tuvimos un accidente y todo se quemó. Todo. Los registros, las fichas, todo. No hay modo de que podamos decir que Will Dunn estuvo aquí alguna vez.
Dan suspiró. Bonnie tenía razón. Y por eso el edificio se veía tan nuevo. Había sido reconstruido en su totalidad luego del incendio.
A Bonnie la asaltaron unas terribles ganas de llorar. No estaban. Los papeles no estaban. Jamás recibirían el permiso de adopción sin eso...