32. El enigmático conde Renart

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Se quedaron viéndolo mientras digerían lo descubierto. Igor no pensó que la situación que enfrentaba La Rebelión fuera tan salida de contexto.

Obligado a dar explicaciones, meditó si contarlo o no. Debió ser una mala pasada de su mente el creer que ese sujeto era Martías, más aún al notar que manifestaba magia igual a la del intérprete; teleportador, elementalista de agua, fuego, aire y tierra, no era algo usual en una sola persona y menos en Martías que nunca destacó por sus habilidades mágicas, pero si por leer mentes y servir de erudito una que otra vez al consejo.

Las puertas de la habitación se abrieron, dando paso a un hombre alto, fornido, acompañado de un fino caballero. Pedante, Radamanto le adelantaba el paso a Patrick quien reflejaba disgusto hacia él.

—¡Igor Winderot! —saludó el moreno siendo amable, contemplando al aludido quien quedó estupefacto por su presencia.

—Qué bueno que estés... bien —comentó Patrick sonriendo con desdén.

—Estoy en la boca del lobo —murmuró el viejo, un poco perturbado.

Encontrar a Radamanto vivo era algo que ya se le salía de su entendimiento, como si la muerte fuera una falacia para ese sujeto. Ver al hombre que traicionó a un reino entero, dejándole el paso libre a un ejército de murders que hicieron de las suyas con la fortaleza Wanhander, lo llenó a la vez de frustración.

—André, Alexander, vengan, tengo que hablar algo con ustedes dos —ordenó el nemuritor de piel morena, viendo de reojo a los muchachos que confundidos, asintieron. Salió de la habitación, Alexander se fue tras él mientras que André, dubitativa, se quedó inmóvil pues no quería dejar solo a su mentor.

—Ve, luego dialogamos sobre esta locura que estoy presenciando —le indicó Igor, fingiendo estar tranquilo. André lo abrazó fuerte.

—Por ahora confía en ellos —le susurró al oído. Lo besó en la mejilla y salió, dejándolo con Patrick y Natalie quien aún yacía inconsciente.

—Ya ni sé que creer —murmuró, luego de seguir a André con la mirada, hasta que se marchó.

—Te diste cuenta de lo que es capaz Cornelius. Por ahora haz como esa jovencita, cree en nosotros.

El viejo lo observó con detenimiento; su rostro le resultó familiar, incluso sus ojos, iguales a los de Radamanto, de quien no sabía su procedencia. Supuso que ambos vendrían de una misma raza, pero lo descartó de inmediato; le era imposible de concebir, pero su parecido con el conde de Borsgav era innegable.

—Engañaron a muchos, mataron al rey de Wanhander y también al Intérprete —reclamó al final mientras recibía burlonas muecas de parte de Patrick.

—¿Según quién? —inquirió el nemuritor, sentándose a los pies de la cama donde el otro reposaba.

Igor tenía un recuerdo vago donde Cornelius siempre estaba a la cabeza de cualquier acontecimiento en el pasado; se negaba a creer que en sus narices hacía de las suyas, convenciendo a todos de sus mentiras.

—Ya te diste cuenta de lo que es capaz —recalcó Patrick observándolo con desprecio. A Igor aquel siniestro sujeto le intimidaba, cada vez más se convencía sobre su procedencia.

—Es muy sospechoso ver a un maldecido cuando se supone, están extintos —comentó el viejo sin detenimiento; procuraba descubrir lo que en sus adentros ya sospechaba.

Patrick sabía a dónde quería llegar, descubrió que era un nemuritor, así que decidió confesarle la verdad.

—No me sorprende viniendo de ti que dedujeras lo que soy. —Igor por dentro se asombró; lo había desenmascarado en sus indagaciones, sólo esperaba que le afirmara de una vez por todas qué relación tenía con los Cedélicus—. Eres muy especial no un meriorte común, y puedo afirmarte que es cierto todo eso que tu cabeza maquina y quiere aclarar —respondió ya sin tapujos, tarde o temprano todos los secretos saldrían a la luz.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora