13. Juicio [Prt II]

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El gran salón estaba repleto de personas, a pesar de la cantidad, sobraba espacio para albergar más. Alfombrado con un tapete rojo impecable, con una mesa ubicada al costado derecho, se mostraba majestuoso, a pesar de que lo que se dialogaría no sería de gran relevancia ni necesitaba de tanta gente presente. Se encontraban algunos guardias y todos los aprendices allí, de pie, en filas bien organizadas frente aquella mesa donde había sentadas varias personas.

El consejo de ancianos estaba conformado por los veteranos de guerra, entre ellos Cornelius quien encabeza la mesa a la mitad, a su izquierda y derecha había dos lugares vacíos. A los lados se hallaban los demás. Uno de ellos era Néstor, un hombre de cabello platinado largo, con arrugas expresivas que acentuaban su serio semblante; era uno de los más respetados guerreros en Wanhander por sus legendarias hazañas en batalla.

Más allá otro anciano; Fireas, el más joven. Su musculatura y buena forma envidiaban; su simpática mirada captaba la atención de algunas mujeres, belleza que lo salvó de morir casi veinte años atrás por una horda vampírica, hazaña que le dio el apodo de "el mortal sobre inmortales".

Había una mujer entre ellos; Minred, quien lucía una cabellera ondulada con algunos hilos blancos, de tez trigueña y ojos ambarinos, no demostraba la edad que aparentaba. Con un vestido rojo oscuro demostraba majestuosidad, aunque también su afinidad con el fuego el cual fue vital en la guerra hacía veinte años atrás, salvando a muchos de una muerte segura.

Otro más; Betfor, no poseía cabello pero sí una espesa barba larga hasta el pecho. A pesar de que aparentaba avanzada edad, su físico bien conservado le quitaba años. Llevaba una armadura ligera siempre, demostrando que estaba listo para la guerra. "Último viento" era su apodo en batalla.

Notando la conmoción en el salón, Igor apenas se percató de Cornelius se dirigió ante él y se sentó a su izquierda. Yong y Albert se internaron entre el grupo de soldados, encontrando a Natalie y Thomas entre ellos.

—¿Qué esperamos? —le susurró Igor a Cornelius pero no contestó, estaba demasiado enojado, pareciera que fuera a gritar si pronunciaba palabra.

Luego de unos minutos de murmullos, irrumpieron al lugar un tipo alto y fornido, de ojos esmeraldas, cabello castaño y expresión dura; era el príncipe Drek. Llevaba puesta una imponente armadura, con una capa roja sujetada con botones metálicos a la altura de los hombros; parecía un digno general, además de que su porte lo ayudaba a que algunos retrocedieran para cederle el paso.

Era acompañado de un par de soldados y tras ellos caminaba una chica delgada, rubia, con un ojo celeste muy cautivador, mientras que el otro lo cubría con una venda gris. André, vestida de cueros pardos, con su arco y flechas colgando a su espalda, andaba sin su singular sonrisa.

Drek igual que Cornelius estaba furioso, caminando a paso firme hacia la mesa; apenas llegó se sentó de lleno a la derecha de su mentor, haciendo que el metal de su armadura al chocar con el asiento resonara, acallando los susurros y habladurías. André junto con los otros lacayos trató de colarse entre las filas, apartada de sus cuatro discípulos.

Cornelius enseguida se puso de pie, logrando con ese acto que todas las personas en las filas se irguieran en firme posición, imponiendo a su vez el silencio. Sin preámbulos ni palabras cordiales, porque estaba con los nervios a flor de piel, decidió comenzar el consejo extraordinario que solicitó organizar.

—Han sido llamados aquí —habló fuerte para que todos lo oyeran—, porque debido a que La Rebelión está retomando el control de las Once Provincias, todos portarán esto.

Extendió el brazo hacia su costado izquierdo, señalando las puertas que daban a las cocinas; del techo, se desplegó un velo de color beige, en él estaba bordada una estrella de once puntas curvadas de color dorado, rodeada por una corona de olivo.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora