-Emma...-Susurró alguien en la oscuridad.
-Mmm... ¿Bonnie, eres tú?
-No. Soy Rupert.
-¿Tú? ¿Qué haces aquí?
-Shhh. No subas la voz. Ven conmigo...
-¿Qué quieres hacer?
-¿Confías en mí?
-Claro.
-Entonces ven.
Emma suspiró y abrió los ojos. Asió la mano de Rupert y ambos salieron del apartamento.
-¿Qué pasa?
-Tengo que hablar contigo. Pero no puedo hacerlo aquí. Tenemos que irnos a...
-¿Al apartamento?
-Sí.
-Pero...
-Por favor. Vamos...
-Está bien.
***---***---***---***---***
Rupert cargó a Emma para que sus pies descalzos no tocaran el suelo.
Subieron al auto y él volvió a levantar a Emma hasta el apartamento.
-¿Y bien?-Le espetó ella.
-No te has dado cuenta. No puedo creerlo. Yo no debería ser actor, debería ser espía. Tal vez así tus padres...
-Ya te he dicho que no debes preocuparte por eso. Todo está bien.
-Si tú insistes. Pero no te traje por eso.
-¿Entonces por qué?
-Repito. ¿No te has dado cuenta?
-¿De qué?
Él rió.
-Te he estado siguiendo toda la noche.
-¡¿Qué?! Pero... Tu despedida...
-Estuve un rato en la otra discoteca con Dan, su primo Michael, Matthew, Dohmnall, Chris, Alex, James y Oliver. Pero luego nos aburrimos y volvimos a casa de Dan. Allí todos se durmieron prácticamente en el acto. Pero como solo podía pensar en ti y en que estabas preocupada...
-¡¿Fuiste a la discoteca?!
-No. Las vi salir y las seguí oculto para que nada les ocurriera. Y luego pensé en que querrías saberlo y te traje aquí.
Emma comprendió todo de golpe y sonrió pícara.
-Ujum... Y para eso me trajiste aquí.
-Sí.
-No hay segunda intención...
Rupert iba a negar con la cabeza, pero Emma salió corriendo y se metió al cuarto. Él se mordió el labio y la siguió.
-Dices que no hay segunda intención...
-Así es.
-Qué pena.
-¿Qué?
-Que es una pena. En fin, tendré que regresar con las chicas...
-¡No! Ahora que estamos aquí... ¿Para qué desperdiciar la noche?
-No lo sé...-Fingió ella.-Tengo sueño. Mañana es un gran día y...
-Oh, vamos. Será nuestra última noche como novios... Hay que aprovecharla.
-¿De qué manera?
-Pues... Tal vez... La cama es cómoda, sabes...
Emma sonrió y fingió indiferencia.
-No lo sé... No estoy de humor...
-Oh, vamos...
-Tendrás que convencerme...
Él sonrió y se acercó a ella para besarle el cuello. Pero cambió de opinión y la echó sobre la cama, con él encima. Comenzó a besarla y desabotonarle el pijama.
-¡Hey! Trampa. Así no intentas convencerme...
-Pues intentaré...
Ella sonrió y echó su cabeza hacia atrás para dejar al descubierto su cuello.
-Emma, por favor...-Dijo acariciando su cuello con suavidad.
-Aún no lo sé.
-Vamos... Sabes que quieres...-Dijo rozando su cuello con la nariz.
Ella sonrió.
-Me haces cosquillas.
-Vamos. Emma, es nuestra última noche... Es nuestra oportunidad...
Él comenzó a besarle el cuello al tiempo que acariciaba su vientre y su pecho, por encima de su sostén.
Ella suspiró.
-Yo...
-Vamos. Tú quieres. Admítelo.
-Yo no... ¡Rupert!
Él la ignoró y siguió mordisqueando suavemente su cuello.
-Para. Por favor, para...
Él volvió a ignorarla y bajó a besar su vientre y su pecho. Acercó sus manos a su espalda y al broche del sostén.
-Rupert, detente. Para.
Él la miró confundido. Pero entendió en cuanto Emma hizo que sus labios se recorrieran y le quitó la remera.
-Tú ganaste. Me has convencido.
Él sonrió antes de quitarle la parte de arriba del pijama y, con él, su sostén.