El Intérprete y el Guardián...

By leyjbs

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COMPLETA Ganadora de los premios Wattys 2015 en la categoría "Narrativa interactiva". ~~~♜ Luego de años de p... More

Sinopsis
Dedicatoria
Elenco [Parte I]
Prefacio
1. Sueños de magia
2. ¡¿Que soy el Intérprete?!
3. Les presento a André
4. De la intersección a...
5. Larguirucho, blanco y hermoso vampiro
6. Una baja y ¿vida eterna?
7. Wanhander
8. Es ese aroma
9. El consejo de las Once Provincias Místicas [Prt. I]
9. El consejo de las Once Provincias Místicas [Prt. II]
10. Luz y oscuridad
11. La Escalada [Prt. I]
11. La escalada [Prt. II]
12. Del origen de los elementalistas
13. Juicio [Prt I]
13. Juicio [Prt II]
14. La cripta de los Intérpretes
15. Algo más que miedo
16. Sangre al agua
17. Tamara
18. Cruzada suicida
19. Infancia perdida [Prt. I]
19. Infancia perdida [Prt. II]
20. El restablecimiento de Seret
21. Nemuritor
22. El tratado de los Once
23. Ayúdame
24. Recuerdos [Prt I]
24. Recuerdos [Prt II]
26. El verdadero traidor
27. Hermanos
28. Según los planes
29. El Cuartel Murder
30. Intermediarios
31. Radamanto
32. El enigmático conde Renart
33. La coronación
34. Traición por buena causa
35. La cárcel de Gurlok
36. La doceava provincia
37. Tres inmortales
38. El Oráculo [Prt. I]
38. El Oráculo [Prt. II]
39. El verdadero Intérprete [Prt I]
39. El verdadero Intérprete [Prt. II]
40. Limbo
41. Guardián
42. Infiltrados [Prt I]
42. Infiltrados [Prt. II]
43. El fin de un Tratado
Extra: En el castillo negro
Agradecimientos
¡El Intérprete y el Guardián ha ganado los Wattys 2015!

25. Tiempo sin vernos

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By leyjbs

—Los planes cambian mi buen Cornelius. Si eso fue lo que te dijo, será mejor que actúes pronto.

Las palabras del Oráculo redundaban en la mente del viejo dirigente de las once provincias una y otra vez: "cuídate de los que están cerca tuyo ya que te han de traicionar primero. Pero ten cuidado con lo que hagas, pues tus actos podrán, si son mal encaminados, lograr tu fin".

Hablaba con Ernest, el carcelero dueño de la prisión de Gurlok, lugar en donde residían no sólo prisioneros sino también el Oráculo en lo más profundo de las mazmorras, resguardado por los más horripilantes soldados. Estaba en un estudio que a la vez era el dormitorio de ese carcelero, pero que adecuó solo con una mesa y dos sillas por la visita de Cornelius.

—Entonces, ¿de quién sospechas? —consultó aquel hombre panzón mientras se sentaba en su gran imitación de trono, detrás de aquella mesa llena de pergaminos. El aludido reposaba en una silla frente a él, meditando lo que le había dicho segundos antes.

—No lo sé —respondió al final, saliendo de sus pensamientos. Tenía las manos entrelazadas, apoyando los codos en el regazo de sus piernas. Estaba distraído por la situación, detalle que a Ernest no se le escapó.

—Mencionaste algo sobre la joven soldado; ¿André? —inquirió el sujeto barbado, arqueando la ceja, mostrando una sonrisa maliciosa.

—Se va sin decir nada y sin motivo alguno. Pero no creo que lo sea, sólo es una niñita malcriada que hace lo que quiere.

—Pero aun así no deja de ser sospechosa, lo mismo ese tal Igor, incluso el príncipe Drek. Sólo digo que actúes si no quieres que te dañen los planes. —Cornelius de nuevo se adentró en un vago recordatorio, de las palabras que aquel ente conocedor del futuro—. Es más; ¿quién sabía aparte de ti que tenías prisioneros a una docena de murders y traidores en esta cárcel? ¿Quién sabe sobre lo que pasó ese día en el que el Intérprete murió? Sólo tú y yo, y no digo que sospeches de mí ya que fui quien te cubrió y sobre todo quien te ayudó a...

—¡Ya, Ernest, ya! No me recuerdes eso que bastante tengo con lo que pasó, y más aún con esto. Recuerda que las paredes son muy delgadas y cualquiera nos puede oír —reclamó siendo amenazante, reparando fulminante en los ojos ambarinos del carcelero.

—Sólo te recuerdo que, si vas a alzar la mano como lo hiciste hace veinte años, no lo hagas conmigo, no fue mi culpa que Sebastian se diera cuenta de lo que hiciste y no tuvieras más remedio que...

—¡Ernest, cállate! —reclamó Delax, furioso, golpeando la mesa con los puños.

—Si lo has olvidado, te recuerdo que ahora estás en mis dominios —advirtió el mencionado, tocándose minucioso su barba, viéndolo inquisitivo—. Actúa pronto.

—¿Qué quieres que haga? —exaltó Cornelius, estresado por tantos comentarios desmedidos.

—Si yo fuera tú me desharía de esa jovencita, de ese príncipe ya que no sirve para nada y de Igor —sugirió, mostrando desinterés, echando una leída a los pergaminos regados en la mesa.

—Igor es un leal servidor y no por capricho tuyo lo haré —recalcó, advirtiéndolo en reproche.

—Eso mismo dijiste de Martías y mira cómo terminó todo —declaró Ernest, alzando la ceja, indicando reprensión.

Ahora con eso, Cornelius empezó a dudar. El carcelero se incorporó de su asiento, se encaminó hasta el fondo de aquella habitación, hacía un telón que cubría la pared. La cortina con bordados de hilo en oro y plata se movía por una corriente que soplaba tras ésta.

—¿Y qué hay de ti? —inquirió Cornelius de forma acusadora—. Me juzgas como si lo que me dijo el Oráculo fuera lo peor, pero tú sólo eres un inepto. Ni mantener a unos presos en sus celdas puedes.

Molesto, Ernest se giró a encararlo, sus ojos se tornaron huecos, sólo se vislumbraba un pequeño destello en las cuencas.

—¡Vienes y me insultas en mi casa! —exclamó con ronca voz—. ¡Ya soporté mucho tu arrogancia! ¡No me vengas con eso ahora! ¡En vez de dártelas de inquisidor y estar echando culpas, deberías alzar tu maldito trasero de aquí e ir a controlar lo que tú ocasionaste!

Cornelius extendió la mano en su dirección; la oscuridad invadió el lugar. Una fuerza invisible comprimió la garganta del carcelero, ahogándolo, levantándolo un poco del suelo, pataleaba desesperado.

—¡Ya no soy el niño que pisoteaste en un pasado! ¡Ya no permitiré que me pisoteen! —Contrajo los dedos, acción que provocó que aquella fuerza lo estrangulara con vehemencia, dejando su rostro enrojecido por la falta de aire—. ¡Es hora de que sepas también con quién hablas!

Ernest, morado por no poder respirar dejó de sacudirse. Cornelius bajó el brazo; la fuerza compresora se desvaneció dejándolo caer arrodillado en el piso, tratando de recuperar el aliento.

—Mejora la seguridad de esta cárcel, sino hablaré ante el consejo para que te sustituyan —sentenció. El afectado tosía por el apretón asfixiante—. Espero esto te sirva de lección, hermano.

Indignado, sin más que decir, Cornelius se retiró del recinto, una habitación en lo más alto de una torre de vigilancia que daba vista a toda la prisión desde donde estaba. Salió de la cárcel luego de ser requisado por unos guardias, pasando por tres puntos de seguridad, llegando por fin a la salida de la gigantesca prisión de Gurlok, ubicada en una isla desolada, resguardada por millares de soldados.

En el puerto lo esperaba un navío dónde aguardaba su escolta, no se detuvo a hablar o a saludar a nadie, fue directo la seguridad de su camarote. Se quedó encerrado, pidiendo no ser interrumpido. Duraron medio día en el mar, y en todo ese tiempo no salió de sus aposentos, ni para recibir comida. Igor junto con su hermano Erdor y Tom, especulaban al respecto, sacando conclusiones apresuradas sobre lo que le reveló el Oráculo al preocupado anciano.

Al tocar tierra, el navío desembarcó en el muelle del puerto donde otro grupo de soldados los esperaban. Cornelius salió de su madriguera; era de noche por lo que pidió que se armara un campamento fuera de la aldea de Sulock para abastecerse; partirían temprano hacia Grant Nalber. Se instaló en su tienda, la más grande de todas, comió un poco y trató de dormir.

"Cuídate de los que están cerca tuyo ya que te han de traicionar primero. Pero ten cuidado con lo que hagas, pues tus actos podrán, si son mal encaminados, lograr tu fin". Estas palabras retumbaron una y otra vez en su cabeza, a duras penas pudo conciliar el sueño. Se despertó un par de veces, pero la tercera, fue la vencida.

—Tiempo sin vernos, eh, Cornelius —susurraron a su lado.

Reconoció esa voz; en un segundo quedó estático, sintiendo un escalofrío espectral recorrer todo su cuerpo. Trató de ponerse en pie pero algo lo paró en seco; sintió el filo de una espada en el cuello, impidiendo que incluso se alterara.

—Lo mismo digo —musitó, resignado a volver a acostarse en su lecho.

—Sé que fuiste a ver al Oráculo, incluso sé lo que hablaste con la basura que tienes por hermano. —Distinguió la silueta entre la penumbra, era un hombre, lo dedujo por su robusta contextura.

—Sé que me equivoqué pero...

—No puedo creer que Cornelius Delax esté pidiendo clemencia —le interrumpió aquel sujeto, riendo entre dientes al escuchar tal súplica—, esa misma clemencia que muchos pidieron ante ti antes de condenarlos y nunca la tuviste, ¡maldita basura! —Apretó un poco la espada en el cuello del viejo traidor, logrando que casi no respirara—. Debería matarte aquí mismo, pero sería la salida más fácil para ti, avaro de mier...

—¡Alex! ¡¿Qué haces?! —Se escuchó otra voz susurrante, reclamándole al extraño que había ingresado a la tienda. Cornelius no pudo distinguir bien al segundo intruso.

—¿Tú, qué haces aquí? Se supone que me esperarías en el pantano —reclamó en un murmullo el extraño. Distraído alejó un poco la espada del cuello del vejete.

—¡Guardias! —gritó Cornelius a todo pulmón aprovechando que ya no era blanco de un ataque.

—¿Ves? Ahora terminaremos de vuelta de donde te saqué —habló el segundo desconocido.

Cornelius no sintió el filo de la espada; de inmediato se incorporó para buscar su bastón que se hallaba a unos centímetros. Al tomarlo, iluminó el lugar. Lo que vio lo dejó sin habla; los intrusos vestidos con capas negras, huyeron atravesando el telar de aquella tienda como si fueran fantasmas.

Segundos después irrumpieron varios soldados, entre esos Igor, Erdor y Tom.

—¿Qué pasa? —exclamó Igor apenas entró, posando intranquilo sus perezosos ojos azules en el alterado Cornelius.

—Dos murders entraron al campamento. Hay que seguirlos, van al pantano de Seraph —indicó, apurado mientras se ponía una capa.

Alarmado, con los ojos abiertos de par en par por la premisa, Igor salió de inmediato de la tienda, llevándose a un asustado Tom consigo.

—¡Erdor! —llamó, girándose sobre sus talones para enfocar al joven de cabello negro recogido con una alta coleta que los seguía—, quiero que vayas a la cascada Sulock, ese es otro punto donde pueden crear un portal si es que hay más murders. Yo iré con Thomas al pantano. —Al escuchar tal orden, Tom empalideció, su corazón dio un vuelco, de nuevo temiendo por su vida.

Igor se fijó en el resto de soldados que alertados, salieron de sus tiendas al oír los gritos de un asustado hombre.

—¡Soldados! —exclamó, captando su atención—, prepárense ante cualquier amenaza —ordenó. Vio luego a Tom severo, mientras le señalaba unos caballos que estaban atados a un gran árbol un poco retirado del campamento. Ambos se subieron a esas bestias para emprender carrera. El chico esbelto, de verdes ojos pálidos, siguió a Igor.

Cabalgaron por una ruta escabrosa, algo lodosa por las lluvias del otoño, los arboles alrededor eran lúgubres, casi no habían animales ululando o gruñendo, algo que a Tom le dio mucho miedo.

—¡Tom! —lo llamó el hombre que cabalgaba tras él—, quiero que detectes un rastro —ordenó.

Gracias a su telepatía animal, Thomas podía utilizar aves para detectar rastros, obteniendo la vista del animal. Dejando de lado el miedo, de inmediato ubicó un par de lechuzas en un árbol lejano cuando pasaron por aquella ruta que cada vez se hacía más angosta. Usando sus dones, logró controlar ambas aves, les ordenó volar frente a ellos para que les guiaran el camino.

—Están unos metros adelante —comunicó el chico, sin perder de vista a los animales.

—Apura el paso —solicitó su acompañante, quien miraba hacia el frente con el entrecejo fruncido.

Tom echó un vistazo rápido a ambos caballos; de nuevo, utilizando su don, logró que apresuraran la carrera. El camino se fue tornando más difícil de transitar, llegaron a las limitaciones de un pantano espectral, oscuro y desolado, donde captaron junto a la orilla de las aguas lodosas de una laguna, a dos personas que al parecer discutían.

—Les diré —le replicó uno de los murders.

—No creo que sea lo correcto —alegó el otro, molesto por la imprudencia de su compañero.

—¡Deténganse! —demandó Igor mientras se bajaba del caballo. Tom, aun asustado, también descendió de la bestia, resguardándose tras el viejo.

Ambos caminaron despacio hacia aquellas personas. Distinguieron un tipo más alto y robusto que el otro, sus rostros no se lograban vislumbrar por las capuchas que cubrían sus cabezas.

—Espera, Igor. —Se apresuró a decir Tom a su lado. El mencionado vio al chico de reojo, topándose con su expresión de estupefacción.

—Les diré, ellos igual sabrán la verdad —musitó el sujeto alto, acercándose a los recién llegados.

—¡No! Los pondrás en peligro —reclamó el otro, jalándolo de la mano para que retrocediera.

Aquello hizo que le halara la manga de su capa; la capucha que cubría su cabeza se quitó, dejando al descubierto la cara de un joven de ojos mieles intensos, cabello corto caoba oscuro. Su rostro de rasgos fuertes tenía varios morrones y cortadas, luciendo agotado, no obstante sus ojos le brindaban un poco de vitalidad a su aspecto.

—Esto... debe ser mentira. —Igor no pudo articular palabra, estaba pasmado por la presencia de aquel muchacho que lo rebasaba por escasos centímetros de estatura.

—¿Quién es él? —preguntó Thomas a su lado, quien no despegaba la vista de ese hombre que reparaba en ellos serio, firme, desafiante.

—Él... él... —El viejo estaba tan sorprendido ante tal hallazgo que su habla se bloqueó.

—Vámonos, no hay tiempo —suplicó la otra persona que acompañaba al enigmático sujeto, quien se quitó también el albornoz que cubría su cabeza.

Igor y Tom quedaron más que perplejos al distinguir el cabello rubio y el ojo azul celeste de esa joven guerrera, quien era diminuta al lado de aquel hombre de ojos mieles.

—¿André? —profirió Igor recuperando el habla, frunciendo luego el ceño—. Pero... ¿Cómo? ¿De dónde se conocen? —inquirió, arrugando la nariz, mientras los señalaba en un vaivén dubitativo, repetidas veces.

—¿Quién es él? —preguntó de nuevo Tom, curioso de saber sobre ese extraño que dejó a Igor estupefacto.

—Él es...

—Soy Alexander —interrumpió aquel muchacho a André; su voz era suave, algo profunda—, Alexander Retriever, hijo de Dregony Retriever y Eva Lyson...

—El hermano de Natalie —concluyó Igor, para luego dejar desencajada la mandíbula.

Fueron unos segundos de silencio en donde los cuatro se quedaron mirándose las caras, como un par de amigos que hacía años no se veían. El único hombre mayor entre ellos se acercó a Alexander, tomó su rostro entre sus manos, unas lágrimas corrían por sus mejillas. El aludido tomó la iniciativa, abrazando al viejo que antes había conocido con el cabello más negro y sin tantas arrugas.

—No puedo creerlo —murmuró Igor en voz quebrada por el llanto afligido que contenía.

Se soltó del solido afiance de para detallar de nuevo esos ojos mieles, los cuales se mostraron sombríos aunque estaban algo vidriosos, queriendo desbordarse en lágrimas.

—¡Vámonos! —reclamó André tras ellos, interrumpiendo el memorable reencuentro.

Ella tomó a Alexander de la mano, jalándolo hacia la orilla del pantano. Sorprendido de ser guiado por la chica a la que rebasaba por veinte centímetros, se acercó a la orilla del lago pantanoso. Como si fuera una orden dada, extendió sus manos sobre el agua que se mantenía en calma, pero en la superficie se reflejó el paisaje a su alrededor, actuando como un espejo impecable.

—Es un portal múltiple así que piensen a dónde quieren ir y allí los llevará, excepto a lugares protegidos por magia —informó Alexander. Se giró sobre sus talones para reparar en sus tres acompañantes.

—¿Por qué huyen de Cornelius? —cuestionó Tom juntando las cejas, pensativo, haciendo entrar en razón a Igor, el cual cambió de parecer al escuchar esa pregunta.

—Igor, necesito que me ayudes. Alexander ve dónde acordamos, en serio no hay tiempo para explicar —enunció André apurada, empujando a Alex por el portal que había creado. Sin protestar, el aludido se metió al agua y se sumergió en ésta sin resurgir.

—André, explícame qué pasa —solicitó Igor acusante; molesta, la rubia se acercó lo suficiente para que él solo la oyera.

—Cornelius mató a Dregony, todo este tiempo tuvo a Alexander encerrado en Gurlok porque el presenció su muerte. Palabras más palabras menos, Cornelius ya no es de confiar —siseó en un susurro, hablando agria. Igor la miró abrumado, incluso todas las facciones de su rostro se contrajeron.

—Lo que dices es una grave acusación —murmuró, suspicaz. De la impactante noticia sin querer retrocedió unos pasos, alejándose de ella.

—¿Por qué Cornelius fue el único que presenció su muerte? ¿Por qué sólo él estaba con Dregony el día que el Intérprete murió y sólo él estuvo como siempre, a la cabeza del ejército ese día? —cuestionó André exaltada, su semblante se endureció, lanzando las palabras con amargura.

Igor empezó a dudar, miraba hacia la nada meditabundo, incapaz de concebir aquel acusación tan salida de contexto. Culpaba ni más ni menos que al dirigente del Consejo de las Once Provincias, por consiguiente, quien a la cabeza del ejército de La Rebelión.

—Será... mejor... que se vayan... —Escucharon la voz entrecortada de Thomas.

Se giraron para ver al muchacho quien reflejaba una mueca de dolor. De la nada se derrumbó bocabajo en el suelo, mostrando así tres flechas incrustadas en su espalda. A lo lejos percibieron la imponente silueta de un hombre robusto de cabellos blanquecinos, que sostenía entre sus manos un arco.

—¡Maldito! —gritó André, aterrada por lo aquel tipo había hecho. Corrió enseguida hacia a un Tom inconsciente.

—Pensé que era un murder —murmuró Cornelius, horrorizado por lo que había hecho. Juraba que le había dado a un delgaducho sujeto que estaba parado atrás de Thomas.

—¿Eres consciente de lo que hiciste? —reclamó Igor ofuscado, mientras se arrodillaba al lado del muchacho para analizar qué tan grave eran las heridas.

—Te dije que pensé que era un murder —repitió Cornelius enfurecido, mientras a paso lento, aun sosteniendo el arco, se aproximaba a ellos.

—¿Igual que con Alexander? —chantó André, levantándose abrupta de su lugar. Clavó su mirada encolerizada en ese viejo que por tanto tiempo le hizo la vida imposible, el cual, arrogante, se la sostuvo.

—Tanto él como tú son traidores —declaró Cornelius—. De todos imaginé que fueran a traicionarme a mí, pero tú, la niña que crie desde pequeña, la que...

—¡Déjate de sandeces y de fingir que te importa alguien! —recriminó, molesta, agitando una mano a un lado.

Desenfundó una espada que tenía escondida en su capa para apuntarla hacia él. Temblaba pero del odio que tenía hacia el hombre que desde que reveló su verdad, repudió con todo su ser.

—Si tanto sabes, ¿por qué crees que maté Dregony? —reprochó el viejo, arqueando una ceja, manteniendo su dura expresión.

—¿Qué hiciste qué? —replicó Igor, incrédulo ante tal declaración.

—¿Saben por qué lo hice? Porque era un traidor, fue quien mató al Intérprete y su hijo igual lo es cuando ayudó a escapar a los murders de la cárcel de Gurlok.

—¡Eso es imposible! —expresó el otro hombre, aun sin consentir sus palabras. Lo observó absorto, revolviendo confundido la parte trasera de su grisácea cabellera.

—¡Eso es mentira, si él y el Intérprete era muy unidos! —sentenció André aun furiosa.

Escucharon una respiración pausada; Igor le había dado de beber un líquido púrpura a Tom pero no hacía efecto, seguía sangrando sin control. Al final, el muchacho dio un último respiro para cerrar los ojos.

—¡Mira lo que hiciste!

Alterada, André avanzó hacia Cornelius blandiendo su espada, pero él fue más rápido al convertir el arco en su fiel bastón para luego batirlo frente a ella, propinándole un golpe en la cara, acompañado de una ráfaga de viento que la levantó en el aire, haciéndola caer unos metros más allá.

—¿Sabes qué, Cornelius? —interfirió Igor, irguiéndose en su lugar; su voz era rastrera, su semblante se ensombreció—; será mejor que prepares tus argumentos ante el consejo.

—¿Les vas a creer a ellos que a mí? —exaltó el mencionado, atónito, a la vez enojado por su acusación.

—Sólo creó lo que me dicta la razón y sinceramente con esto que presencié me da a creer muchas cosas.

Igor de inmediato sacó de sus ropas una daga la cual frotó entre sus manos, transformándola en una espada a dos manos. Sostuvo el arma con firmeza, blandiéndola sin dificultad frente a Cornelius.

—André, vete, llévate a Tom —indicó sin perder de vista a su contrincante quien había convertido su bastón esta vez en una lanza.

La chica se levantó del suelo y se aproximó a Thomas. Lo cargó entre sus brazos sin dificultad, al final se acercó al lago en el que tiró su cuerpo que se hundió en un santiamén.

—No dejaré que vaya a ningún lado —advirtió Delax, tratando de evadir a Igor, pero él lo paró en seco, poniéndole la punta de su espada en el pecho.

—Tendrás que pasar sobre mi primero —sentenció.

—¿Estás seguro de lo que haces, Igor?

—Muy seguro.

—El que está en contra mía está en contra de La Rebelión —dictó, apuntando la punta filosa de su lanza en el cuello de su fiel consejero quien no se inmutó ante la amenaza.

—¡André, vete, no pierdas tiempo! —ordenó su mentor en un grito, ladeando la cabeza para ver de reojo a su pupila quien preocupada, se debatía en quedarse a luchar o irse.

Resignada, llena de frustración, decidió lanzarse al lago, desapareciendo de vista.

Los dos veteranos de guerra se miraron con detenimiento, esperando hallar algo más que sus ojos azules y pardos, inquisidores y penetrantes. Respiraban en calma, relajando el ímpetu de atacar primero.

—Te repito que el que está contra mía está contra La Rebelión —enunció Cornelius, para luego apretar la quijada.

—¿Eso mismo le dijiste a Tom cuando lo atacaste por la espalda? Claro, no lo hiciste. Lo atacaste sin siquiera darle una oportunidad, y no salgas con lo mismo que pensaste que era un murder; podrás estar viejo pero no ciego —reprochó, a lo que Cornelius respondió con una carcajada irónica. Igor endureció el gesto, esperando ser atacado.

—Creo que es momento de comenzar la cacería de traidores empezando contigo.  

•••

¡Oh! ¡Hasta que conocen a Alexander!

Él es quien lo representa (para mí):

Ya empezó lo chido, a partir de aquí conocerán más personajes y admito que todos ellos son de lo mejor, cada uno amé crearlo, malos buenos, cada uno tiene su esencia.

Gracias meriortes por sus comentarios y votos, les agradezco muchísimo el apoyo.

¡Saludos y gracias por leer!

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