Helena se despertó porque sintió algo peludo en su rostro.
-Will...
-¿Qué?
-¿Puedes quitar tu cabello de mi cara?
-Lo siento.
Will se colocó a su lado, pero calculó mal y cayó en el espacio libre que quedaba entre ambas camas.
Helena rió.
-Venga, deja de reírte y ayúdame.
Ella estiró la mano y asió la de él. Will jaló con fuerza y la tiró al suelo.
-Eres un tonto.
Él sonrió y la besó.
Helena consiguió subirse de nuevo a la cama y dejar a Will en el piso.
-Ayúdame...
-Nop. Ayudarte es peligroso.
Él hizo un puchero.
-Por favor...
-Bien, pero como me tires de nuevo...
-No lo haré.
Helena tomó la manga de su pijama y jaló hacia arriba.
Will dio un salto y cayó sobre ella.
-¡Will! ¿Qué haces?
-Shhh...-Le dijo besándola y colocando las manos en su cintura.
Ella sonrió cuando las sintió sobre su sostén. Ya no se sorprendería.
Toc, toc, toc.
Will se separó de ella. Se paró y se acercó a la puerta intentando adivinar si eran Julie o Mark.
-¡Daph! ¡Eres tú!
-Cállate, va a oírte. Vengo a buscar a Helena. Tiene que salir a comprar el desayuno.
-¿Yo? ¿Por qué?
-Pues tal vez sea porque Julie vino a despertarme y no te vio allí, preguntó dónde estabas y no quise decirle que estabas con tu novio en su habitación. Saben cómo es ella. Y lo primero que pensé fue que tenía hambre, y le dije que tú y Will se habían ido a comprar el desayuno. Así que, o salen ahora y compran algo antes de que Julie los descubra aquí o estarán en problemas.
-De acuerdo. Gracias, Daph.
-Por esta vez está bien. Pero no sé qué haré la próxima vez para no decirle a Julie que se están besando aquí.
Helena rió.
-Vale, ya nos vamos.
-Ten. Te traje ropa para que puedan salir a escondidas. Vístanse y antes de salir toquen la puerta tres veces para que yo sepa y les avise si hay moros en la costa.
-Bien, Daph. Gracias.
Daphne cerró la puerta y salió. Helena tomó la ropa que le había dejado y se encerró en el baño.
Will se cambió y esperó a que ella saliera.
Sonrió cuando la vio. Llevaba unos jeans, una remera violeta y una campera de jean, y se había atado el cabello en una trenza.
-Pareces Hermione.
Ella sonrió.
-Tal vez. Pero ella es castaña y yo no.
-Entonces pareces la hija de Hermione y Ron. Oh, espera, eso es lo que eres.
Helena rió y tocó la puerta. La suave voz de Daphne les respondió.
-Vía libre. Ahora o nunca.
Ambos se tomaron de la mano y salieron del departamento y a la calle. Una vez afuera, Helena pensó en algo.
-¿Tienes dinero?
-No.
-Pues tampoco yo. Me gustaría saber cómo pretendía Daphne que compráramos algo sin un billete.
-¿Segura que no tienes dinero?
-Pues, bastante segura, sí.
-Ven aquí.
-¿Para?
-Ven.
Helena se acercó pensando que iba a besarla, pero, en lugar de eso, él comenzó a revisarle los bolsillos.
-Y... Daphne es muy inteligente. Aquí hay dinero. Ven, vamos a comprar algo.
Helena asintió distraída. Will lo notó y la besó suavemente. Ella sonrió.
-¿Vamos?
-Vamos.
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Bonnie, con una bata puesta, desayunaba café en la cocina. Tenía la taza aferrada con ambas manos para sentir su calor. Hacía frío.
Daniel bajó las escaleras y la vio, usando la bata, aferrada a su taza, con los ojos cerrados, la cabeza inclinada hacia adelante y oliendo profundo. Sonrió. Se acercó a ella por detrás y la abrazó. Ella se recostó en su pecho.
-¿Cómo amaneciste?
-Bien. Tenía sed y bajé a tomar café. Está comenzando a refrescar.
-Lo sé. El clima aquí es muy extraño. Hace frío cuando menos lo esperas y calor cuando menos lo quieres.
-Sí...
-¿Por qué hablamos del clima? Mejor hablemos de otra cosa. Cuéntame, ¿qué tal la noche?
Bonnie sonrió ruborizada.
-Mmm... De maravilla.
Él le besó el cabello.
-Estás cansada. ¿Por qué no te acuestas un poco? Aún es temprano...
Bonnie cerró los ojos y tomó un sorbo de café. El último. Luego suspiró.
-No lo sé. Te quedarás solo...
-No debes preocuparte por mí. Te quiero y quiero que descanses bien.
Bonnie no respondió. Se había quedado dormida. Dan sonrió y la cargó por las escaleras hasta dejarla en la cama. La tapó con las mantas y se acostó a su lado. Y luego él también se durmió.
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Emma despertó al sentir unas suaves caricias en su mejilla. Abrió los ojos. Rupert la miraba.
Ella sonrió.
-Hola.
-Hola.
-¿Cómo dormiste?-Le preguntó con dulzura.
-Bien, supongo. Probablemente así se siente una luego de casarse y despertar junto a su marido pelirrojo.
Él le dio un beso en la frente.
-¿Te he dicho hoy lo mucho que te amo?
-Mmm... No lo sé. No miré el reloj cuando me lo dijiste la última vez.
Él rió.
-Te amo. Mucho.-Dijo acercándose a besarla.
Ella le correspondió.
-Esto será como un nuevo comienzo para ambos, ¿no crees? Como volver a comenzar la relación.
-¿Hay que volver a empezar? Vale.-Carraspeó y dijo:-Yo soy Rupert Grint, siguiendo tu lógica no me conoces, pero acabo de casarme y acostarme contigo. Un placer. ¿Tú eres...?-Dijo estrechándole una mano.
Emma rió.
-No me refiero a eso. Hablo de que ambos somos una pareja hace poco, y pasamos a la siguiente etapa de la pareja, el matrimonio. Y creo que esta es una oportunidad para ambos de comenzar de nuevo. En el sentido de ir descubriendo todos los días algo nuevo y aprendiendo un poco más. ¿Comprendes?
-A decir verdad, no. Pero no me casé contigo para aprender. Me casé contigo porque te amo, y me importa bien poco si hay que empezar o no otra vez. Pero sí me importa que sepas que te amo. No creas lo contrario. Emma. Por favor. De veras. No puedes seguir con la idea que tenías anoche.
Ella sonrió y le dio un beso en la mejilla.
-Claro que no. Ya me has demostrado que me amas. Y es suficiente para mí. Y también te amo.
Él sonrió y volvió a besarla.
-No te has afeitado.
-¿Te molesta?
-Un poco. Es extraño...
Él sonrió.
-Puedo hacerlo si quieres.
-Mmm... No lo sé. Jamás estuve casada. No sé qué hacer para mantener la armonía de la pareja o lo que sea.
Él sonrió y volvió a besarla.
-Luego me afeito.
-No es necesario...
-Si a ti te molesta sí que lo es. No haría nada que te molestase.
Ella sonrió y se acomodó entre sus brazos.
-Luces cansada.
-No, no, estoy bien. Sólo que...
-¿Qué?
-Muchas emociones para un día y una noche. Es todo. Apuesto a que te sientes igual.
-Sí. Pero en este momento sé que te amo. Tengo incluso una remera que lo dice.
Ella rió.
-¿I ♡ Emma Watson? ¿Aún la tienes?
-Sí. Y es una de mis favoritas.
-También me gusta.
Él rió.
-Eso no es justo. A ti te gusta por tu egocentrismo.
-¿Egocentrismo? ¿En serio crees que soy egocéntrica?
-No. Yo creo que si eres Emma Watson y vas por la calle con una remera que dice que amas a Emma Watson...
Ella sonrió y se acercó a besarlo.
-Vale, tienes razón. Pero a ti te queda muy bien...
Él le acarició el cabello.
-Eres increíble, ¿sabes?
Emma se ruborizó.
-Yo...
-Eres bonita, inteligente, alegre y modesta. Eres franca, educada y amable. Y eres madre y ahora esposa. Mira todo lo que eres...
Emma sonrió y lo besó.
-Al fin eres mi esposo. Eres... mío.-Dijo pícaramente.
-Pues yo creo que es al revés.
-No. Tengo una teoría y una prueba que lo demuestra. ¿Quieres ver?
-¿Incluye mi sonido favorito?
-Tal vez...-Dijo ella haciéndose la interesante y saliendo de la cama.
-Creo que podría pensarlo...-Dijo Rupert observándola.
Emma se acercó al armario. Rupert salió de la cama, la alzó y la hizo chocar contra una de las paredes.
-Ya lo pensé. Enséñame tu dichosa teoría...
Ella sonrió y lo besó. Él la cargó y la dejó en la cama, para echarse sobre ella.
-¿Sabes? Ahora que eres mi mujer, seguro lograré hacerte mía.
Ella sonrió.
-¿Por qué no lo intentas?
-¿Es un reto?
-Dalo por hecho.
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-¿Clara mi teoría?-Preguntó ella sonriente
-Clarísima. Y que conste que yo logré cumplir con tu reto.-Dijo Rupert.
Emma sonrió.
-Así es. Tienes razón.