9. El consejo de las Once Provincias Místicas [Prt. II]

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Hubo silencio, los soberanos la miraban intrigados, pero para André había algo que la inquietaba. Vincent no dejaba de mirarla, considerando que algo se traía entre manos, a menos que sea por su nuevo hallazgo; era un imán de hombres lobo y vampiros, tal vez era eso pero, era extraña la forma en que la examinaba.

—¿Dónde la tenías escondida Cornelius? —habló de nuevo Vincent, sonriendo malicioso.

—La estaba entrenando, pero veo que ya está más que lista —indicó el aludido, sonriendo orgulloso.

—Es sólo una opinión —interfirió la joven que era tema de conversación, encogiéndose de hombros.

—Pues tu opinión está siendo tomada en serio, señorita André —dijo la reina Lyan, la hermosa leunurian.

—¿Todos los miembros están de acuerdo con que Natalie Retriever y Thomas Rugert sean instruidos y resguardados en la fortaleza de Wanhander aquí en Grant Nalber? —preguntó André viendo con detenimiento a cada uno de los miembros.

—¡Sí, aceptamos! —hablaron algunos los soberanos al unísono.

—Yendo al segundo punto —prosiguió el robusto y canoso Cornelius Delax con la sesión—. Debido a lo que pasó y al hallazgo de los dos individuos en cuestión, he decidido que La Rebelión se restablezca para empezar la búsqueda del libro.

Todos, incluyendo a André, ante la solicitud del dirigente al consejo los tomó desprevenidos, ninguno pensaba en ello, temieron ante tal petición. Si reaparecía La Rebelión, implicaría el comienzo de los enfrentamientos por territorio de las once sedes del consejo con los reinos vecinos. Era una decisión difícil de tomar, aparte de que el hallazgo de Natalie y Tom, La Última Esperanza, no sería del todo secreto.

—Cornelius, ¿no crees que haciendo eso se pondrá en riesgo la búsqueda del libro y de los dos muchachos? —Esta vez habló el hombrecillo, barbón y barrigón, sus párpados agotados por los años mantenían sus ojos entrecerrados aparte de que sus pobladas cejas le cubrían la vista. Él era el rey Ronar, soberano de las tierras de Pektt.

—Es por eso que quiero que todos los presentes nos brinden su apoyo para darle seguridad a Natalie y Thomas —explicó Delax.

—Cornelius, sabes que con gusto brindaremos lo que pides pero lo que haces al poner de nuevo a la Rebelión en marcha, es desatar una guerra y también la cacería y búsqueda de Natalie y Thomas. —Volvió a hablar aquel hombrecillo esta vez con severidad

—Lo sé y lo entiendo, Ronar, pero nuestras anteriores búsquedas del libro, ¿en que han terminado? —Vio a los presentes esperando una respuesta, pero no pronunciaron palabra—. En nada, ¿verdad? Siempre que hemos intentado buscar el libro hay enfrentamientos y disturbios y muchos de ellos terminan en tragedias, muchas bajas. Mi error más grande fue ocultar a La Rebelión, esperando así buscar en calma el libro, pero no lo fue. Sólo hemos logrado provocar una guerra en la que muchos de los miembros murieron desprotegidos y despojados de sus armas y dotes. Si La Rebelión vuelve a retomar el control, créanme que el libro podrá estar a nuestro alcance en poco tiempo, y con su ayuda de antemano podríamos lograr establecer la paz.

Primó el silencio otra vez. Discutían entre ellos, André observaba a quienes compartían sala con ella, siendo inquisitiva, sacando conclusiones; era una lástima que no les pudiera leer la mente.

—Como rey de la provincia de Sanalevi, estoy de acuerdo con que La Rebelión retome el control de las once provincias místicas pero, ¿cómo nos aseguras que estos jóvenes estarán listos para encontrar y poseer el libro y mantener la armonía en estas tierras? —habló el sultán; Zayed.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora